⊰⊹ 03: Líneas difusas •

—Por favor, dime que tus sábanas no están sucias. —BeomGyu se detiene en seco después de lanzarse directamente a la cama—. Este es mi smoking favorito.

—De hecho, olvidé limpiar mi semen de ellas antes de que llegaras; no te recomendaría acostarte ahí. Pero sé que eres un pervertido, así que haz lo que quieras.

BeomGyu hace una mueca de asco mientras despotrica contra su amigo y se levanta rápidamente, pero le tira una mirada asesina al contrario al verificar que fue una simple broma y las sábanas están limpias. Dejándose caer nuevamente en la cama con tranquilidad, sigue mirando a su amigo mientras este juega en su ordenador, sin prestarle atención.

—No necesito saber que ahora sólo te queda el amor de tu mano para consolarte —reclama el rubio, tomando una almohada para lanzársela al contrario—. Deberías ser un poco más pudoroso, idiota.

El contrario se encoge de hombros despreocupadamente, sin inmutarse, apenas prestándole atención, pues está demasiado concentrado en los personajes moviéndose y las explosiones coloridas de su juego. BeomGyu quiere reír al ver lo gracioso que luce un cuerpo tan grande embutido en una silla gamer tan pequeña.

—Me conoces lo suficiente para saber que eso me importa una mierda.

BeomGyu bufa y le lanza otra almohada a la cabeza con más fuerza. El otro se queja por fin y maldice ante la distracción.

—¿Cómo piensas conquistar a YeonJun siendo así, animal? —se queja BeomGyu.

—De la misma manera que TaeHyun te conquistó a ti en una sola noche.

BeomGyu toma eso como su señal para cerrar la boca antes de hundirse más por sí solo, pero ver de reojo la sonrisa maléfica de SooBin le hace saber que no va a librarse de esta tan fácilmente.

—Oh, vamos, ¿te comió la lengua el gato? —cuestiona jocosamente SooBin, echándole un breve vistazo al rubio, sin dejar de mover freneticamente sus dedos sobre el mouse y el teclado—. ¿Quién debió ser más pudoroso, eh?

BeomGyu se remueve en su sitio, tratando de hallar argumentos suficientes para fortalecer su defensa.

—Él, prácticamente, me estaba amenazando —contesta BeomGyu, tratando y fallando en mostrar genuina convicción.

SooBin resopla a modo de risa.

—Claro, y también te obligó a poner tu lengua en su boca, ¿verdad?

Con el rostro en llamas, BeomGyu le lanza otra almohada, y no se abstiene de disfrutar de la molestia inmediata que SooBin muestra ante otra distracción que lo lleva a la derrota en su juego. Con un suspiro resignado, SooBin se gira en su silla gamer hacia BeomGyu, toma las dos almohadas del suelo y se las lanza de regreso con más fuerza, riendo ante el instantáneo grito de pánico del rubio.

—No tienes que avergonzarte —SooBin sonríe sugestivamente—. TaeHyun es guapo y sexy. No te culpo por caer tan fácilmente.

Alzando una ceja ante la fácil admisión del atractivo de TaeHyun por parte de SooBin, BeomGyu busca algún signo de la habitual indiferencia que su amigo muestra ante la cantidad exuberante de bellezas que se pasean a su alrededor para llamar su atención, pero se da con la sorpresa de que hay bastante sinceridad en su expresión, incluso en la insinuación burlona de esta. Decide descartarlo como parte de la diversión que SooBin está sacando a costa suya, sin embargo.

—Bueno, es atractivo. —BeomGyu se encoge de hombros y asiente apreciativamente ante la renovada imagen mental, aunque, de inmediato, sacude la cabeza al recapacitar—. Pero me chantajeó.

—Y tú, definitivamente, eres un santo, ¿verdad?

SooBin lo mira con obviedad mientras se levanta para quitarse la camiseta y dirigirse hacia su closet. BeomGyu mira a cualquier otro lado mientras lo sigue, aunque no sabe si lo hace para no reconocer la gran cantidad de razón que SooBin tiene o simplemente para no mirar su semidesnudez.

