01. evil on earth
CAPITULO UNO. El Mal en la Tierra
✞ ✞ Locación: EOFERWIC, NORTHUMBRIA
✞ ✞ Capítulo NO editado
Habían vagado por los bosques del norte durante dos días, ocultándose entre las hojas de los árboles y los lugares más oscuros como pequeñas cavernas o suficiente espacio donde no pudieran ser encontradas fácilmente. Se alimentaban de agua que lograban ver en el camino en pequeños canales, algunas frutas diversas de los árboles que aún continuaban con vida y peces en las pocas veces en las que se cruzaban con un río grande donde Zyphira podía cazar con la espada.
No habían sido sorprendidas en ningún momento por ningún miembro de Los Mártires ni tampoco de algún danés que estuviera dando vueltas por el territorio. Apenas escuchaban ruidos de voces o caballos, ellas corrían a esconderse donde podían para no ser vistas.
—Lo siento -Dice Elysia, rompiendo con el silencio que se había formado durante varios minutos atrás. Era un nuevo día, se encontraban caminando por el bosque donde esperaban llegar al reino más cercano, según los pronósticos y el conocimiento que Zyphira tenía–. Por todo lo que pasaste mientras estuviste en las celdas. Reconozco que no fue el trato adecuado y, en el nombre de la difunta Suprema Sorenth, me disculpo por todo lo que pasaste.
—Sabes que ya no estamos en el Arcanum, ¿no? -La voz neutral y fría de Zyphira se escuchó luego de unos segundos. Ella llevaba la delantera por unos cuantos pasos debido a que era ella quien sabía a donde se estaban dirigiendo–. Las disculpas y el arrepentimiento en nombre de cualquiera de esas personas no tiene sentido a estas alturas. Ahora solo son cuerpos sin vidas, los cuales realmente no se arrepintieron de lo que me sucedió en su último aliento, ni siquiera pasé por sus cabezas.
Elysia se queda en silencio al escuchar sus palabras. Sabía que Zyphira era una persona realmente especial y eso involucraba su personalidad impredecible como una forma de pensar frívolo y crudo, viendo el lado extremo negativo de la situación pero también la única con los pies en la tierra, sin la necesidad de tener esperanzas ni confiando en las probabilidades de que las cosas buenas pudieran suceder. Era una fiel creyente de los hechos, de la realidad y de lo que se muestra, no de lo que se promete ni de lo que se espera.
Todo lo opuesto a lo que era Elysia.
—Lo sé, pero eso no quita el hecho de que todo eso estuvo mal -Insiste Elysia. Sus manos estaban sobre las telas de la capa que llevaba encima como del vestido que había debajo, levantándolo para no poder pisarlo mientras caminaba–. No fue justo.
—Nada de lo que hicieron fue justo -Ella sisea mientras continua caminando–. Pero nadie me podrá quitar o hacerme olvidar todo eso... ni las disculpas en nombre de los difuntos.
Sí, estar con ella era bastante difícil pero no se iba a dar por vencida. Tenía la necesidad de poder tratar de emendar los errores que los arcanians habían cometido contra Zyphira desde el momento que la trajeron al Arcanum varias semanas atrás antes del ataque. Estaba en su naturaleza poder conciliar la paz, pedir perdón para que las almas puedan vivir tranquilas pero el alma de Zyphira estaba perturbada y marcada por todo lo que sufrió ante una naturaleza que ella no pedía llevar, se le fue otorgada por la decisión divina de Elun y nadie podía cambiar eso.
Los arcanians actuaron con miedo, atacaron a lo desconocido justo como el resto de las personas del exterior y sus cazadores los atacaban a ellos solo que en esa oportunidad era una de los suyos, el otro peso de la balanza que ellos veían como un presagio de desastre y caos.
Continúan caminando por unos largos minutos más hasta que Zyphira se detiene de un momento a otro teniendo su mirada al frente, Elysia la imita mirando entre los árboles gigantes que tenían en el resto del camino pero esa vez era diferente, estaban llegando al final del bosque y dar inicio a lo que parecía ser una aldea. Elysia sonrió al ver que por fin habían encontrado un lugar en el cual puedan comer de verdad y descansar con comodidad.
—Agáchate -Le dice a Elysia rápidamente mientras ella sigue su propio consejo, colocándose de cuclillas detrás de unos arbustos casi al borde del final del bosque mientras miraban la entrada y salida principal del reino.
Elysia sigue su orden colocándose a su lado de cuclillas mientras mira hacia los portones principales la aldea, los cuales se encontraban abiertos dando a saber que probablemente era un lugar que no se encontraba liderado por los daneses y solo había una manera de descubrirlo. Zyphira se levanta de su lugar, sostiene la espada con una mano mientras sigue el camino abriéndose paso entre los arbustos y de inmediato es seguida por Elysia, quien siempre debe estar al pendiente de cada movimiento que la menor hiciera para no perderse o agravar las cosas.
