⊰⊹ 06: Vino de la verdad.
Cuando su tono de llamada empieza a resonar en el espacio de su sala de estar, YeonJun hunde la cara en sus manos y suelta un profundo suspiro, mientras que cada nuevo pitido incrementa un poco más su dolor de cabeza, producto de un día demasiado largo para su gusto.
Él no contesta, otra vez.
Dentro de lo que cabe, ahora que su conversación con Kai le ha ayudado a expandir el panorama frente a él, YeonJun no tiene las agallas suficientes para quejarse. Husmeando entre los recuerdos que conserva de esa noche, después de que el pico de adrenalina provocara un poco de estática entre momentos, las alucinantes sensaciones que experimentó se alinean como lo primero que regresa a él para erizar su piel, y tiene que admitir que su cuerpo no estuvo tan en desacuerdo con la idea de mostrar, ante demasiadas decenas de personas, cómo se entregaba al placer que tremendo hombre de ensueño le ofrecía en bandeja de plata.
A decir verdad, mientras regresaba a su hogar esa noche, descansando aún en shock en el asiento del copiloto de la camioneta de SooBin, él mismo empezó a cuestionar todas y cada una de las concepciones sobre sí mismo que había adoptado durante los años de experimentación previos a tal vivencia de otro mundo. Llegó a dudar de los gustos sexuales que ya había descubierto de sí mismo, supuestamente, con firmeza; se preguntó si hasta ahora había cometido algún error al establecer ciertas barreras en su vida sexual y limitarse a ciertas rutinas con sus antiguas parejas. Fue como si le abrieran los ojos ante nuevas sensaciones que antes no habría soportado, o que simplemente no quiso experimentar, y su cuerpo se hubiese adaptado a ellas a la perfección al saber que sería SooBin sería quien se las causaría.
Él no sabía que el ser visto por tantos pares de ojos podría ser estimulante, o que tantos oídos escuchen sus sonidos de placer podría ser tan excitante, tampoco tenía idea de que le gustaba ver a otras personas dejando libres sus bajas pasiones, mucho menos sabía que su libido sería tan traicionero como para hacerlo sentir atracción sexual por TaeHyun, su mejor amigo, y cierto rubio de marítima mirada cuya presencia en sus pensamientos, aunque grata, no debería ser mucho más insistente de lo que ya era después de esa noche.
—Por Dios, estoy mal de la cabeza... —susurra YeonJun, cerrando los ojos con fuerza y golpeando su frente contra la mesa de centro.
La idea no hace más que reforzarse cuando la vergüenza, que hace subir el color por sus mejillas, acompaña al ligero azote de placer que los recuerdos causan en su cuerpo, y apenas en ese momento recuerda la razón por la que había estado huyendo de cualquier exposición ante los culpables de su mortificación. Si un par de flashbacks encienden algo que no había reconocido jamás en su pecho, no quiere imaginar cómo va a ponerse si vuelve a cruzarse con uno de ellos por más de un par de segundos otra vez. El cruce fugaz que tuvo con TaeHyun en los pasillos fue suficiente para un mes de encierro con nada más que sus remordimientos y una cantidad poco saludable de helado y galletas.
Si lo piensa bien, se siente inclusive culpable. TaeHyun, BeomGyu y SooBin no han dejado de intentar contactarlo por cualquier medio desde hace días, y él no ha hecho otra cosa más que huir de ellos como si fuesen la peste. La tristeza en la expresión de TaeHyun justo antes de que él se diera vuelta y pusiera los pies en polvorosa le dijo que, hasta este punto, su defensa de estar avergonzado y necesitar tiempo para procesar todo ya no tiene mucha validez, que digamos. La idea de que esté pasando lo mismo con BeomGyu lo hace retorcerse mentalmente en un lodoso charco de culpa, pero el pensamiento sobre BeomGyu lo deriva de manera automática hacia SooBin, y todo se complica otra vez.
