🍭 ፧ 𝘃𝗲𝗶𝗻𝘁𝗶𝗻𝘂𝗲𝘃𝗲 • ✦⁾
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Beomgyu se recuperaba poco a poco pero seguía muy débil.
Faltaban pocos días para que lo dieran de alta y en todo el tiempo que estuvo en el hospital Soobin iba a verlo a diario.
Kai se encargaba de todo en la empresa mientras Soobin se la vivía en el hospital haciéndole compañía a Choi.
Después de que Beomgyu pidiera el divorcio y Soobin lo consolará no se había vuelto a tocar el tema.
Kim tenía miedo, miedo de que a pesar de todos sus esfuerzos Beomgyu siguiera con esa tonta idea que se le había metido en la cabeza.
Iba todos los días y lo ayudaba con todo lo que podía.
No iba a dejar a su hyung solo con Kang Taehyun.
Soobin no iba a dejar que alguien que era tan impredecible estuviera todo el tiempo con Beomgyu.
Taehyun además trabajaba demasiado y no tenía tiempo para Choi.
¿Y si se descuidaba? No quería ver de nuevo al mayor en una situación como la que se encontraban.
Para cuando Beomgyu salió del hospital, fue directo a la mansión Kim.
Soobin lo ayudaba a bañarse y a estar bien pues necesitaba demasiados cuidados que Taehyun estando tan ocupado no le podía dar.
Al llegar Choi se percató de que Yeonjun y Kai lo esperaban en la sala. En cuanto llegó, su hermano mayor lo abrazó con fuerza.
Según le había dicho, el mayor estaba esperando que lo dieran de alta. Habían sido demasiadas cosas para él.
Su padre y madre habían muerto, su hermano se había intentado suicidar y su medio hermano estaba perdido.
O eso pensaba Beomgyu.
No fue hasta dos días después de haber sido dado de alta cuando en su habitación, la luz de sus ojos entró.
—Beomgyu hyung —era Félix.
Sintió que la vida le sonreía de nuevo.
Beomgyu se sentó bien en la cama y sonrió mostrando sus encías mientras Félix corría a sus brazos.
Abrazó al niño. A su pequeño hermano al que había casi dejado ir y le acarició el cabello.
La situación lo había hecho recapacitar.
Aún estaba enojado con Somi, sin embargo, no era culpa de su Nonna que su madre se hubiese suicidado.
Cada persona elige su camino y por desgracia, su madre al parecer quiso tomar esa decisión.
La mujer no parecía tener nada por que luchar.
Su esposo no sólo la había traicionado, si no también sus hijos parecían no quererla y ya no era joven. Ya no podía cumplir sus sueños como modelo.
Beomgyu entendía ese sentimiento de impotencia. De sentirse sólo y de que estaba destruyendo cada cosa buena que aún tenía.
Sabía de memoria la historia de su madre.
Su matrimonio había sido arreglado.
Ella era modelo y él, el futuro jefe de una gran agencia de modelos.
Ella se obsesionó con su esposo.
Tuvieron hijos y amaba con descontrol el poder que el hombre con quien se había casado le daba.
Ella no debía audicionar para las pasarelas.
Las pasarelas la invitaban. Ella hacia las pasarelas. Ella veía a quien si quería y a quien no.
Beomgyu no se imaginaba lo que sintió la mujer al saber que su padre tenía otra familia y que además, la mujer que alguna vez trabajó para ellos.
—Hyung, lo extraño mucho. Omma estaba muy triste igual que Félix, ¿Po qué te fuiste hyung?
Beomgyu le acarició las mejillas.
Él no se había ido. Ellos habían sido los que estaban lejos.
Ver al pequeño niño aferrándose a él lo hizo sentirse orgulloso de sí mismo.
Orgulloso de que podría quedarse más tiempo ahí con Félix.
—Perdoname, Fefe. Hyung también estaba triste.
Félix tenía lágrimas en sus rosadas mejillas y Choi las limpió con dulzura.
—Promete que no nos dejarás de nuevo. Ni a mi ni a Omma.
Beomgyu asintió y besó la frente de su hermano menor. Beso sus mejillas y lo abrazó con la poca fuerza que tenía.
—Lo prometo, Félix. No me iré de aquí.
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—¿Cómo te sientes hyung?
Soobin estaba acomodando la cama de Choi hasta que este tomó su mano.
—Espera Soo.
El alto pasó saliva.
Tenía miedo.
No quería dejar a Beomgyu... No podía.
Estar un día sin Choi era como su perdición.