Recorren el camino de tierra que los conduce hacia la entrada de la aldea pero no hizo falta dar muchos pasos para encontrarse con carretas de madera abandonadas durante el resto del camino y algunos cuerpos al lado, sajones de la aldea que fueron asesinados probablemente por daneses. Zyphira se coloca la capucha que tiene la capa oscura que lleva y Elysia la imita, así ambas escondiendo el color de sus cabellos para no meterse en problemas una vez que ingresen a la aldea.
Se acercaron hacia los portones de la aldea que se encontraban totalmente abiertos mostrando el interior pero eso era lo de menos cuando te dabas cuenta de inmediato como colgaban un par de cuerpos en el lado interno de la entrada. Zyphira observó con confusión aquella escena sin dejar de caminar hacia el interior de la aldea mientras Elysia se sentía horrorizada por tal acto terrible e inhumano del cual estaba siendo testigo así como el mal presentimiento del lugar solo con ver el aspecto que tenía antes de entrar por la presencia de tantos muertos, temía de que ellas estuvieran entrando en territorio danés o que las descubrieran, teniendo un final así de trágico como el de esas personas.
Conforme se fueron adentrando en la aldea que era conformada por varias casas hechas de material humilde pero fortificado, se hicieron más claras las voces de hombres vociferando al mismo tiempo. Llegaron hacia el lugar principal donde había una imponente iglesia en esa pequeña plaza pero eso no era lo captó su atención, sino el hecho de que había un hombre amarrado en sus extremidades con una espada en mano y varios hombres a su alrededor burlándose de él o intentando provocarlo para que reaccione con violencia. Había gente concentrada al rededor que gritaban al mismo tiempo y se encontraban contentos de que eso estuviera sucediendo.
—¡Pégale! ¡Pégale! -Se escuchaba de la gente.
Las personas que lo tenían retenido por las sogas en sus extremidades lo golpearon pero el hombre, que Zyphira podía reconocer que era un danés, se defendió golpeando a algunos de los hombres y tirando de la cadena pero aún seguían siendo varios contra él solo por lo que lograron doblegarlo. Elysia veía la escena con su expresión ligeramente contraída siendo testigo de una manera de tortura nunca antes presenciada en su vida, era la primera vez que pasaba y veía la crueldad de las personas del exterior, asustándola pero también cayendo en la realidad de como se desenvolvía el mundo fuera del Arcanum donde estuvo casi toda su vida en esa burbuja.
El hombre que tenían atado cayó al suelo boca abajo. La gente presenta aplaudía y gritaba con ligeros tonos de alegría por su miseria disfrutando de como lo estaban torturando.
—Vamos, hay que aprovechar la distracción -Zyphira le dice a Elysia en voz baja.
La menor se escabulle entre las personas que estaban presentes tomando ventaja de que estaban demasiado ocupados viendo lo que sucedía con el hombre que tenían amarrado. Se acerca a las carrozas y puestos de comida más cercanos para poder tomar algunas frutas así como pedazos de pan sin importar el estado que estuvieran, debía tomar todo lo que pudiera para poder llevárselo ya que no era una opción poder quedarse en ese lugar donde el caos y la violencia estaba reinando, era peligroso para ellas así que debían seguir su camino por el bosque no sin antes tomar algo de comida de verdad para huir.
De pronto, un hombre apareció en medio de todo lo que estaba sucediendo interrumpiendo la tortura pública que estaba sufriendo el danés. Elysia frunció levemente sus cejas al verlo siendo un acto completamente involuntario pero que se dio, analizando cada paso que daba y notando que no se encontraba solo y que tampoco pertenecía a esa aldea, parecía haber llegado hace unos minutos atrás a juzgar por los caballos que estaban cerca.
—¡Se lo ruego, señor! Él será mi salario de un año -Insiste uno de los hombres que estuvo torturando al danés, un cristiano a juzgar por la cruz que llevaba colgando en su cuello.
—Halig, dale a este pedazo de mierda de rata una moneda -El hombre que interrumpió la tortura le dice a uno de sus acompañantes.
—¿Una moneda, señor? ¡Él sería mi salario durante un año!
—¡Ni una palabra más, te lo advierto! -El hombre da unos pasos intimidante hacia el cristiano y alza la voz para que surja efecto, saliendo victorioso porque el cristiano no dijo nada más.
—Oye -Zyphira golpea levemente el hombro de Elysia, quien se gira de inmediato hacia ella saliendo de sus pensamientos y es que se había quedado un largo rato mirando la escena que dejó de reunir comida–. No te distraigas. Debemos irnos antes de que nos vean.
