⊰⊹ 16: Candente apoyo

Cambiando el canal de la televisión por undécima vez, YeonJun se estira en su largo sofá, muerto del aburrimiento.

Sus ánimos no han sido los mejores desde que llegó a su apartamento ayer, con la moral por el suelo; el hecho de no haber tenido la inmediata compañía de TaeHyun porque YeonJun no quiso interrumpir su jornada de trabajo por una simpleza como una nueva grieta en su corazón, definitivamente no los mejoró. Y no es que tuviera una lista de contactos larguísima de personas cercanas en las que apoyarse, así que YeonJun se la pasó deambulando con su tristeza como compañía por su demasiado espacioso departamento.

Ahora que es domingo por la tarde, YeonJun ya puede ver a TaeHyun sin que la culpa lo consuma. Ahora, mientras espera, está ansioso por concentrarse en su TaeHyun y apartarse de su propia mente de una vez.

Pero es que algo del asunto no le cuadra del todo todavía; es decir, no tiene razón alguna para tener fe en que La Bruja le haya dicho la verdad, pero todo pareció calzar correctamente ante el comportamiento de SooBin, y YeonJun ni siquiera quiere darle más vueltas al asunto, demasiado inseguro como para soportar que más hipótesis de su imaginativa mente echen sal a la herida.

Cree, sin embargo, que no debería haberse sorprendido tanto. Desde que está en la secundaria, su oportunidad de tener algo con SooBin ha sido casi, si no por completo, nula. Y justo cuando YeonJun empezó a creer que su apariencia había hecho algo más que hacerlo resaltar como un pulgar dolorido en todos lados, ahí estaba Emma Anderson para arruinarlo por completo.

YeonJun empieza a creer que la chica está un poco obsesionada con él, pero eso no sirve de consuelo en absoluto.

Él jamás fue del tipo de adolescente que lloraba desconsoladamente por las noches debido a no obtener alguna mirada significativa del chico que le gustaba o porque los intentos de llamar su atención con detalles a su imagen fueron fallidos, pero eso no reducía su consciencia sobre su mala autoestima.

Sabe que no debe ser así, que el desinterés de un chico no debería afectarlo de esa manera, y se odia un poco a sí mismo por no poder evitarlo, pero, de alguna manera, SooBin se volvió su único objetivo. Siquiera pensar en que convertirse en el objeto del afecto de SooBin es su única meta en la vida ya suena bastante enfermizo, pero YeonJun se permite ser un poco autoindulgente.

Cuando la puerta principal se abre con un característico pitido que suena tras colocar la clave, YeonJun se gira sobre el sofá perezosamente hacia ella. TaeHyun apenas lo mira antes de dirigirse hacia la cocina directamente.

Una suave risa se le escapa a YeonJun mientras un esponjoso cariño lo rodea al ver la preocupación irritada en la expresión de su amigo.

TaeHyun no es el chico más dulce del planeta y seguramente se le hace difícil consolar a alguien de la forma convencional, pero YeonJun sabe que TaeHyun lo quiere, y eso es suficiente para él.

—Lamento haber hecho que te saltes tu entrenamiento diario —comenta desde su puesto en el sofá, oyendo al contrario abrir la nevera.

—No digas tonterías —responde TaeHyun, dirigiéndose hacia la sala de estar con una cerveza y una soda en las manos.

TaeHyun deja la cerveza en la mesa y le entrega la soda a YeonJun mientras se deja caer a su lado.

YeonJun la abre y toma un trago antes de ponerla sobre la mesa también. Entonces, se mueve para estar sentado lo más cerca posible de TaeHyun, aprovechando el hecho de que, en su actual situación, TaeHyun no puede negarle su reconfortante contacto, que sólo ofrece ocasionalmente.

YeonJun contiene una risa complacida cuando TaeHyun, pese a su evidente sorpresa por la cercanía, lo rodea con su brazo y deja que YeonJun se apoye en su pecho. El movimiento resulta más natural y cómodo de lo que YeonJun recordaba, y se pregunta, una vez más, por qué a TaeHyun no le agrada.