No fue hasta que Beomgyu lo besó cuando se relajó.
Beomgyu había preferido guardar los besos desde que había salido del hospital.
Incluso en las moderadas visitas de Taehyun a su casa lo hacía.
—Perdona por lo que te dije, Soo, no me quiero divorciar.
El alma de Kim descansó y con una sonrisa apretó más a su amado esposo entre sus brazos.
Este comenzó a frotar su cara como un gatito haciendo a Soobin besar su frente.
Besó sus mejillas, la punta de su nariz, sus labios y sus párpados.
Beomgyu se sentía tan amado y Soobin estaba dispuesto a hacer eso y más para que su pequeño hyung siguiera adelante.
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—¿Acaso no piensas comer pedazo de imbécil? —preguntó Jungwon a Heeseung.
Lee estaba en rehabilitación pues había sido diagnosticado como narcodependiente.
Desde eso se la pasaba en la sala de estar hablando con una anciana muy amigable.
Jungwon y su amiga Hikaru eran las únicas personas además de sus padres que lo visitaban ya que la mayoría estaban ocupados con su querido Beomgyu.
Deseaba ver a su amigo pero él también estaba en rehabilitación, aunque en una semana más al fin podría salir.
—No tengo hambre —le dijo al chico.
Jungwon al final lo insultó hasta que Lee logró comer y al fin, Yang se fue.
Heeseung se sentía como un idiota. Desde que Jungwon se enteró de su estadía en el hospital no faltaba ningún día a verle y eso lo llenaba de ilusiones.
No quería eso claramente. Quería superar a Yang, pero aún no encontraba una buena razón para que el chico lo siguiera llenado a ver.
Después de la visita del menor, se levantó y fue a ver a la anciana.
Ella veía un dorama mientras suspiraba.
La mujer se la pasaba viendo eso cuando Heeseung no estaba pues sus hijos no la visitaban a falta de tiempo.
—¿Qué tal el dorama?
—Pues bien. Aún no se besan pero estuvieron a punto. Me siento engañada Heeseunnie, llevo veinte capítulos aquí y no se pueden dar ni un pico.
Heeseung le sonrió y vio a la mujer apagar la televisión.
—¿Y qué tal tu novio?
—¡Oye! No es mi novio.
—¡Oh por favor! No sé qué clase de mujer crees que soy pero ya sabes que no tengo problema con las relaciones gay. Hace rato vi en el baño de hombres a dos chicos besándose y me parecieron tan lindos…
—¡Noona! ¿Qué hacía usted en el baño de hombres?
La mujer frunció el ceño.
—Ya te dije que no me llames noona, seré vieja pero tengo el alma de adolescente. Y en segundo lugar, entré al baño de hombres porque se me cayó la pastilla ahí.
Heeseung no le creía sin embargo lo ignoró.
—Él no me gusta...
La mujer soltó una carcajada.
—¡Heeseung! Deja de negarlo.
Lee simplemente apartó la mirada.
—Espero que me alcance el tiempo para verlos casarse...
—Para casarse siendo gay en Corea debes tener dinero y contactos…
—¿Y tu novio no es rico?
—¡Que no es mi novio!
La anciana miró a Heeseung fingiendo estar ofendida.
—¿Le negarás a esta pobre ancianita un simple deseo?
—¿Ahora si eres vieja?
—Ese no es el punto mocoso. Mi último sueño es que tú y él acaben juntos. No me importa si los dos son hombres, el amor nunca deja de ser amor.
Heeseung prefirió no decir nada.
Adoraba a esa mujer. Era como la abuela que le habría gustado tener y ella lo adoraba a él.
La única persona fuera de los doctores que la iba a ver era Heeseung, y se había vuelto la esperanza del chico.
—Está bien si te niegas ahora cariño. Pero déjame decirte que llega un momento en el que sientes que lo único que te queda hacer es morir. Ya no sientes que quede nadie ni nada. Cuando mi hermana murió fue cuando al fin pude ver todo lo que me faltó hacer con ella. Sin embargo también hay cosas que puedo aún hacer, ¡No pienso morirme antes de que acabe el dorama!
Heeseung le sonrió.
Realmente la gente mayor tenía una mentalidad tan diferente de la vida.
—Llega un momento en el que te arrepientes más por las cosas que no hiciste que las que hiciste, Heeseung. ¿Qué pierdes? No pierdes nada, cielo. Deja de ser tan cobarde.
Y de nuevo el menor sonrió. Pero esta vez pensó más en sí tomarle la palabra a la mujer o no.
¿Realmente tenía algo que perder?
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