Se recuesta en su mesa de centro por el cansancio, además de su obvia intención de ocultar de sí mismo su persistente sonrojo, mientras que sus manos se dirigen hasta su cabello para tirar de las maltratadas hebras. Sintiéndose ya un poco irritado por la bruma de sentimientos y pensamientos confusos, suelta un largo suspiro y se dispone a descansar un poco, pues su cerebro ya está demasiado saturado después de su sobrenatural esfuerzo para hacer que la estadística entre en él exitosamente delante su clase; no obstante, cuando está dirigiéndose a su habitación mientras retoma el hilo de sus pensamientos distraídamente, el timbre de su departamento suena fuerte y claro detrás de él, y todo su cuerpo se pone rígido al instante.
El modus operandi que había acogido en estas situaciones es sencillo, pero no significa que fuera menos agobiante. Su corazón late tan fuerte dentro de su caja torácica que cree que podría romperle una costilla en cualquier momento. Camina hacia la puerta de puntillas, con tanto sigilo que resultaría cómico en otras circunstancias, pero no es otra cosa más que aterrador ahora, sobre todo cuando se inclina para ver por la mirilla, únicamente con la intención de saciar su egoísta deseo de ver a TaeHyun durante siquiera un momento en el día.
El remordimiento ya está reforzando su nido dentro de su pecho, pero, de repente, un ojo azulado le devuelve la mirada desde el otro lado antes de que su dueño se aparte de la mirilla y vuelva a mirar a la puerta con una expresión que hace que el estómago de YeonJun se apriete mientras se aparta, tan confundido como asombrado. Antes de que una retorcida decepción se manifieste en él al no ver a TaeHyun, YeonJun vuelve a asomarse por la mirilla, alterándose más cuando nota que realmente es BeomGyu quien está ahí afuera y no una ilusión visual que su mente creó gracias a lo mucho que extraña al verdadero rubio.
Pese a que no se aparta de la mirilla, YeonJun se arrepiente de asomarse cuando una explosión de cosquillas se desata en su estómago. Sin embargo, le es imposible concentrarse en la incómoda sensación cuando hay algo en la delicadeza de las finas facciones de BeomGyu, manchadas de la tosquedad de una angustia que desentona por completo con la belleza irreal que YeonJun está acostumbrado a ver en él.
Por poco suspira, pero logra contenerse mientras se cuestiona qué rayos es lo que está pasando con él mismo. La responsabilidad que, al igual que las recientes palabras de Kai, le cae como balde de agua fría en la cabeza no lo golpea con tanta fuerza; es la expresión de BeomGyu cautivándolo con tanta facilidad lo que lo tiene abriendo la puerta de par en par frente a la expresión de cachorro pateado de BeomGyu, al mismo tiempo que el deseo de hacer cualquier cosa para revertir lo que esté causando tal aflicción en BeomGyu palpita en todo su cuerpo.
El rubio se sobresalta, y YeonJun recién se da cuenta de que está dejándose llevar demasiado, justo después de que el bochorno regresara con más fuerza a él al haber notado que BeomGyu está usando unos jeans ajustados que moldean muy bien sus rellenos muslos.
—YeonJun —tartamudea el rubio, mirándolo con los ojos bien abiertos—, hola.
El mencionado aprieta la manija de la puerta hasta que sus dedos se ponen blancos.
—Hola...
BeomGyu, por su lado, traga en seco, sintiendo cómo sus manos tiemblan detrás de su espalda, causando que la bolsa que sostiene casi se resbale de ellas.
—Te traje un obsequio —se apresura a decir, extendiendo su mano hacia el contrario.
YeonJun toma la botella envuelta en una elegante bolsa de regalo, alza una ceja hacia BeomGyu con evidente confusión, pero no dice nada; en cambio, agradece en voz baja mientras se hace a un lado y lo invita a pasar.
BeomGyu cruza el umbral, evitando husmear demasiado, pese a que ya ha estado varias veces en el apartamento de YeonJun. No puede evitar reconocer en él mismo, sin embargo, el rastro de envidia que siempre siente ante lo acogedor que se ve el lugar. Dejando su paraguas en el perchero a un lado de la puerta, BeomGyu suspira, recordando lo frío y vacío que luce su propio apartamento, pese a todos sus anteriores intentos de remodelarlo con diseños más cálidos.
