⊰⊹ 15: Ambición •
Publicación tras publicación que pasa en la pantalla de su celular, BeomGyu se aburre cada vez más.
Se había ofrecido como voluntario para ayudar al entrenador Williams como asistente porque al inicio de su carrera tenía un poco más de tiempo libre. Aunque la ayuda fue sólo una excusa para tener más tiempo con SooBin, por lo menos durante los breves descansos y los pocos minutos tras el término del entrenamiento.
Justo ahora, no puede permitirse estas horas de no hacer nada, pero lo hace de todos modos: las necesita, tanto para no terminar causando que su cerebro explote con la cantidad de información que trata de meter en él, como para distraerse un rato. Hoy, sin embargo, el entrenador está siendo bastante duro con los chicos. BeomGyu no sabe quién espera más el término del entrenamiento, si él o los chicos.
Bufando fuertemente, levanta la mirada una vez más, pero rueda los ojos cuando sólo ve a todos jugando otro partido.
En un segundo, ubica a SooBin, lanzando el balón con una precisión asombrosa hacia otro chico al otro lado del campo, pero el chico no lo atrapa. Entonces, el silbato suena y el entrenador se acerca al otro chico, mientras que SooBin se queda con las manos en las caderas, sólo mirando la escena con una seriedad calculadora. Está cubierto de sudor y respira fuertemente contra las rejillas de su casco, y tiene manchas de pasto y tierra por todo su uniforme, pero no parece particularmente dolorido ni herido en algún lugar, así que BeomGyu regresa a su teléfono.
Tontea un rato más hasta que por fin, después de un buen rato, el entrenador se apiada de las miserables almas de sus jugadores y toca el silbato para anunciar el final de la práctica.
De inmediato, BeomGyu se levanta de un salto mientras las mariposas revolotean en todas sus entrañas y una sonrisa aparece automáticamente en sus labios.
En cuanto los demás asistentes van de aquí para allá con sus propias labores, BeomGyu se apresura a servir agua a los muertos vivientes que se arrastran hasta él, pero todos evitan su mirada y lo esquivan como a la peste después. Entonces, SooBin se abre paso entre todos ellos, con una poco discreta sonrisa satisfecha surcando sus labios.
-SooBin -reclama el rubio, mirando al contrario con ojos estrechos.
SooBin solamente alza las manos en señal de inocencia, soltando una risita mientras se sienta en la banca detrás del rubio. BeomGyu, en favor de disfrutar del corto descanso con SooBin, lo ignora y le sirve una bebida rehidratante, pero antes de poder sentarse a su lado, alguien lo llama.
-¡BeomGyu!
Un chico se acerca a él con una sonrisa tímida, sosteniendo su casco contra su abdomen nerviosamente. BeomGyu se acerca a él, sonriéndole amablemente.
-Ese soy yo. ¿Quieres agua o Gatorade*?
-Oh, no, ya me diste un poco de agua. Gracias. -El chico peina su cabello castaño hacia atrás brevemente-. Soy James, por cierto. Soy de primer año: entré al equipo hace poco.
-Oh, qué bien. Suerte, entonces. El entrenador Williams es duro.
-Sí, ya lo noté. -James ríe-. ¿En qué año estás? También estoy estudiando Derecho, así que pensé que podías, no sé, ayudarme un poco con...
La voz de James pierde entusiasmo lentamente mientras da un par de vistazos detrás de BeomGyu, quien frunce el ceño cuando la voz del chico termina apagándose por completo. Intrigado, se gira para averiguar qué sucede, y el estómago se le revuelve cuando nota que el peso que sentía en su nuca era gracias a la seriedad sepulcral de la mirada de SooBin.
Descolocado, BeomGyu regresa a ver al chico, y se preocupa al ver que este está pálido y se despide rápidamente con una excusa tonta.
-Deja de amenazar a tus compañeros de equipo para que no se me acerquen. -BeomGyu regresa hacia SooBin, rodando los ojos con fastidio-. No soy una pieza invaluable que debes cuidar.
-No los amenazo, sólo les recalco qué es lo que más les conviene. -SooBin se encoge de hombros, despreocupado-. Además, ahora tenemos mucho menos tiempo para estar juntos gracias a tu pasantía. Así que este es mi momento contigo.
