03. the best option

CAPITULO TRES. La Mejor Opción
✞ ✞ Locación: CUMBRALAND, NORTHUMBRIA
✞ ✞ Capítulo NO editado

El grupo entero encargado de la extracción de los esclavistas se estaba dirigiendo a Cumbraland para devolver a quien consideran como el rey de los sajones y daneses, el encargado de poder unificar a dos tipos de personas que pisan tierras inglesas. El viaje era caballo y siendo encabezado por Uhtred quien iba acompañado de Guthred, el protagonista de la profecía sajona y quien al parecer se estaba convirtiendo en un amigo cercano del Asesino de Daneses. Las arcanians se encontraban justo por detrás de ellos a la vista de los sajones que acompañaban al grupo para poder ser vigiladas, tenian sus miradas únicamente hacia el frente y evitaban mirar hacia atrás para toparse con miradas de desagrado.

Cuando se dio avistamiento del muro romano, sabían que se encontraban cerca de Cumbraland por lo que las indicaciones fueron seguir el muro y pronto llegarían a la aldea para entregar a su rey pero también se estaban haciendo planes de regresar a Eoferwic, probablemente para aprovechar su estado de vulnerabilidad y ausencia de un defensor, así expandiendo el dominio de Guthred aldea por aldea en el norte.

Cómo avisaron, seguir el muro romano los llevó hacia Cumbraland donde los aldeanos de los exteriores no dudaron en aplaudir con grandes sonrisas en sus rostros acercándose al grupo para recibir a su rey luego de que el sacerdote Trew se adelantara para dar aviso a la aldea sobre el regreso de su líder, aquel que creían perdido o muerto. Elysia y Zyphira miraban a su alrededor escondidas debajo de aquellas grandes capuchas que cubrían sus cabelleras blancas, notaban la particularidad en la que las personas de la aldea se acercaban hacia los caballos pero específicamente hacia donde Uhtred se encontraba sentado al frente liderando al grupo.

—Creen que usted es el rey, lord -Dice Halig en una risa burlona leve.

—Entonces, dejemos que sea el rey -Guthred sonríe ampliamente mirando hacia Uhtred, quien también sonreía por la situación un poco particular en la que se encontraban–. Rey por el día.

—Gracias -Uhtred decide seguir con la farsa hablándole a los aldeanos que se acercaban para agarrar el caballo en el que estaba o a él como una búsqueda de buena suerte–. Gracias y que Dios bendiga a todos.

—Uhtred, eso es casi blasfemia -Regaña el padre Beocca a unos metros de distancia siendo consciente de las creencias reales de Uhtred, lo que ocasionó algunas pequeñas risas por su comportamiento así como sonrisas burlonas de las acompañantes.

Elysia mira a su alrededor con algo de curiosidad pero también con un sentimiento de por medio al ver la devoción y aprecio que tenían las personas por recibir a quien fue una figura de liderazgo en la aldea, saber que ya tenían de regreso a su rey era abrazar un lado humano que ella por primera vez podía ver en el exterior desde que fue obligada a salir del Arcanum. Fue testigo de los dos lados de las personas del exterior aunque la realidad era que solo podía ver ese tipo de sentimientos desbordantes desde debajo de una capa porque si estuviera a la luz, realmente ninguna de esas personas estaría dispuesta a dar un paso accidental hacia ellos mientras los susurros y miradas despreciables eran la manta de juicio que caería en ambas.

Las personas del exterior, por muchos años resultaron intrigantes para Elysia pero ahora que se movía entre ellos podía ver con dureza la realidad de como percibían a los arcanians, personas que eran semejantes a ellos en todo el sentido de la palabra. Los aparentes enfrentamientos entre los sajones y daneses que había escuchado en la lejanía era un claro ejemplo que no se aceptaban las creencias distintas entre ellos. Podías creer en los dioses del Valhalla o en Dios, aunque ahí también se sumaba a Elun como el Dios de quienes viven reprimidos en las sombras desde hace generaciones.

