⊰⊹ 05: Hipócrita.
Confiando en que su cerebro lo guiará hacia su apartamento sin complicaciones, camina por el pasillo con la cabeza gacha; sin embargo, la aglomeración de estudiantes a su alrededor llama su atención. Él le resta importancia mientras el sueño lo invade rápidamente, el delgado hilo de pensamiento que le queda lo traiciona y se engancha obstinadamente en el último tema que quiere tocar, pero que es el único que no ha abandonado su mente desde hace días.
Una semana ha pasado desde aquel inusual evento, en el que el pudor carecía de presencia, en el que su dignidad fue pisoteada en el suelo hasta el cansancio. No es de extrañar que su mente regrese a aquella fiesta; él mismo considera que es un suceso digno del salón de la fama de los momentos más vergonzosos en la existencia humana, si se permite ser un tanto modesto. A decir verdad, no se culpa a sí mismo por ello, por lo menos no tanto, considerando que se trató de SooBin tomándolo entre sus brazos con tanta posesividad y lujuria que tan solo el recuerdo, que está al rojo vivo en su memoria, logra hacer que cierre sus piernas con fuerza al sentir cómo su miembro se sacude alegremente dentro de su bóxer.
Es mortificante, pero cierto, inevitable, porque es SooBin, el dueño de sus más sucios sueños húmedos y sus más largos suspiros enamorados. No podría superar lo que pasó ni en un millón de años. Ya que no era un chico promiscuo antes de caer enamorado de SooBin, cuando YeonJun era sólo un adolescente averiguando por su cuenta lo tortuosos que podían llegar a ser los cauces de la intimidad y el amor, los pocos chicos que lo acompañaron en su cama tenían la desgracia (o privilegio, tal vez) de ser comparados con SooBin.
Para la sorpresa del YeonJun que creía tener demasiadas pecas y, además, cejas y pestañas demasiado pálidas para resultar atractivo, siempre tuvo la suerte de conseguir buenos prospectos, pero, por mucho que quisiera disfrutar del acto sin preocupaciones, YeonJun sabía que el chico con el que estaba no era SooBin. En retrospectiva, reconoce que no se permitió más libertad a sí mismo; de alguna manera inconsciente, guardaba las partes que él creía mejores y adecuadas para SooBin, con la esperanza de algún día poder entregárselas en bandeja de plata, aun sabiendo que el chico ni siquiera se dispondría a darle la hora.
Sin embargo, ahora que ese día llegó, aun cuando no puede evitar emocionarse al pensar en ello, no se siente como el bizarro cuento de hadas que siempre deseó vivir.
Haberse encontrado con TaeHyun hasta hace un minuto no ha mejorado las cosas; y haber huido como si hubiese visto como al mismísimo diablo, tampoco.
-Tonto, tonto, tonto... -murmura, golpeando su frente con su palma abierta.
Con la adrenalina todavía burbujeando en el inicio de su garganta mientras avanza de mala gana, YeonJun apenas registra con extrañeza que varios estudiantes pasan corriendo con prisa a su lado. Él maldice en voz alta a alguien que casi lo hace besar el piso al empujarlo; acaba de irle pésimo en una exposición imprevista de la cual la profesora, según ella, sí había advertido a la clase, lo cual no hizo en absoluto; no está de humor para ser paciente con los idiotas.
Es decir, sí, gran parte de la limitada exploración de la sexualidad de YeonJun se basó en los impulsos que SooBin le generaba; es comprensible que divague un poco hacia tan exquisito momento, pero no todo el maldito tiempo. Estar perdido en sus pervertidos pensamientos no sólo ha perjudicado su ya bastante precaria capacidad de atención, sino que ha extendido sus consecuencias hacia su rendimiento académico.
Ha pasado apenas una semana desde aquel suceso, pero YeonJun casi puede sentir la aproximación de la caída en picada de sus calificaciones si es que sigue así de distraído; ya había reprobado un cuestionario sólo porque su mente no halló mejor momento para abandonarlo en la misión y hacer que los textos que antes entendía bien parecieran una combinación de chino, ruso y yugoslavo.