Entonces, el portazo detrás de él llama su atención con el susto que le da.
—¡Esta mierda es carísima! —chilla YeonJun, mirando el distinto emblema de Screaming Eagle en la etiqueta como si lo hubiese ofendido—. BeomGyu, ¿por qué me trajiste uno de estos?
Contrariado por la reacción del pelirrosa, BeomGyu juega con sus dedos, vacilando al confesar:
—Yo, en realidad..., vine a disculparme, y no quería llegar con las manos vacías.
YeonJun frunce el ceño, levantando la mirada.
—¿Disculparte?
BeomGyu carraspea, tratando de encontrar las palabras correctas en medio de todo su nerviosismo, aunque falla completamente.
—Eh, ¿sí?
—¿Por qué te...? Espera, espera. Abramos esto y hablemos; no estoy comprendiendo nada.
YeonJun corre hacia la cocina y desaparece de la vista de BeomGyu, quien no se atreve a moverse hasta que YeonJun regresa con dos copas, el vino y un sacacorchos en sus manos.
—Ven, siéntate —reclama YeonJun, llamándolo con un gesto fácil—. Ya te he dicho que esta es tu casa.
BeomGyu se mueve en modo automático, sentándose en el extremo contrario del sofá de tres piezas en el que YeonJun se sienta. Observa en silencio cómo YeonJun abre la botella sin complicaciones, sirviendo en ambas copas con tranquilidad, mientras que él se pone aún más ansioso al ver al pelirrosa lucir el cabello desordenado y ropa holgada que lo hace ver demasiado abrazable para su propio bien.
Cuando YeonJun le ofrece una copa, BeomGyu se obliga a tomarla correctamente para no hacer un desastre en la mullida alfombra, aunque se le dificulta un poco cuando sus dedos rozan superficialmente con los de YeonJun en el proceso. Ambos brindan, ninguno sabe por qué exactamente, pero BeomGyu, aunque aún un poco descolocado por la inesperada ligereza en el ambiente, lo hace sin chistar, alegre de ver la sonrisa feliz que YeonJun tiene en sus labios cuando bebe un poco del líquido oscuro.
Entonces, justo cuando se dispone a relajarse un poco, pensando que seguramente está demasiado tenso para la ocasión, oír a YeonJun gemir al saborear el contenido en su boca lo regresa nuevamente hacia su bucle de inquietudes. La voz de YeonJun lo trae de vuelta a la realidad rápidamente, sin embargo.
—¿No es insultante para ti que yo beba esto sin estar usando un esmoquin ni escuchando música clásica? —cuestiona YeonJun, conteniendo una risa mientras bebe un poco más y mira a BeomGyu de reojo.
BeomGyu bufa, risueño a duras penas.
—Oye, no soy tan estirado —reclama juguetonamente—. Mi madre es quien se preocupa por esas estupideces. Sabes que eso no va conmigo.
—Lo sé, lo sé; sólo estoy molestándote —dice YeonJun, riendo.
Pasan un par de minutos en un silencio sorprendentemente calmado, con YeonJun deleitándose con el vino y BeomGyu permitiéndose disfrutar de esa apaciguante vista. Para cuando YeonJun se sirve una copa más antes de voltear a mirarlo, BeomGyu ya se siente menos tenso, pero tener sobre él esas intensas esmeraldas le vuelve a poner los pelos de punta.
—Bien, explícate —dice YeonJun, girándose hacia el contrario.
BeomGyu exhala mientras lo imita.
—Vine a discu...
—Eso ya lo sé —interrumpe YeonJun, con un atisbo de inquietud deformando su expresión, sirviendo más vino en las copas de ambos—. Lo que quiero saber es por qué. No has hecho nada malo, BeomGyu..., por lo menos, que yo sepa.