Los daneses no parecían ser muy diferentes a los arcanians pero las diferencias eran que los creyentes de Elun no buscaban dominio ni poder en tierras y no se enfrentaban en una guerra contra los sajones, pero igual seguirían siendo vistos como una paria en tierras inglesas.

—¡Señor Rey! -Exclamó un hombre, un sacerdote que estaba acompañado de dos mujeres y Trew–. Señor Rey, soy el abad Eadred -Se presentó el hombre acercándose hacia el grupo deteniéndose frente a ellos con una gran sonrisa mientras se dirigía hacia Uhtred, creyendo también que él era el rey–. Soy yo a quien el bendito San Cutberto se le apareció en sueños, gloriosos sueños.

—Abad, por favor... -Trew susurró detrás suyo intentando detenerlo, tal vez para explicarle que estaba cometiendo un error al dirigirse a la persona equivocada.

—Me mostró su rostro... y lo llamó rey -El abad sigue hablando solemnemente. Uhtred giró a ver sobre su hombro captando risas burlonas de algunos de sus acompañantes mientras que Zyphira masticaba un pedazo de astilla que había conseguido por ahí bufó con sorna al también percatarse que ese hombre era un mentiroso.

—Gracias -Expresa Uhtred manteniendo una pequeña sonrisa–. ¿Pero está seguro de que no fue este rostro de aquí el que vio? -Señala a Guthred a su lado, quien se mantenía cubierto por la capucha de su capa.

—¿Qué? -El abad mira a su alrededor eliminando la gran sonrisa de inmediato y anonadado por la situación mientras Guthred se quita la capucha que cubría su rostro.

—Guthred -Una de las mujeres que se encontraba acompañando al abad pasa por su lado con expresión de sorpresa pero también de escepticismo sin poder creer lo que veía–. ¡Eres tú! -Guthred baja del caballo para ir al encuentro con la mujer quedando frente a frente–. No me atrevía a creerlo. No me atreví.

Elysia miraba el reencuentro entre ambos con una pequeña sonrisa satisfecha de poder haber sido participe de alguna manera de que aquello sucediera, ver como una aldea entera se volvía a unir al tener el núcleo de sus tierras y que ese hombre se reuniera con sus seres queridos quienes pudieron haber llorado y agonizado de incertidumbre sin saber realmente sobre su sobrevivencia. A pesar de un trato alarmante y ligeramente terrible que tuvieron al llegar a Eoferwic, ser testigo de aquello fue como un calmante de todas las desgracias que había vivido desde hace unos días y le había otorgado de nuevo la fuerza de saber que aún sigue siendo capaz de hacer bien para las personas, justo cuando su interior se encontraba desgarrado de culpa por no haber podido salvar a la gente que más quería.

El grupo desmontó de sus caballos cuando el abad recibió a Guthred anunciándole que en ese preciso momento lo reconocerían como el Rey de Cumbraland y que el juramento real se daría en el gran salón bajo la presencia de los resto del San Cutberto que tenían en el poder de la Iglesia, tradiciones sajonas a las cuales todos se veían en obligación de asistir para presenciar aunque Elyisia fue la única se movilizó entre la multitud mientras que Zyphira rechazó participar de aquello diciendo que preferiría descansar y también buscar un buen lugar para pasar la noche luego de largos días durmiendo en el suelo campos abiertos o bosques.

Zyphira era una buena creyente de la nada y eso Elysia podía respetarlo aunque la marca de Elun se posaba sobre ella y la cabellera blanca era un constante recordatorio como una maldición, según sus palabras.

El gran salón se encontraba repleto de los aldeanos, quienes querían ser testigos del juramento de su rey y también para celebrar con él su coronación. Trajeron los restos de San Cutberto en un ataúd dorado, por el cual la gran mayoría se hincó en el suelo como una muestra de respeto ante aquella representación de la fe cristiana mientras que Elysia fue del grupo que se mantuvo de pie atenta a como se desarrollaba la ceremonia. Guthred se arrodilló frente al cadaver, a quien el abad descubrió de sus capas de tela y levantó su mano cadavérica hacia él.

