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Los meses pasaban cada vez con más rapidez y Hwang Yeji ya tenía un mejor lugar. Cortesía de Beomgyu.

Sólo pasaron dos meses desde que había iniciado el año y ya estaban en vísperas de que cumpliera veintidós.

Habían pasado ya diez años desde la primera vez que vio a Kim Soobin y a Kang Taehyun.

Ya no era ese pequeño e inocente Choi Beomgyu de doce que le temblaban las piernas cada que veía a Soobin.

Ya era un adulto, pero por más que se lo repetía, no entendía porque el noventa por ciento de sus regalos eran de Molang. Y muchos menos entendía porque si era un adulto le gustaban todas esas cosas.

Casi todos le habían dado geniales regalos de Molang. 

Excepto Kai, que le había regalado un pase para un curso matrimonial.

La semana que era coincidía con la semana con Taehyun. Pero cómo iban las cosas, a Beomgyu ya no le molestaba.

Kai y él realmente eran cercanos.

Había sido como su hermano toda su vida.

A Yeonjun lo veía más como una hermana.

Kai era de esos tipos a los que le podrías decir tus más grandes idioteces y jamás te juzgaría.

No sabía muy bien cómo era el pase pero de algo si estaba seguro.

Era religioso.

Sabía que Kai era ateo, pero él y su hermano habían sido criados como cristianos. Probablemente la pareja había ido al curso y todo había sido idea de sus padres.

Le pareció extraño que Kai lo alentará a "unirse a Dios."

Pero si Kai se lo había dado no podía rechazarlo.

Fue más que difícil convencer a Kang de ir. El chico se negaba a recibir ayuda. Según él ya estaban perfectamente bien.

Beomgyu estuvo a punto de cambiar el pase a la semana de Soobin para ir con él. Pero él necesitaba ir con Kang y aclarar los asuntos en los que aún estaban mal.

Cuando Taehyun se hartó de las súplicas de Beomgyu, al fin aceptó.

No tenía ganas de ir.

Nada de ganas.

Pero Beomgyu parecía estar emocionado sin importar que no fueran creyentes.

Pero a diferencia de él, Choi no tenía perjuicios.

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Cuando llegaron al lugar en cuestión se sorprendieron del paisaje.

Habían viajado a muchos países, a las mejores plantas en los hoteles más caros. A bosques nevados en Europa y a áridos desiertos en Arabia. Pero nunca habían ido a otra ciudad que no fuera Seúl.

Era de sorprenderse que hubieran lugares tan bonitos en su propio país.

Comenzó siendo un bosque donde llegaron.

Apartaron la camioneta de Beomgyu junto a un par de camionetas que no tenían forma de ser último modelo.

Unas estaban destartaladas y descoloridas. Taehyun incluso pensó que eran de la gente que hacía el aseo en las instalaciones, hasta que vio a gente con maletas como ellos.

Eran las personas con las que compartirían el curso.

Una mujer anciana y su marido que iban vestidos humildemente los recibieron con una gran sonrisa.

Ambos parecían la típica pareja coreana que llevaba años juntos como la sociedad dictaba...solo que ellos sí parecían felices.

Ambos llevaban en el cuello una cruz pequeña de oro, que contrastaba con su ropa humilde.

—Vienen vestidos como si se murieran de hambre pero eso no impide que se quiten su cruz —le susurró Taehyun a Choi al oído haciendo que este se estremeciera.

Beomgyu miró a su alrededor sin prestar atención a Kang.

No sólo había parejas hombre y mujer. Había parejas homosexuales.

Así que a la pareja no parecía importarles en absoluto la orientación de las demás y eso le sacaba un peso de encima.

—Mucho gusto. Mi nombre es Christian y ella es mi esposa Yeri. Les damos la bienvenida a nuestro humilde centro de sanación matrimonial. Por favor vengan acá para que les entreguemos las llaves de su suite. 

Taehyun sin esperar a Beomgyu fue con la pareja de ancianos. 

—Necesitas venir con tu pareja a recibirlas jovencito. 

Taehyun frunció el ceño.

Ya tenía dieciocho, no era un jovencito.

Según él.

Beomgyu apareció tras él con el ceño fruncido de que no lo esperará y de que todos ahí se hubieran dado cuenta.

La pareja les entregó las llaves.

—Bueno, parece que les tocó la suite especial.   

Kang sonrió con superioridad. 

Ganar para él siempre era indispensable.