Elysia asiente mientras dispersa sus pensamientos y la atención que le había otorgado al salvador de aquella persona que estaba siendo maltratada. Se concentra ahora en juntar más comida en su bolso que sostenía donde llevaba su ropa hasta que siente una mano en su hombro y el frío borde de algo sobre su garganta que la hizo saltar, sabiendo de que se trataba de un cuchillo.
—Suelta el bolso -Escuchó la voz de un hombre detrás suyo, la persona quien la estaba amenazando–. Ahora.
La mujer se vio en la obligación de soltar el bolso con comida y su ropa, influenciada por el miedo de que algo malo le sucediera. El sonido en seco cuando el bolso cayó ocasionó que Zyphira girara en su lugar para ver lo que sucedía y notó que un hombre tenía a su acompañante amenazada con un cuchillo por lo que ella no duda en dirigir ambas manos hacia la empuñadura de la espada que cargaba.
—Ni se te ocurra -Le dijo el hombre mientras Zyphira tenía sus ojos entrecerrados mirándolo, analizando la situación y si él sería capaz de llegar más lejos de lo que pretendía en ese momento–. Hazlo y le corto la garganta, lo juro -La menor se mantuvo en su lugar, mirando a Elysia quien negó indicándole que no sacara su espada e hiciera caso–. ¡Tenemos saqueadoras!
Las personas que antes estaban entretenidas con la tortura del danés y la repentina interrupción del grupo de afuera, giraron ante el grito del hombre alertando sobre ladrones por lo que ahora ambas chicas fueron descubiertas por todos en la aldea. Dos hombres se apresuraron en acercarse, agarrando de los brazos a Zyphira para evitar que hiciera algo en contra de ellos al ver que tenía una espada con la cual defenderse. La joven gruñó ante la situación, viendo de que se encontraban en problemas y tal vez ese era el fin para ambas.
—¡Deberían pagar! -Se escucha una voz entre el tumulto y las personas de alrededor vociferan estando de acuerdo con la sugerencia de esa persona desconocida.
—¡Hay que cortarles las manos!
Elysia abre los ojos tanto como puede al escuchar esa sugerencia así como el apoyo del resto. Mira a Zyphira como si le estuviera preguntando en silencio lo que deberían hacer para huir de ese lugar pero la joven se mostraba neutra aunque era notable un pequeño destello de resignación ante lo que sea que les fuera a suceder en ese momento a manos de esos aldeanos enfurecidos y a los cuales no les tiembla la mano para ser violentos.
—No, no -Elysia habla, su voz tiembla pero intenta mantenerse firme para poder convencerlos de que la escuchen y traten de entenderla–. Nos disculpamos, ¿si? Solo queríamos un poco de comida, llevamos viajando por días... teníamos hambre -Mira a todos los presentes con desesperación mientras el hombre que la tenía amenazada con el cuchillo desde sus espaldas la arrastra retrocediendo con ella–. Por favor, por favor... sabemos que estuvimos mal, les pedimos disculpas pero no nos hagan daño.
—¡Mentirosa! -Vociferó alguien más entre las personas y el resto apoyó aquello.
Elysia y Zyphira fueron arrastradas por las personas que las sostenían sin saber a exactamente donde llevarlas pero probablemente las encerrarían en otro lugar para así evitar que el grupo de foráneos pudieran evitar sus planes de hacer justicias por sus propias manos. Zyphira intentaba forcejear con ambos hombres pero eran mucho más fuertes que ella, más teniendo en cuenta que no se había alimentado bien en los últimos días y no se encontraba con las energías necesarias para luchar.
Elysia mira a su alrededor viendo como las personas de la aldea la miraba acusadores por haber sido descubierta como una ladrona. Siente temor por lo que le vaya a pasar y que ahora realmente estaba atrapada en problemas. Mira a las personas a su alrededor pero su mirada se levanta un poco más, viendo al hombre que interrumpió la tortura del danés y quien se encontraba en la cima de las escaleras principales que conducían a la iglesia en la pequeña plaza, él también la estaba mirando.
—¡Usted! -Se escuchó una voz en medio de todo y un hombre se abrió paso entre las personas. Subió las escaleras hacia la Iglesia dirigiéndose hacia el otro foráneo y aquello hizo que las personas que se estaban llevando a las mujeres se detuvieran–. ¡Diga su nombre y qué asunto quiere" -No se notaba enojado y fastidiado por la interrupción de la tortura–. Trae la compañía de una monja, pero cada pedazo de usted parece danés.
—Mi asunto es mío y no de un sacerdote -Arremetió el hombre, quien sostenía su espada en una mano
—Él es Uhtred de Bebbanburg, padre -Responde uno de los sacerdotes.
Bebbanburg...