—Tomará su mano, lord... -Dijo el abad siguiendo con la ceremonia–. Y dirá el juramento.

—Uhtred -Llama el próximo Rey de Cumbraland casi interrumpiendo con la coronación–. Tú serás el comandante de mis tropas. Estarás a mi lado.

Aquello pudo ser una sorpresa para más de uno, incluso para la propia Elysia quien se despegó de su apoyo en la pared de piedra en la esquina de la habitación para intentar ver aquello un poco más de cerca y tal vez ver si había escuchado bien. Uhtred se acercó a donde se encontraba el joven rey y se arrodilló a su lado, haciendo saber que estaba por saber la propuesta o declaración de Guthred sobre su nueva posición como comandante de sus tropas. El joven rey agarra la mano del cadaver de su santo por lo que el abad puede proseguir con la ceremonia de coronación.

—Dios y el bendito San Cutberto nos han dado un rey en este día -Recita las palabras con los ojos cerrados–. ¡Un rey que unirá un ejército y ese ejército marchará en su nombre y todo el mal será eliminado! Aquí... su juramento.

—Lo juro -Responde Guthred alzando la mirada hacia el abad.

El abad Eadred se levantó de su lugar en el otro lado del ataúd del santo y se acercó hacia el resto de creyentes que aún permanecían hincados completamente sobre el suelo.

—¡Vivat Rex Guthred! -Exclama antes de hacer una reverencia casi completa hacia él mientras que el resto de los presentes en la habitación vociferaron sus palabras a excepción por cierto par de no-creyentes que se encontraban ahí.

Guthred y su próximo comandante jurado se levantaron del suelo mirando a las personas que proclamaban el nombre del reciente rey coronado de Cumbraland. Elysia miraba a su alrededor con una pequeña sonrisa de felicidad pero también de cierta nostalgia al recordar su coronación como Regente el día cuando sucedió la caída del Regnum en manos de los Mártires. Recordaba la felicidad de las personas, la misma que flotaba en el ambiente en ese momento y la sensación de victoria como de orgullo de quien vociferaban el nombre deseándole una larga vida y llena de prosperidad, con la cabeza llena de promesas y emoción por ver prosperar a todas esas personas que tendría bajo su manto de poder y protección.

Ese destello de emoción y la sonrisa de Guthred era la misma que tenía ella el día de su coronación, reconocía la ilusión y todas las desgracias que vinieron después.

La coronación trajo consigo la celebración entre los aldeanos en el gran salón por lo cual Elysia decidió que no le vendría un poco de entretenimiento adicional viendo como las personas a su alrededor reían, celebraban, bebían y comían a gusto disfrutando. Se movía entre las personas manteniendo su capucha ocultando levemente su rostro aunque la oscuridad de la habitación era un buen aliado en ese momento mientras las tenues luces de las velas danzando de un lado a otro trataban de dar su mayor esfuerzo por dar iluminación. Tenía una copa en la mano y daba pequeños sorbos, tomaba pequeños pedazos de comida por aquí y por allá mientras reía sobre alguna que otra broma que escuchaba en conversaciones ocasionales.

Por otro lado, se encontraba Zyphira que había decidido alejarse un poco de Cumbraland para mezclarse entre los bosques que rodeaban la aldea disfrutando de la paz y poder conectar con lo que alguna vez fue su hogar antes de caer en manos de los arcanians hace semanas atrás. La brisa de la noche, los insectos nocturnos moviéndose debajo de las hojas secas del suelo y ciertos sonidos de los búhos con la persistencia del grillo de fondo, todo aquello era conectar con la paz de su hogar.

Se mueve entre los árboles con su mano recorriendo los troncos ásperos de la corteza y se dejaba guiar por los sonidos envolventes que le hacían sentir realmente viva y en libertad luego de largas, oscuras y frías noches en el Arcanum donde solo se tenía a sí misma hecha un ovillo en una esquina rehusándose a utilizar alguna manta que ellos le dieran. Esas noches fueron pesadillas por apresar a una alma que solo conocía la libertad de poder moverse entre los árboles y de un momento a otro fue capturada, como la historia de un ave exótico y particular.

