O1; El juego.
Jimin se tiró sobre el sofá de la sala de su casa con cansancio antes de mirar a sus padres con decepción.
Estaban dementes.
─Debe ser una broma.
Park Hyori miró a su hijo con cierta pizca de diversión.
─Jim, sabes que no te puedes cuidar solo. Eres muy descuidado con tus cosas. No te preocupas de nadie, ni siquiera de ti mismo, ¿cómo crees que tu padre y yo permitiríamos que te quedes solo en casa por una semana? ─cuestionó, y un bufido desesperado abandonó los labios de Jimin─. No estamos tan locos como para hacer algo así.
─Mamá, tengo diecinueve años, ¿te estás escuchando? Pagarle a un torpe niñero para que me vigile es derrochar el dinero ─Se quejó.
Park Hyunki salió de la cocina para unirse a su esposa e hijo en medio de la sala.
─Jimin, ya hablamos con alguien, no hay nada que hacer. Está todo decidido.
Jimin rodó los ojos y se levantó del sofá, sacudiendo bruscamente su ropa.
─Esto es una verdadera burla y falta de respeto hacia mi persona. Siéntanse culpables ─recalcó el menor.
Lo único que quería era ver si podía lograr hacer sentir mal a sus padres para que se apiadaran de él y no lo dejaran a cargo de una persona cualquiera.
Hyunki observó a su esposa antes de encogerse de hombros.
─Podemos vivir con eso, hijo.
El rubio apretó los labios y pateó el suelo de forma infantil.
─¿Qué les pasa? ¿Acaso me odian? ─preguntó, poseyendo un claro tono dramático en sus palabras─. Sé que mi único pecado fue nacer, ¡pero eso no significa que tenga que pagar el error que ustedes mismos ocasionaron al traerme a este nefasto mundo!
Se dio la vuelta y caminó hasta su habitación bajo la atenta mirada de sus padres que parecían disfrutar de la situación.
─¡Si me iban a castigar de esta forma, hubieran hecho algo bueno antes dé!
Hyori rió despacio.
─¿Ah sí? ¿Y algo como qué?
Jimin abrió la puerta de su habitación y, con todo lo que sus pulmones le permitieron, gritó:
─¡Como usar condón!
Y cerró la puerta de un fuerte portazo.
La pareja de padres se miró entre sí antes de echarse a reír por lo exagerado que podía llegar a ser su hijo.
─Lo dramático lo sacó de ti ─mencionó Hyunki, provocando que Hyori resoplara con gracia.
─Y lo exagerado por supuesto que lo sacó de ti ─contraatacó la mujer.
─Al igual que la belleza ─complementó el hombre en tono coqueto.
Hyori rodó los ojos y carraspeó.
─Sí, querido. Claro que sí.
Ambos se sentaron en el sofá y encendieron la televisión para relajarse un rato. Ese era su último día en casa antes de comenzar sus pequeñas vacaciones para celebrar su aniversario de bodas número veinte.
Estaban emocionados, pues ese sería su primer aniversario, después de varios años, en el que podrían pasarla a solas y lejos de cualquier preocupación ocasionada por su hijo.
Lo amaban y lo querían como a nadie, pero Jimin era un chico demasiado rebelde y desobediente; lo que les traía más de un problema al día, más de una preocupación y reiteradas situaciones de estrés.
Necesitaban con urgencia un tiempo de paz y tranquilidad, pero teniendo la seguridad de que en su ausencia su hijo no se metería en más problemas.
─Jimin aún no sabe quién lo cuidará, ¿no?
─No ─respondió Hyunki─. Aún no le he dicho.
Hyori asintió y volvió a posar su mirada sobre la pantalla.
─¿Cómo crees que se lo tome?
Hyunki suspiró, e inevitablemente se encogió de hombros mientras alejaba sus ojos del televisor.
─Si se trata de nuestro hijo, es difícil saber. Pero tranquila, mi amor, presiento que todo saldrá bien.
Hyori sonrió y se acomodó en el pecho de su esposo con cariño, quién la recibió gustoso mientras la rodeaba con sus brazos.
─Eso espero.
( ♡ )
El timbre de la casa sonó, y Jimin no pudo evitar despertar algo sobresaltado al notar que se había quedado dormido con la ropa puesta luego de haberse quejado de sus padres por más de una hora seguida.
Parpadeó un par de veces y buscó su celular. Notó que eran las diez y media de la mañana. Un fuerte bufido salió de sus labios al sentir nuevamente todo el sueño caer sobre sus párpados.
El timbre volvió a sonar, pero Jimin no hizo nada por moverse de su lugar.
─¡Jimin! ─Escuchó a los lejos─. ¡Hijo! ¿Puedes abrir? ¡Tu padre y yo estamos terminando de arreglar algunas cosas!
El rubio enterró su rostro en la almohada y volvió a maldecir como el día anterior por la molestia que le generaban constantemente sus padres.