Ese nombre resonó en la cabeza de Elysia pero no lograba recordar exactamente ese lugar. Sentía algo familiar como si realmente supiera algo sobre Bebbanburg pero al mismo tiempo no sabía nada, no recordaba donde pudo haber escuchado sobre ese lugar ni sobre lo que podía significar causando confusión en ella al ver que tenía algo bloqueado en su mente.
—¿Uhtred? -El cristiano del lugar saborea el nombre como si también intentara recordar de donde le resulta conocido ese nombre–. ¿Es "el" Uhtred? ¿El que sirvió al lado de Alfred en Ethandun?
—Ese soy yo -Afirma el hombre que tiene apariencia de danés, quien confirmó llamarse Uhtred.
—¡Alabado sea Dios! ¡Es una señal! -El Padre extendió sus brazos a los lados mientras miraba hacia el cielo donde se encontraba su dios y luego miró a los aldeanos que aún los rodeaban.
—¿Tiene conocimiento de Ethandun?
—No solo sabemos de esa batalla, señor, nos hemos sublevado por ella -Contesta el Padre, quien sube un par de escalones más para acercarse a Uhtred–. Y hace solo unos días, Alfred ha enviado a su propio sacerdote.
—¿Mataron a todos los danés que gobernaban Eoferwic? -Pregunta la mujer del pequeño grupo con el que llegó Uhtred, que al parecer se trataba de una monja.
—Sí -Respondió el padre mirándola–. A todos los que no huyeron -Gira a ver a Uhtred y extiende sus brazos hacia sus lados–. La santa ciudad de Eoferwic les da la bienvenida. Les daremos comida, refugio y las gracias, señor Uhtred -El Padre lo tomó de los hombros mientras el mencionado se mostraba neutral–. Dios lo bendiga.
El Padre lo miró unos segundos antes de girarse para descender las escaleras de la escalera pero su mirada llegó a parar en las dos mujeres que los aldeanos tenían retenidas y frunció levemente sus cejas ante aquella escena, no sabía lo que estaba sucediendo ahí así que se acercó.
—¿Qué sucede aquí? ¿Quiénes son ellas? -Dirige su mirada a ambas mujeres que estaban siendo amenazadas y retenidas por los aldeanos. Llevaban puestas sus capas con capuchas por lo que no era posible poder reconocerlas bien pero se notaba que no pertenecían a Eoferwic y eran foráneas.
—Padre, atrapamos a estas ladronas mientras nos robaban comida -El hombre que llevaba el cuchillo alrededor del cuello de Elysia fue quien habló–. No son de aquí.
El Padre mantuvo sus ojos en ambas mujeres analizándolas, poder ver mucho más allá de lo que se escondía en la sombra parcial que provocaba la capucha que llevaban encima pero no tenía mucho éxito más que notar algunas características de sus rostros. No le brindaban una buena percepción y se acababan de levantar de una rebelión contra los daneses, no iban a permitir que otros extraños ingresen a su hogar aunque se traten de dos mujeres.
—Amárrenlas -Da la orden luego de pensarlo unos segundos pero sin llegar a la solución directa–. Nos ocuparemos de ellas más tarde.
El Padre sigue su camino abriéndose paso entre las personas dejando que los hombres que sostenían a las arcanians, las arrastraran un poco más hasta llegar donde se encontraban un par de postes de madera. Elysia dejó de ser amenazada con el cuchillo y pudo volver a respirar con normalidad, mientras el hombre amarraba sus muñecas en el poste y luego se acerca para amarrar sus tobillos con otra soga. Zyphira era llevada por los mismos dos hombres aunque se unió un tercero para poder amarrarla ya que la joven estaba dispuesta a luchar para liberarse entre gruñidos y forcejeos de su cuerpo pero sin resultado exitoso.
Ambas fueron amarradas a un poste luego de algunos largos segundos en los que tuvieron resultados positivos en lograr amarrar a Zyphira. Estaban sentadas en el suelo mientras las personas a su alrededor las miraban con recelo, curiosidad y algunos otros con enojo por el hecho de haber llegado a robarles, una aldea que se estaba recuperando de la invasión de los daneses. Elysia se sentía intimidada por sus miradas pero también bastante temerosa por sus destinos ahora que estaban siendo cautivas, mientras Zyphira les correspondía a la mirada a las personas que la miraban y apretaba su mandíbula.
—¿Qué haremos ahora? -Elysia le pregunta a Zyphira, quien no se encontraba amarrada tan lejos de ella.
—No moriremos, eso te lo puedo asegurar -Fue la única respuesta que le dio pero fue con certeza, ella no podía sentir que algo así de trágico se acercaba... al menos no pronto.