Sin embargo, un innecesariamente profundo y pesimista pensamiento ubicado en el límite entre la posible apatía oculta de TaeHyun hacia él y algún trasfondo que incluye un trauma de TaeHyun, es detenido por la voz firme de este.

—Ahora, ¿me vas a decir lo que sucedió o tengo que sacártelo por cucharadas?

—Te lo dije por teléfono —dice YeonJun, jugando con el cuello de la camisa del contrario.

—Lo único que escuché fueron tus balbuceos sin sentido, así que tendrás que explicarme de nuevo.

YeonJun hace un puchero infantil, mirándolo por debajo de sus pestañas. TaeHyun le hace un gesto de desagrado en respuesta, pero aun así escanea todo su rostro con detenimiento.

YeonJun evita encogerse ante la repentina timidez.

—¿No me vas a regañar? —pregunta en cambio, un poco avergonzado de repente, pese a la reciente firmeza de su postura.

—Si no hiciste una estupidez, no tendría por qué hacerlo.

—Bueno, no fue precisamente una estupidez...

TaeHyun lo mira mal y YeonJun se apresura a seguir.

—¡Entiéndeme! Todo parecía tan real.

—Escupe.

YeonJun se acomoda, girando el torso hacia TaeHyun y colocando su brazo en el respaldo del sillón, detrás de TaeHyun, para verlo bien. No se molesta en mencionar la reducida cercanía de sus rostros, considerando la mirada frenética de TaeHyun sobre su rostro como un indicador de que él ya lo notó.

—¿Recuerdas lo que te conté, no es cierto? —Su voz se hace pequeña lentamente—. Sobre lo de la mamada. Bastante buena si me permites decir, porque...

—Sí, ajá, continúa. No quiero escucharte alardear sobre cómo SooBin chupó tu polla, YeonJun.

—Envidioso —farfulla por lo bajo antes de volver a mirar al contrario—. Bueno, ¿recuerdas que dije que iba a invitarlo a salir? No lo hice, por lo menos, no ese día.

—¿Por qué?

YeonJun se remueve en su lugar, sintiendo la quemante necesidad de esconderse de la mirada sospechosa de TaeHyun, pero renuente a alejarse del contacto entre ellos. Entonces, confiesa:

—Hablé con Emma Anderson.

—Y ahí está. —TaeHyun rueda los ojos con hartazgo.

YeonJun muerde su labio inferior y baja la cabeza para no tener que ver la decepción en la expresión de su amigo.

—Ella dijo que fue novia de SooBin...

—Ajá, y yo fui amigo de Michael Jackson.

—Y que SooBin sólo quería sexo con ella —YeonJun comienza a exasperarse—. ¿Qué probabilidades tengo de que no sea lo mismo conmigo, TaeHyun?

—Por Dios, cada vez me sorprendes más. —TaeHyun lleva su mano hacia su ojos por debajo de sus anteojos para frotarlos con frustración antes de mirarlo nuevamente—. ¿En serio, YeonJun? ¿Anderson? ¡¿Le creíste a Emma Anderson?!

—Es que SooBin prácticamente huyó de mí. ¡Dos veces!

—Quizás estaba ocupado, ¿no te dijo algo así?

—Sí, lo dijo, pero...

—¿Lo ves? Estás dejándote llevar demasiado de nuevo. YeonJun, me dijiste que Anderson te odia desde la secundaria. ¿Crees que sería tan solidaria, así de repente?

YeonJun aparta la mirada y no contesta, sintiendo, pese a todo, cómo el fastidio empieza a intoxicar su sangre poco a poco.

—¿Siquiera has intentado hablar con SooBin al respecto?

—Bueno, él vino ayer, pero lo eché —revela el pelirrosa, con vergüenza contenida en su voz tosca.

TaeHyun se queja con un gimoteo.

—No puede ser.

—¡¿Podrías tratar de entenderme?! —YeonJun frunce el ceño mientras se aparta un poco del contrario—. ¡Estaba dolido y alterado!

—¡Ni siquiera intentaste hablar con él!

