Aurora en los Andes

Finlandia x Perú

Finlandia llegó a Perú en pleno verano, con su típica expresión calmada y seria. Había venido por trabajo, pero apenas pisó Lima, se sintió fuera de lugar. El calor, la gente alegre, las sonrisas cálidas… Todo era tan distinto a su tierra de hielo y silencio. 

Cuando conoció a Perú en una reunión oficial, quedó impresionado. No esperaba que alguien pudiera irradiar tanta energía. Perú lo recibió con una sonrisa. 

—¡Bienvenido a mi tierra, Finlandia! —dijo, extendiéndole la mano. 

—Gracias… Aunque, debo admitir, el sol aquí es demasiado brillante para mí —respondió Finlandia, con un intento de sonrisa. 

Perú soltó una pequeña risa. 

—Ya me imaginaba. Pero no te preocupes, te acostumbrarás. 

Ese encuentro fue el inicio de algo más. 

---

Unos días después, Perú decidió mostrarle algo especial. 

—No puedes venir hasta aquí y no visitar el Cusco —dijo entusiasmado. 

Finlandia aceptó, aunque no estaba seguro de qué esperar. Pero cuando vio las montañas, las ruinas, y sintió el aire puro de los Andes, se quedó sin palabras. 

—Es hermoso… —susurró, observando Machu Picchu. 

Perú sonrió, sintiéndose orgulloso. 

—Esto es solo una parte de mi historia. Quiero que la conozcas toda. 

Mientras recorrían los caminos, Perú notó que Finlandia estaba más relajado. Lo miraba de una manera distinta, como si empezara a ver algo más que el paisaje. Esa noche, mientras estaban en el Valle Sagrado, Perú decidió hablar. 

—Finlandia, ¿por qué eres tan reservado? Siempre pareces tan distante… 

El europeo bajó la mirada, pensando en sus palabras. 

—No es fácil para mí expresarme. En mi país somos tranquilos, casi fríos… Pero a veces siento que no sé cómo mostrar lo que realmente siento. 

Perú lo miró con ternura. Se acercó y le tomó la mano. 

—No tienes que ser perfecto. A veces, solo necesitas a alguien que te ayude a derretir el hielo. 

Finlandia alzó la mirada, sorprendido. Por primera vez, sintió que podía dejar caer sus barreras. 

---

Los días siguientes estuvieron llenos de risas y momentos compartidos. Perú hacía todo lo posible para que Finlandia se sintiera cómodo. Entre charlas y bromas, empezaron a conocerse más profundamente. 

Una tarde, mientras observaban el atardecer, Finlandia habló. 

—Nunca pensé que un lugar tan cálido pudiera hacerme sentir… tan bien. 

Perú sonrió. 

—No es solo el lugar. A veces, es la compañía lo que hace la diferencia. 

Se miraron en silencio, y en ese momento, ambos supieron que algo había cambiado. 

---

Unos meses después

Perú recibió una carta desde Helsinki. Era de Finlandia. Con el corazón latiendo rápido, la abrió. 

*"Perú, aquí en mi tierra, las auroras iluminan el cielo y nos recuerdan que siempre hay magia en el mundo. Desde que te conocí, siento que he encontrado mi propia aurora. Quiero invitarte a mi país, para mostrarte mis paisajes, como tú me mostraste los tuyos. Espero verte pronto."* 

Perú dobló la carta con una sonrisa. 

—Allá voy, Finlandia. 

Y mientras miraba el horizonte, imaginó cómo sería volver a ver esos ojos claros, pero esta vez bajo las luces del norte. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top