YeonJun lo mira con una ceja muy alzada a modo de exagerada sospecha, por lo que BeomGyu ríe bajito, agradecido con el cielo por el que YeonJun pueda tener ese toque de jovialidad aun en estas circunstancias. Luego, con un pesado suspiro, BeomGyu se dispone a soltarlo todo, porque haber estado al borde de un colapso nervioso cada vez que pensaba en YeonJun no ha sido divertido en absoluto.
Ya fue bastante revelador que lo que BeomGyu creía que había entre él y YeonJun era una relación de amistad superficial, resultó ser, en verdad, una potencial arma en contra de la ya de por sí escasa resistencia de su corazón, así que no está tan sorprendido ahora que siente que la respiración le falta mientras el magnetismo físico al que ha estado acostumbrado toda su vida parece intensificarse con cada segundo que pasa tan lejos de YeonJun y su gran sudadera con capucha que lo hace ver pequeño y adorable.
Sin embargo, pese a que la culpa consumiéndolo de adentro hacia afuera, amenazando con empujar demasiados impulsos estúpidos desde el lugar más recóndito de su ser en el que los tiene aprisionados, es lo que lo ha traído hasta aquí con la intención de redimirse, es precisamente también la razón por la que aún el abismo que los separa (porque así se siente todo el metro de distancia que hay entre ellos) no ha sido cerrado.
Además, claro, de que BeomGyu no sabe cómo YeonJun tomaría el que, de repente, el chico del que ha estado escapando como si fuese deporte se acurruque contra él en busca de su calor y su perdón como un cachorro arrepentido, como exactamente BeomGyu quiere hacer. No sería lo que alguien con dos dedos de frente llamaría un buen comienzo para una disculpa que se supone sería perfectamente platónica.
—Para empezar, respecto a esa fiesta...
—Ay, por Dios, lo sabía.
YeonJun se lleva las manos a la cara antes de pasarla bruscamente hacia su cabello, haciendo una mueca de hartazgo.
—Escucha, está bien. No pasa nada, no vi nada, no he dicho nada. Olvidémonos de esto —ruega YeonJun entre dientes.
BeomGyu niega con la cabeza firmemente, viendo cómo YeonJun se toma de un solo trago el vino restante en su copa, luciendo bastante exasperado.
—No está bien —continúa el rubio, sin embargo—. Te he mentido durante años, YeonJun. Y no fue justo que te enteraras así. Te hice sentir incómodo.
YeonJun chasquea la lengua, una expresión más calmada suavizando sus rasgos, aunque rasca su nuca con incomodidad.
—No tienes que rendirle cuentas a nadie, BeomGyu, mucho menos a mí. Seguramente hay una razón por la que me lo ocultaste. Y si quieres mantener tu imagen de niño bueno, no me importa.
Sintiendo una punzada de dolor en algún lugar entre sus costillas, BeomGyu mira hacia otro lado. Pese a que las palabras de YeonJun pretenden ser tranquilizadoras, logran el efecto contrario, y el rubio se reprende mentalmente al sentir el escozor típico en sus ojos. YeonJun tiene razón, y, en realidad, debería ser aliviador que no se lo haya tomado tan a pecho, pero eso no le sirve de consuelo cuando no le garantiza que las cosas vuelvan a la normalidad. Está agradecido de que sus acciones no hayan sido terriblemente impactantes en YeonJun, pero la poca reciprocidad sentimental de parte de YeonJun que ello implica se incrusta como un cristal roto en su pecho, y, muy dentro de él, sabe que desearía que YeonJun estuviera un poquito más mortificado, si es que eso le prometía que YeonJun sentía por él algo más profundo que sólo una vaga amistad.
Luego, la confusión burbujea hasta que brota a borbotones de su expresión, porque si YeonJun actúa así sin que le importe realmente lo que pasó, BeomGyu no comprende cuál fue entonces el detonante de su actitud distante para con él. Y, de pronto, con la comprensión atravesando su mirada fugazmente, el nido del miedo construido entre sus pulmones se sacude por su propios latidos acelerados ante el pensamiento de que lo que pasó fue, tal vez, sólo el último desencadenante para el posterior alejamiento definitivo de YeonJun en su vida.