Tratando de alejar de él el instantáneo resentimiento, YeonJun evita la mirada de TaeHyun cuando se da cuenta de que este trata de buscarla. Sabe que TaeHyun tiene razones para regañarlo, pero no puede evitar pensar que TaeHyun no entiende nada de su situación aún. A veces, aunque sincero, TaeHyun puede llegar a rozar la crueldad muy de cerca, pero sus palabras se sienten aún más dolorosas cuando YeonJun siente su corazón tan roto y se siente tan iluso por haber permitido que lo rompieran en primer lugar.

Es decir, SooBin ni siquiera lo conoce bien..., ni él tampoco a SooBin. ¿Cómo pudo pensar que funcionaría?

Con una nueva punzada en su pecho molestándolo una vez más, YeonJun se sienta correctamente contra el respaldo del sofá, cruzando los brazos sobre su pecho, enfurruñado incluso en contra de su mejor juicio, porque sabe que TaeHyun tiene razón.

Entonces, cuando se siente listo para resignarse y darle la razón a TaeHyun, este suspira mientras su pose pierde rigidez.

—Ya, ya, calma. —La voz de TaeHyun se vuelve apacible—. No estoy tratando de atacarte. Sólo quiero que entiendas que actuaste mal.

YeonJun no lo mira, sin embargo, aún avergonzado. Entonces, TaeHyun rodea su cintura con su brazo nuevamente para atraerlo hacia él. Al instante, un pequeño temblor sacude el cuerpo de YeonJun mientras se deja hacer sin luchar, extrañamente complacido por la iniciativa de TaeHyun de otorgarle ese contacto tan directo.

—No quiero convertirme en uno más del montón —admite YeonJun con voz pequeña, en cambio.

—YeonJun...

—Sé qué es lo que vas a decir, pero no quiero escucharlo, TaeHyun. Sé que sin riesgos no hay logros, pero ¿qué pasa si no le importo lo suficiente?, ¿qué si no soy lo suficientemente especial?

—Vamos, hombre, ya hemos hablado de esto. —TaeHyun suspira, acomodando sus gafas sobre el puente de su nariz—. ¿Qué te hace pensar que no eres especial?

En un gesto distraído, TaeHyun lleva su mano hacia la nuca de YeonJun, cuya piel se eriza inmediatamente, aunque pronto YeonJun se relaja al sentir las siguientes caricias gentiles.

—¿Quieres que haga una lista? —YeonJun hace una mueca de perezoso fastidio—. Puedo hacerlo: sería muy larga.

—YeonJun —reclama con un tono severo.

—Sólo digo que no tengo nada que ofrecer.

—De acuerdo, basta. —Los dedos de TaeHyun sostienen la barbilla de YeonJun con firmeza y alzan su rostro, viendo cómo los ojos de YeonJun se dirigen hacia cualquier otro lado menos hacia él—. Mírame.

—No lo haré; das miedo.

—Y daré más miedo si quieres que te obligue a hacerlo. YeonJun, mírame.

El pelirrosa traga en seco: la voz dura de TaeHyun siempre logra ponerlo nervioso de sobremanera, aunque no sabe si es por la mera intensidad de la presencia de TaeHyun cernida sobre él o por las recién descubiertas reacciones de su propio cuerpo al atractivo de TaeHyun.

Es raro. Su estómago se revuelve y, de pronto, siente que el ambiente frío del final del invierno es reemplazado poco a poco por uno más caluroso e inexplicablemente emocionante.

En contra de su voluntad y, a la vez, con todas las ganas, clava su mirada sobre la de TaeHyun, que arde en determinación y brilla con una chispa de enojo. YeonJun no puede evitar pensar que TaeHyun se ve más sexy de lo que ya es.

—¿Cuántas veces quiere que repita lo genial que eres, eh? —TaeHyun usa una voz más amable—. Lo haré de nuevo, para ver si ya empiezas a creerlo.

Los ojos de TaeHyun empiezan a divagar en su rostro, como si admirara todas y cada una de sus facciones mientras una sonrisa ladina abulta un poco su mejilla antes de declarar con seguridad:

—Eres maravilloso, YeonJun, más de lo que crees.