—Bueno, el curso será dirigido por los monjes del convento y por ahí no pasan los coches. Hoy vamos a tener un recorrido por el lugar. La única condición es que en todo el camino está prohibido soltar la mano de su pareja.

Beomgyu tomó de inmediato la mano de Kang, ignorando los reclamos de este.

¿Qué tanto podrían caminar?

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—¿Cómo que aún no lo puedo soltar? ¡Llevamos tres horas caminando como idiotas!

Yeri, la anfitriona, le soltó el quinto zape a Kang.

—No se permiten groserías. Además ya vamos a llegar ¡Vean! Ahí está el comedor.

Habían estado al menos cuatro horas caminando. Incluso más. Beomgyu no lo sabía con exactitud, les habían confiscado los celulares antes de comenzar a caminar bajo el duro sol por horas.

Sin embargo Beomgyu jamás había estado tanto tiempo fuera de casa, y mucho menos con tanta naturaleza a su alrededor.

—Menos mal. Muero de hambre.

Caminaron hacia lo que parecía una vieja y abandonada catedral.

Beomgyu jamás había ido a una iglesia y estaba fascinado.

—Antes de entrar —dijo repentinamente serio Christian frente a la gran puerta de roble— los monjes están en un voto de silencio. No pueden hablar, por lo tanto les pedimos que ustedes tampoco lo hagan. Coman todo lo que les den. 

Beomgyu no se había percatado del nerviosismo de Taehyun hasta que lo vio pálido.

Entraron al lugar y se escuchaba al fondo los cantos de los monjes y por primera vez, Taehyun se acercó a Choi.

—Mantente cerca Hyung. Se ven sospechosos.

Hyung.

El primer indicio de que Taehyun moría de miedo era que lo hubiera llamado hyung.

En los diez años que llevaban juntos, Kang Taehyun nunca lo había llamado hyung.

Entraron al lugar y se sentaron en unos duros cojines en el piso.

Los monjes arrastraban los pies y servían la comida.

Taehyun comió a una gran velocidad. No parecía dispuesto a seguir ahí.

Pero no fue hasta que una mujer con sobrepeso acabó su comida cuando los dejaron salir de la iglesia.

—No puedo creer que realmente alguien pueda comer tan lento —se quejaba Kang.

Caminaron relativamente poco cuando llegaron a una zona con la tierra más blanda.

Ya estaba oscuro así que Choi tardó en darse cuenta de que era arena y que el sonido raro que se escuchaba eran las olas rompiendo contra el mar.

—Bueno. Aquí están. Las suites. Que las disfruten —dijeron Yeri y Christian cuando llegaron a una simple choza en medio de la playa.

Taehyun parecía confundido. Demasiado. Más bien sin poder creerlo.

—¿Esta choza debe ser una no? —preguntó con un tono de terror.

La pareja anfitriona negó.

—No. Dentro está su nuevo hogar durante esta semana.

Justo a un lado de la choza, había un enorme cartel que decía: bienvenidos a su humilde morada.

Cuando entraron Taehyun casi desfallece.

Dentro solo había camas simplemente separadas por cortinas.

—¿Esto es una broma?—preguntó Taehyun—. ¡Las camas son individuales! ¿Acaso pretenden que Beomgyu duerma sobre mí?

Taehyun no era el único quejándose, sin embargo la pareja anfitriona se limitaba a decir que era para que estuvieran más cerca.

Taehyun incluso amenazaba con irse del lugar. Pero Beomgyu se negó rotundamente.

Al parecer estaba encantado con el lugar.

—Gyunnie, cielo. Estás rojo como un tomate. Ven cariño. Te daré algo para que te ayude a la piel —sentenció Yeri y fue a buscar algo fuera de la choza.

Y era cierto. La piel de Choi no estaba acostumbrada a estar tanto tiempo bajo los rayos del sol y en ese momento estaba roja.

Cuando Yeri regresó con un coco, Beomgyu casi se carcajea.

—¿Un coco?

—Lo debes masticar y untartelo en la piel.

Beomgyu hizo una mueca. A él no le gustaba el coco y menos la idea de tenerlo en la boca.

—Taehyunnie —llamó a su prometido con ojos esperanzados.

Kang negó.

—No ¿Has visto todo este lugar? Seguro lo sacó de un nido de ratas. No me meteré eso en la boca.

Ni siquiera el enorme ego de Taehyun pudo con el puchero en la cara de Beomgyu. 

El menor acabó frotando la piel de su prometido con esa sustancia.