—Sí, entiendo —murmura, sabiendo que no podría mirarlo a los ojos sin echarse a llorar—. YeonJun, yo... comprenderé si ya no quieres verme más, pero... me gustaría dejar en claro que no quería que todo esto pasara así. No se suponía que debía pasar así.
Tras oír tan desconcertantes palabras, YeonJun nota la combinación de la pena, la confusión y el temor en el semblante de BeomGyu, y la mueca que inmediatamente se crea en su propio rostro es el doble de horrorizada.
—¡No, no, no! —chilla YeonJun con pánico, acercándose un poco hacia el contrario en el sofá.
BeomGyu se sobresalta, alejándose un poco por el susto. YeonJun se habría encogido de vergüenza si no estuviera tan alterado, y no es para menos. El hecho de presenciar tal faceta de BeomGyu y que, en un pestañeo, se vinieran abajo las concepciones con las que el mismo YeonJun había tejido un telón ahora viejo y empolvado que cubría la realidad, no fue exactamente culpa de BeomGyu. No lo fue en absoluto.
Es decir, aunque BeomGyu había hecho parte del trabajo al no desmentir las ideas que YeonJun tenía sobre él, fue YeonJun quien le puso un velo sobre la cabeza al rubio. YeonJun admite que fue un error bastante ingenuo. BeomGyu es un joven adulto atractivo y, además de eso, bisexual; las opciones evidentemente van y vienen frente a sus perfectamente funcionales ojos. ¿Cómo pudo siquiera pensar que BeomGyu no se divertía de vez en cuando?
La única realidad es que, después del incidente, decidió alejarse para pensar mientras se preguntaba si el rubor que explotó en sus mejillas sería permanente, pero ahora el arrepentimiento lo corroe por dentro. Y es que lo que tiene justo frente a él no es nadie más que BeomGyu, el chico al que por fin convirtió en su amigo después de perseguirlo como un sabueso, el chico que lo animaba a seguir adelante cuando su amor no correspondido se volvía demasiado deprimente.
Y luce tan indefenso y tierno, con esos ojos reflejando llorosos destellos azules y su pequeño cuerpo exudando cautela, que YeonJun sólo quiere tomarlo en sus brazos y rogar su perdón por haberlo puesto en esa engorrosa situación.
—No es que no me importe —aclara YeonJun, tratando de enfocarse nuevamente—. Es sólo que no me incumbe, ¿sabes? Es tu vida, BeomGyu. Y sólo porque yo soy demasiado mojigato para comprenderte, no significa que debas reprimirte o algo así.
Con el alivio llegando como la bendición de una brisa fría en un día caluroso, BeomGyu se relaja, notando recién que todo su cuerpo ha estado tenso como cuerda de guitarra desde que llegó.
—Lo sé, pero, aun así, no debí mentirte —insiste, más sereno—. Lamento haberte hecho pasar un mal rato y... Oye, no eres mojigato.
BeomGyu frunce el ceño hacia YeonJun cuando este expresa su vacilación tarareando.
—Lo soy si no puedo evitar ponerme rojo como un maldito tomate cada vez que pienso en lo que pasó —se queja el pelirrosa, rodando los ojos—. Tú no parecías al borde de un colapso cuando TaeHyun estaba... —Se detiene abruptamente, echándole un vistazo tímido al contrario—. Bueno, cuando eso pasó.
Sin sentir exactamente ganas de molestar a YeonJun por su persistente vergüenza, BeomGyu bebe el último trago de su vino antes de preguntar con genuina curiosidad.
—Pero puedes admitir que te gustó, ¿no es cierto?
YeonJun abre los ojos en grande, impactado, pero BeomGyu pronto capta la insinuación que soltó sin querer y niega velozmente.
—¡No eso! No, no, me refiero a lo que pasó entre tú y SooBin. Te gustó... —inquiere, huyendo de la mirada de YeonJun al concentrarse en servir más vino en su copa para luego intentar esconderse detrás del líquido borgoña—, ¿verdad?