—Sólo estás poniendo excusas, BeomGyu —continúa SooBin con un poco más de seriedad, aunque no sin cariño en su voz, alcanzando alguna de las camisas colgadas en los percheros—. TaeHyun es un buen chico y muere por ti. ¿No era eso lo que querías? ¿Por qué no simplemente tomas la oportunidad?

BeomGyu contiene una mueca, tomando su propia chaqueta de un perchero de pie antes de dejarse caer en el banco tapizado en el centro de la habitación. La nueva mención del tema no hace mucho para ayudarlo a dejar de sentir esa incomodidad agobiante de la que no se ha librado desde el último fin de semana, pero no tiene idea de cómo hacer que SooBin lo olvide. La primera vez que SooBin trató de hablar de ello, ambos estaban en una situación complicada, ninguno estaba en las mejores condiciones, que digamos, y sacarlo a relucir ahora no es menos sofocante.

Es complejo. Aunque esa noche sea la base impulsora de demasiados sueños húmedos para ser saludable desde hace días, BeomGyu no tomaría eso como una señal divina para declarar que el amor verdadero llegó a su vida para sacarlo del oscuro agujero de decepciones en el que se ha ido hundiendo desde hace años.

Aunque la noche que pasaron juntos fue fascinante en muchos niveles, no cree que TaeHyun sea lo que BeomGyu podría llamar un candidato para "ganar su corazón", porque no existe tal competencia en primer lugar. Y pese a que SooBin se la pase las veinticuatro horas del día insistiendo en que TaeHyun está coladito por él, TaeHyun no parece ser exactamente el hombre especial y diferente que BeomGyu ha estado esperando desde que sus únicos acercamientos a su verdadero propósito de conseguir a alguien a quien amar con libertad sólo han sido noches apasionadas y caricias cálidas de poca duración porque no tiene derecho a más pese a lo mucho que lo desea.

Desde hace un tiempo, SooBin ha tomado como pasatiempo echarle flores y brillantina a la imagen de TaeHyun, con la intención de que BeomGyu lo considere para algo más, pero BeomGyu no es muy asiduo a la idea de que hay que ver para creer, porque ni siquiera le interesa creer para empezar.

—No quiero tomarlo tan personal; apenas lo conozco.

Soobin resopla, terminando de abrochar su cinturón frente al espejo de cuerpo entero para empezar a ponerse la corbata de pajarita.

—Por favor, ¿qué es menos personal que tener el pene de alguien en tu interior?

—Escucha —BeomGyu inhala profundamente, evocando la mayor cantidad de paciencia que puede para lidiar con la faceta insistente de su amigo y tratando de disfrazarla de la jocosidad que no siente justo ahora—. No tienes que lanzarme a los brazos de TaeHyun para ocultar que estás celoso; puedes simplemente decírmelo.

BeomGyu juega con sus dedos en su regazo, sin atreverse a girar la cabeza para mirar a SooBin, pese a que este tipo de bromas es recurrente entre ellos. La falta de la fuerte risa de SooBin no hace más que ponerlo más inquieto, temeroso de haber cruzado un límite, pese a que todas las líneas entre ellos siempre han sido demasiado borrosas para siquiera verlas.

Contrario a la burla que BeomGyu esperaba de regreso, SooBin continúa sin más, sentándose a su lado para colocarse el calzado.

—TaeHyun es perfecto para ti. ¿Por qué dejarlo ir?

BeomGyu frunce el ceño, disgustado.

—No estoy tan desesperado, ¿sabes?

SooBin lo mira con aburrimiento. BeomGyu entrecierra los ojos a modo de advertencia, pero SooBin sólo le devuelve una sonrisa inocente BeomGyu aparta la mirada de él rápidamente, con un ligero rubor apareciendo en sus mejillas, y agradece profundamente que SooBin lo ignore, pese a que BeomGyu sabe que lo notó.

—Sólo digo que debes darte una oportunidad para relajarte. No sabes qué podría pasar.

BeomGyu se muerde la lengua para evitar dar una respuesta que desplegaría otra amplia gama de razones que SooBin le daría para refutar su desinterés; en cambio, sonriendo de lado, dice:

—Andas muy romántico últimamente, ¿eh, Cupido?

SooBin suelta una risita tímida, poniéndose de pie nuevamente para alcanzar un peine y un poco de gel.

—Bueno, estoy muy motivado.