Elysia desvía la mirada hacia al frente notando que los aldeanos ya se estaban dispersando por Eoferwic para regresar a sus asuntos, incluyendo a Uhtred junto a sus otros dos acompañantes. El hombre de cabellera larga desciende las escaleras de la iglesia sin quitarle la mirada a Elysia, quien estaba amarrada de muñecas y sentada a unos metros. Lo veía con atención, entrecerrando sus ojos tratando de poder escudriñarlo y descubrir la verdad sobre su simple presencia que despertaba cierto conocimiento desconocido en su interior.
El tiempo pasó demasiado lento después de que Elysia perdió de vista a Uhtred y sus acompañantes. Las dos mujeres seguían amarradas en los postes de madera incluso cuando cayó la noche, viendo como los aldeanos de su alrededor pasaban frente a ellas con normalidad aunque algunas personas las miraban de reojo o sin descaro para transmitirles la incomodidad y la falta de confianza que tenían hacia ellas.
La aldea estaba siendo iluminaba por las antorchas que habían en ciertos puntos específicos en medio de la oscuridad. Los aldeanos seguían arrastrando a los daneses que habían tomado como prisioneros, los llevaban por la aldea hacia espacio más privados donde podrían hacerles daño o incluso en ciertos espacios más abiertos como en plena pequeña plaza justo como hicieron anteriormente con el danés antes de que Uhtred interviniera. Por momentos resonaban los gritos y lamentos de aquellos hombres que estaban torturando en diferentes partes de la aldea, causando algunos escalofríos en el cuerpo tenso de Elysia que trataba de mantener la cordura por cada hora que pasaba pero estaba siendo imposible, la incertidumbre y el temor la estaban carcomiendo por dentro.
Zyphira estaba en su lugar mientras su cabeza daba vueltas en las maneras de poder salir de ahí y tenía varias opciones pero hasta el momento nadie con un arma se había acercado para poder atacarlo y así liberarse al cortar las sogas. Luego se encontraba el hecho de que su estomago estaba rugiendo desesperadamente por comer, ya se había acostumbrado a recibir comida y ahora no había nadie quien lo calle aunque podría soportarlo por unas horas más.
La atención de Elysia se dirige hacia el hombre que se aproxima hacia ellas acompañado de cuatro aldeanos. El sacerdote de Eoferwic camina a paso lento pero decidido hacia ellas con sus manos entrelazadas frente suyo, alterna su mirada entre ambas que lo miran con atención aunque con diferentes sentimientos cruzando por sus miradas oscurecidas debido a las sombras de la noche y la capucha que aún llevaban sobre sus cabezas para ocultarse.
—Ahora me ocuparé de ustedes -Resopla levemente–. ¿Quiénes son? ¿Y qué quieren?
—Solo somos viajeras... padre -Elysia dudó un poco en decir lo último pero se debía aferrar a la normalidad entre ellos que desconocía para poder sobrevivir–. Hemos estado caminando por los bosques durante días, solo queríamos algo de comida.
—Sigue sin responder mi pregunta -El hombre ladea su cabeza mientras la mira–. ¿Quiénes son?
Elysia se queda en silencio sin saber exactamente qué responder, no conocía los nombres de las aldeas cercanas ni nada referente al exterior por lo que no había forma de poder mentir. Zyphira analiza a los acompañantes del sacerdote tratando de ver en medio de la oscuridad y la escasa luz de las antorchas, escudriñándolos con la mirada en busca de alguna arma que pudiera servirle para intentar liberarse.
El sacerdote mantiene su mirada entre ambas que permanecen en silencio sin responder su pregunta.
—Quítenles las capuchas -Ordena a sus acompañantes. Zyphira desvía su mirada de los hombres y su objetivo de búsqueda al escuchar eso, se pone en alerta sabiendo que ahora estarían en una enorme desventaja.
—No -Elysia dijo en voz baja mientras ve que los hombres que acompañaban al sacerdote dieron pasos hacia ellas, dispuestos a cumplir con lo que se les ordenó.
El miedo creció en Elysia mientras Zyphira aprovechó la cercanía de los hombres buscando alguna espada o daga entre ellos pero no notó nada aunque tampoco le serviría demasiado, debía tener la suerte de su lado si derriba a uno de los hombres y su arma se encuentra cerca de su alcance. Los hombres se acercaron a ellas, quienes intentaron forcejear para evitar que les quiten las capuchas pero era inútil teniendo en cuenta su situación de estar amarradas de pies y manos.
Les quitaron las capuchas, dejando ver con más claridad sus rostros pero también la notable característica que pretendían esconder y ocasionó que los hombres se sorprendieran al saber de quienes se trataban. Se alejaron de inmediato como si tan solo el hecho de haber tocado la tela de sus capas les hubiera quemado, retrocediendo varios pasos mientras el sacerdote se persignó con una reacción sorprendida así como ligeramente horrorizada de las criaturas que tenía en frente aunque seguían siendo como ellos en carne y hueso.