El estómago de BeomGyu se hace un nudo, un chispazo de felicidad pura estira sus labios. Aparta el rostro, entonces, mirando su teléfono inútilmente, sin saber qué decir.
SooBin no parece notar su pequeño lapso de euforia, pues continúa sin rodeos, soltando un bufido de molestia.
-Ayer YeonJun me mandó a volar.
BeomGyu abre los ojos en grande.
-¿Por qué?
-No lo sé. -SooBin deja caer su casco al suelo sin cuidado-. Es como si no hubiéramos arreglado nada. No contesta mis llamadas ni mensajes.
-No lo entiendo. Hablé con él. Ustedes estaban bien.
-¡¿Verdad que sí?! No sé qué hice esta vez.
SooBin se queja, sacudiéndose por completo en un breve berrinche. BeomGyu muerde su labio inferior, inseguro.
-¿Quieres que hable con él?
-No -SooBin se recompone, con la mirada perdida en algún lado del suelo-, no puedo meterte siempre en mis asuntos. Yo arreglaré esto.
BeomGyu asiente, sin saber con exactitud por qué sus hombros caen con pesadumbre. Le resta importancia, sin embargo, cuando SooBin, en lugar de seguir lamentándose, empieza a hablar sobre el reciente partido con términos que BeomGyu no entiende, pero aun así trata de prestar atención, aunque las distracciones siguen llegando como molestas moscas que él ahuyenta sin éxito.
Y cuando al fin se relaja y se le ocurre algo que acotar, su teléfono suena.
BeomGyu revisa de quién es la llamada, y la felicidad que empezaba a recorrer su cuerpo en oleadas, gracias al mero hecho de conversar con SooBin, se congela y se destroza en segundos. Para su desgracia, es su madre.
-Parece que tu momento acabó -anuncia BeomGyu, abatido.
SooBin mira su teléfono y suspira, poniéndose de pie.
-Bueno, así es la vida. Ve con tu madre. Yo iré a ducharme y luego iré a recogerte para acercarte a la biblioteca.
Mientras SooBin le alborota el cabello para despedirse como siempre, BeomGyu guarda para sí la pregunta sobre por qué SooBin no va a quedarse a estudiar con él como hacían antes; no está seguro de querer oír la respuesta, pese a que puede suponer cuál es, además de la obviedad de que SooBin tiene otras cosas que hacer.
Inhalando profundamente en cuanto ve a SooBin alejarse, BeomGyu contesta.
-Hola, mamá.
-¿Dónde estás?
BeomGyu rueda los ojos.
-En el campo de fútbol. El equipo tuvo entrenamiento.
Su madre suspira discretamente a través de la línea, como si tratara de calmarse, antes de ordenar:
-Ven a mi oficina.
Y ella cuelga. BeomGyu guarda su teléfono en su bolsillo de mala gana. Luego, termina con lo que el entrenador le pide mientras se prepara incluso para emprender su camino, pero tiene la mente hecha un lío todavía cuando empieza a caminar.
Le gustaría que las cosas volvieran a ser como antes, muy aparte de la exigencia en aumento de su madre. Es decir, sí, su pasantía hace todo más complicado, pero BeomGyu no esperaba que SooBin cortara casi de raíz la mayoría de encuentros que tenían. El asunto le da vueltas y vueltas en la cabeza mientras atraviesa los pasillos, y se frustra cada vez más al no recordar algún error que pudo haber cometido.
No obstante, como una revelación de vida que le pega una fuerte bofetada en el rostro, pronto recuerda que YeonJun se ha sumado a la ecuación recientemente. Por supuesto que SooBin no tendría la misma cantidad de tiempo para él, mucho menos ahora que hay un problema entre YeonJun y SooBin.
Y pese a que trata de entender a SooBin por lo desanimado y distraído que lucía, no puede evitar preguntarse por qué SooBin se comportaría tan posesivamente como lo hizo hace un rato, para después encogerse de hombros e irse sin más.
¿Habría sido tan difícil para SooBin quedarse a platicar con él un rato más? BeomGyu también se siente mal, mucho más debido a lo que pasó con TaeHyun ayer, pero no puede quejarse. Él mismo es culpable de muchos de los daños que su ya de por sí roto corazón ha conseguido.
Su fama de "puta" en el campus no ha sido más que la consecuencia de la unión entre la popularidad inherente de ser hijo de una mujer tan importante como Sandra Dumont, y la poca preocupación por la castidad que BeomGyu ha demostrado a lo largo de sus años en la universidad.
