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Cuando Choi Beomgyu tenía siete años, su nonna Somi era la persona que él más quería.

Sus padres le habían empezado un régimen alimenticio cuando tenía seis años y el único alimento que podía consumir era col y agua.

Beomgyu había estado más de dos horas llorando sobre los brazos de su nonna, sin entender porque no podía comer algo más.

Tenía hambre joder. Y también tenía siete años. A esa edad los niños debían de jugar y comer porquerías, no vivir encerrados en una estúpida mansión.

—Gyu, cielo. Deja de llorar. Te prepararé un postre en cuanto mamá se vaya, ¿Está bien?

Beomgyu apartó su rostro del cuello de su nonna y la volteó a ver.

Tenía el cabello rubio y piel perfecta.

Era tan hermosa. Cómo le hubiera gustado que ella fuera su madre.

—Pero nonna. Tengo hambre ahora.

La joven de apenas dieciocho le limpió las lágrimas y sonrió.

—Bebé Gyu, si no eres paciente entonces las cosas nunca llegarán. Mamá se irá en unos minutos y yo te prometo hacerte lo que quieras, ¿De acuerdo?

Beomgyu le sonrió mostrando sus encías, dejando en evidencia que estaba mudando de dientes.

La chica le devolvió la sonrisa y besó su frente mientras lo dejaba en su cama.

—Bebé Gyu, debes cambiarte de ropa. Ya es tarde y no te has puesto el pijama.

Beom hizo un puchero. Demasiado tierno para la salud mental de su nonna.

—Nonna, ya no soy bebé Gyu, ya soy un niño grande.

Negando con la cabeza, la muchacha se acercó a él con su pulcra pijama doblada entre sus manos.

—Para mí siempre serás mi bebé.

—¡Pero nonna!

—¿Acaso quieres herir los sentimientos de tu nonna?

Beomgyu negó.

—Entonces déjame llamarte bebé. 

Choi rodó los ojos y dejó que su nonna lo ayudara a vestirse.

Esperaron un par de horas antes de que su madre se fuera. Viajaría a Colombia a una pasarela y ni siquiera se había despedido de su hijo. 

Beomgyu más que estar triste por ello, se alegró. Ya que sus padres no regresarían hasta dos semanas después. Dos semanas donde podía comer lo que quisiera y salir más de una vez con Somi, su amiga Yeji y la hermana de Somi.

Fue con Somi a la cocina. Los días que los señores de la casa no estaban, los empleados estaban siempre de mejor humor.

Beomgyu le ayudó a su nonna a preparar una tarta de manzana, y acompañada de leche con chocolate, ambos cenaron.

Después de eso vieron Buscando a Nemo en la gran pantalla de la sala, y cuando Beomgyu quedó profundamente dormido, Somi lo cargó en brazos hasta su cama.

Un fuerte sonido despertó a Beomgyu dieciséis años después. En una vida más difícil. Donde su principal preocupación no era que iba a comer.

Somi.

Jeon Somi.

¿Qué habría sido de la que fue la persona más importante en su vida?

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—Entonces, ¿Soñaste conmigo? ¿O por qué tan alborotado, cielo? —preguntó Taehyun.

Tenía a Beomgyu entre sus brazos. Acurrucado en su pecho.

Después de su curso matrimonial, habían conservado la costumbre de dormir como si su cama fuera individual.

—Soñé con mi nonna de la infancia —Choi acurrucó el rostro en el pecho de Kang.

Normalmente no le gustaba mostrar en público sus deslices de pasividad, pero era inevitable cuando su crianza se había basado en ello y no ayudaba lo grande que se habían vuelto sus dongsaeng. 

—¿Y cuál es el problema?

—Que la extraño... No sé qué habrá sido de ella. Desde que dejé mi hogar no la he vuelto a ver, y mi madre no me quiere decir nada. 

Choi Hyojung. La madre de Beomgyu, era sin duda la mujer más hermosa y despiadada que conocía.