Detiene sus movimientos cuando escucha el crujir de las hojas secas del suelo pertenecientes a un paso que no era suyo, de inmediato pega su espalda a un árbol tratando de esconderse de alguna manera mientras su mano se dirigió lentamente hacia debajo de su capa donde se encontraba la empuñadura de la espada que empezaba a llevar a todos lados desde que lo robó de ese difunto mártir. Se mantuvo quieta y en silencio tratando de escuchar más pero ningún otro sonido se escuchó por los siguientes segundos así que se asomó lentamente por el tronco del árbol tratando de ver algo pero todo era oscuridad acompañado de los mismos sonidos de la naturaleza.

Aquello le pareció demasiado extraño y aunque se quedó un par de minutos más escondida a la espera de poder saber si se encontraba sola con algún animal o se trataba de alguna persona que rondaba el bosque a esas horas de la noche y podría significar un peligro para ella pero nada se manifestó en la oscuridad, ni un movimiento o sonido. Salió de su escondite poco después de haber comprobado que no era nada aunque sus sentidos estaban alerta en el camino de regreso a la aldea y su mano firme contra la empuñadura del arma, preparada para utilizarlo y perturbar la paz del bosque con un poco de sangre.

—¿Dónde te habías metido? -Es lo primero que Elysia le pregunta a la más joven cuando ella se acerca a la posada donde pasarían la noche–. Llevo dando vueltas aquí desde hace bastante.

—Fui a asegurarme de un par de cosas sobre la aldea y el lugar en general -Responde con indiferencia mientras pasa por su lado ingresando a la posada.

—Creí por un momento que te había sucedido algo terrible.

—¿Y sería una mala noticia para ti? -Se mueve por el lugar llegando a la habitación que ambas compartirán cada una en su propia cama llena de pieles y cosas decentes para descansar esa noche como personas.

—No digas eso, sabes que no pienso de ti de esa manera -Protesta Elysia aunque en realidad era una insistencia, no era la primera vez en los días que Zyphira no lanzara ese tipo de comentarios dando a entender que Elysia estaría mejor sin ella–. Ni siquiera un poco.

Zyphira deja la espada sobre la cama entre las pieles antes de sentarse al borde mientras que Elysia se encontraba a unos metros frente suyo mirándola con un torbellino de emociones, entre ellos se podía destacar un poco de preocupación pero también de empatía con ella. A veces no podía creer que alguien tan joven guarde tantos sentimientos negativos como el resentimiento aunque tampoco era para menos, realmente había pasado por cosas terribles desde su primer respiro y así seguiría por el resto de sus días en la tierra. No podía evitar sentir un poco de pena por ella, la necesidad de poder ayudar a las personas salía a flote cada vez que entablaba una conversación con ella y veía un profundo vacío en sus ojos verdes, sus heridas más profundas eran visibles en ese momento y solo deseaba tener algo a su alcance para poder verla feliz.

Era muy joven pero había pasado por muchas cosas. Condenada a una vida que no había pedido, el lado más triste de un historia.

—Uhtred se ha convertido en el comandante de las tropas de Guthred -Comenta Elysia luego de haber mantenido sus ojos en Zyphira por unos segundos, quebrantando el silencio que se había instalado en la habitación.

—Eso quiere decir que se quedará aquí -Deduce la joven. Sus codos se encontraban apoyados contra sus muslos mientras estaba levemente inclinada hacia adelante y su mirada perdida–. Si él y su grupo no se van a mover, eso quiere decir que nos quedaremos aquí.

—¿Es el mejor lugar?

—Ningún lugar es bueno para nosotros -Contesta, alzando la cabeza para mirar a Elysia que se saca la capucha y la capa que lleva puesta dejando expuesta sus cabellos blancos en la privacidad de la habitación–. Llegar a un Arcanum también es peligroso. Si pudieron ubicar tu Arcanum, es cuestión de tiempo para que encuentren al resto y la masacre se expanda hasta el exterminio completo. Estar aquí con las personas del exterior tampoco es favorable porque podemos ser expuestas en cualquier momento y las voces de nuestro avistamiento en Eoferwic se correrá como fuego en campo abierto sino es que alguno de los sajones que acompañan a Uhtred ya hablaron aquí -Elysia la mira en silencio mientras escucha sus palabras con atención y se da cuenta que la situación de ambas era mucho más complicada.

