Capítulo 1 - Una Sonrisa Real.

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Recapitulación:

En el "Capítulo Anterior" Se nos reveló que existe una forma en el Universo que trabaja en conjunto con el Destino. Ésta llego a la tierra desde una constelación, para cumplir su primera misión como soporte de la humanidad. Su nombre: Satoshi.

Su objetivo es cambiar la perspectiva de la vida que tiene Serena, una joven alterada por la tristeza y que se encuentra al borde del colapso. Una misión complicada desde primer momento, al darnos cuenta que su madre murió recientemente y que toda su vida no es más que un infierno.

(Esta "Recapitulación" Está hecha para dar a recordar los hechos de los capítulos anteriores. Ya que al ser capítulos MUY largos y con grandes intervalos de tiempo, es más fácil que se olvide de que se trataba la historia).

...

Lunes - 6:23 AM - Pueblo Boceto

~| La sonrisa suele ser solo una máscara. Pero, ¿qué pasa cuando esa sonrisa tiene un motivo? ¿Cuándo se vuelve real? |~

El amanecer en los cielos de Pueblo Boceto, actualmente era simplemente aburrido. No existía otra forma para describir el cielo nublado en un extenso gris, mientras minúsculos destellos iluminaban las nubes. Por su parte, Serena parecía dormir plácidamente en su recámara. Las sabanas estaban en el suelo y ella aún se mantenía en posición fetal, mientras su rostro y mejillas poseía manchas secas de lágrimas.

El celular que reposaba en la mesita de noche, empezó a producir un ruido constante, que poco a poco logró hacer que Serena despertara. Con los ojos cerrados y a tientas, logró apagar la alarma de su celular, después de varios tactos en la pantalla.

Talló sus ojos hasta poder abrirlos completamente, ya que estos parecían estar pegados a causa del líquido lagrimal que se había secado en su superficie. Tras ello, se levantó de su cama y a un paso lento se acercó al ventanal que llevaba al balcón. Su mirada se perdió entre las nubes grises, que profetizaban la lluvia que posiblemente caería.

-Serena. -La voz decaída y apenas audible de su abuela le llamaba.

Serena se acercó a la puerta de su habitación y la abrió lentamente, mientras intentaba borrar los rastros de lágrimas secas.

-Bu-Buenos días. -Saludó, en un intento poco factible de fingir felicidad.

-¿Estuviste llorando? -Preguntó la mujer directamente, al ver las manchas en las mejillas de Serena. Acercó su mano al rostro de Serena, tanteando su cachete.

-Estoy bien. -Alejó su rostro levemente, dejando la mano de su abuela en el aire; provocando una sensación amarga en su interior. -Me voy a meter a bañar para ir a la escuela. -Cerró la puerta lentamente, mientras su rostro se asomaba entre el marco.

La mujer suspiró y, con simples resoplidos decaídos, bajó los escalones. Serena recargó su espalda en la puerta, deslizándose lentamente hasta caer en el suelo. Se aferró a sus piernas, mientras hundía su cabeza entre sus rodillas.

Entonces, soltó un suspiro, se levantó con una expresión fría, abrió la maleta rosada que reposaba en el suelo y sacó un conjunto de ropa. Con esto en mano, se dirigió al baño que poseía su cuarto. El ambiente a sus espaldas y la expresión que poseía, eran tan gélidos, que parecía imposible un futuro cálido...

==== Con Satoshi ====

El "chico que cayó del cielo" una vez más había caído, pero ahora de la cama. Y no parecía despertar, incluso aun con el ruido que producía el despertador de su habitación. Pasados unos segundos, la alarma empezó a moverse a causa de la vibración que producía, cayendo en el rostro de Satoshi y terminando con su aparente sueño eterno.

-Ay. -Se quejó, mientras masajeaba su frente.

Agarró el reloj entre sus manos y presionó el botón que cesaba el ruido que producía éste. Miró a su alrededor unos segundos, mientras chasqueaba su boca. Bostezó y luego se levantó, pasaban los segundos y el parecía tomárselo con calma.

-Mmm... -Pronunció, a la vez que rascaba su cabeza -¿Qué se suponía que tenía que hacer? -Sin duda era el epítome de un imbécil.

...

-¡Demonios! -Abrió los ojos en grande, al recordar la razón de su existencia -¿Qué se supone que tengo que hacer? ¿Cómo me voy a acercar a alguien que no conozco?

Se dirigió a su cartera que reposaba sobre la mesa de noche y empezó a sacar todos los papeles que tenía, regando todos sobre la cama. Rápidamente agarró un papel que se encontraba doblado y lo desdoblo hasta revelar una gran cantidad de datos. Mismos que empezó a leer.

-Satoshi Unmei, ajá... Élite de Kalos, ajá... Escuela Media... -Dirigió su mirada al techo durante unos segundos, en completo silencio -¡Escuela! -Y soltó un grito desesperado.