Tenía el cabello negro siempre corto hasta el hombro, con un parejo fleco ocultando su frente. La piel tersa y blanca normalmente siempre estaba cubierta por ajustadas prendas negras y abrigos coloridos. La mujer le había heredado bastante belleza a su hijo menor, aunque Yeonjun tenía de ella los gruesos labios que tanta atracción causaban en su madre, aunque su hermano era una fiel copia de su padre, sólo que más joven y con luz en él.

Sin embargo Beomgyu a pesar de saber lo hermosa que era su madre, para él, Jeon Somi era mil veces mejor.

Podía no tener el mismo físico frío e imposiblemente hermoso de su madre, pero al menos, los ojos de Somi brillaban llenos de esperanza, y su cabello rubio había causado siempre que el corazón del pequeño Choi latiera a gran velocidad.

—¿Quieres buscarla?

La voz de Taehyun sonó tranquila y bonita mientras le acariciaba el cabello. 

Cuando Kang no forzaba la voz para hacerla más grave y dejaba que su voz se escuchara tan serena como lo había hecho, parecía como si estuviera cantando. 

—Si —dijo finalmente Beomgyu. 

Kang lo miró fijamente y Beomgyu le sostuvo la mirada. 

—¿Y si te ayudo a buscarla? 

—¿Y cómo piensas hacer eso?

—Buscar gente no es tan difícil, hermoso. Confía en mí. 

Desde hacía un rato que Taehyun ya no debía pedirle eso. Beomgyu le confiaría su vida entera.

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—¿Seguro que es aquí? Parece una pocilga —dijo Taehyun al ver la casa.

Beomgyu le dio un golpe en la nuca, lo suficientemente fuerte para que Kang dejara de hacer comentarios ofensivos hacia la casa donde estaban.

—Claro que estoy seguro. Pedí la información a un contacto mío.

—¿Ahora también eres mafioso? Yo sabía que ese tal Sunoo no era buena influencia —habló Yeonjun.

Los tres habían ido en busca de la nonna de Beomgyu a una de las zonas más peligrosas a las afueras de Seúl. 

Según los rastros de su investigador privado, su nonna debía estar en esa casa. Después de que Choi se fuera de la mansión, no había trabajo para ella, y la habían despedido. Hasta donde sabía tenía un hijo y era mesera en un restaurante a dos cuadras.

Subió al departamento 24-B, dónde al tocar la puerta, una chica que parecía de su edad, abrió la puerta.

No la pudo reconocer, hasta que la chica le sonrió y sus recuerdos llegaron a su mente.

Taeyeon, la hermana de Somi.

Sin duda el tiempo cobraba factura y ahora la veía frente a él. Hermosa y alegre, contrastando con el feo lugar donde estaban.

—¡Gyu! Cuánto tiempo. ¡Unnie, tienes visitas! 

Taeyeon lo abrazó con fuerza, causando incomodidad a Kang cuando Choi correspondió.

También abrazó a Yeonjun y le dedicó un educado saludó al menor.

Los dejó pasar al pequeño departamento.

Cuando entraron se percataron de un pequeño niño de máximo cinco años, de cabello rubio muy entretenido viendo caricaturas en su pequeña televisión. 

El niño volteo y un rubor cubrió su blanca piel mientras corría y se ocultaba detrás de las largas piernas de Taeyeon. 

Cuando alzó la cara, Beomgyu observó el mismo rubio y facciones de su nonna en él. Debía ser su hijo.

—Felix, saluda. Mira ellos son Choi Beomgyu y Choi Yeonjun…

—Kim Yeonjun —corrigió el nombrado con una gran sonrisa. Amaba a los niños y sin duda ese hermoso chiquillo frente a ellos lo emocionaba—. Me casé ya hace tiempo. 

Felix golpeó su cara con su mano.

—Oh claro, lo siento. Bueno, Kim Yeonjun, y...Tu debes ser Kim Soobin, ¿Cierto? 

