Un Amor Más Allá del Trono
Ucrania x Perú
En un reino lejano, Perú era un joven sirviente en el palacio del príncipe Ucrania, un hombre noble de mirada melancólica y corazón amable. Aunque sus posiciones sociales eran diferentes, los caminos de Ucrania y Perú se cruzaron por accidente cuando Perú, en un día agitado, tropezó en los jardines mientras llevaba una bandeja de flores para el príncipe. Ucrania, al verlo caer, se acercó de inmediato y, con una sonrisa cálida, ayudó a Perú a levantarse.
-Ten cuidado -le dijo Ucrania, su voz suave y afectuosa-. No me gustaría que alguien tan especial como tú se lastimara.
Perú, aún sorprendido, solo pudo asentir, mientras su corazón latía con fuerza. A partir de ese día, Ucrania buscaba excusas para ver a Perú. Conversaban en secreto, compartían sonrisas y pronto, sin darse cuenta, estaban enamorados.
Una noche, Ucrania le susurró a Perú una idea al oído, que lo dejó boquiabierto y emocionado: escapar juntos. El príncipe estaba dispuesto a renunciar a todo, al título y al trono, por la oportunidad de vivir en libertad con Perú, lejos de las restricciones de la corte.
Bajo el amparo de la noche, Ucrania y Perú huyeron, dejándolo todo atrás. Lograron encontrar un rincón remoto donde nadie los conocía. Con el tiempo, se casaron y su amor creció, igual que su familia, cuando nació su hijo. Todo parecía perfecto, hasta que un mensajero del reino llegó con noticias inquietantes: el rey, padre de Ucrania, lo buscaba.
Rusia, el rey, había muerto y el trono debía pasar a Ucrania. Sin embargo, Ucrania no quería abandonar la vida que había construido junto a Perú. Pero el nuevo rey, ansioso por recuperar a su hijo, ordenó a sus hombres que trajeran a Ucrania, a cualquier costo. Al no encontrarlo, comenzaron a buscar a Perú, con la esperanza de forzar a Ucrania a regresar mediante su amor por él.
Un grupo de soldados capturó a Perú, llevándolo de regreso al castillo. Cuando Ucrania supo lo que había sucedido, se apresuró a seguirlos, su corazón en llamas de preocupación y miedo. Llegó al castillo, dispuesto a enfrentar a su propio padre.
El rey, al ver a su hijo, le habló con firmeza, exigiéndole que tomara el trono. "Debes cumplir con tu deber, Ucrania. Naciste para esto."
Ucrania lo miró con determinación y respondió: "Mi deber es hacia mi familia. Si alguna vez me enseñaste algo, padre, es que un rey debe ser justo y proteger a los que ama. Y mi amor por Perú es más fuerte que cualquier trono."
El rey, viendo la pasión y resolución en los ojos de Ucrania, y el amor inquebrantable entre ambos, finalmente cedió. Aceptó que la felicidad de su hijo era lo más importante y les permitió vivir en paz. Con el tiempo, incluso se encariñó con su nieto, disfrutando de la vida en compañía de su familia, sin ninguna responsabilidad política.
Así, Ucrania y Perú continuaron su vida juntos, libres y felices, gobernando un pequeño reino donde el amor y la paz eran los pilares, y donde el príncipe y el sirviente vivieron su "felices para siempre" en un hogar lleno de amor y alegría.
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