—Demonios -Murmura el padre sin quitarles la mirada, alternando sus ojos en sus cabellos blancos–. ¿Qué hacen aquí, seres del mal? ¿Vienen a maldecirnos?
—Sólo queríamos comida -Contesta Elysia–. Es verdad que llevamos días vagando por el bosque.
—Padre, sabemos que estos demonios no andan solos -Uno de los hombres que lo acompañaban se dirige hacia el sacerdote que las miraba con su rostro desencajado–. Pueden haber más como ellos esperando en el bosque. Tal vez busquen atacarnos.
—No, no -Elysia niega de inmediato al escuchar sus palabras–. Solo somos nosotras dos. Nuestra gente... ellos ya no existen más, fuimos atacados.
—Es por la voluntad de Dios -Habló el sacerdote mirándola–. Extermina el mal terrenal de nuestro entorno. El deseo de purificar su creación de toda la maldad que el Diablo ha derramado entre nosotros -Las estudia con desprecio sintiendo más pavor al ver de cerca las criaturas que el cristianismo consideraba una abominación y la creación exacta del mal que habitaba entre ellos–. Atenlas en las puertas de lglesia, esta maldad solo será eliminada con fuego.
—¿Qué? -Elysia expresa sorprendida y anonadada por lo que el hombre ordenó.
—Nos quemarán -Zyphira habló por primera vez mientras mantiene sus ojos puestos en el sacerdote que las miraba con miedo. Ella sonríe levemente de lado al ver su reacción ante ellas–. Es lo único que saben hacer ante lo que desconocen, lo que temen o no encuentran una explicación lógica en sus estúpidas escrituras.
El sacerdote mantiene sus ojos en la joven quien no aparta su mirada verdosa de él, queriendo hacerle saber que al menos ella no se doblegaría a lo que sea que tuvieran planeado para deshacerse de ellas, aunque se tratara de la mismísima muerte. No había señal de muerte para Zyphira, por lo que estaba realmente segura de que ambas sobrevivirían por ese momento sin importar que ese cristiano las estuviera sentenciando a una muerte en el fuego.
—Preparen dos postes en las puertas de la Iglesia -Ordena el sacerdote mientras mantiene sus ojos en la mirada desafiante de Zyphira–. Mañana arderán en el nombre de Dios.
Los hombres que tienen en frente se alejan de donde ellas se encontraban sentadas en el suelo ahora expuestas ante todos con las capuchas lejos de sus cabezas, siendo visible su naturaleza que no pasó desapercibida en algunas personas que se encontraban cerca y cubrían sus bocas sorprendidos de verlas, saber que criaturas así habían entrado a su aldea o que realmente existían entre ellos y no eran más una leyenda que se contaba para atemorizar a los niños sajones.
—Nos matarán -Elysia le dice a la joven, quien mantiene su mirada al frente y no parece afectada por lo que estaba ocurriendo–. Nos quemarán vivas, Zyphira.
—No harán nada -Asegura, causando confusión y un poco de consternación al escuchar su seguridad a pesar de que sus vidas estaban corriendo peligro–. No lograrán matarnos.
—¿Escuchaste lo que dijeron? Nos quemarán vivas frente a todos -Le señala con obviedad mientras su voz tiembla un poco debido al miedo que la recorría–. Creo que ahora no tenemos manera de huir de eso... y capaz todavía no puedes sentirlo.
—Yo pensé que tu gente confiaba ciegamente en lo que podía sentir -Ella se burla con ironía y nada de gracia a pesar del contexto en el que se encontraban–. Parece que hicieron todo en vano cuando su Regente no cree en mi.
Elysia resopla frustrada al no obtener algo con lo cual aliviar el miedo que estaba sintiendo en ese momento porque Zyphira estaba demasiado confiada en que sobrevivirían sin importar que los cristianos se vieran demasiado seguros en querer cumplir con sus palabras de quemarlas vivas frente a las puertas de la Iglesia. La joven mantenía sus ojos al frente obviando la manera en como los aldeanos que pasaban cerca o se aproximaban a ellas para verlas más de cerca, se persignaban o no intentaban esconder sus desprecio, su atención estaba puesta en la persona que había salido de la taberna y se detuvo un momento para mirarlas desde la oscuridad tenue por las antorchas.
Las horas pasaron entre silenciosos lamentos de Elysia rogando a Elun para que proteja su alma y pueda llegar con él una vez que su vida se apagara pronto. Zyphira se vio obligada a escuchar sus murmullos durante toda la noche en la que estuvo arrepintiéndose de muchas cosas que dijo e hizo así como pidiéndole a Elun que pudiera tener piedad de ellas, que pudiera salvarlas de la inevitable sentencia de muerte por simplemente existir y llegar ahí en busca de comida.