Lanzó el papel a sus espaldas, pegó un salto pasando por arriba de la cama y agarró un conjunto de ropa que le había llegado justo en la mañana. Con un paso rápido y acelerado, lanzó la ropa dentro del pequeño baño, sin importarle su procedencia; era claro quien la mandó. Entró y cerró la puerta.

-¡Ah! -Gritó, otra vez seguido del sonido de una bragueta siendo abierta. -¿¡Qué es esto!? -Pronunció en voz alta, asustado -Ah, es eso... Que susto -Suspiró aliviado y segundos después abrió la regadera.

Afuera de la habitación, la intendenta se alejaba lentamente con pasos leves, caminado a espaldas, mientras mantenía una expresión algo asustada.

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Después de un baño y terminar de cambiarse por completo, agarró su única pertenencia, la cartera, y salió de la habitación, cerrándola con llave.

-¡Buenos Días! -Saludó a la intendenta.

La mujer le regresó el saludo con la mano y se fue apurada. Satoshi hizo una mueca de confusión, pero, al final simplemente siguió su camino a la salida.

-Bueno días, joven Satoshi -Saludó la recepcionista -¿Vas a la escuela? -Preguntó con una sonrisa. Satoshi asintió con la cabeza y cruzó la puerta de cristal quedando frente al pueblo.

-¿Ahora adónde? -Miró a los lados en busca de su destino. «Debí preguntarle donde quedaba la Escuela... Pero creo que eso pudo ser raro»

Por el camino principal vio pasar a una chica de cabellos castaños, con un maletín del instituto en sus manos, por lo cual Satoshi intuyó que sabría donde quedaba el lugar.

-¡Hola, oye! -La chica se sobresaltó al escuchar que alguien gritaba, giró sobre sí y se topó con Satoshi dirigiéndose a ella con rapidez. -Me preguntaba si sabías dónde es...

La chica se quedó quieta, mirando a sus pies. Y, sin previo aviso, colocó sus manos en los hombros de Satoshi y plantó una patada en su entrepierna sin piedad alguna.

-¡Agh! -Se quejó al momento de sentir el dolor que fluctuaba por su entrepierna, mientras se retorcía en el suelo, sujetándose. -¿¡Por qué haces eso!? -Intentó levantarse, pero el golpe lo había desorientado lo suficiente como para marearse.

-¿Qué...? ¿¡Qué es lo que quieres!? -Por más que quisiera aparentar valentía, incluso Satoshi podía sentir miedo en sus palabras.

-Yo... -Suspiró, intentando alejar el dolor -Yo solo quiero saber... -Suspiró nuevamente. -... dónde está la Élite de Kalos. -La chica se acercó con timidez y ayudó a Satoshi a levantarse.

-¡Perdón! -Inclinó su cuerpo en reverencia. -Es que me asustaste, ¡perdón! -Elevó su rostro lentamente. -Me... Me llamó Serena -Tendió su mano con timidez.

Satoshi abrió levemente los ojos, al darse cuenta de que la persona que buscaba estaba frente suyo. Y, ahora que la veía de cerca, notó que su cabello era de un color claro amelado, no castaño.

-No te preocupes. -Limpió su ropa levemente. -Entonces... ¿Sabes dónde queda?

Serena asintió rápidamente con la cabeza, empezando a dar un paso acelerado con el rostro sonrojado

-Qué vergüenza... -Susurró.

-¿Dijiste algo? -Preguntó atrás de ella

-¡Nada!

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Después de caminar frente a un par de casas y salir de pueblo boceto, Serena se detuvo. Ante lo que Satoshi imitó su acción.

-¿Qué estamos esperando? -Preguntó, susurrando cerca de Serena.

-El transporte. -Señaló un autobús amarillo que se presentaba desde la lejanía, bajo las nubes oscuras. -Ya está a punto de llegar.

Un par de gotas cayeron sobre el brazo de Satoshi, provocando que levantara su mirada.

-Va a llover -Murmuró, seguido de eso se subió al transporte. -¿Me puedo sentar conti...? -Fue interrumpido al momento que alguien lo jaló de su brazo, haciendo que se sentará de golpe perdiendo a Serena de su vista.

-¡Hola! -Escucho a su lado. -Nunca te llegué a ver en la escuela... ¿Eres nuevo? -Preguntaba una chica de cabellos azulados.

-Ehh, sí. -Satoshi no sabía qué hacer en esos momentos. -¿Tú eres?

-¡Ay! Disculpa, me apresuré demasiado. -Exclamó dramáticamente con indignación. -Mi nombre es Miette -Pronunció, adornando su rostro con una amplia sonrisa y tendiendo su mano al frente.