A decir verdad, nunca fue su intención conseguirla, pero tras tantos idiotas que quisieron meterse entre sus piernas para luego desecharlo, BeomGyu se acostumbró a ese modus operandi y terminó por adoptarlo. Resulta bastante práctico cuando uno está interesado en una persona en específico, pero no puede obtener lo que quiere de ella y tiene que buscarlo en alguien más.
Así que no fue una sorpresa que TaeHyun también se enterara de cuál era su tipo de renombre, pero que lo apoyara sí que lo fue. Y no va a mentirse a sí mismo: dolió. Dolió como el infierno que TaeHyun creyera toda esa mierda que dicen sobre él, que TaeHyun no hiciera nada para defenderlo cuando Mathew lo insultó hasta más no poder.
Pero no es como si pudiera haber esperado lo contrario. Habría sido hipócrita de su parte pedir ser tratado con el amor que creía que TaeHyun tenía por él, cuando BeomGyu no está interesado en lo más mínimo en ser amable y caritativo con TaeHyun.
Tomando una honda inhalación cuando por fin está frente a la oficina de su madre, BeomGyu ignora el temblor en sus manos y los latidos desbocados de su corazón, y se obliga a entrar rápidamente, evitando su deseo de huir en la dirección contraria.
-¿Por qué sigues siendo el asistente del entrenador Williams? -Su madre ni siquiera lo mira cuando él entra, concentrada en un montón de papeles-. Creí haberte dicho que lo dejaras.
-Sí, bueno. -BeomGyu contiene una mueca-. Buenas tardes para ti también, mamá.
Ella alza su mirada severa, y BeomGyu se patea mentalmente por la ironía que se filtró en su voz por casualidad.
-Lo siento -dice rápidamente, escondiendo sus manos juntas detrás de su espalda.
Sandra regresa su atención hacia los papeles, aunque no sin ganas de seguir regañándolo.
-Aún no entiendo qué le ves de interesante a servir agua y recoger toallas sucias.
-Me gusta ayudar al entrenador Williams, mamá.
-Pero hay más personas que pueden hacerlo. -El disgusto pinta su expresión-. ¿Por qué tú tendrías que...?
-¿Necesitas algo? Tenía planeado ir a estudiar a la biblioteca cuando la práctica terminara.
Ella le echa un vistazo de frustración antes de que su expresión se vacíe mientras responde con tranquilidad:
-Quería saber si ya tienes la lista de propuestas que te pedí.
Evitando rodar los ojos, BeomGyu suspira suavemente.
-Mamá, ya te he dicho que no quiero incursionar en la política.
-Y no vas a hacerlo -Ella deja los papeles a un lado y lo mira apaciblemente-, por lo menos, no ahora. Pero yo sí y quiero tu ayuda, así puedes ir adaptándote al medio desde atrás y, luego, tomar mi lugar cuando estés lo suficientemente preparado.
-Pero, mamá...
-BeomGyu.
La voz dura de su madre detiene su queja de inmediato. Su garganta se cierra en el acto.
-Recuerda que tenemos un estatus que mantener -Sandra se levanta, acomodando su saco con elegancia-, y los contactos correctos nos ayudan a hacerlo.
Rogando al cielo que el inicio del familiar temblor en su cuerpo no sea notorio, BeomGyu traga en seco.
-También puedo conseguir contactos siendo abogado.
Ella niega, acercándose a él para arreglar su camisa y cerrar el único botón abierto al inicio del cuello.
-Quiero cosas grandes para ti, y quedarte durante años como un simple abogado en una oficina o en cualquier tribunal no te las va a traer, mucho menos ser un asistente de algún equipo. -Clavando su mirada en la de BeomGyu, ella declara con rigidez:- Debes construir tu futuro, ambicionar todo lo que quieras hasta conseguirlo y, luego, conseguir más. ¿Entiendes?
Con la respiración atorada en el nudo en su garganta, BeomGyu asiente, empujando su voz vacilante fuera de él.
-Sí, madre.
-Me alegro. -Ella sonríe, pese a que un poco de veneno se filtra en su voz profesional cuando dice:- Sabes que detesto a las personas cobardes y mediocres.
