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Monday.
Sus caderas no dejaban de moverse, subiendo y bajando sobre el pelinegro por debajo suyo, quien lo sostenía haciendo presión en su cintura. La calentura se apoderaba de la habitación donde estaban y juraba que el pensamiento de pecado, error, lo prendía aún más.
Sí, estaba haciendo mal y la conciencia podía interrumpir, pero el tener a un hombre considerablemente guapo cogiéndolo con fuerza se deshacía de cualquier otro pensamiento.
Hasta hace poco, Jungkook se consideraba completamente heterosexual, felizmente casado con una mujer maravillosa y casi perfecta, era lo que cualquier hombre podía desear, un sueño hecho realidad. Aquella joven de cabello castaño y ojos de un color caramelo coqueto, sí, era hermosísima, llamaba la atención de todos y Jungkook no fue una excepción cuando la conoció, quedándose embobado mientras la veía pasar, no dudando en acercarse y pedirle su número en aquella tienda de ropa.
Habían pasado solo ocho años desde ese entonces, eran jóvenes enamorados y rebeldes, ahora cumplían un año de casados pero nada había salido bien. Culpaba al hecho de haberse casado tan rápido. El amor no dura para siempre y más el amor joven, pero había hecho caso omiso y por eso estaba así. Por desesperado.
Ella había madurado, ya no era una chiquilla rebelde interesada solo en el sexo y las fiestas, no, ella ya no estaba para soportar travesuras, y lamentablemente Jungkook era aún muy fánatico de ellas.
Justo por esa razón habían discutido, Jungkook pensaba ir a bailar junto con ella a algún lugar, beber algo y pasarla bien.
—Ve tú solo si eso quieres, Jungkook.
—Se supone que es para celebrar nuestro primer aniversario, Eunie, no tiene sentido ir solo.
—No tengo tiempo, podríamos pasarla tranquilos acá en casa, no sé por qué quieres salir y, más encima, ¿a una discoteca, Jungkook? ¿en serio? —preguntó con clara molestia en su rostro.
—Para recordar buenos momentos, te pedí matrimonio ahí...
La castaña lo observó con una mueca, negando rápidamente con su cabeza.
—Estás loco, lo peor es que es lunes, dios.
—Ya, está bien, iré solo —dijo por último, viendo a la otra levantar la mirada de su computador con una sonrisa claramente sarcástica.
—Me debes estar jodiendo, Jeon.
—Debería estar haciéndolo en vez de discutir contigo, pero parece que tu computador te importa más que yo, Eunhyeon.
Terminó de hablar y salió de la mini oficina de la que era, curiosamente, un año mayor que él. No se notaba realmente antes, pero ahora parecía una mujer de treinta. Jungkook comenzaba a cansarse de pedirle esto y aquello, y tal vez ahora estaba siendo muy infantil, pero no le importaba mucho igual.
Eunyeon salía a supuestas reuniones con sus amigas ¡por Dios!, sabía más que nadie lo que su esposa llevaba haciendo desde hace tiempo, pero no tenía agallas de enfrentarla.
En parte, aún la amaba, y por otra, Eun trabajaba duro y un 70% del dinero que llegaba a casa era de ella.
A costa de que lo engañe con su colega de trabajo.
Suspiró y tomó una casaca de cuero que tenía ya lista sobre el sofá, se la puso y no tardó en salir de la casa golpeando, sin querer, la puerta al cerrarla. Realmente no quería, solo era su enojo actuando por sí solo.
Tomó al primer taxi que se le apareció e indicó el nombre de la discoteca a la que iría, y así, quejándose mentalmente llegó.
Quería divertirse, bailar un poco, beber, pasarla bien, sus planes habían cambiado pero no se podían cancelar, aparte que realmente deseaba relajarse y distraerse.
Apenas entró y sintió el clima que había, con toda la gente bailando y disfrutando, no tardó en sonreír, acercándose al bar para pedir un trago, no era muy tolerante al alcohol y la verdad es que con tres o cuatro copas ya se sentía en ambiente, gruñendo sin querer al recordar que su esposa podía beberse cien copas y seguir sobria.