Satoshi la estrecho con delicadeza, al mismo tiempo que miraba confuso a Miette. Luego intentó buscar a Serena con la mirada, pero la peli azul se lo impedía, volviéndole a hablar una y otra vez.

==== Con Serena ====

La expresión seca y seria en el rostro de Serena, causaba una sensación gélida a su alrededor. Su mochila estaba a la par suya, mientras ella miraba el paisaje que poco a poco era cubierto por el agua que descendía del cielo. Sus ojos se desviaron del paisaje frente a ella hacía Satoshi, que, desde su perspectiva, parecía pasar un mal momento debido a Miette, que no hacía más que... ser Miette.

La chica bufó, molesta, por alguna razón, que inclusive ella desconocía. Agradecía internamente no tener que pasar más tiempo con la persona que a la que agredió accidentalmente, pero, por alguna razón, volvía a sentir una sensación de vacío. Como si deseara recuperar su compañía.

Ahora que lo pensaba con claridad... No le preguntó su nombre. Y aún que estuviera a unos cuantos asientos de él, la lejanía frente a su perspectiva parecía ser de millas.

-Agh... -Se quejó, tapando su rostro con sus manos, dejando caer su cuerpo sobre el respaldo del asiento. Cerró sus ojos y esperó, una vez más, el inicio de su infierno. Conectó los audífonos a su teléfono y se llevó un auricular al oído derecho.

==Elite de Kalos_Plantel Lumiose==

El camión Escolar hizo su parada final, dejando a todos los estudiantes en la entrada de la institución. Los alumnos bajaban de a puñados, obstruyendo la entrada del autobús. Después de múltiples empujones y gritos, el transporte logro vaciarse en su totalidad. Miette por fin se separaba de Satoshi, dejándolo con una mirada perdida, preguntándose que acaba de pasar.

Serena pasó a la par de Satoshi, ocultando su rostro de éste. La escena de ella pateando su entrepierna, aún pasaba por su mente, y tal vez le atormentaría unos días. Con suerte y no lo volvería a encontrar.

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-No parece ser tan malo al principio, pero tendrán que esforzarse mucho si quieren seguir en este lugar-Alertaba el aparente profesor de clases. -Aún tienen muchas cosas por delante, tienen tiempo para pensar que harán con su vida... -La puerta del salón recibió un par de golpes -¡Adelante! -Gritó a todo pulmón, ensordeciendo a más de un estudiante.

La puerta se desplazó hacia la derecha. Satoshi abrió la puerta, junto a un pedazo de papel en su mano derecha y un maletín aparentemente nuevo con el logo de la escuela, en la otra mano. Mismo que le entrego al profesor.

-Satoshi Unmei... Ajá, traslado... Ajá... Bien. -El profesor agarro a Satoshi por los hombros, arrastrándolo al frente de la clase -Preséntate. -Le ordenó.

Satoshi tragó saliva, aún sin asimilar por completo lo que tenía que hacer, pero simplemente siguió las órdenes.

-Mi nombre es Satoshi Unmei. -Su mirada pasó por el salón, mirando a todos los presentes. -Soy un estudiante de intercambio. Espero y nos llevemos bien. -Terminó con una sonrisa.

-Bien, chico. Puedes sentarte donde quieras. -El profesor señaló a toda el aula, la cual estaba prácticamente vacía -Como notarás, muchos faltaron a causa de la lluvia. -Señaló a la ventana, en la cual se podía apreciar el patio de la escuela lleno de agua -Ve a donde quieras y luego te acomodamos en un lugar libre.

Satoshi, que ya había visto a los pocos presentes del lugar, mantenía un lugar específico en su mente. Acomodó su cabellera que tapaba levemente su vista y se encaminó a uno de los tantos lugares libres. Específicamente, atrás de una chica cuyo cuaderno tapaba su cara, esperando que no le reconociera.

-Hola, Serena. -Saludó a la chica que cubría su rosto con el cuaderno, tocando su espalda.

La chica soltó un grito ahogado que se perdió en la caratula de su cuaderno, bajó levemente el cuadernillo y giró sobre su asiento con timidez.

-H-Hola... Satoshi. -Sus mejillas sonrojadas y su voz tierna generaban una extraña sensación en Satoshi, que solo supo responder con una sonrisa cálida.

-Bueno, son muy pocos alumnos, pero las clases no se pueden detener por eso. -Pronunciaba el profesor con entusiasmo -Satoshi, como eres nuevo... ¿Te parece si te doy un tutor? -Pregunto señalando al azabache.

-Cla... -Una chica al fondo del aula se levantó estrepitosamente y levantó la mano gritando, interrumpiendo a Satoshi.

-Me ofrezco para ser su tutora. -Miette levantaba la mano con euforia.