—Quedarnos con Uhtred es nuestra mejor opción.

—¿Uhtred se enfrentará a los Mártires cuando vengan por nosotras? -Mantiene sus ojos en ella mientras sigue hablando, notando su incertidumbre–. Es un solo hombre acompañado de una monja y un sajón. Probablemente él pueda negarse a dejar que nos lleven si es que le conviene pero si somos un peso muerto para él, se deshará de nosotros como un pedazo de polvo en su hombro.

Elysia se sienta en el borde de su cama mientras su mirada se mantiene en el suelo tratando de poder dar una solución a los problemas que estaban teniendo y lo que podría significar quedarse en Cumbraland aunque Zyphira tenía razón, no estaban a salvo en ningún lado y probablemente nunca lo estarían si tenían el desprecio de las personas del exterior, especialmente de los sajones, quienes perseguían a los arcanians desde hace generaciones y los causantes de haberlos arrinconado hacia las oscuridades y profundidades de los lugares más remotos de tierras inglesas. No sabía qué hacer, normalmente siempre tenía ideas y maneras de solucionar las problemáticas pero estaban en un punto demasiado denso, los Mártires estaban tomando ventaja sobre su cacería y pronto llegarían a exterminar a todos los arcanians, incluyendo a ambas.

—Pensaremos en algo -Exhala, botando el aire que inundaba sus pulmones–. Por el momento, quedarnos al lado de Uhtred sigue siendo de nuestra mejor opción para poder sobrevivir -Mira a Zyphira encontrándose con su mirada verdosa, su expresión neutral se ve rota por un semblante indeciso lleno de dudas–. Quedémonos en Cumbraland por los días que sean necesarios hasta sepan quienes somos o los Mártires nos encuentren primero, nos dará un tiempo para pensar en qué hacer.

Zyphira desvía la mirada hacia otro lado y asiente luego de unos segundos al escuchar sus palabras estando de acuerdo con lo que dijo, era la única opción que tenían al alcance y una decisión a corto plazo mientras ideaban la manera de poder sobrevivir en medio de tierras donde no las querían o donde los daneses estaban seguros que capturar a una de esas criaturas aseguraba la victoria en el campo de batalla.

Los días posteriores a la coronación de Guthred se centraron en el aviso de Uhtred por reunir hombres de las aldeas aledañas a Cumbraland para sumarse a las filas de las tropas del rey. El llamado de Uhtred había atraído a hombres que querían convertirse en guerreros y estaban siendo entrenados personalmente por él para servir al rey que fue prometido para librar la disputa entre los sajones y daneses. Elysia trataba de pasar desapercibida y familiarizarse con el lugar para sentirse como una más del resto de aldeanos, escondiendo bien la bolsa con algunas joyas que no fueron hurtadas durante su aprensión en Eoferwic y en su búsqueda encontró un un pergamino arrugado similar a una pequeña bola pero lo abrió notando que había algo escrito en tinta negra.

"Lo encontré entre mis cosas y creo que no deberías perderlo nunca, es lo único que ata tu esencia a la tierra y mis deseos están en que puedas recordar algún día de donde vienes para que encuentres el equilibrio que tanto buscas.

- Aeris"

Su corazón se aprieta al leer esa pequeña carta que Aeris le había dejado y probablemente sea la única y última cosa que tenga de ella para siempre. Lo que el pedazo de pergamino guardaba era un collar hecho de una delgada soga marrón con una pequeña piedra ámbar que colgaba en el medio, aquel collar que le pertenecía y la Suprema Sorenth le había dicho que era lo que ella llevaba en su cuello cuando la encontraron de niña en el bosque. El único recordatorio de su vida antes de convertirse en arcanian, una vida normal que no recordaba en lo absoluto y aquel collar era lo único que poseía en sus manos de manera material aunque los recuerdos serían mucho más apreciables.