—¿Ah, sí? —El rubio se dirige hacia el contrario para acomodar las solapas de seda de la chaqueta de SooBin y un par de mechones de su rebelde cabello negro —. ¿Puedo saber a qué se debe? Que yo sepa, San Valentín fue hace un mes.

SooBin lo mira fijamente durante un par de largos segundos, arrastrando sus ojos por el rostro del rubio antes de mirarlo a los ojos de nuevo. BeomGyu se pone rígido.

—De hecho —SooBin se encoge de hombros mientras se aleja de BeomGyu para salir del closet—, ya estoy planeando el siguiente.

BeomGyu parpadea, obligándose a reaccionar y seguirlo.

—¿Y quién es el afortunado? —pregunta, con toda la diversión que puede reunir en una sonrisa traviesa.

SooBin sonríe, mostrando su radiante hilera de dientes blancos y alineados mientras responde con entusiasmo:

—Un chico irlandés de cabello rosado y ojos verdes, ¿lo conoces?

Con una rara sensación de picazón en alguna parte de su cuerpo, BeomGyu siente que la ternura lo invade, y, aunque extrañado, se aferra a ella más rápido que decir amén, sabiendo que es mejor que cualquier otro sentimiento oscuro que siente avecinarse.

—Me suena —contesta BeomGyu, riendo suavemente.

Con la emoción rebosando de sus ojos, SooBin asiente frenéticamente mientras sale de su habitación y camina por el pasillo hasta las largas escaleras.

—Seguramente lo conoces. —Hace un gesto con sus brazos para hacer énfasis en sus palabras—. Es el chico más hermoso de toda la Facultad de Humanidades.

Saliendo de la mansión para dirigirse hacia su auto, SooBin suspira soñadoramente, con la cabeza invadida de tantas imágenes de ese esponjoso cabello rosado, refulgentes ojos verdes y piel pálida como para construir cientos de sus siguientes fantasías, y, aun así, no son suficientes.

SooBin jamás ha sido completamente ajeno a YeonJun. Cuando vio a cierto chico de cabellera singular conversando con BeomGyu el día de la bienvenida para los de primer año, creyó que le parecía haberlo visto antes, pero necesitó de un par de vistazos más en días aleatorios para recordar de dónde conocía a ese bonito chico. En la preparatoria, aunque no le dirigió más que un par de miradas a YeonJun, pues no era partidario de la popular tendencia a meterse con personas de menores grados, SooBin no era ignorante de la belleza que lo caracterizaba, junto con su resaltante roja cabellera, que luego supo era producto de su descendencia irlandesa.

Terminó convirtiéndose en una familiar figura cuyo atractivo no podía negar, pero no era consciente de ella a menos que apareciera frente a él, lo cual resultó ser algo frecuente poco después de que BeomGyu le comentó que, de hecho, YeonJun es su primo, aunque demasiado lejano para considerarlo así realmente.

Luego, sin embargo, la recurrencia de la presencia de YeonJun a su alrededor empezó a volverse un poco sospechosa, si es que tenerlo como público en todos sus entrenamientos de los días de práctica abierta y saludando tímidamente en los demasiados lugares en los que casualmente se topaban era una razón para considerarlo. Llámalo paranoico, pero sentirse observado mientras trataba de descansar y refrescarse un rato después de un largo rato de sufrimiento físico, no es algo que le pasa a todo el mundo, aunque no deja de ser halagador de una extraña manera.

Poco a poco, YeonJun logró ganarse una buena cantidad de su atención diariamente, acumulando mérito por el asombroso incremento de su belleza con el paso del tiempo, cosa que SooBin podía notar mientras más veces volteaba a verlo. Y no va a negarlo, fue difícil no hacerlo, pues la constante permanente de cierto chico asiático pegada como una lapa al costado de YeonJun no era precisamente algo que le restara atractivo a la imagen. Al contrario. TaeHyun y YeonJun se volvieron un divertido espectáculo de admirar durante su día.