-Señorita Miette... -Un clásico tono de duda en la voz del profesor. -Me debe un proyecto de bimestre, sus calificaciones rondan por el siete y perdiste tu cuaderno la semana pasada, no entiendo como piensas ayudar al joven Satoshi -Terminó el profesor, sosteniendo una hoja con todos los datos de Miette.

Miette solo se resignó a sentarse en su asiento lentamente, con un aura depresiva a su alrededor, y maldiciendo que el profesor aún se acordara de todo eso.

-Serena... -La chica peli miel despegó la mirada de su cuaderno y miró al profesor con firmeza. -Serás la tutora de Satoshi. -Los ojos de Serena no podían estar más abiertos.

Por un momento, incluso sintió la mirada ardiente de Miette a sus espaldas. No era como si fuera algo nuevo, pero siempre la ponía nerviosa. Rápidamente se levantó de su lugar, recorriendo, con un sonoro rechinido, su silla con sus piernas y alejó.

-¡No! -Rápidamente se resignó al pensar que la mirarían mal. -Bueno sí. Pero, bueno... No es que no quiera... Pero no quiero ser su tutora. -Serena contradecía su propia contradicción, causando más de una cara confusa en el salón.

-¿Me podría decir la razón? Desde mi punto de vista, es la más calificada y en la que confió que puede guiar al joven Satoshi -Pronunciaba el profesor con autoridad y orgullo.

-Sí, bueno, es que... ¿Cómo decirlo? -Serena mordía su labio superior, no es tan fácil decir "Le di una patada en la entrepierna".

-¿Es por la patada en la entrepierna que me diste en la mañana? Ya se me había olvidado. -Tal vez no era tan difícil para Satoshi, que parecía no entender el peso de las palabras.

-Ah, ya veo. -El profesor solo pronunciaba con una mirada perdida, sin poder imaginar por completo el dolor de Satoshi. -Supongo que no hay un problema, si el joven Satoshi no tiene problemas.

La peli negra asintió con la cabeza, feliz, mientras decía: -Me gustaría que Serena fuera mi tutora. -Serena ocultó su rostro entre sus cuadernos, intentando someter la vergüenza que generaba el recuerdo, solo deseaba que el día acabará. Pero faltaban muchas clases.

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Serena caminaba por las instalaciones de la escuela, mientras la lluvia hacia ruido impactando sobre los ya formados charcos de agua, generando un relajante sonido ante los oídos de la chica. Sujetaba su cuaderno contra su pecho con firmeza y suspiraba. El sonido tenue que anunciaba el receso era reproducido por los altavoces de la escuela. Y Serena se encaminó a la cafetería a paso lento, observando el paisaje.

Entró a la cafetería, dejándose llevar por el embriagante olor a chocolate y la calefacción del lugar. Recogió su comida en una charola de plástico, dirigiéndose a la mesa más apartada del lugar.

- ¡Serena! -Escuchó su nombre ser pronunciado por la voz de Satoshi, misma que ya tenía bien grabada desde el incidente de la mañana. Suspiró y se giró hacia el origen de la voz, encontrándose con el susodicho atrás de ella.

- ¿Me puedo sentar contigo? -Preguntó Satoshi con una sonrisa, sosteniendo una bandeja de plástico, con comida, en sus manos.

Serena suspiró, por millonésima vez, y simplemente asintió, ya estaba demasiado cansada para volver a pensar en el incidente de la mañana. Terminó su camino hacia la banca más alejada de todas y deslizó su charola sobre la mesa. Se sentó y sacó su celular mientras empezaba a comer.

Satoshi suspiró y, acompañado por la chica y el relajante sonido de la lluvia impactando contra las paredes, empezó a comer. En su mente formulaba alguna idea para ayudar a Serena, aunque, para ser sincero, a simple vista no parecía tener problemas... Y si fuera completamente nuevo, incluso el pasaría por alto a la chica.

-Suele ser raro -Satoshi se acomodó en su lugar, listo para dar lo mejor de sí- La gente siempre quiere tener atención, la forma en como la obtienen es irrelevante, pero todos al final vivimos por un medio de aprobación y rechazo. -Satoshi dio un sorbo a su chocolate caliente, viendo por el rabillo del ojo como Serena bloqueaba su celular y le ponía atención. -Retos virales, consumismo, amenazas, depresión... -Satoshi dio un mordisco a la pieza de pan en su charola. -La depresión no es juego, es tan serio como un asesinato... Sin embargo, nunca seremos ajenos a aquel o aquella que opte por este medio para obtener la empatía que desea.

-¿Por qué me cuentas esto? -Serena lo miraba confundida y un tanto sospechosa ante el repentino cambio de ambiente de Satoshi.

-... El problema con esto es que se ha perdido la noción de aquello que puede representar a una persona con depresión. Alguien que en realidad es incapaz de ver la luz más allá de la palma de su mano. ¿Sabes cómo es eso? -Giró hacia Serena, ignorando su anterior pregunta.