YeonJun siente que el recorrido de los ojos de TaeHyun sobre todo su rostro empieza a convertirse en algo casi físico, como si TaeHyun estuviera adorando con sus manos todos sus rasgos y luego regresara a mirarlo a los ojos para volver a empezar. TaeHyun ni siquiera parece ser consciente de que la fascinación en su propia expresión va creciendo con cada segundo que pasa, mucho menos de que su mano en la cintura de YeonJun se cierra con un poco más de fuerza.

YeonJun no puede contener el jadeo que sale de su boca, asombrado.

—Eres inteligente —continúa TaeHyun—. No importa que hayas reprobado esos insignificantes exámenes.

YeonJun chasquea la lengua, insatisfecho.

—No tan insignificantes porque sabes que valen cierto porcentaje de la calificación del parcial, así que...

—Cierra la boca.

Obediente, YeonJun aprieta los labios en una línea, la orden dicha en un bajo gruñido viaja por todo su cuerpo hasta que se posa en su vientre caliente.

Sabe que TaeHyun es brusco a la hora de tratar de animarlo, pero esta vez hay algo, algo distinto. Tal vez, es la voz ronca de TaeHyun cayendo justo sobre su boca, o quizás es el insólito contacto físico tan íntimo que genera esas extrañas cosquillas en su cuerpo.

Hay algo diferente, pero tan agradable que YeonJun no se atreve a refutar.

—Eres una persona muy hermosa, tanto por dentro como por fuera —declara TaeHyun, con su mirada bajando casualmente hasta los finos labios de YeonJun.

Para este momento, sus narices están rozándose. Ninguno de ellos sabe cómo es que pasó, pero una alegría casi explosiva abarca a YeonJun al ver que TaeHyun no se aparta.

—Muy, muy hermoso —recalca TaeHyun en un balbuceo ya inconsciente.

Casi en sincronía, ambos tragan grueso, y YeonJun habría reído si es que no estuviera tan consciente del inaudito aumento de la tensión a su alrededor. El asombro ha quedado olvidado hace bastante; en cambio, la anticipación reemplaza cada gota de la sangre de YeonJun, viajando por sus venas a la velocidad de la luz, mientras que su cuerpo se queda tan quieto que resulta doloroso.

Es cuando los centímetros se convierten en meros estorbos cuando TaeHyun decide que están tomando la dirección equivocada, y desvía sus labios hasta la frente de YeonJun, tirando de él a un abrazo ajustado.

YeonJun quiere gemir de pura frustración, pero se conforma con el calor amoroso que TaeHyun le ofrece generosamente, sin saber si le agrada o no la idea de que TaeHyun sienta los evidentes latidos acelerados de su corazón contra su costado.

Tratando de relajarse, YeonJun suspira, tomando una larga calada del perfume de TaeHyun, pero la calma que lentamente lo aborda es interrumpida por un nuevo beso que aterriza en su frente. Y luego otro, y luego otro y otro.

YeonJun levanta la cabeza levemente para mirar a TaeHyun con extrañeza, pero TaeHyun está mirando fijamente a otro lado mientras sigue murmurando mantras tranquilizantes. Cuando TaeHyun lo mira por fin, vuelve a besar su frente, y YeonJun casi quiere preguntarle qué bicho le picó, pero no se atreve a interrumpir el sereno ambiente que se crea entre ellos incluso cuando sus rostros están tan cerca otra vez, con sus miradas fijas en la contraria con insólita insistencia.

No obstante, a cada segundo que pasa, algo extraño vicia el aire que ambos respiran, cubriendo el silencio con un manto casi tangible de algo inexplicable que tiene a YeonJun tragando con dificultad. Sus ojos bajan hasta los definidos labios de TaeHyun, como atraídos por una fuerza magnética, pero YeonJun sabe que la cercanía no es la responsable de que le resulten tan llamativos y seductores.

YeonJun lame sus propios labios, sintiéndolos secos y hormigueantes de pronto. Es por eso que, ante un chispazo de valentía, YeonJun no se molesta en ocultar el deseo que arrasa con él con la fuerza de una avalancha.

Y si antes ya ha llegado a ser tan descarado permitiendo que lo jodieran frente a una multitud, escalar un poco más en la pirámide no parece tan vergonzoso, por lo que no tiene problema en dejar un pequeño beso en los labios de TaeHyun, un toque breve y apenas existente.