Dios, los amaba con su vida, pero parecía ser que por cada pequeña cosa que pasaba buscaban joderle un poco más la existencia.
Él sólo quería algo de paz, ¿acaso era mucho pedir?
El timbre volvió a sonar.
─¡Jimin! ─exclamó esta vez su padre.
Park cerró los ojos con fuerza y golpeó la almohada antes de ponerse de pie de mala gana.
Para su suerte ya estaba vestido, aunque realmente odiaba utilizar la misma ropa que el día anterior, aún más si se había quedado dormido con ella.
Abandonó su habitación con pereza y molestia, arrastrando los pies mientras se desplazaba por el pasillo de su casa hasta llegar a la sala principal.
Su casa constaba de sólo un piso, y aunque a muchos aquello podía parecerles algo anticuado, realmente su casa era bonita, elegante e inmensa por donde sea que se le mirara.
Sus padres tenían una buena posición económica, pero no presumían ni derrochaban como la mayoría solía pensar. Ellos eran, de cierta forma, humildes; y aún así Jimin no lograba entender el afán de gastar el dinero en algo tan estúpido como en un niñero.
¿Es que acaso creían que era un niño?
Ya estaba viendo a un caballero mayor que apenas podía ver dónde estaba parado. Quizás él sería, en realidad, quién cuidara de la persona contratada en lugar de ser el cuidado.
Y eso le parecía peor.
Abrió la puerta tras soltar un suspiro resignado y levantó la mirada.
«Oh»
«Por»
«Dios». Pensó.
─Hola, ¿se encuentran los señores Park? ─preguntó el chico frente a él con una brillante sonrisa.
«Esto debe ser una broma».
Casi sin pensarlo, Jimin, aún con la mirada perpleja sobre el atractivo azabache, cerró la puerta de un portazo y volteó lentamente, sintiendo sus mejillas enrojecer.
─¡Mamá! ¡Papá! ─exclamó, y corrió hacia la habitación de sus padres.
Ambos se sobresaltaron en su lugar al escuchar el grito de su hijo. Dejaron de guardar sus cosas en las maletas para observar a Jimin con extrañeza mientras ingresaba a la habitación.
─¿Qué pasa? ─preguntó su padre con curiosidad─. ¿Quién era?
El timbre volvió a sonar, y Jimin sintió los nervios volver y apoderarse de su cuerpo.
─Jimin, ve a abrir ─Le ordenó su madre.
─¿Por qué el sexy vecino de al lado los busca? ─preguntó el menor entre balbuceos, confundiendo a los mayores.
─¿Qué vecino sexy? ¿De qué hablas?
Jimin tomó aire antes de que el timbre volviera a sonar.
─Jimin, déjate de tonteras y ve a abrir la puerta ahora. Es una orden.
─¡Hablo del vecino que vive en la casa de al frente! ¡El universitario! ─exclamó exasperado el rubio.
Hyori miró a Hyunki con una expresión neutra, pero a los pocos segundos una pequeña sonrisa se posó sobre sus labios.
─Oh, hablas de JungKook ─afirmó el señor Park, ocultando la diversión tras sus palabras.
Jimin enarcó una ceja y sus manos temblaron.
─¿Cómo saben su nombre?
Hyori sonrió con complicidad.
─Eso es porque...
El timbre volvió a sonar, interrumpiendo la explicación de la mujer.
─Sólo ve a abrir, ¿quieres, hijo?
Jimin negó rápidamente.
─¡No! ¡Qué vergüenza! ─gritó─. ¡Le cerré la puerta en la cara!
─¿Qué?
─¡Si quiere conversar con ustedes que lo haga afuera! No lo quiero aquí ─dijo, evitando la mirada de sus padres.
Hyunki frunció el ceño.
─¿Por qué? ¿Qué tienes contra el vecino, Jimin?
─¿Acaso lo conoces? ¿Son amigos?
Jimin abrió los ojos con exageración antes de negar nuevamente con la cabeza.
─No... es sólo que... ─Las excusas no fueron suficientes cuando el rubio volvió a sentir presión al escuchar el timbre sonar. Apretó los labios y levantó la cabeza─. ¡Bien! ¡Iré a abrir su dichosa puerta!
Y dicho esto, salió de la habitación con el corazón agitado y los puños apretados. Caminó hasta la entrada y, maldiciendo para sus adentros por su infantil comportamiento, abrió la puerta.
─¡Oye...!
─¡Park Hyori! ¡Park Hyunki! ¡Los buscan! ─gritó.
JungKook se quedó quieto y estático en su lugar al sentirse repentinamente consumido por el comportamiento tan extraño y sobresaltado del chico frente a él.
Jimin lo observó de arriba a abajo antes de abandonar la entrada y caminar de vuelta a su habitación, invitando silenciosamente a Jeon pasar.
JungKook dudó por algunos segundos en si hacerlo, pero tras sonreír ladinamente por lo divertido que quizás le podría resultar pasar más tiempo en aquella casa, entró.
─Jimin, ¿a dónde vas?