Había amanecido a pesar que el cielo estaba completamente gris pero la luz del día iluminaba cada espacio de Eoferwic. Las arcanians fueron testigos del proceso de instalación de los postes de madera que el sacerdote había pedido la noche anterior, los colocaron justo frente a las puertas principales de la Iglesia en el espacio donde estuvieron torturando al danés cuando llegaron. Una vez que terminaron con su trabajo, cuatro hombres se acercaron a ellas para poder desatarlas y cambiarlas de lugar, teniendo como objetivo amarrarlas en los nuevos postes.
—Por favor, no lo hagan -Suplica Elysia mientras es obligada a subir las escaleras para poder llegar a donde se encontraban los postes–. Prometemos que si nos liberan, no volverán a vernos.
Sus palabras fueron completamente ignoradas por el hombre que solo cumplía con su deber de poder amarrarla al poste y eso es lo que hizo una vez que llegaron ante el pedazo de madera. Amarró sus muñecas en su espalda contra el poste e hizo lo mismo con sus tobillos, viéndose así inmovilizada por completo pero también estaba siendo expuesta ante los aldeanos, quienes se fueron acumulando a los pies de las escaleras para poder verlas de cerca como ser testigos de la pronta ejecución.
Zyphira también corrió la misma suerte que su acompañante, siendo amarrada de pies y manos contra el poste de madera detrás suyo. Alzó la cabeza sin verse perturbada en ningún momento por lo que estaba por venir para ambas, sus muertes parecía estar muy cerca pero sin embargo, ella seguía confiada en que ese no sería el punto final para sus vidas y es que aún no se manifestaba ninguna sensación en su interior que diera aviso sobre ese inminente destino. Miró al frente notando como los aldeanos se estaban acumulando frente a ellas a esas primeras horas de una mañana gris pero también notó otro movimiento, varios caballos siendo formados a las puertas de la aldea así como una carroza.
Elysia murmura por lo bajo una súplica a Elun, le pedía que pudiera darles la libertad y salvar sus vidas de alguna manera. Sus ojos recorrió cada rostro contraído en temor y desprecio que había entre los espectadores que estaban a la espera de la ejecución pero pudo reconocer el rostro de Uhtred, quien caminaba detrás de toda la multitud acompañado de la monja y el otro chico que al parecer se llamaba Halig, según lo que recordaba cuando intervino en la tortura del danés.
—El día de hoy, hermanos míos, seremos testigo de un acto necesario para poder librar nuestra tierra santa del mal que ha habitado por siglos en la oscuridad, junto a los peores demonios -El sacerdote empieza a hablar en voz alta mientras se abre paso entre los aldeanos dirigiéndose hacia las escaleras para acercarse a las mujeres–. Este es el mal representado en personas como nosotros pero la maldad está plasmado en estos seres diabólicos. Su belleza y sus cabellos exóticos atrajeron por mucho tiempo a los más débiles de nosotros para arrastrarlos hacia los infiernos y traer desgracia a cada lugar que pisaran -El hombre se persigna, siendo seguido por el resto de personas presentes–. Esta mañana, nos libraremos de este mal justo como lo hemos hecho con los daneses.
El pueblo aplaude y vocifera de acuerdo con sus palabras, con cada letra que pronunció.
Uhtred se detuvo a unos metros para ser testigo de lo que estaba por ocurrir aunque realmente fue llamado por algo mayor, el interés que tenía en ambas. Nadie era ajeno a los arcanians, incluso los propios daneses sabían de esas criaturas que vivían escondidas en las profundidades de tierras inglesas pero tenían un significado diferente a lo que los sajones y cristianos conocen. Nunca había visto a alguno de cerca, también creía que era seres de fantasía pero parece que no era así y realmente existían, era lamentable que estuvieran siendo condenadas a la muerte.
Centró sus ojos en Elysia, quien también lo estaba mirando. Notó la angustia y casi desesperación en su rostro producto de lo que estaba por ocurrir en los próximos minutos, reconocía perfectamente el miedo a morir que ella transmitía en sus ojos a pesar de la distancia.
El sacerdote dio la orden y los hombres designados se acercaron con heno en sus manos, colocando lo suficiente a los pies de las mujeres preparando todo antes de iniciar con la lenta y terrible ejecución frente a toda la aldea. Los hombres terminaron de juntar el heno, dejando listo todo para encender el fuego cuando se diera la siguiente orden que estaba por llegar cuando el sacerdote abrió la boca pero apareció alguien por un lado, subiendo las escaleras a paso firme y se acercó a Elysia sacando su daga para cortar la soga de sus muñecas y luego de sus tobillos.
—Uhtred de Bebbanburg, ¿qué estás haciendo? -El sacerdote expresa con sorpresa al ver que liberó a la primera mujer y luego pasó a la más joven para hacer lo mismo–. No puedes hacer eso, estas mujeres están aquí para morir.
