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—¡Yang Jeongin! —Chan llegó a su hogar mientras fruncía el ceño, haciendo que el demonio pegara un pequeño salto junto a una dormida Berry—. ¡Te dije que debías esperarme luego de salir del trabajo! Mocoso irresponsable.

—¡Pero era tarde, Chan! —Jeongin hizo un puchero mientras acariciaba el lomo de Berry, intentando que volviera a dormir.

—¡Eso no importa! —Bang se sentó a un lado del menor y de igual manera empezó a acariciar a Berry—. Debes esperarme porque algo malo puede pasarte y no estoy dispuesto a correr riesgos.

—Tonto —el menor le sacó la lengua mientras seguía acariciando el pelaje de Berry—. Te diré una cosa, Channie —Jeongin agarró la mano de Chan y suspirando la llevó a su propio pecho, justo donde el corazón inmóvil del menor se encontraba—. Si toco tu pecho sentiría el latir de tu corazón, lo que significa que estás vivo, en cambio en mi pecho tengo un corazón inmóvil que no siente absolutamente nada. No estoy vivo y no puedo morir, Chan, no me pasará nada.

A pesar de decirlo de manera tan calmada, Chan podía notar en los ojos del menor cierta tristeza, más teniendo en cuenta su pasado y la razón por la que no estaba vivo.

—Aun así, me preocupas —trató de excusarse vagamente Chan mientras suspiraba—. Ve a bañarte, yo prepararé la cena.

—Oh no, no me quites mi trabajo, además, de seguro quemas la cocina —se burló Jeongin para intentar relajar un poco el ambiente que repentinamente estaba tenso—. Pero no me quiero levantar, Berry y yo estamos muy cómodos.

—¿Ya me robaste a mi cachorro? En los cinco años que lleva aquí ni siquiera había estado tan calmado conmigo —bufó Chan arrebatando a Berry del regazo del menor, pero como Berry no era alguien de paciencia, lo único que recibió fue un mordisco a cambio—. ¡Duele! Me voy a desangrar y morir, ¿Berry tiene rabia? ¡Debemos ir al hospital!

—Calma, Libriano dramático —Jeongin se aguantó la risa mientras agarraba la mano mordida y la masajeaba un poco—. Es tu cachorra, se supone que deberías saber si está vacunada o no, además ni siquiera te clavó los dientes.

—¿Cómo sabes que soy de Libra? —preguntó Bang mientras fruncía el ceño y Jeongin abría los ojos con miedo, iba a inventarse alguna excusa cuando la puerta fue tocada—. Yo iré.

Chan se levantó con rapidez, aun masajeando su propia mano, y caminó hacia la puerta para luego abrirla, encontrándose a su mejor amigo allí presente.

—¡Vine y con Hanji! —dijo Minho mientras sonreía de esa manera que solamente él podía, Chan miró a la pareja de Lee y bufó, no era sorpresa para nadie que ellos se llevaban como perro y gato.

—¿Quién es, Chan? —un curioso Jeongin se acercó a la puerta y quedó estático al ver al chico allí—. ¡¿JISUNG?!

Sin esperar respuesta de ninguno de los mayores Jeongin se tiró encima de su mejor amigo, exactamente, el que había sido llamado al mundo humano hace dos años. Jisung se encontraba igual de sorprendido que Jeongin, pero eso no evitó que se abrazara con fuerza a su mejor amigo, casi, hermano.

—¿Quién es el mocoso que está abrazando a mi novio? —murmuró Minho hacia Chan, quien solamente se encogió de hombros.

—¡Chan! Él es el demonio que te dije —Jeongin sonrió tiernamente mientras seguía abrazado a Han, a quien ni le importaba la mirada asesina que le estaba dando su novio a Jeongin, nada le impediría abrazar al menor.

—¿Demonio? ¿Qué demonio? Mi Jisung no es ningún demonio —habló algo nervioso Lee mientras veía a Bang.

—Jeongin rambién es un demonio, cálmate —murmuró Chan apoyándose en Minho, quien frunció su ceño—. Lo invoqué por error y ahora está viviendo conmigo. Es bonito, ¿cierto? —Minho asintió, aun mirando mal al tal Jeongin que abrazaba y daba besitos por el rostro de Jisung.

—¿Qué haces tú aquí? —murmuró Jisung con pequeñas lagrimitas en sus ojos, la felicidad de ver a su mejor amigo era demasiada—. ¿Hace cuánto te invocaron? Oh papá, estoy tan feliz de que estés aquí y vivo.

—¿Por qué no estaría vivo? Papá intentó matarme, pero en broma, incluso me volví más cercano a él —Jeongin sonrió tiernamente, abrazándose Nuevamente al mayor.

—La última vez que te vi papá quería matarte por esa broma que le hiciste.

Ambos demonios continuaron hablando, ignorando totalmente a Minho y Chan que veían totalmente indignados la escena. Minho porque su novio ni atención le daba y Chan porque los días que llevaba viviendo con Jeongin la atención del demonio había sido únicamente para él.

—¿Qué haces aquí? Es tarde —dijo Chan sentándose a un lado de un Jeongin que miraba las estrellas.

Hace tres horas Minho y Jisung se habían ido del apartamento que compartían, luego de eso cada uno había ido a su habitación, pero al no poder dormir Jeongin decidió ir hasta la azotea y ver las pocas estrellas que eran visibles. Si no fuera por la contaminación se podrían ver muchas más.

—No puedo dormir, es todo —respondió Jeongin, apoyando su cabeza en el hombro del mayor—. A veces pienso que habría sido de mi vida si no sucedía lo que sucedió. Tal vez seguiría con mi pareja, tal vez estaría viviendo en la calle porque mi madre me odiaba, tal vez estaría en Canadá con papá otra vez.

—O tal vez tu madre hubiera aceptado sus errores y tú estarías con tu familia, tu novio y feliz —habló Chan empezando a jugar con el cabello del más pequeño—. ¿Quién era tu novio? No me dijiste.

—Era solamente un chico —Jeongin miró al mayor directo a los ojos, ambos estaban tan cerca.

—¿En serio no me dirás? —Bang mantuvo la mirada del menor y pronto su mirada se deslizó a los labios del contrario, acercándose un poco más.

—No puedo decirle a nadie —susurró el menor sobre los labios de Chan.

Ambos se acercaron un poco más y justo cuando estaban por juntar sus labios en un beso, la puerta de la azotea fue abierta por una chica junto a su pareja, haciendo que el demonio y el humano se separasen y miraran a otros extremos.

—Ya es tarde —murmuró Jeongin mientras se levantaba—. Ya voy a dormir, espero descanses —Yang hizo una reverencia y caminó hacia el apartamento nuevamente.

La chica veía apenada a Chan que se mantuvo mirando las estrellas, pensando en lo que acababa de suceder, sin querer sonrió.

—Tan cerca...

Susurró para sí mismo antes de levantarse y caminar a su apartamento, despidiéndose de la chica y el chico que los habían interrumpido.

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