La voz de su madre lo sacó de sus pensamientos a solo pasos de entrar a su habitación.
─Mamá, ya hice pasar al vecino. ¿Qué más quieres de mí?
Hyori se cruzó de brazos.
─La razón del por qué JungKook está aquí también te involucra ─mencionó la mujer. Jimin enarcó una ceja─. Así que ya basta de dramas. Vamos a ir a la sala con JungKook y fin de la conversación.
─¡Pero...!
─¡Ahp! ─gesticuló su madre con las manos y la boca para hacerlo callar─. Si no quieres que me lleve tu consola durante el viaje, más te vale comenzar a caminar hacia la sala, mi amor.
Jimin rodó los ojos antes de voltear en dirección a la sala.
─Siempre tan amable ─ironizó el rubio.
Hyori sonrió.
─Y tu siempre tan cooperativo.
─Ash, sólo vamos.
Jimin comenzó a caminar bajo la atenta mirada de su madre.
─Ay, Jim. Ni que te gustara el vecino para actuar como un colegial ─comentó para sí misma al perder a su hijo de vista, pero rápidamente analizó sus palabras y se enderezó en su lugar─. ¿O será...?
Una sonrisa juguetona se posicionó sobre sus labios.
─Oh.
( ♡ )
JungKook observó la sala con atención mientras esperaba a que alguien se dignara a aparecer sin poseer la intención de abandonarlo como el hijo de los Park.
«Un chico...interesante al parecer».
Las pisadas de alguien dirigiéndose hacia donde se encontraba lo hizo enfocar su mirada al frente con una amigable sonrisa.
Amigable hasta que lo vio a él.
«Oh».
Jimin no le devolvió la mirada en ningún momento, más se mantuvo cerca de él mientras esperaba a que sus padres llegaran.
JungKook sonrió ladinamente.
Jimin suspiró.
─Vaya, ¿y ese silencio? ─preguntó Hyori apenas ingresó a la sala detrás de su hijo.
Jimin le dedicó una mirada pesada.
Hyunki ingresó a los pocos segundos después.
─Se siente una tensión acá ─comentó, y Hyori no pudo evitar ahogar una risita.
JungKook asintió despacio con una pizca de gracia.
─Buenos días, señores Park. Vine tal y como lo acordamos ─mencionó el azabache, observando atentamente cada movimiento del rubio.
Jimin, por primera vez desde que ingresó a la sala, levantó la cabeza y conectó su mirada con Jeon.
Sus padres asintieron y sonrieron en agradecimiento.
─Gracias por venir, JungKook. Realmente nos preocupaba dejar a Jimin solo en nuestra ausencia ─dijo Hyunki, captando de inmediato la atención de su hijo.
─¿Cómo?
─Oh, Hyori, ¿no se lo has dicho a Jim? ─preguntó Hyunki, con una pizca de maldad.
Hyori tapó su boca con una de sus manos en señal de fingida sorpresa al no recordar aquel pequeño detalle.
Cabe recalcar que no se lo había dicho a propósito, pues claramente no lo había olvidado.
Le encantaba molestar a su hijo.
─¿De qué hablan? ─preguntó Jimin preocupado.
«No, no puede ser cierto que...»
«No, ¿verdad?» Pensó, pidió y suplicó.
─¿Él no lo sabe? ─preguntó JungKook.
─¿Que no sé qué? ¡Dios, alguien diga algo! ─exclamó Park ya exasperado.
─Jimin ─habló su madre. Él le devolvió la mirada asustado─. ¿Recuerdas que ayer hablamos sobre que tendrías a alguien que te cuidaría y vigilaría mientras no estemos para que no te metas en problemas?
Jimin abrió los ojos con fuerza al conectar los puntos.
Negó con la cabeza varias veces antes de que su madre continuara hablando.
─Bueno, aquí está la persona que se encargará de ti en nuestra ausencia; espero que te comportes bien con JungKook. Él se quedará acá en casa para que no hagas locuras si se va, ¿entendido?
Jimin volteó a ver a JungKook, su crush de prácticamente toda la vida y con quién jamás cruzó una sola palabra, y enrojeció.
Ya ni siquiera sabía si esto se debía a rabia o vergüenza, solo tenía claro que aquella situación no podía ser peor, mucho menos con JungKook viéndolo con diversión al saber que tendría todo el control y el mando sobre él y su casa.
¿Qué podía ser peor que quedar como un niño mimado y desobediente que necesitaba atención veinticuatro siete porque no sabía cuidarse solo frente a tu crush?
Que tu mismo crush sea el encargado de cuidarte aún cuando ya tienes la edad suficiente como para hacerlo tú mismo.
¿Solos? ¿JungKook y él?
¿Solos? ¿JungKook y él?
¿Aún cuando ni siquiera sabía de qué hablar ni qué hacer con él en su propia casa?
─¿Es muy tarde para que me aborten? ─preguntó, con las mejillas a punto de estallar de lo calientes que se encontraban.
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