Beomgyu estaba sin camisa sentado al borde de la cama mientras Taehyun trituraba coco con sus dientes y lo untaba en él.

Las manos fuertes de Kang lanzaron una corriente eléctrica al corazón de Beomgyu cuando se impactaron contra su suave piel.

A pesar de lo que aparentaban, eran cálidas y reconfortantes. De no ser porque era Taehyun quien las tenía, nadie habría dudado que una persona protectora tenía ese par de manos.

—¿Te sientes mejor? —le preguntó Kang a Beom.

—Sí, gracias.

Taehyun sólo asintió y tiró el coco por ahí.

—Suite especial mis pelotas. Ni siquiera sé para que nos dieron llaves. ¡Tenemos una jodida cortina de puerta! Además las camas parecen de piedra.

Kang se quejó un buen rato hasta que el cansancio pudo con él.

Se acostó y abrazó bien de Beomgyu para que el chico no se fuera a caer.

Y así durmieron.

Juntos como nunca han estado.

. . . . . . . . . . . . . . . . ꒰ ☁︎ ꒱ ,,  ⌲ 

Las seis de la mañana.

Eran las seis de la mañana cuando una jodida campana sonó y les despertó.

Beomgyu supo de la hora porque literalmente, la anciana Yeri gritaba que eran las seis y debían apurarse.

Beomgyu era muy flojo para levantarse y no se alejó de los brazos de Kang, ni siquiera al ver que todos iban hacia lo que Christian llamaba las duchas.

Fue muy poco tiempo el que las diez parejas que los acompañaban salieron del baño y cuando Taehyun lo obligó a levantarse, les dijeron que ya no se podrían bañar.

—Es demasiado temprano —se quejó como siempre Taehyun—. Mi esposo no está acostumbrado a ello.

Choi tuvo un pequeño ataque cardíaco.

Sabía que ese curso era solamente para parejas casadas y que ellos habían fingido ya estar casados, pero que Taehyun lo llamara esposo lo llenó de alegría.

Se sentía cada vez más cerca de Kang.

Beomgyu aún así seguía adormilado, y a sugerencia de Yeri, Kang tuvo que cargar sobre su espalda a Choi.

Regresaron a esa iglesia que Taehyun tanto odiaba.

Bajó a Beomgyu y tomó su mano para entrar y desayunar rápido. Beomgyu se reía cada que podía de como Tae se llenaba la boca de comida para salir más rápido del lugar.

Cuando salieron antes que todos de desayunar. Kang acarició la cara del mayor.

—Ya te está afectando el sol. Ten mi gorra. 

Taehyun le pasó su gorra a Beomgyu, quien confundido lo miró fijo a los ojos.

—¿Y por qué repentinamente te portas tan bien? No digo que últimamente eres más amable, pero tu jamás me habrías dado tu gorra.

En ese momento, Taehyun le sonrió.

No altaneramente como lo hacía siempre. Le sonrió como quien ve a la persona que ama. El corazón de Beomgyu sintió un vuelco, como todo el tiempo que llevaban ahí.

Taehyun incluso se veía más joven. Como si fuera alguien que pudiera decidir el curso de su vida.

—Es sólo que me di cuenta que tú y yo somos iguales.

Fue lo único que mencionó antes de que las demás parejas salieran para seguir caminando.

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Beomgyu estaba cada vez más animado en el curso.

Habían llegado a la playa, junto al mar. Donde jamás había estado parado más de quince minutos sin que le dijeran que su piel no soportaría más tiempo.

Iba de la mano de Taehyun, sin sandalias sobre la fina arena húmeda.

No era de ese tipo de playas calurosas, incluso ese día se veía nublado y hacía frío, pero no impidió que Beomgyu se sintiera cálido junto a su prometido.

Caminaron por una hora hasta que llegaron a un lugar que parecía un anfiteatro pequeño de roca volcánica. 

Era un círculo con gradas y en medio había un pequeño escenario.

La pareja anfitriona les pidió a todos sentarse menos a Taehyun y a Beomgyu.

—Ellos se la traen contra nosotros —mencionó Kang a su prometido en voz baja.

Beomgyu sólo soltó una risa y se colocó en medio de todos cómo le indicaron y esperó a que Taehyun llegara junto a él.

—Bueno —habló Christian— están aquí en un pequeño pedazo de nuestra playa para que ustedes sean sinceros el uno con el otro. Les pedimos a Taehyun y a Beomgyu que se pongan enfrente para que nos compartan algunas cosas. Lo primero que les pedimos es que platiquen de sus defectos. Queremos que con calma nos platiquen los defectos de su pareja.