YeonJun voltea hacia otro lado, encontrando especialmente entretenido buscar manchas en su blanca alfombra, mientras que trata de armarse del valor suficiente para ser completamente honesto, considerando que esa es la razón por la que BeomGyu vino en primer lugar.
—Bueno... —farfulla, jugando con el material acolchado de un cojín—, sí, ¡pero sigue siendo vergonzoso!
Es apenas cuando BeomGyu ve a YeonJun encogerse contra su propio cuerpo en cuanto todo su rostro enrojece, que la idea de meterse con él e irritarlo un poco llega a BeomGyu. Siente en su lengua el ácido de un comentario burlón, que suena demasiado como SooBin en su propia mente, pero lo descarta rápidamente; sería contraproducente hacer que YeonJun recuerde precisamente lo que BeomGyu vino a hacer que olvide. No va a arriesgarse a que YeonJun lo piense demasiado y se arrepienta de su decisión de no echarlo a patadas de su vida después de la vergüenza que le hizo pasar.
—Ahí tienes —anuncia, en cambio, con convicción—. No eres mojigato. Eres sólo un poco más reservado. Que te haya gustado no significa que tienes que gritarlo a los cuatro vientos.
—Touché.
Entonces, YeonJun ríe. El sonido atraviesa el cuerpo de BeomGyu, inflando su pecho con una dicha que siente que podría hacerlo explotar, por lo que sólo atina a beber con un trago ambicioso todo el contenido de su copa, en un intento de aplacar el latir acelerado de su corazón, pero sólo consigue que el intenso sabor del alcohol arda en su garganta, y quiere creer que esa es la razón por la que siente una opresión en esta cuando vuelve a hablar, pero no puede mentirse a sí mismo de esa manera. BeomGyu sabe que es la anticipación lo que hace a su voz más pequeña cuando pregunta con apenas exitosa cautela:
—Así que... ¿no estás molesto conmigo?
YeonJun lo mira con una amplia sonrisa que se contamina con un deje de preocupación, cosa que BeomGyu desearía poder revertir en ese mismo instante; en su lugar, sin embargo, temeroso de arruinar su avance con algún movimiento en falso, se resigna a esperar a que no sea una señal completamente mala.
—Por supuesto que no, ángel —dice YeonJun, acercándose al contrario hasta que sus muslos se rozan, mientras toma su mano delicadamente.
BeomGyu observa su unión por un momento antes de regresar a mirar a YeonJun, sintiendo su corazón revolotear ante el apodo. El afecto contenido haciendo videos en sus bellas esmeraldas fácilmente podría reemplazar a la luz de los focos del techo para iluminar la sala de estar, y percibirlo tan nítido contra su piel es como un golpe directo a la boca de su estómago, lo deja sin respiración, sin habla, sin la capacidad para discernir si esta es la realidad o si es un simple sueño que el anhelo creó una vez más durante la noche.
—No me sentía preparado para que me vieras siendo yo —revela el rubio en un lapso de sinceridad bruta inducida por el efecto hipnótico de esos bellos ojos verdes, aunque prefiere culpar a las dos copas de vino que ya bebió y su baja tolerancia al alcohol—. No es que no confiara en ti, sino que... no quería decepcionarte.
YeonJun hace una mueca apesadumbrada.
—¿Cómo podrías decepcionarme? Te he perseguido durante más de un año para que seas mi amigo, BeomGyu.
—Precisamente por eso —refuta el mencionado con terquedad.
YeonJun niega con la cabeza.
—Te quiero por lo que eres, BeomGyu. Y si ese no eras tú... —Acariciando la mano de BeomGyu entre las suyas, clava su mirada en la del contrario, sangrando honestidad—, entonces, permíteme querer al verdadero.
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Lamento la demora. Ya saben, exámenes finales y un bloqueo terrible. Felizmente siempre tengo capítulos reservados xd
¿Qué les pareció? ¿Si van siguiendo el hilo?
🥀Nhara
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