Luego, las locas deducciones a las que SooBin llegó, unas más que otras, como una que, gracias a la influencia de Kai, decía que YeonJun era un tipo de espía extraterrestre personal, tomaron un rumbo más cuerdo cuando BeomGyu dibujó las líneas con más claridad frente a él al revelarle que YeonJun está enamorado de él. No fue increíble, en ese entonces, y no lo es ahora, pero sigue siendo cada vez más conmovedor y asombroso, sobre todo al pensar en el tiempo que lleva escondiendo esos sentimientos, pese a que no los mantuvo exactamente en secreto, como parecía ser su intención.

Por último, al pasar por un momento sentimentalmente conflictivo hasta hace no mucho, YeonJun se destacó como en primer objetivo el que los ojos de SooBin cayeron cuando apartó la vista para buscar una distracción. Y ahora que su corazón se siente un poco más liviano que hace unos días, antes de que iniciara su plan de conquista, SooBin puede decir que logró encontrar más que eso.

Aunque no parece que BeomGyu piense lo mismo, pues, al darle un vistazo a su lado en el asiento del copiloto, SooBin nota cómo el rubio aparta la mirada y toma su teléfono para ojearlo distraídamente. Encendiendo el vehículo, SooBin arruga el entrecejo y se dispone a reclamar el que su amigo no comparta su efusividad por la emocionante situación en la que se está aventurando, pero BeomGyu lo interrumpe diciendo en voz baja y cautelosa:

—Suenas enamorado...

SooBin se paraliza. Descolocado por la repentina acotación, se sienta correctamente y piensa su respuesta más de lo que cree que debería ante un comentario que parece poco significativo, pero no se permite dudar mucho más y se apega a la decisión que sentía hace pocos segundos, incluso si esta flaquea por un segundo mientras acelera lentamente.

—Bueno —murmura, con una repentina cohibición asaltándolo, despidiendo amablemente al guardia de seguridad al salir de la propiedad—, voy en serio con YeonJun. Pasamos un buen rato cuando lo llevé a su casa después de la fiesta.

BeomGyu deja su celular a un lado y alza las cejas apreciativamente mientras asiente, y SooBin no entiende por qué la usual atención que BeomGyu le presta cuando platican le resulta un tanto inquietante ahora, cuando hasta hace un segundo iba a exigirla.

—¿Es así? —inquiere el rubio.

—Sí —SooBin, de pronto, siente la boca seca—. Pude conocerlo un poco, y, en realidad, es muy lindo. Quiero...

Su voz se apaga en su garganta velozmente, en cuanto BeomGyu voltea a mirar la ventana en el preciso momento en el que SooBin, de nuevo, quiere su atención. Pronto se halla formulando las palabras correctas en su mente para decir lo que se siente como una verdadera revelación, incluso si él y BeomGyu ya habían hablado de esto antes.

SooBin quiere alguien en quien concentrarse antes de tener que enfocarse por competo en su carrera de futbolista después de graduarse; y YeonJun es el candidato perfecto. BeomGyu también estuvo de acuerdo con ello. Tuvieron toda una conversación sobre empatía y responsabilidad respecto a eso en su momento, pero es extraño volver a abordarlo con tanta profundidad. Y, quizás, es sólo SooBin sintiendo el peso de la seriedad del asunto nuevamente, pero no puede quitarse de la mente la idea de que BeomGyu está actuando de manera inusual.

Sin embargo, es exactamente esa la razón por la que pone especial esfuerzo en hacer que la sinceridad se derrame de sus poros, pero los preciosos zafiros en la mirada de su amigo le arrebatan la seguridad que creyó haber reunido tras meses de cuestionamiento. De repente, ya un poco falto de aliento, fuerza a su voz a salir de su garganta para decir con toda la calma que no siente:

—Realmente quiero... saber más de él.

BeomGyu traga en seco, sintiendo cómo su corazón se estruja dentro de su pecho. Tal vez, se debe a la expectación en la voz de SooBin, o la forma en la que SooBin busca su mirada, tratando de encontrar algo que BeomGyu no puede otorgarle porque no tiene idea de qué es lo que SooBin quiere, pero no es una sensación agradable, pues la chispa de adrenalina que surge ante lo que podría ser se esfuma de su pecho para dejar una familiar sensación de vacío de la que no sabe si podrá deshacerse alguna vez.

Y no tiene ni la más mínima idea de si es decepción lo que ve en la expresión de SooBin por un microsegundo antes de que su cegadora sonrisa aparezca de nuevo, pero BeomGyu no quiere averiguarlo, no cuando sabe que cualquiera de las respuestas posibles tiene el completo potencial para terminar de romper su corazón.