TaeHyun lo mira con los ojos bien abiertos, pero no se mueve. YeonJun sonríe, triunfante. Luego deja un beso más, sintiéndose juguetón. Pero, entonces, TaeHyun se inclina hacia él también, en un beso igual de ligero.

YeonJun se paraliza ante la descarga de satisfacción que ese simple acto le genera, y se abstiene a duras penas de gemir de decepción cuando TaeHyun se aparta tan rápido como se acercó.

Sin embargo, la respiración levemente agitada de TaeHyun es prueba de que el choque acelerado de su corazón contra su pecho no es una alucinación de YeonJun, quien siente sus propios labios picar por las repentinas ansias por sucumbir ante un intenso deseo reprimido durante mucho tiempo, por cometer un error que sabe será completamente placentero.

La sensación de peligro llena sus cuerpos de adrenalina. Es inquietante, es excitante, pero la duda está ahí, resplandeciendo en los ojos de TaeHyun para hacerse pasar como la pizca necesaria de renuencia que los empujaría lejos de la línea roja que se supone no deben cruzar si quieren mantenerse con vida en un juego del que apenas tienen conciencia.

¿Qué es ese sentimiento arrollador? ¿Es inseguridad?, ¿es ilusión?, ¿es necesidad?, ¿es todo a la vez?

Ambos corazones lastimados laten frenéticamente en sus oídos, advirtiendo que cualquier movimiento en falso los haría caer, los haría olvidar, pero la idea suena tan atractiva que ninguno tiene la voluntad para negarse al alivio.

Y pronto se hayan buscando más.

YeonJun jadea ansiosamente contra la boca abierta de TaeHyun cuando sus bocas colisionan con brusquedad. TaeHyun acuna delicadamente el rostro de YeonJun con sus largas manos, en un contraste que hace que YeonJun tiemble de pura ternura incluso en esta situación.

El ritmo no es suave, es una agitada lucha por el poder que los deja gimiendo de satisfacción. YeonJun es quien se rinde casi al instante ante la dominación que TaeHyun exige. TaeHyun suspira contra los labios de YeonJun antes de tomar su fina cintura con ambas manos con firmeza. El pelirrosa gime bajito y cede fácilmente, inclinándose hacia TaeHyun, mientras que, una vez más, se permite dejarse llevar.

Adrenalina pura y potente miedo mezclados nublan los sentidos de ambos, mientras que el placer se apodera de sus extremidades y su buen juicio. El contacto rudo y ardiente fascina a YeonJun cada vez más, despertando a su miembro con tanta rapidez que él mismo se sorprende.

De repente, YeonJun no puede controlarse. Todo se siente tan bien que pronto se haya tratando de conseguir más contacto, más calor.

—Espera. —TaeHyun empuja un poco al contrario, jadeando sin aliento—. Sabes que no soy gay.

—¿En serio? —se queja YeonJun—, ¿vas a empezar con eso ahora?

TaeHyun frunce el ceño, poniéndose claramente a la defensiva.

—Ya te he dicho que BeomGyu me gusta por su personalidad.

—Y por eso lo jodiste así esa noche, ajá.

—YeonJun...

—Está bien, está bien. No tienes que ser gay para que te guste besarme. Soy bueno en esto.

—Por Dios. —TaeHyun rueda los ojos—. ¿Desde cuándo eres tan engreído?

YeonJun sólo sonríe, pasando la punta de su lengua por enfrente de sus dientes en un gesto demasiado sugestivo para ser propio de él, pero la extrañeza no evita que TaeHyun sienta sus pantalones un poco más apretados de repente.

Con una maldición entre los labios, TaeHyun roza sus bocas tan suavemente que se siente como una dulce tentación para el débil, pese a que no saben cuál de los dos interpreta ese papel. YeonJun puede ver la duda en los ojos de TaeHyun, pero confía por primera vez en sus encantos y se sube a horcajadas en el regazo de TaeHyun. Quiere ser un poco egoísta hoy.