Creía que lo había perdido hace muchas semanas pero parece que Aeris lo encontró entre sus cosas tal vez en uno de sus encuentros clandestinos y lo mezcló entre sus pertenencias en la bolsa que llevaría en su huida el día de la coronación si es que no aceptaban la relación entre ambas.

Dobló el pergamino antes de guardarlo en un pequeño cofre donde tenía sus cosas más preciadas, se colocó el collar ocultándolo debajo de su vestido y la capa negra que vestía encima. Subió la capucha ocultando su cabeza debajo de aquella oscuridad antes de salir de la posada escuchando las voces de las personas que hacían un círculo en medio de la aldea, logrando ver de que habían dos hombres peleando y entre ellos pudo reconocer a Uhtred enfrentándose a un hombre que le sacaba por lo menos dos cabezas de altura y pesaba el triple que él pero no era nada serio, formaba parte del entrenamiento o demostración para las tropas que Guthred había solicitado para que peleen por él y lo acompañen en la próxima toma de Eoferwic.

Elysia veía como los aldeanos estaban observando aquel entrenamiento con atención y algunas sonrisas en sus rostros viendo como los hombres se movían ágilmente de un lado a otro mientras los ruidos de la madera chocando y gruñidos en los desplazamientos coordinados de ambos. Notó que Zyphira se encontraba a unos pasos lejos de ellos mientras tenía una espada de madera en cada mano moviéndolo de un lado a otro tratando de equilibrar el peso y manipularlos con agilidad, llevaba así hace unos días y aunque no lo había dicho en palabras, Elysia sabía que la joven se estaba poniendo a prueba a sí misma mejorando sus habilidades para defenderse con armas como una espada.

Sus conocimientos eran básicos aunque había demostrado poder defenderse perfectamente pero no era suficiente, prefería aprender todo lo necesario mientras pudiera al ser consciente de que ella se encontraba completamente sola y nadie más que ella misma podría salvar su vida. Manipular dos espadas podría ser una ventaja como una desventaja, sentía que sería capaz de tener dos armas en su poder aunque los últimos días estaban siendo un completo desafío y tenía más errores que aciertos pero aún así no desistía, no quería.

—¡No cada golpe de espada es una matanza! -Vocifera Uhtred luego de doblegar y vencer a Clapa–. Una matanza es algo que debes crear. Ya sea hombre contra hombre o dentro de un muro de escudos. Todo debajo de la rodilla es vulnerable -Hablaba mientras miraba a su alrededor dirigiéndose hacia los hombres presentes que llegaron de las aldeas aledañas para convertirse en guerreros–. Un golpe en el tobillo no te matará, pero abrirá la puerta. Y la muerte entrará por esa puerta. Así que no hagan lo que Clapa hizo, no se excedan. No hagan un blanco casi la mitad de su cuerpo.

La atención de Uhtred fue captada por movimiento en el ingreso de la aldea donde aparecieron varios jinetes a caballo y de los cuales nadie conocía, probablemente tratándose de más guerreros de no ser por el hecho de que su aspecto no era con exactitud a la de un campesino o de siquiera de un sajón, parecían más daneses y eso activó las alertas en las personas presentes. Elysia vio a aquellos hombres hacerse presentes y giró levemente para ver a Zyphira que se encontraba a unos metros de ella en campo abierto, pausando su entrenamiento con las espadas para centrar su atención en los recién llegados y caminó con cautela hacia donde se encontraba su acompañante.

—Discúlpenme -Habla el hombre que encabezaba el grupo de desconocidos–. Estamos buscando a Uhtred, el comandante del ejército del rey -Uhtred estaba a unos pasos bebiendo agua pero todos se quedaron en silencio mirando al hombre con sospecha. Él desmontó su caballo y sus hombres hicieron lo mismo–. Vinimos a ofrecer nuestras espadas.

—¡Excelente! ¡Excelente! -Aquella hace que Guthred rompa el silencio y de varios pasos hacia el frente con una gran sonrisa–. ¿A quién pertenecen?