-Maldito imbécil -refunfuña, apretando los tirantes de su mochila entre sus manos-. Maldito profesor Stalin. Tenía que hacer un maldito cuestionario en el maldito inicio de los malditos parciales.
De inmediato, extraña a TaeHyun, lo cual resulta demasiado hipócrita incluso para él mismo.
Desde que se despidieron aquella noche antes de tomar diferentes caminos para ir hacia sus propios hogares, YeonJun siente que ni siquiera puede ver a los ojos a TaeHyun. Todos estos días ha estado tratando de asimilar lo que sucedió, pero, como van las cosas, no cree que algún día vaya a superar el hecho de que vio a su mejor amigo y a su primo teniendo sexo justo frente a él.
Además, pese a que ver a TaeHyun en su faceta de hombre de las cavernas no fue sorprendente en sí (aunque no menos bochornoso), saber que TaeHyun lo había visto convertirse en masilla en las manos de SooBin lo eleva a otro nivel de humillación. Derretirse de amor por su crush frente a TaeHyun, fuera del alcance de la vista de SooBin, era una cosa, pero confirmarle a TaeHyun que, en efecto, se transformaría en el chico necesitado y descarado que siempre fingió ser era otra.
Es un ciclo sin fin: después de pasar toda la noche tratando de hacer que las ovejas que cuenta reemplacen los recuerdos que lo persiguen desde esa noche, decide que simplemente va a olvidarlo y seguir con su vida, pero llega el día siguiente y, en medio de cualquier clase, se halla a sí mismo sumiéndose demasiado vívidamente en los interminables flashbacks sobre tal surrealista experiencia.
Normalmente, mientras que YeonJun se encargaba de mantener al día a su amigo respecto a alguna novedad interesante de su día, algo como que en la cafetería se había agotado su pastel de chocolate favorito, TaeHyun no es del tipo que se preocupa mucho en comunicar todos los días si está bien o no, asumiendo que la magia de la amistad haría que YeonJun lo supiera.
Sin embargo, la insistencia de TaeHyun en intentar contactarlo durante toda la semana hizo que YeonJun se diera cuenta de la magnitud de lo que está causando con su distanciamiento. Aunque antes de poder ensimismarse nuevamente con esa idea en mente, alguien llamándolo a poca distancia atrae su atención. Él gira la cabeza al reconocer la voz, sin que su habitual modo apenado logre activarse antes de que un alegre Kai se una a su caminata.
-Hola, mi lindo algodón de azúcar.
Kai se acerca a su mejilla y besa peligrosamente cerca de la comisura de sus labios. YeonJun se congela, y sólo atina a negar con diversión cuando Kai se aparta velozmente y le sonríe con picardía antes de extender sobre ambos un paraguas que YeonJun recién nota que el otro tenía.
Cuando una brisa particularmente húmeda choca contra su cuerpo, YeonJun sale completamente de la nebulosa dentro de su cabeza para darse cuenta de que está empezando a lloviznar. No sabe si es el entusiasmo que Kai le contagia con el considerado gesto o su propio hartazgo ante la situación, pero YeonJun no halla suficiente energía para avergonzarse una vez más, pese a que Kai también fue un espectador de la función de circo de la que él fue parte.
-Hey -saluda el pelirrosa, sin detener su caminar.
-¿Qué haces?, ¿ahorrándote la ducha? -cuestiona Kai, alzando una ceja con diversión.
YeonJun resopla, risueño, pese al cansancio que empieza a adormecer sus miembros.
-No me di cuenta de que estaba lloviendo.
-Claro, disocias y todo eso. -Kai asiente comprensivamente-. Pero ¿qué haces aquí?
-Mi clase acabó una hora antes, no sé por qué. Y no creí que llovería, así que...
-No -interrumpe Kai-, me refiero a por qué no estás en el estadio. SooBin te guardó un asiento.
YeonJun arruga el entrecejo, confundido.
-¿Eh?, ¿para qué?
-¿Hola? El juego de primavera, ¿te suena?
-¡¿Era hoy?!
YeonJun revisa su teléfono rápidamente, verificando la fecha. Llevando una mano para desordenar su cabello, YeonJun gime con frustración. Entonces, esa fue la razón por la que SooBin estuvo llamándolo todo el día.