La chica negó, moviendo la cabeza ligeramente de forma lenta, teniendo una sensación de "Oxidado" en su cuello al girar, una pesadez.

-El problema es que a simple vista podemos concluir que aquellos que demuestran una "Llamativa" Depresión, son farsantes. Curiosamente, también es erróneo. -Serena abrió los ojos levemente. -Aquellos que expresan su desanimo por la existencia no son solo caras necesitadas de atención y aprobación, muchas veces también son almas cansadas de la opresión de un sentimiento que odian y quieren sentirse libres... Ser consciente de que no puedes solo y gritar por ayuda, es normal... Perfectamente humano. -Satoshi se levantó junto con su charola, dejando a Serena perpleja ante sus palabras. -Muchos llegan a ese punto cuando sienten el pender de un hilo... Otros no, viven afanados, el sentimiento los absorbe impidiendo si quiera darse cuenta de que caminan sobre la cuerda floja. O peor aún, creyendo que el ojo público únicamente los juzgaría. -El ambiente presente en esa mesa completamente perdida entre la cafeteria acaba de sumergirse en una pesadez increíblemente densa para Serena en cuanto sintió la mirada directa de Satoshi conectar con la suya. -Este otro caso es particular, debido a que los únicos conscientes de su malestar son ellos... -Satoshi estaba adentrándose a terreno sensible de forma bruta. - Y muchas veces, no son lo suficientemente conscientes.

Satoshi de pie con la charola en su mano, cada milisegundo aflojando más la mirada penetrante que dirigía hacia la chica. Serena, sentada mirando fijamente al chico de pie a su par, con las yemas de sus dedos de ambas manos presionando con extrema fuerza contra los bordes de la charola, como si anhelara deshacerla en pedazos. Ambos en un momento completamente perdido en el tiempo, donde la plenitud era la unica constante y el entorno se disolvía en nada.

-Y... -Una voz autoritaria pero dudosa salía de entre sus labios. - ¿Qué hace tan interesantes a estos últimos? ¿O por qué tanto interés? -Una falsa expresión de interés cubría un espíritu de agonía necesitado de una respuesta útil que al mismo tiempo se esforzaba en no demostrar molestia ante el poco tacto de Satoshi.

-Un médico no puede realizar un diagnóstico sin conocer los síntomas. -El ruido de las personas a su alrededor empezaba a regresar a sus oídos. -Todo ser humano merece vivir, la elección de lo que desearemos hacer con nuestra vida no es más que el resultado de una colección indefinida de sucesos que definen nuestra perspectiva del futuro -Satoshi se giró levemente dando la espalda a Serena para retirarse, pero girando únicamente la cabeza hacia donde ella de forma leve, siendo que ahora la mirada de Serena se clavaba en el suelo. - No creo que debas valorar que "No vale la pena" pedir ayuda, únicamente porque todo lo que has vivido hasta hoy te haya demostrado que así debe ser... La gente que no es consciente de su malestar no siempre es apropósito... Y no siempre es involuntario. 

Satoshi se retiró finalmente, yéndose entre el pasillo secundario que llevaba al patio exterior, mismo donde no había nadie debido al ruido que genera el chocar de la lluvia con dicha estructura y el frio que entraba directamente por ese lugar.

Serena solo miraba el chocolate de la taza entre sus manos, y, pasado un rato, le dio un sorbo con la mirada perdida. Recuerdos amargos invadían su mente...

No necesariamente recuerdos tangibles, ausente de escenarios y de momentos exactos. Únicamente las náuseas de un hedor irreconocible regresaban a su mente, el dolor punzante de su abdomen invadía nuevamente su cuerpo en un escalofrío que recorría desde el punto origen hasta su nuca, y un frio inanimado que brotaba de las palmas de sus manos, incapaz de disiparse por más que aferrara con estas su taza caliente.

Lágrimas brotaban de sus ojos sin darse cuenta, no fue hasta que las personas en la cafetería empezaron a murmurar y reírse, que reaccionó. Rápidamente acomodo la charola, la deposito en la pila común saliendo rápidamente hacia el mismo pasillo donde Satoshi se había ido. 

El chico miraba nervioso su celular, en cuanto vio a la susodicha correr hacia donde el con los ojos devastados en lágrimas que no paraban de salir sintió un vuelco en su corazón relativamente inexplicable. Cuando vio un toque de enojo en su mirada al acercarse más, vivió una extraña alertade peligro que lo puso nervioso. Pero cuando vio la sensibilidad de sus brazos ligeramente alzados que dudaban en levantarse por completo como si no supieran si van a recibir aquello que piden, y ver la lentitud de sus pasos que dudaban de las posibilidades, solo podia sentir que, si no la abrazaba justo en ese momento, el mismo se moriría.