BeomGyu aprieta la mandíbula, sintiendo un amargura insólita en su garganta mientras ignora la tensión en la postura de SooBin y dice:

—Lo sé.

SooBin, por su lado, retiene una mueca a duras penas. Suficientes años al lado de BeomGyu lo obligan a notar a simple vista que algo está molestándolo, pero muy poco tiempo lidiando con esta nueva faceta de su amigo, dentro de una situación en la que ninguno de los dos sabe qué posición le corresponde, apenas le permite imaginar la razón.

Un silencio inmediato se instala entre ellos, cubriéndolos con un manto de falsa serenidad del que SooBin desearía poder deshacerse, sin temer por las consecuencias de descubrir cosas que todavía están demasiado enredadas como para ser expuestas. En cambio, suspira en un intento de disipar la tensión en su cuerpo, obligándose a mantener en su espalda el peso de sus propias palabras, asumir la responsabilidad de sus conflictos internos

BeomGyu lo mira con un atisbo de algo alarmante titilando en sus pupilas. SooBin trata de averiguar qué es, aunque sin éxito. A cambio, en los breves segundos en los que puede mirarlo sin chocarse con algún poste, se resigna a expresar su preocupación y su honestidad en sus propios ojos, sin ser capaz de ponerlas en palabras, demasiado asustado del rumbo difuso que su discurso tomaría si lo intentara.

No obstante, como una salvada de campeonato, el sonido de una llamada es como el campanazo que interrumpe la tirantez entre ellos. SooBin cierra los ojos y exhala silenciosamente de puro alivio cuando los intensos ojos de BeomGyu dejan de obligarlo a contener el aliento, mientras que BeomGyu toma su teléfono vibrante de su bolsillo y contesta la llamada.

—Sí, ajá. —BeomGyu asiente, echando la cabeza hacia atrás con aburrimiento, afirmando con sonidos nasales entre pausas—. Sí, ya vamos, madre. Alguien —acusa, lanzándole una mirada filosa al pelinegro— se tomó demasiado tiempo preparándose.

SooBin ríe, haciendo un gesto para restarle importancia al asunto. BeomGyu pasa un dedo por su propio cuello, dedicándole una mirada amenazadora, pero sólo consigue causar más risas en el contrario.

Cuando la llamada termina con exclamaciones de una voz femenina y más promesas rápidas, BeomGyu suspira pesadamente.

—Acelera. Ya es tarde, de nuevo. Y, de nuevo, es tu culpa.

SooBin rueda los ojos con dramatismo mientras obedece, empezando a dar quejas vacías sobre su pereza y cómo su poco tiempo libre a la semana le es cruelmente arrebatado de las manos. BeomGyu, aunque divertido, lo ignora durante todo el camino.

Los infantiles murmullos de SooBin no disminuyen ni siquiera cuando están entrando al lujoso hotel en el que se está llevando a cabo la recaudación de fondos, aunque los esconde tras una sonrisa radiante que, como siempre, atrae a la prensa y sus cámaras con flashes que aturden a BeomGyu.

El rubio se contiene para no tomar el brazo de SooBin como escudo, obligándose a mantener una distancia prudente de él mientras avanzan. El ruido y los gritos que lo llaman le provocan escalofríos, pero BeomGyu se mantiene firme sonriendo a todos lados hasta que por fin están completamente dentro del lugar y el personal verifica sus invitaciones en un santiamén. Todavía hay cámaras adentro, aunque menos invasivas, por lo que BeomGyu hace un esfuerzo por ignorarlas.

Luego, sin embargo, la tensión vuelve con creces a su cuerpo cuando su madre lo intercepta al instante y les presenta, a él y a SooBin, a un hombre bajito y panzón cuyo importante cargo BeomGyu no registra en realidad, antes de irse con su gracia femenina y dejarlos solos con el hombre.

Los minutos pasan, mientras los parloteos del tipo continúan interminablemente. BeomGyu le echa un vistazo a SooBin. Sabe que sería mejor simplemente mantener el ambiente ligero entre SooBin y él por el resto del agotadora noche que tienen por delante, y el silencio es la alternativa más óptima en estas situaciones.