—Servimos al conde danés Brynjar -Responde el hombre mientras sus acompañantes se acercan detrás suyo–. Estamos localizados al norte y este de aquí.

—Conozco a Brynjar -Asiente Guthred lentamente–. Bueno, yo soy Guthred, rey de Cumbraland.

—Lord... discúlpeme -Hace una pequeña reverencia hacia él.

—¡No, no, no! Si están aquí para unirse a mí, no hay nada que disculpar.

—¿Brynjar no está con ustedes? -Uhtred se coloca al lado del rey cruzándose de brazos mientras examina a los daneses.

—Mi señor ya es un hombre viejo.

—¿Y por qué los envía aquí?

—Le preocupa que Kjartan tomará su tierra -Contesta el danés ante las interrogantes de Uhtred–. Si el rey está contra Kjartan, entonces estamos con él.

Elysia junto a Zyphira observan aquello entre la multitud aunque podían reconocer la vacilación de Uhtred, la examinación que él hacía con ellos tratando de averiguar si realmente eran personas de confianza y a los cuales podrían aceptar en las filas de la tropa pero el permiso inmediato de Guthred no podía ser puesto en tela de juicio así que tuvieron que darles la bienvenida a los daneses recién llegados.

—¿Serán de confianza? -Elysia le dice por lo bajo a Zyphira, ambas siguen los movimientos de los daneses que se acercan hacia la carreta donde había comida para todos.

—Las dudas flotan alrededor de Uhtred, puedo verlo desde aquí. Y si la burla de rey sigue abriendo las puertas de Cumbraland para cualquiera, las dudas solo incrementarán y con justa razón -Responde Zyphira mientras su respiración va regresando a la normalidad luego de haber estado entrenando. Llevar la capa y la capucha puesta era mucho más incomodo y la hacía entrar en calor pronto así que estaba bastante sofocada–. Solo sé que necesito comer algo y beber agua. Esto es una tortura.

Camina hacia la carreta moviéndose entre las personas. Ve que los daneses ya se encuentran repartiéndose comida entre ellos pero su único objetivo era agarrar una manzana. Uno de ellos extiende su mano para tomar la fruta pero un cuchillo se clava en la manzana antes de que pudiera tomarlo y alejó su mano de inmediato por reflejo con mucha suerte sin que la hoja de metal pudiera cortar su piel. Giró la cabeza notando a una persona que llevaba una capa negra con la capucha alzada y no podía ver bien a la persona debajo pero juzgando su contextura más baja así como una delgada mano pálida, deducía que era una mujer.

—Prioridad para quienes llegaron primero -Zyphira dice debajo de la oscuridad que la capa le brindaba. Su cuchillo se llevó la manzana atravesada por completo mientras la atenta y curiosa mirada del hombre estaba puesta en ella–. Espero que no olviden sus lugares.

Gira la cabeza levemente dejándose ver por un segundo debajo de aquella tenue oscuridad que la capa le brindaba pero la luz del día era bastante fuerte que sus rasgos fueron captados por él con facilidad pero sus ojos verdes fue lo que más destacó en medio de su pálida piel y lo que parecía ser un mechón blanco rebelde que caía por un lado de su rostro. Fue cuestión de un segundo antes de que ella se diera la vuelta y regresara a donde estaba anteriormente aunque fue seguida con la mirada por aquel danés que se quedó confundido e intrigado por aquello, sobre esa misteriosa chica que casi le vuela los dedos.

Zyphira llegó al lado de Elysia entregándole una manzana intacta que tenía a su izquierda mientras que la derecha sostenía la última manzana que había tomado, quitando el cuchillo que la atravesaba antes de darle un mordisco, completamente obviando el hecho de que había llamado la atención de ese desconocido danés.

pay attention 'cause
५🦁★ ASLAN SPEAKS . . .

ayer m atreví a ver Seven Kings
Must Die luego de haberlo pospuesto
por casi un mes creo y fue la peor
decisión de mi vida, estoy depre

pero a pesar de eso: Zyphira y Sihtric mis papis

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