Kang frunció el ceño con clara molestia, pero respondió tranquilo.

—Soy Kang Taehyun. 

Las mejillas de Felix se colorearon y Beomgyu solo contuvo la risa. 

—Pura vergüenza conmigo. Lo siento tanto. 

Choi recordaba lo distraída que era la chica las pocas veces que la llegó a ver, y también recordó lo demasiado afectuosa y amable que se portaba.

—Él es Felix, el hijo de Unnie. Tiene cuatro y realmente es un ángel.

La chica cargó al pequeño niño en brazos, el cual parecía tener una enorme conexión con Yeonjun. Mirándolo fijamente.

—Unnie se está bañando, saldrá rápido,  ¿Quieren algo de comer?

Todos negaron hasta que Taeyeon sacó una tarta de manzana del horno. Somi lo había estado preparando para Felix, pero al ver a los invitados les ofrecieron y Beomgyu al tener ese tan familiar olor en la nariz accedió.

Felix frunció el ceño cuando su tía le comenzó a dar de su tarta de manzana y a Beomgyu le recordó a él mismo, cuando era pequeño, serio y reservado.

El niño era tremendamente bonito, haciendo pucheros hasta que la voz de Yeonjun le hizo poner atención.

—¿Te molestaría darnos de tu tarta? 

Taehyun, que ya tenía un gran bocado, dejó de masticar y vio al niño con vergüenza. 

El niño se sonrojó y asintió para esconderse en los brazos de Taeyeon.

Cuando acabaron de comer el delicioso postre, Beomgyu se sentía como en casa.

Beomgyu preguntó sobre cómo se la habían llevado después de que él se fuera.

—Unnie se embarazó poco después y tu madre dijo que una mujer embarazada no debía trabajar ahí. La hechó, pero el padre de Felix nos ayuda a financiarnos. Estoy segura de que el hombre es demasiado millonario pero Somi no me quiere decir. 

Felix que había estado pegado a Taeyeon todo el tiempo, se bajó de su regazo y se fue gateando hasta quedar frente a Yeonjun.

—Appa —habló el niño.

—¡Oh no bebé! Él no es Appa. Lo siento. Él no suele ser tan confianzudo. No sé qué le pasa.

Yeonjun no parecía molesto. Al contrario. Cargó al niño en brazos y comenzó a jugar con el pequeño, despreocupándose a Taeyeon.

—Bueno, yo ahora mismo estudio financias y conseguí una beca en Daegu. Pero conseguí una transferencia a una universidad cerca de aquí. Nonna trabaja casi todo el día y yo cuido a Felix. Sólo él y Unnie conocen a su padre. Ella no me lo quiere decir ¡Lix ni siquiera sabe el nombre de su padre! Pero va cada navidad a su casa y regresa lleno de regalos. Es algo muy raro.

Beom aspiró el olor familiar de la loción de Taeyeon.

El olor a hogar se intensificó cuando su nonna, su amada y querida nonna, salía de una habitación.

Hermosa y joven. Los años no parecían haber tenido efecto en ella. 

Tenía el cabello rubio más largo, hasta la cadera y le sonreía cómo tanto había hecho en su infancia.

Los ojos de Beomgyu se iluminaron al verla y sintió su pecho llenarse de emoción.

—Bebé Gyu —habló la mujer y Beomgyu la abrazó. Se aferró a sus brazos mientras ligeras lágrimas de felicidad.

—Nonna.

La mujer tomó su cara entre sus finas y delgadas manos para luego besar su frente. La mujer también lloraba.

—¡Aigo, mi niño! Mira como has crecido. 

Beomgyu le volvió a sonreír con melancolía. Como si no hubieran pasado años de no verla. Se sentía como un niño de nuevo. 

Sus ligeras piernas temblaron y se encontró no sólo aferrándose a Somi, si no también al recuerdo de la que fue la mejor etapa de su vida. Junto a la mujer con quien estaba junto.

—Ven conmigo, nonna. Ven conmigo por favor.

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