Como nubes de lluvia al borde del colapso, Serena se dejó llevar por el abrazo y liberó todo su llanto en los brazos de Satoshi. No le tenía la confianza suficiente para contarle sus problemas, pero no creía poder aguantar más en ese momento con el dolor justo en su mente.

- ¡No lo quiero! -Gritaba Serena con el rostro sonrojado y las lágrimas recorriendo sus mejillas, sorbió su nariz y siguió llorando y gritando, una y otra vez - Ese maldito regalo de la vida, ¡No lo quiero! Estoy cansada, no hice nada para merecer esto, y no me interesa esperar hasta que la tormenta se calme, no vale la pena... ¡No lo vale! -Golpeaba el pecho de Satoshi con sus puños. 

Eran golpes débiles, a duras penas podían generar alguna reacción en Satoshi, pero no dejaban de resonar en el interior de este las palabras de la chica.

-No puedes afirmar eso con tanta firmeza ciega. -Alejo su pecho de Serena, sujetando los hombros de la chica firmemente mientras la forzaba inconscientemente a mirarlo a los ojos. -No soy nadie en este lugar, no soy nadie para ti, pero solo sé que puedo ver aquello que tu hoy no estás viendo. Dejame ayudarte a que puedas verlo... Por favor.

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Las clases terminaron por ese día, dejando a los estudiantes con únicamente tiempo libre, hasta el próximo amanecer. Serena salía del instituto junto a grandes cantidades de estudiantes, pasaba su mirada por cada persona a su alrededor, en busca de una sola persona. Pasaron los minutos, hasta que el lugar pareció haber quedado completamente vacío.

-Je. -Satoshi liberó un soplido frío en el cuello de Serena, ocasionando que ella diera un salto del susto.

-¡No hagas eso! ¡Idiota! -Gritó completamente asustada, pero levemente más sonrojada siendo su unica reacción empujarlo levemente escondiendo su rostro al lateral.

-¿Buscabas a alguien? -Preguntó, acercando su rostro al de Serena, a la vez que cubría su intimidad con miedo a otro golpe.

Normalmente, Serena se sonrojaría ante la cercanía de sus rostros, pero ciertamente estaba pensando en otras cosas.

-Te buscaba a ti -Acotó Serena con seriedad. -Quiero que me expliques como planeas ayudarme.

-Eres una caja de Sorpresas. -Sonrió Satoshi. -Pareces tener diferentes reacciones a la misma situación, dependiendo de que tan enfocada estés en el problema...

-Deja de hacer eso. -Interrumpió a Satoshi, con una mirada perdida en su rostro -Me irrita.

-¿Te irrita mí condescendencia? -Satoshi empezaba a hacerla desesperar. -Bien, bien... Disculpa, en ocasiones no esta de mas ser irritante -Suspiró y empezó a caminar junto a Serena hacia algún lugar.

El camino que recorrían se resumía simplemente en charcos de agua lodosa y una llovizna poco perceptible, ya que apenas caían gotas.

-He notado que también te mantienes alejado de la gente, ¿sera que tienes alguna especie de ansiedad social? -Pronunció Serena con una mirada burlona.

-Solamente soy de un lugar lejano... -Rascó su mejilla -Y se cuánto tiempo dure aqui, ya sabes. Intercambio. 

-¿Te parece si vamos a tomar un café? Me muero de frío. -Cambio de tema abruptamente pasandose las palabras de Satoshi por el arco del triunfo

Satoshi asintió con su cabeza sin vacilar, tampoco quería hacer mucho énfasis en su muy corta estancia y juntos se dirigieron a la morada acogedora, donde servían el rejuvenecedor néctar caliente.

-¿Desean algo de tomar? -Preguntó una de las meseras del lugar con una cordial sonrisa. -Tenemos la bebida de parejas, un café de doble tamaño con dos pajillas. -Acotó con entusiasmo la chica de tez morena que les atendía.

-No somos pareja. -Pronunció Serena, mientras Satoshi se mantenía al margen únicamente observando a la chica.

«Estoy completamente consciente que siendo la fuerza natural del Destino que eres, incluso para ti la espontaneidad de los humanos te resulta difícil de manejar... Pero esto es cien por ciento apropósitos. Estoy seguro»; Se quejaba Satoshi en sus pensamientos.

-Usted, ¿va a querer algo? -Fue interrumpido por la mirada interrogante de la mesera.

-Eh... Sí, un capuchino, por favor. -Pronunció casi a manera de improvisación, al intentar recordar que era un café.

-¡Bien! -Se retiró la chica, que ostentaba un largo cabello color verde, con una exclamación demasiado entusiasta.