Bebió rápido y pidió otra copa, terminando con cinco, más de lo que podía controlar sin querer, hoy andaba en modo automático, el barista solo empezaba a verlo con pena, como si estuviera ya maquinando algunas razones de su situación.
Ninguna estaba tan lejos de la realidad.
Y podría haber seguido con tranquilidad, pero la mano, muy grande de hecho, de alguien agarrando la que habría sido su sexta copa lo interrumpió.
Giró para ver a la persona, parpadeando cuando pudo dejar de ver borroso.
—¿No crees que ya bebiste demasiado?
Su voz era grave, mucho para el gusto de Jungkook, que formó una leve mueca en sus labios, mirando cómo el pelinegro a su lado tomaba de su copa, se sentía realmente humillado, pero no tenía fuerzas para quejarse o algo.
—¿Qué edad tienes? ¿Quince?
—Cállate —dijo como pudo, sintiendo vergüenza al escuchar su propia voz y comparándola con la del contrario.
Culpó al alcohol.
—¿No sabes lo que es el respeto? Mocoso.
Jungkook decidió ignorarlo y llamar al barista, pero este se negó a acercarse y siguió atendiendo a unas chicas que andaban casi tan borrachas como él.
—Mierda.
—No digas groserías.
—¿Y a ti qué? Deja de molestar.
Sus ojos se abrieron un poco más cuando lo sintió acercarse a su rostro, no evitando sorprenderse ante ese acto, tragando saliva cuando lo pudo ver mejor.
Sus cejas eran lo suficientemente pobladas, su mentón demasiado marcado, sus ojos de un tono más oscuro que los de él, que eran marrones claros, y que lo miraban tan fijamente, como si quisiera decirle algo a través de ellos, Jungkook al querer parar ese encuentro de ojos, bajó la mirada, encontrándose con los labios contrarios, no tan gruesos ni tan delgados, se veían bien hidratados y...
Se golpeó mentalmente al darse cuenta de lo que estaba pensando, poniendo una mano sobre el pecho del otro, tratando de empujarlo.
—¿Qué estás haciendo... tú?
—¿Mh? Pensaba en robarte un beso pero me acabas de interrumpir.
—¿Qué mierda?
El pelinegro soltó una leve risa mientras se alejaba, bebiendo otra copa que tenía cerca, para luego volverlo a mirar divertido.
Jungkook sentía que solo quería jugar un rato con él, claro, ver a un joven bebiendo como si lo hubiera dejado la novia era divertido de ver. No lo culpaba.
Pero estaba tan equivocado.
—Kim Taehyung —se presentó, esperando escuchar el nombre del contrario.
Pero Jungkook solo rodó los ojos en respuesta.
—¿Tu nombre?
—No te importa.
—Oh, cariño, claro que me importa saber el nombre de la persona que voy a coger hoy.
Y bebió otro sorbo más de su trago, teniendo sobre él una mirada perdida e incrédula por lo que acababa de decir.
En realidad, sí, era divertido, verlo hacer muecas le resultaba adorable.
—Disculpa, no le voy a ese bando, estoy casado...
—Oh, ¿de verdad? —preguntó con algo de ironía.
—Estoy hablando en serio.
El pelinegro se le volvió a acercar, esta vez yendo directo hasta su oído.
—No me interesa, puedo sobrellevarlo. Solo tienes que aceptar.
Jungkook inconscientemente tembló al escucharlo, su cuerpo se tensó y juró que sus mejillas habían enrojecido, sintiéndose como un adolescente.
—Voy a darte todo lo que tu esposa nunca te ha dado, empezando por mi pene, ¿eso te parece bien? —mencionó lo último con diversión, alejándose luego—. Solo tienes que aceptarme, bonito.
Y Jungkook, increíblemente, lo pensó.
JEJE.
Comenten mucho, por favor, me gusta leerlos y saber que esto les puede llegar a gustar. Será una historia cortita y también un pequeño escape de mis otras responsabilidades.
STREAM SEVEN DE JUNGKOOK. Escuchen mientras leen porque me inspiré mucho en su canción. Así que apoyen porque el niño ya creció, se hizo hombre.
Los quiero un montón.
¡Gracias por leer!
Clown.
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