Dándose la vuelta en sus altos tacones, ella regresa a su escritorio, sin mirarlo siquiera una vez más antes de regresar a sus asuntos.
-Ten listas esas propuestas para mañana.
BeomGyu quiere protestar y negarse, pero, antes de poder meditarlo, ya está retrocediendo y tanteando la manija de la puerta.
-Sí, madre.
Sin haber recibido siquiera la despedida apropiada que un hijo merecería, BeomGyu escapa de ahí.
SooBin ya lo está esperando afuera de la oficina cuando él sale con el corazón en la boca, la respiración acelerada y las piernas débiles. BeomGyu trata de respirar hondo mientras aprieta los talones para salir del edificio, y siente más que oye a SooBin haciéndole de sombra.
Cuando por fin están afuera, BeomGyu ya siente que el piso se mueve debajo de él, pero antes de que sus piernas se debiliten demasiado, una mano caliente agarra su brazo y lo estabiliza.
Soltando un sollozo impotente, BeomGyu se aferra a la camiseta de SooBin, apoyándose en su amplio pecho, sin fuerzas.
-BeomGyu, mírame.
SooBin toma su rostro y lo obliga a alzar la mirada. Las lágrimas apenas le permiten ver la expresión preocupada pero firme de SooBin.
-Respira conmigo, BeomGyu.
El rubio obedece al compás del movimiento constante del pecho de SooBin contra el suyo, pero el delicioso perfume de SooBin es lo único que puede percibir a esta distancia. No se queja, sin embargo; es mejor que simple oxígeno.
-Eso es. -SooBin desabotona de nuevo el primer botón de su camisa con una mano-. Ahora, dime cinco cosas que ves.
-Veo tus botones, tus zapatos, tus pantalones -BeomGyu parpadea, ahuyentando las lágrimas de sus ojos para intentar enfocar su mirada y cumplir la orden-, el suelo y el pasto.
-Buen trabajo. -SooBin mantiene cerca al rubio, respirando al mismo ritmo-. Ahora, cuatro cosas que escuchas.
-Tu corazón, tu respiración -BeomGyu hincha sus pulmones con más insistencia, mientras los mareos cesan paulatinamente-, tu voz y los autos.
Entonces, el corazón de BeomGyu aminora la marcha y se acomoda en su pecho poco a poco, al tiempo que los sollozos disminuyen hasta desaparecer. Sus manos aún tiemblan, pero su cuerpo retoma las fuerzas. Con un trémulo suspiro, BeomGyu sonríe suavemente y abre la boca para agradecerle a SooBin, pero este lo suelta en ese momento, aparentemente decidiendo que fue suficiente.
BeomGyu se tambalea, pero se recupera. Entonces, mientras avanza con lentitud al lado de SooBin hacia el auto, espera pacientemente que SooBin lo invite a su casa: seguramente allí lo consolará como de costumbre.
Pero nada de eso pasa.
Cuando nota que SooBin se estaciona frente a la biblioteca, aún dentro del estupor del familiar mareo restante, BeomGyu frunce el ceño, pero no tiene tiempo ni de abrir la boca para cuestionar el porqué, pues SooBin se adelanta a responder.
-Ve. No te quedes estudiando hasta tan tarde.
BeomGyu lo mira, pasmado, sin procesar nada, ni siquiera el hecho de que SooBin sólo lo mira con pena implícita en sus ojos. Luego, sin embargo, reacciona y recuerda que SooBin seguramente está ocupado y no puede estar a su disposición todo el tiempo, así que se fuerza a olvidar la tonta idea de ser mimado como un niño pequeño después de un berrinche.
A cambio, quiere hundirse en los brazos de SooBin, en el consuelo ardiente que le otorgaba siempre, pero SooBin no extiende sus brazos hacia él, ni siquiera una mano para darle una palmada en el hombro.
BeomGyu se traga un reclamo. No podría hablar ni aunque quisiera.
Sale del auto con las piernas débiles y con todo a su alrededor dando vueltas tras un simple gesto de su cabeza, con su corazón bombeando cada vez más dolor hacia todo su cuerpo. Con cada paso hacia la biblioteca, BeomGyu se siente más estúpido, más expuesto y más avergonzado, con todas las miradas sobre él tomando el verdadero peso que tienen.
Aunque no sabe cuánto tiempo podría aguantarlo antes de que todo se derrumbe a su alrededor.
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🌻Nhara
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