Detestándose durante un par de segundos por ser tan despistado, ahora más que nunca está tentado a ir al dormitorio de TaeHyun y pasar el rato mientras se resguarda del mal clima y su propia mojigatería, como habría hecho si ambos no estuviesen en esta complicada situación, pero ese pensamiento sólo lo amarga todavía más.
-¿Fue tan grave?
La voz de Kai lo saca de su bucle de autoreproches.
-¿Uhm?
-¿Fue tan grave? -reitera Kai-. Me refiero a... lo que SooBin hizo.
YeonJun hace una mueca de disgusto.
-No tienes que responder -Kai se apresura a aclarar, sacudiendo las manos frente a él en negativa-. Sólo quería decirte que puedes contar conmigo para cualquier cosa. Sé que mi amigo puede ser un idiota, pero... No, en realidad, no tengo cómo defenderlo.
YeonJun ríe, agradecido por la empatía de Kai, pero empieza a pensar en la respuesta. Ya está cansado de solamente dar vueltas en su mente. Una opinión externa, de alguien a quien empieza a considerar un amigo (incluso si aprovecha cada oportunidad que se le presenta para coquetear con él), seguramente podría ayudarle a despejarse un poco.
-Él no hizo nada malo -responde quedito después de un momento, abrazándose a sí mismo, aunque no sabe si es por el frío glacial de hoy o por su deseo del consuelo del que él mismo se ha privado-. Es sólo que...
Kai regresa a mirarlo cuando detiene su hablar y, sin tardar, rodea los hombros de YeonJun con su brazo para frotar su brazo de arriba abajo. YeonJun no se molesta en buscar otras intenciones en el gesto, agradecido por la pequeña añadidura de necesario calor, ignorando el ligero rastro de un raro aroma que percibe provenir de Kai gracias a la cercanía.
-Soy todo oídos, Pecas -declara Kai.
Justo cuando está a punto de dejar ir cualquier pena que lo agobie, puede ver a alguien extendiendo un paraguas a su lado. Él gira la cabeza por reflejo, e instantáneamente se aborrece a sí mismo por ello.
Es breve, irrelevante, nada que debería mortificarlo, pero no puede evitar querer cavar un hoyo y esconderse allí cuando Samantha le devuelve la mirada y le sonríe con ese irritante toque de risa contenida que él ha tenido que soportar toda la semana. Ella se va sin más, pero las orejas de YeonJun siguen quemando como el mismo infierno. Él gimotea, volteando a ver a Kai con hartazgo.
-¿Viste eso?
-Lo hice -responde Kai, dirigiendo una mirada rencorosa hacia la fémina-. Esa perra no va a saber quién arruinó todos los kilos de maquillaje que tiene en su bolso mañana.
El pelirrosa suspira, negando con la cabeza.
-Déjala. Yo haría lo mismo si fuera ella. Ese es el problema.
Kai lo mira, con la confusión explícita en su rostro.
-Es decir, sería divertido burlarme de alguien que..., ya sabes, pasó por lo que yo -explica, extendiendo la mano para tocar las gotas cayendo del paraguas-. Pero me está pasando a mí, y... sólo estoy avergonzado.
-¿Por qué?
Kai parece genuinamente confundido. YeonJun bufa.
-Soy la comidilla del campus, Kai -declara con obviedad-. Me sorprende que hasta ahora nadie me haya acusado de aspirante a actor porno.
Kai suelta una ruidosa carcajada.
-¿Es por eso que sigues ignorando a SooBin? -inquiere Kai entre risas.
-Y no sólo a SooBin, sino a BeomGyu y a TaeHyun. Me siento mal por hacerlo, pero no puedo dejar de verlos follando cada vez que cierro los ojos.
-Te entiendo. Eso fue caliente como el infierno -secunda, asintiendo apreciativamente-. Pero no lo recuerdo tan bien como tú.
Kai alza las cejas una y otra vez sugestivamente hacia él.
-¿Podrías dejar de ser un pervertido? -cuestiona YeonJun con fingido hartazgo, conteniendo una sonrisa mientras sus mejillas enrojecen-. Estoy tratando de entrar en catarsis* aquí.