—Ahora, yo las libero -Contesta el hombre, cortando la soga que amarraba los tobillos de Zyphira–. No serán un problema para Eoferwic ni para la Iglesia, las llevaré conmigo.
La monja, acompañante de Uhtred se acercó hacia él tomándolo levemente del antebrazo para llamar su atención.
—No entiendes lo que estas criaturas significan -La mujer le dice por lo bajo–. Debes dejar que el sacerdote se encargue de ellas, hará lo correcto.
—Estás no son mujeres, señor Uhtred, son los demonios disfrazados -El sacerdote las señala–. Están entre nosotros solamente para traer maldición para nosotros, perecer todo lo que tocan e incluso el mismo suelo que están pisando. Traen desgracia a la vida de quienes las conozcan, deben ser eliminadas para mantener la paz...
—Creo haber dicho que mi asunto es solo mío y no de un sacerdote -Uhtred lo interrumpe cansado de escucharlo–. Ahora, ellas son mi asunto y yo me encargaré de eso -Dice con seguridad y firmeza tratando de hacerles saber que hablaba en serio. Alterna su mirada entre el sacerdote y la monja, su acompañante, quien no se veía muy convencida de la decisión de él–. Bien, creo que quedó claro. Vamos -Les hizo una señal con su cabeza a las mujeres para que lo siguieran.
Uhtred bajó las escaleras y los aldeanos se abrieron paso de inmediato para dejarlo pasar pero por el miedo de que él ya estuviera maldecido por asumir tener bajo su cargo a esas arcanians que acaba de salvar. Elysia mira a su alrededor con un poco de duda pero termina siguiéndolo, bajando las escaleras y Zyphira también se ve obligada en seguirlos aunque no se encontraba muy feliz de tener que hacerlo, solo esperaba que las liberara y dejara ir para seguir con sus caminos pero ahora parece que deberían acompañarlo a donde vayan.
—No sabes lo que te estás llevando, Uhtred de Bebbanburg -Vocifera el sacerdote–. Esas mujeres son una maldición. No dejarán que prosperes, estarás condenado por el resto de tu vida y atraerán a la muerte.
—Confío en que rezará para la salvación de mi alma, padre -Contesta Uhtred sin dejar de caminar, dirigiéndose hacia el establo más cercano e integrando a un caballo a la fila que se había conformado por sus acompañantes, quienes lo miraban un tanto sorprendidos pero también desencajados por su repentina decisión, especialmente los dos sacerdotes que lo estaban acompañando–. No quiero escuchar ni una sola palabra, ya he tomado una decisión.
Zyphira camina hacia el lugar donde se encontraban las pocas pertenencias que las personas habían logrado quitarles cuando las capturaron. Elysia pudo recuperar su bolso afortunadamente con sus cosas completas aunque fue claro que rebuscaron dentro, solo esperaba que se hayan podido llevar las joyas o plata que llevaba dentro. Ambas caminaron hacia la caravana de caballos y una carrosa que seguiría a Uhtred.
—Aquí -Uhtred les hace una seña a las mujeres para que se subieran al caballo que había traído para que los acompañara. El danés se aleja dejando al caballo ahí mientras se dirige al suyo.
Elysia acompañada de Zyphira caminan hacia el caballo que Uhtred había preparado y añadido para ellas, su mirada azulada se cruza con la mirada curiosa de uno de los sacerdotes que estaban en las filas de Uhtred pero era una mirada diferente a la que un cristiano le daría en esas circunstancias, sus ojos estaban entrecerrados la escudriñaban como si quisiera recordar si la conocía de algún lado aunque ella jamás lo había visto en su vida.
Sin dilatar más lo que estaba sucediendo y sin ganas de perder la oportunidad de irse, Elysia logra subirse al lomo del caballo marrón mientras es seguida por Zyphira, quien se sienta detrás suyo.
—¡Nos vamos! -Uhtred da la orden al subirse a su caballo negro, liderando ese grupo que saldría de Eoferwic.
Los caballos avanzan siguiendo al danés, quien sumó a sus filas a dos personas que no conocía de nada pero había salvado de una muerte inminente por alguna extraña razón que lo empujó a dar un paso al frente para detener esa ejecución. Ahora, ambas lo seguían sin saber a donde exactamente se dirigían pero solo cumplían con lo que su interior les gritaba que hicieran: seguir a donde fuera Uhtred.
pay attention 'cause
५🦁★ ASLAN SPEAKS . . .
hoy amanecí con ganas de actualizar
aquí así que ahí estamos :P yo dije:
"haré capítulos cortos" y ahora es de
los capítulos más largos que he hecho jajaj
"i wanna be saved" es lo que suena en
mi cabeza cuando veo a Uhtred 🫦
no se olviden de comentar y votar,
lo apreciaría mucho <3
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top