Choi hizo una mueca cuando Kang comenzó a soltar un sin fin de defectos suyos.

Le molestó un poco pero lo dejó pasar. Todo había sido demasiado bueno como para que siguiera así. Taehyun debía desahogarse de tanto tiempo sin humillarlo.

—Ustedes lo ven muy tranquilo y tierno. Pero por dentro él ya los insultó de todas las formas posibles. Es muy gruñón pero lo esconde bajo esa máscara de ternura.

Después de diez minutos Taehyun dejó de enlistar sus defectos y le tocó su turno. 

Quiso desquitarse con él pero se contuvo a hacerlo y mencionó simples cosas.

—Le gusta Justin Bieber y el fútbol nacional. Les juro que no conozco a nadie en todo Corea del sur que apoye tanto a algún equipo de Corea del sur. 

No dijo muchas cosas y Taehyun no parecía molesto. Seguro el menos se sentía aliviado de que Choi no hubiera mencionado todos sus defectos.

—Muy bien —dijo Yeri aplaudiendo y alentando a que todos los demás ahí aplaudieran a la pareja—ya que se desahogaron quiero que me digan las virtudes de su pareja.

Eso fue más difícil de lo que pensaban.

Encontrar cosas que le gustaran del otro era más difícil que encontrar disgustos.

Soltaron una que otra palabra linda del otro y acabaron avergonzados de que todas las personas ahí presentes los vieran como lo hacían.

Acabó su turno y se sintieron aún más avergonzados de cómo las demás parejas parecían no acabar de mencionar las virtudes de sus parejas.

Sin duda había algo mal con ellos.

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Los días pasaban lentos y Beomgyu jamás había extrañado tanto su casa.

Jamás había extrañado tanto su solitaria pero cómoda cama ni su grande comedor ni había extrañado dormir tanto como lo hacía en ese instante.

Sin embargo jamás cambiaría los momentos en los brazos de Taehyun por las noches ni como Kang se lo llevaba cargando a las duchas a las seis de la mañana. No cambiaría por nada los ratos donde comían junto a espeluznantes monjes mientras veía divertido la cara de terror de Kang.

Ya era sábado.

Jamás imaginó disfrutar tanto una semana con Kang Taehyun.

Se la pasaron haciendo actividades donde cada vez se daban cuenta de lo poco que aún se conocían y lo mucho que les faltaba.

Que se debían meter en la cabeza que en tan sólo faltaban tres años para que llegara el día de su boda y de que habían pasado ya diez años desde la primera vez que se habían visto.

—Muy bien. Hoy es el penúltimo día aquí. Creemos que están listos para casarse —dijo Christian.

Las diez parejas y el TaeGyu no parecían entender.

—Hoy van a renovar sus votos matrimoniales y aquí mismo tendrán su boda.

Por primera vez, no empezaron Beomgyu y Taehyun. 

La primera pareja pasó al frente. 

A una de las chicas le pusieron un velo de novia y la otra se puso un moño en la camisa.

Ambas parecían tan enamoradas la una de la otra que Beomgyu les tenía envidia.

Se dijeron tantas cosas cursis la una a la otra. 

Y al final se prometieron amar y respetar la una a la otra para luego besarse con fuerza.

Pasaron todas las demás parejas hasta llegar a Beomgyu y a Taehyun.

Ambos iban nerviosos y más cuando Taehyun tomó el velo y se lo puso a Beomgyu como dejando en claro quien era la mujer de la relación.

—Kang Taehyun —dijo Choi frente a él. No sabía bien qué decir. Solo recordaba algunas cosas que los demás habían dicho—. Te...prometo amarte y respetarte, en la salud y en la enfermedad. Hasta que la muerte...hasta que la muerte nos separe.

Le puso en el dedo un anillo de plástico de esos que salen en las cajas de cereal.

Y fue cuando Taehyun habló de nuevo.

—Choi Beomgyu. Yo...prometo amarte y respetarte en...bueno en...en lo que dijiste. 

—En la salud y la enfermedad —le susurró Yeri.

—En la salud y la enfermedad. Hasta que...la muerte....nos separe.

También le puso su anillo de plástico.

Se acercaron nerviosos. 

Se dieron un dulce beso antes de separarse lentamente.

Beomgyu estaba nervioso porque para él, esa boda era más real que la que tendrían frente a miles de cámaras tres años después.

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