Se desata una intensa explosión en su estómago cuando, sin esperar un segundo más, TaeHyun une sus bocas en un nuevo beso lascivo.

El beso es más profundo. Los roces de sus cuerpos juntos se hacen más candentes. Mientras el empalme de YeonJun crece, también la culpa lo hace. No debería siquiera pensar en TaeHyun de esta forma, pero su pene termina por ponerse tan duro que toda preocupación es reemplazada por la necesidad de alivio. Es entonces que las caderas de YeonJun cobran vida propia, restregándose descaradamente contra el regazo de TaeHyun. No le sorprende sentir la erección de TaeHyun debajo de él.

YeonJun jadea y TaeHyun gime. Las mejillas de ambos se calientan mucho más tras los vergonzosos sonidos, pero la satisfacción se instala en sus pechos ante el pasajero sueño hecho realidad.

Las manos de TaeHyun toman las caderas de YeonJun, tomando de nuevo el mando al ayudarlo a establecer un ritmo fuerte pero lento que sólo hace que el contacto sea más apasionado. YeonJun gime por la sensibilidad, agradecido cuando su erección encuentra la deseada presión entre el vientre de TaeHyun y el suyo.

Cuando TaeHyun muerde el labio inferior de YeonJun antes de introducir su húmeda lengua en su boca, el pene de YeonJun salta dentro de su ropa interior, entusiasmado.

Las manos de YeonJun bajan hasta el dobladillo de la camiseta de TaeHyun para tratar de quitársela, dispuesto a avanzar mucho más, abrumado por el deseo, pero esa pequeña acción desesperada parece generar una chispa de conciencia en la mente de TaeHyun, pues este toma sus manos para detenerlas y se separa enseguida.

—Espera, espera —dice entre jadeos agresivos, agitado—. No hagas esto.

—¿Uh? —masculla YeonJun, mareado por el placer.

—Estamos confundidos. No hagamos esto. —TaeHyun usa el agarre en sus caderas para quitarse a YeonJun de encima y ponerlo de regreso en el sofá.

Al instante, TaeHyun toma un cojín para ocultar su gran erección.

—Pero...

—Escucha —habla TaeHyun, entre largas inhalaciones—, estoy decaído por el malentendido con BeomGyu y tú crees que SooBin no te quiere. Es puro despecho.

—Pero, TaeHyun... —se queja YeonJun y, ya sin vergüenza alguna, toma la mano del contrario y la coloca en su erección para hacer énfasis en su necesidad.

El rostro de TaeHyun pasa por todos los colores mientras separa la mano de YeonJun como si de fuego se tratase, mirándolo con molestia. Su reacción inevitablemente hace reír a YeonJun.

—¿Qué rayos haces? —TaeHyun golpea el regazo de YeonJun con otro cojín—. Cúbrete, descarado.

—Ash, Kai tiene razón: la gente es hipócrita.

De mala gana, YeonJun toma el cojín e imita la posición de TaeHyun, tratando de regular su respiración también.

Cuando se han calmado lo suficiente, YeonJun se niega a dejar que la tensión en el ambiente los consuma, así que se atreve a preguntar:

—¿Cuál malentendido con BeomGyu?

TaeHyun suspira y regresa a mirarlo, haciendo un mohín de decepción.

—Un idiota llegó a la cafetería a hablar mierda sobre BeomGyu. BeomGyu escuchó, creyó que yo fui parte de la conversación, luego prácticamente me mandó al diablo y se fue.

—Pero eso no fue tu culpa. ¿Por qué no lo seguiste?

TaeHyun se calla por un momento y aparta la mirada, como si no tuviera la respuesta y quisiera buscarla en algún lugar al azar. YeonJun trata de no reparar en esa extraña reacción.

—De todos modos, Mathew tenía un punto —TaeHyun aprieta los labios con decepción—. Yo no le gusto a BeomGyu.

YeonJun alza una ceja.

—¿Y me regañas por creerle a Anderson?

—Tu caso es diferente: tú ni siquiera has hablado con SooBin.

—¿Y tú sí con BeomGyu?

—No, pero sigue siendo diferente. —TaeHyun hace una mueca de disgusto—. SooBin muestra demasiado activamente su atracción por ti.