Pero cuando SooBin suspira discretamente después de que logra desviar hacia otro probre blanco la atención del hablador viejo panzón que apesta a complejo de superioridad, la lengua de BeomGyu toma vida propia.

—¿Vas en serio, eh?

SooBin lo mira brevemente, con el aburrimiento cambiando a curiosidad inmediata en su semblante.

—Con YeonJun —aclara el rubio, sin apartar la mirada del movimiento circular del vino en su copa.

—Oh. Sí. Es decir, en realidad —SooBin asiente rígidamente, pero el renovado entusiasmo no tarda en traer una sonrisa a sus labios—, sí.

BeomGyu afirma su comprensión tarareando, sin molestarse en ahondar en el tema, pero el próximo tono intranquilo de SooBin llama su atención.

—Aunque —SooBin frunce el ceño— estoy preocupado.

BeomGyu alza una ceja con confusión.

—¿Por qué?

—Es que —SooBin aprieta los labios—, ya sabes, YeonJun y yo no tuvimos el mejor comienzo.

BeomGyu sacude la mano con exasperación para quitarle importancia al asunto.

—Sí, recuerdo eso. ¿Qué sucede?

—Él no contesta mis mensajes, tampoco mis llamadas. ¿Para qué me dio su número, entonces?

SooBin lloriquea con frustración discretamente, consciente de su temporal incapacidad para hacer una rabieta.

BeomGyu, en cambio, ríe por lo bajo. SooBin lo mira con la interrogación dibujada en su poblada ceja arqueada.

—Bueno, sólo está aún un poco asustado. —BeomGyu sonríe de lado con mofa—. Y no lo culpo. Seguramente lo intimidaste con tu enorme presencia.

Una carcajada burbujea en la garganta de BeomGyu, aunque es retenida a duras penas mientras toma un pequeño sorbo de vino. SooBin tarda en encontrar la insinuación en la broma, pero, en lugar de sucumbir ante el impulso de encogerse en su sitio ante la repentina timidez, una sonrisa se dibuja firme en sus labios.

—Tal vez, tal vez —contesta SooBin sin problema, sintiendo su corazón bombeando un par de latidos demás—. Pero no fui el único que le dio un par de sorpresas a YeonJun esa noche, ¿recuerdas?

La risa de BeomGyu se ahoga contra el líquido oscuro, sumiéndolos a ambos en un frágil silencio incluso ante el ruido que la suave música jazz, las risas forzadas y las conversaciones de negocios forman a su alrededor. Sabiéndose victorioso, SooBin se burla mientras toma pañuelo de mano de uno de sus bolsillos para extendérselo a BeomGyu.

—Seguramente YeonJun ya se dio cuenta de que no eres el niño bueno que pareces, ¿eh?

BeomGyu limpia el par de gotas de vino que se escurrieron por sus labios antes de devolverle el pañuelo con discreción a SooBin, quien hace un rápido análisis de la expresión del rubio al no recibir respuesta, y algo le punza un costado cuando se topa con una inesperada expresión de aflicción.

—Oye, ¿qué ocurre? —cuestiona SooBin de inmediato, guardando nuevamente el pañuelo—. Lo siento. Fue una broma; no quise...

—Supongo que yo también lo asusté —declara el rubio, interrumpiéndolo.

—¿Uh?, ¿por qué?

—Porque tampoco contesta mis mensajes, y mucho menos mis llamadas.

—Oh.

BeomGyu contiene un dramático suspiro. Desde aquella noche, ha experimentado cada día un tipo de vacío que no sabía que podía sentir, no cuando se suponía que SooBin era más que suficiente para él si lo que quería era compañía. YeonJun y él se habían vuelto buenos amigos desde hace ya bastante tiempo, pero, debido a lo reservado que BeomGyu era respecto a su vida privada, su relación era incluso algo tentativa, pues todavía quedaba entre ellos esa brecha que la falta de confianza creaba, pese a los exhaustivos intentos de YeonJun de revertir esa situación en particular.

Con el ahora compartido sentimiento de angustia invadiendo los restos de jovialidad en el ambiente, ambos se recuestan en el respaldo de sus asientos, intercambiando una mirada como una señal de mutuo desánimo.