Serena suspiró y con una sonrisa se dirigió a Satoshi. -Ahora, cuéntame tu plan para ayudarme a olvidar este "problema". -Acotó con comillas hechas por sus dedos. -Suponiendo que tengas uno, ya que pediste mi café a llevar.

-Primero... No tengo idea -Resopló con una sonrisa a medias -Segundo, me ayudarás a comprar un teléfono, te recuerdo que soy de un lugar lejano y apenas tenía contacto con la gente... Serás mi guía. -Satoshi simplemente sonrió y se recargó en el respaldo de la silla.

-Que buen plan... -Susurró la chica, con sarcasmo y poco interés evidente

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Las gotas de lluvia impactaban con delicadeza sobre la piel de Serena, que, combinando con su piel, dejaban un tono brilloso. Después de caminar a través de una variedad de calles por la gigantesca ciudad Lumiose, se vieron en el centro de una gigantesca plaza comercial.

Todo el lugar estaba colocado sobre el asfalto. La calma de la zona, el olor relajante de la tierra húmeda circulando. Era algo que pocas veces se podía sentir, entre todo el revuelo y estrés de la ciudad.

-¡Esto es genial! -Exclamó cual niño pequeño, con destellos en sus ojos, pasando su mirada por cada uno de los puestos. -¿Aquí encontraré lo que busco? -Preguntó, pasando su dedo por cada uno de los puestos.

-Cerca de aquí. -Empezó a caminar, con su medio café en mano, adentrándose entre la poca gente del lugar.

Satoshi le seguía el paso sin perder la mirada asombrada que se manifestaba en su rostro. Era curioso, el conocimiento antiguo y actual habitaba en su interior, podía proclamarse un ser sobrenaturalmente inteligente... Pero sentir en persona cada cosa de la vida, le daba una sensación muy grata.

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-¡Gracias! -Pronunciaba el dueño de la tienda, mientras Satoshi salía con su celular en mano y Serena se despedía moviendo la suya.

-Bien, ya tienes tu celular. Y ya visitaste gran parte de la ciudad... Creo que será momento de irnos -Gesticuló, sin ganas de seguir entre la gente de la ciudad.

Odiar estar rodeado de gente, pero detestar estar solo... Uno de los peores dilemas de la humanidad.

(Que conste, no soy un experto en Depresión y solo doy una idea psicológica)

-No seas tan aburrida. -Exclamó Satoshi, sarcástico.

Su plática término al momento de darse cuenta de que, frente a ellos, una gigantesca construcción se alzaba hasta las nubes. Ésta estaba marcada con una leyenda escrita en grande que rezaba: "Museum Celestial".

-Eso es... un museo -Su voz estaba pérdida, junto a su mirada, en la gigantesca estructura frente a ella. Tal vez era una reacción natural, pues le llenaban de tranquilidad los lugares reservados y tranquilos.

-¿Quieres entrar? -Preguntó Satoshi, asomando su cabeza ante la mirada perdida de Serena.

La chica se sonrojó al darse cuenta del tiempo que estuvo mirando la instalación y, ante sus inevitables ganas de entrar, atinó a asentir con la cabeza llena de vergüenza.

-Yo pago. -Sonrió. Serena abrió los ojos al recordar el momento de comprar su celular. Un espectáculo, sin lugar a duda.

====FlashBack====

Después de buscar entre la gigantesca variedad de productos, Satoshi se decidió por uno de los modelos más recientes. Serena no sabía si preguntarle a Satoshi si era consciente del precio del dispositivo. Desde su punto de vista, parecía que Satoshi no sabía el precio del aparato.

-Serían Mil Ciento Cincuenta dólares. -Pronunció la encargada con duda, ver a un adolescente comprando un celular de tal precio. No le daba mucha confianza.

Serena solo pudo sorprenderse ante el precio de tal monstruosidad tecnológica. Cosa que, la chica que los atendía notó.

-Mira, si no tienes para pagar este teléfono no hay problema, puedes comprar otro o volver en otro momen... -Fue interrumpida al momento que Satoshi tendió un puñado de papeles verdes mal doblados.

-No se cuanto sea, pero espero y sea suficiente. -Contestó con una sonrisa inocente, sin ser consciente de lo que hacía.

-Satoshi viene de otro lugar, así que probablemente no entienda el precio, yo lo puedo ayudar a pagar la cantidad corre... -Serena se quedó callada, al identificar las cantidades que se asomaban en los extremos de estos papeles.

Un silencio se formó entre los presentes, la encargada miraba fijamente los billetes en busca de alguna falsificación. Serena se había quedado completamente muda y Satoshi solo las miraba confuso. El chico había dado el dinero suficiente para pagar el teléfono móvil... Incluso le sobraba.

-Satoshi -Serena le susurró. -¿Dónde conseguiste todo ese dinero? -Preguntó una vez que la chica recogió los billetes para seguir con la compra. -¿Evades impuestos o algo así? -Comento más asombrada que preocupada.