-No tengo idea de qué es una catarsis, pero no eres la comidilla del campus -responde Kai, en cambio, apartando la mirada-; casi nadie está hablando de ti.
YeonJun lo mira con aburrimiento.
-Está bien, sí, tú eres la carroña y ellos son jodidas hienas hambrientas -confiesa Kai, haciendo una mueca de pena.
YeonJun lloriquea.
Dejando de lado que las imágenes de él siendo jodido frente a tantas personas parece haberse convertido en algo permanente en su propia memoria, está empezando a preocuparle el hecho de que las demás personas tampoco parecen presentar indicios de querer olvidarlo, si la constante mortificación que pasa en el campus es señal de ello.
Claro, si todo esto le hubiese pasado a una persona más optimista, esta podría haber pensado que se trataba de una pequeña oportunidad de que todo aquello no haya sido un desperdicio, en caso de que el hecho de que SooBin le sonría cuando se encuentran en los pasillos y le envíe mensajes de buenos días y buenas noches todos los días desde que sucedió es un indicador de ello.
Pero YeonJun siempre ha visto el vaso medio vacío.
En un contexto diferente, uno en el que su ya de por sí poco significativa reputación no pendiera de un hilo sobre el abismo de la humillación, esos pequeños gestos de parte de SooBin habrían sido aliviadores, pero, en realidad, no hacen más que enviar a los pensamientos de YeonJun desde la feliz estática del enamoramiento hacia la raíz de su angustia, recordándole cuál es la razón por la que su rendimiento académico se ha visto en decadencia, sumergiéndolo nuevamente en la preocupación.
Luego, SooBin le sonreía cuando lo divisaba a lo lejos en el comedor principal, y la carrera que su corazón emprendía dentro de su pecho marcaba el reinicio del ciclo.
-Oye, no voy a decir que no es para tanto; sé que eres bastante reservado -dice Kai, zarandeando un poco al pelirrosa para llamar su atención-. Pero creo que estás castigándote demasiado. ¿No los extrañas? Sé que ellos te extrañan mucho.
-Es decir, sí, pero...
-Responde esto -interrumpe, negando con la cabeza-: ¿irás a la cárcel por lo que hiciste?
-Dudo que esa fiesta haya sido completamente legal, así que...
-No, no lo harás -declara Kai rápidamente-. ¿Morirás si las personas siguen hablando de ti a tus espaldas?
-No, pero...
-Ahí tienes.
YeonJun se muerde el labio, tratando de acatar las palabras de Kai, a sabiendas de que está en lo correcto, pero su inútil intento de conservar su dignidad lo mantiene como rehén.
-No debería importar lo que la gente piensa, ¿sabes? -agrega Kai al ver la renuencia del pelirrosa-. Mientras tú te sientas bien contigo mismo, que se jodan los demás.
YeonJun suspira, observando cómo sus zapatos se mojan con las gotas que chispean con cada paso que dan. Contiene la mueca de disgusto que el sermón le provoca, renuente a ser un malagradecido con Kai; sin embargo, no puede evitar pensar que Kai realmente no sabe de qué habla porque no es él a quien follaron contra un sillón y mucho menos es a quien ahora todo el mundo mira con sorna mal disimulada.
-Sé que piensas que no lo entiendo -habla Kai de nuevo, con una sonrisa llena de ternura floreciendo en sus labios.
YeonJun voltea a ver a Kai, avergonzado por haber sido atrapado en su propia línea de pensamiento, pero los ojerosos ojos inyectados en sangre de Kai le devuelven una mirada tan cariñosa que el pecho de YeonJun duele brevemente.
-Está bien. -Kai le quita importancia con un gesto de su mano-. Me darás la razón cuando estés en mi lugar. Así somos los humanos: hipócritas.
YeonJun parpadea, observando cómo la expresión del contrario se vuelve cada vez más meditabunda. YeonJun puede deducir sin problema que eso se debe a lo que sea que Kai haya consumido hace un rato; no piensa meditarlo demasiado, incluso si cierta agria desazón se filtra hasta su lengua. No obstante, mientras más seriedad ve en Kai, más peso adquiere su reflexión, y, pese a que su origen no lo complace en absoluto, la gratitud que YeonJun siente por el mero intento de Kai de animarlo incrementa con creces.