YeonJun suspira con resignación.

—¿Qué harás entonces?

—Nada más. De alguna manera, lo ofendí, así que me disculparé, y fin.

—¿Qué? ¿Por qué?

—No tiene caso, YeonJun. Yo, de verdad, no le intereso a BeomGyu. —Su ceño se frunce levemente—. Supongo que tampoco soy lo suficientemente bueno para él.

—Oh, TaeHyun...

Esta vez, el abrazo que comparten no tiene ni una pizca de dobles intenciones: se trata sólo de YeonJun intentando consolar a su amigo y TaeHyun aferrándose a la calidez que siente que necesita de pronto, pese a que, en realidad, no comparte el desconsuelo que YeonJun destila por oleadas.

—Hey, TaeHyun —habla quedito el pelirrosa, acariciando el cabello de su amigo—. Dijiste que soy genial, ¿no es cierto?

—Por completo —declara solemnemente, dejando otro dulce beso en la frente de YeonJun.

—Bueno —dice entre una risa satisfecha—, las personas geniales como yo sólo tienen como amigos a personas geniales, como tú.

TaeHyun ríe suavemente por el inesperado halago.

—Y, ¿sabes? —continúa YeonJun—, las personas geniales pueden conseguir lo que quieran, ya sea obtener una beca completa en una de las mejores universidades al otro lado del mundo, ser capitán del equipo de baloncesto de ella, o ser el capitán de uno de sus equipos más importantes, o...

—Bien, bien, ya entendí.

TaeHyun mira a YeonJun con una sonrisa cariñosa surcando sus labios hinchados. YeonJun le devuelve el gesto.

—Un chico genial como tú puede conquistar al chico que le gusta, TaeHyun.

Sin molestarse en corregir a YeonJun respecto a sus intenciones para con BeomGyu, TaeHyun alza una ceja.

—¿No crees que estás siendo un poco inconsecuente? Tú te estás rindiendo y me pides que yo no lo haga.

—¡Es que tú sí tienes oportunidad! Lo que pasó entre ustedes fue un malentendido. Además, mírate, eres guapo, inteligente y una increíble persona. Cualquiera podría enamorarse de ti.

—¿Incluso tú? —bromea TaeHyun.

YeonJun arruga la nariz.

—Iugh, no.

Ambos ríen, la tensión que podía cortarse con un cuchillo ahora se ha ido, y solamente queda un ambiente de comodidad, aunque contaminado por cierta tristeza.

Ante esto, YeonJun se encuentra pensando incluso más de lo que ya venía haciéndolo durante sus largas horas de soledad. Lo cierto es que no quiere pelear una batalla perdida, pero mientras más piensa en las palabras de Emma, menos sentido tienen y más razón tiene TaeHyun.

—Volveré a intentarlo —suelta YeonJun, entonces, con repentina determinación, aunque dura poco—. Pero ¿qué si SooBin no quiere algo a largo plazo? Ya me ha dicho que no soy sólo un polvo para él, pero ¿qué si...?

—Deja eso ya, hombre, por favor. —TaeHyun acomoda sus lentes nuevamente—. Mira, no convivo mucho con SooBin, pero sé que no es un mal tipo. No te usará o algo por el estilo.

—No insinúo eso.

—Claro que lo haces. Deja de juzgarlo por lo que diga Emma, una chica que, por cierto, te odia. Seguramente sólo mintió para lograr que te apartes de su camino. ¿Vas a dejar que gane?

—Bueno, es cierto. Ella dijo que SooBin nunca tuvo un gesto romántico para con ella, pero él me trajo flores ayer.

—¿Lo ves? Inténtalo. Y si no funciona, nos tendremos a nosotros. Siempre podemos seguir como siempre.

—No creo que eso sea posible. Los amigos no se besan, ¿recuerdas?

—Mejor no hablemos de eso.

—Si seguimos así, probablemente, follaremos algún día.

—¡Dije que no hablemos de eso!

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¡Por fin el capítulo del infravalorado TaeJun!

Adoro este capítulo, sobre todo por las cosas que conlleva 😉

¿Les gustó?

🥀Nhara

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