Fue más que un poco devastador para BeomGyu el hecho de que YeonJun rehuyó de él como si verlo fuese dañino para su salud cuando él trató de platicar con él. Luego, se rindió a regañadientes, en pro de proteger su ya de por sí resquebrajado corazón. Pero ahora que sabe que SooBin necesita su ayuda, puede tomar está como la excusa perfecta para su propio masoquismo y acercarse a YeonJun de nuevo, pese a que sus propios pensamientos estén todavía demasiado revueltos como para iniciar una conversación adecuada.

BeomGyu suspira, largo, fuerte, decidido, sintiendo cómo la determinación amenaza con sacarle los pulmones por la garganta cuando dice:

—Estoy contigo.

SooBin parpadea en su dirección.

—Lo sé. Estás literalmente junto a...

—Digo que te apoyo —reitera BeomGyu, rodando los ojos, con una sonrisa cariñosa estirando las comisuras de sus abultados labios—. Te ayudaré con YeonJun.

SooBin abre los ojos en grande, impresionado, antes de que el resplandor de su sonrisa salga a relucir una vez más.

—¿De verdad?

—Por supuesto. YeonJun será bueno para ti. —BeomGyu sonríe, con una dulce sensación picando en su pecho cuando la terneza invade cada uno de sus sentidos—. Y tú mereces recibir el amor que puedes ofrecer.

Sin saber si se trata de buena o mala suerte, SooBin oye la voz de la anfitriona dándoles la bienvenida a todos e invitándolos a dirigirse hacia sus mesas. De inmediato, voltea a ver a BeomGyu durante varios segundos, tan fijamente que el rubio se congela, casi pudiendo sentir la búsqueda de respuestas que SooBin emprende dentro de su alma. No obstante, sin darle al rubio demasiado tiempo para inquietarse, SooBin sonríe, un gesto de oreja a oreja que lo contagia inmediatamente.

—Gracias —dice SooBin sin aliento—. Sabía que lo harías, pero, de verdad, gracias.

Pese a que lo intenta, SooBin no encuentra más palabras para expresar su gratitud. Ya habían hablado de esto antes. BeomGyu había expresado su intención de ayudarlo, pero fue un acuerdo mutuo que quedó enterrado bajo los escombros que empezaron a caer de repente ante cada fortuita sacudida de su relación. Y el que BeomGyu no se haya echado para atrás y se disponga a ayudarlo a conseguir su objetivo ahora, considerando la difícil situación que su amistad atraviesa desde hace un tiempo, es algo que SooBin apreciaría infinitamente, aunque no le queda más que esperar que la grandeza de su sonrisa exprese suficiente franqueza como desearía.

Por su parte, BeomGyu siente algo extraño arrastrándose en su interior mientras admira el feliz gesto de su amigo, pero lo sacude lejos de él y le sonríe de vuelta con el cariño fluyendo fácilmente por su cuerpo, si el calor que siente subir por sus mejillas es indicador de ello. Aunque la siguiente pregunta es suficiente para arruinar un poco su momentánea recarga de energía.

—Entonces, ¿qué hay de TaeHyun?

Empezando a caminar hacia su mesa asignada, BeomGyu contiene una mueca por pura vagancia, sin ganas de descubrir cuál sería el argumento que SooBin le daría para refutar el mero gesto, por lo que termina contestando por compromiso, aunque no sin sinceridad.

—TaeHyun es... lindo. Ajá, me gusta y... todo eso.

—¿Y...? —exige SooBin, expectante, caminando a su lado.

BeomGyu suspira, pero, con una sonrisa floja, admite:

—Y podría intentar darle una oportunidad. ¡Pero no prometo nada!

Es así que SooBin, con su recién reavivado ánimo, celebra con otra sonrisa.

—En ese caso, necesito que respondas unas cuantas preguntas.

BeomGyu alza una ceja, divertido.

—¿En qué momento esto se convirtió en un interrogatorio?

SooBin se encoge de hombros, tomando asiento al lado de su padre, que ya los esperaba en su mesa.

—Justo ahora.

—¿Y por qué debería hacerlo? —inquiere el rubio, riendo mientras se sienta al lado de su madre.

SooBin sonríe con picardía.

—Porque es para una buena causa.

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🥀Nhara

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