-Lo pensaré, Kai. -Asiente, con la sinceridad desbordándose de sus ojos-. Gracias.
-No es nada, no es nada. Para eso estamos los amigos -dice Kai, con la jocosidad regresando a su semblante velozmente-. Pero si quieres agradecerme con un beso, no me molestaría en absoluto.
Kai alza cejas insinuantemente y le sonríe con coquetería, atrayendo a YeonJun hacia él por medio de su agarre en sus hombros. YeonJun lo mira con los ojos bien abiertos antes de apartar el rostro, riendo con un atisbo de nerviosismo.
-Buen intento.
Kai lo deja ir con facilidad, volviendo a colgar su brazo en sus hombros.
-Gracias. Lo perfeccionaré hasta que deje de ser un intento.
YeonJun atina a reír cuando un guiño seductor le es dedicado.
-Dudo que eso vaya a pasar.
Es el turno de Kai para reír.
Ambos caminan en silencio durante un rato. La lluvia se intensifica con el pasar de los minutos, por lo que Kai interviene cuando YeonJun se estremece ante una nueva brisa gélida que lleva unas cuantas gotas a sus rostros.
-¿Quieres ir a mi apartamento? Creo que está más cerca que el tuyo. Y mis pelotas se van a congelar si seguimos caminando -dice Kai, frotando su mano contra el brazo de YeonJun nuevamente.
YeonJun alza una ceja con desconfianza. Kai lleva su palma derecha hacia su pecho, como haciendo un juramento.
-Sin doble intención; lo juro por mi fiel amigo Robert, el unicornio.
Frunciendo el ceño con confusión, YeonJun está a punto de preguntar quién diablos es Robert y por qué es un unicornio, pero concluye que la ignorancia a veces es una buena protección, sobre todo para su ya de por sí endeble cordura.
-En realidad, no estoy de humor para pasar el rato, Kai -dice con auténtica aflicción, pero una risa se le escapa-. Pero no quiero que tus pelotas se congelen, así que te acompaño hasta tu apartamento y, luego, me prestas tu paraguas para que las mías tampoco lo hagan.
-Negativo. -Kai sacude la cabeza de un lado a otro frenéticamente-. Mi capitán me mataría. Te acompañaré hasta tu apartamento.
-¿Tu capitán?
-SooBin -aclara Kai, con obviedad.
-Claro, debí suponerlo. -El pelirrosa rueda los ojos, otra sonrisa surcando sus labios-. Pero ¿por qué SooBin te mataría?
-¿Qué harías si te dijera que SooBin me dio la misión de cuidarte? -Kai sonríe con inocencia, encogiéndose levemente-. Ya que no quieres verlo ni en figurita y todo eso.
El corazón de YeonJun se tropieza en un latido antes de duplicar su marcha al recuperarse. Una sonrisa lucha por aparecer en su rostro al instante, pero YeonJun teme que no pueda deshacerse de ella jamás si se lo permite. En cambio, trata de seguir el hilo de su conversación con Kai. No es el momento para soñar despierto.
-Entonces, ¿a eso se debe tanta amabilidad?, ¿no lo haces porque quieres ser mi amigo? -cuestiona YeonJun con un poco más de ánimo, fingiendo una expresión llorosa-. Lo sabía. Ya no hay sinceridad en la gente.
-¿Qué puedo decirte? -Kai se encoge de hombros, despreocupado-. Prometió pagarme y yo necesito sustentarme. Lo siento.
YeonJun ahoga una carcajada con su mano.
-Lo que hace la gente por el vicio.
Mientras Kai le devuelve la broma, YeonJun permite por fin que esa insistente sonrisa estire sus labios, y tal y como imaginó, no hasta que ambos llegan a su complejo de apartamentos y Kai se despide de él revolviendo su cabello afectuosamente, que es capaz de eliminarla, pero él no lo hace.
Por lo menos, no hasta que su teléfono suena con una llamada entrante y en la pantalla aparece el nombre de BeomGyu.
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*Catarsis: Descarga de emociones reprimidas, en psicología.
🌻Nhara
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