-¿Éstos? -Abrió su cartera, misma que mostraba una alucinante cantidad de dinero, Serena rápidamente le escondió la billetera y lo miró con reproche.

-Tienes que tener cuidado, eso es mucho dinero -Susurró, mirando a los lados con exageración. -Guarda eso y compra ya tu celular.

====Fin FlashBack====

-Yo pago esta vez. -Aclaró, al fin y al cabo, el pasaje no era tan caro, así no tendría que buscar una cantidad "exacta", entre los billetes de Satoshi.

Una vez dentro, el lugar se expandía completamente, dando la sensación de ser un lugar amplio y relajado. Ahí había personas admirando las esculturas, pinturas, murales y todo lo que parecía guardar un gran pasado histórico. Un pedazo de historia se encontraba ahí. Se escuchaban comentarios de todo tipo. Desde un:

"Que hermosa pintura, expresa totalmente los sentimientos que debió sentir el pintor en esos momentos."

Hasta un:

"Y pensar que la primera vez que entré a un museo, fue para robar una roca azul, y ahora soy el guardia."

Satoshi miraba curioso hacia todos lados, era un lugar tranquilo, con un silencio considerable y un ambiente agradable. Serena parecía emocionada, era curioso. Desde pequeña se vio fascinada por el arte, sin importar que tipo de arte fuera. Fuera danza, pintura, escultura; eso no importaba.

Lo que le gustaba de tales actividades, era el poder expresarse a través de ellas. Poder sentir las emociones plasmadas en una pintura, expresarse con una sonrisa y felicidad en un baile, tallar una escultura con el filo de sus sentimientos; todo eso le fascinaba. Desde pequeña se sintió curiosa por el mundo, curiosa por aprender, curiosa por creer. Creer que la vida es buena.

Pero con el tiempo, los gustos mueren, igual que otras cosas, los pasatiempos se van y las obligaciones llegan. La realidad te golpea tan fuerte que dudas poder levantarte. Pierdes la esperanza de tu vida y dejas de creer en ti. Actualmente, Serena no es más que una máscara. Tallada para expresar una única sensación sin importar los cambios. Una expresión que nunca ha sido, ni será, real...

-Hay una excursión por el Museo, hay que ir. -Satoshi podía tener una memoria pésima o poco sentido común. Pero era más perceptible de lo que aparentaba, dándose cuenta inmediatamente del momento en el que el ambiente se había tensado.

Desde su punto de vista, no era difícil saber cuándo Serena empezaba a pensar más de lo que debía. Así que simplemente la sujetó firmemente de su mano derecha y con un paso, ni apresurado ni tranquilo, la llevó hacia un grupo de personas que esperaban las órdenes para avanzar y recorrer el museo.

La chica, sonreía de lado con una felicidad falsa, enmascarada, mientras que Satoshi miraba a cada lado del lugar. Para Serena, tener a Satoshi enfrenté de ella era curioso, eran polos completamente opuestos. El chico portaba una sonrisa inocente, incluso confundible con inmadura. Mientras que Serena simplemente optaba por la neutralidad.

Él era amigable, ella era reservada.

Él era increíble, ella era aburrida.

En su mente, empezaba a formular toda clase ideas, todas con un mismo pensamiento por delante: "¿Por qué desea ayudarme tanto?, ¿Que vio en mí?".

Sus dedos fríos se deslizaban lentamente del agarre de Satoshi, su mente se envolvía en un enjambre de pensamientos negativos y palabras hirientes que se dirigía a sí misma, de manera inconsciente. Su mente parecía querer colapsar. Estaba al borde del abismo.

Sus labios se separaban levemente, sus ojos se humedecían mientras sus piernas empezaban a temblar, ante el miedo al que ella misma se sometía. Su cabeza generaba ruidos molestos, que solo le hacían sentirse peor. Sentía que en cualquier momento colapsaría. Podía sentir las lágrimas al borde de sus ojos, listas para salir sin importar el público.

Cerró sus ojos, y por su mente solo cruzó un pensamiento: «Que más da». Un pensamiento único que tiraba todo a la basura... «Al final de todo, no tengo nada que perder. No tengo dignidad... No tengo vida... No tengo nada».

Estaba lista para liberar su llanto una vez más, y dejarse colapsar ante la desesperación, pero, entonces, todo desapareció de una forma tan irreal que se vio obligada a abrir los ojos. Satoshi la tenía entre sus brazos, abrazándola firmemente y sobando la cabeza de Serena con su mano derecha. La chica parecía querer protestar, pero la sensación gélida de sus sentimientos no le permitía ni abrir la boca.

-No necesito que digas nada. -Susurró Satoshi, con una voz tranquila y relajada. -Solo que me escuches.

Serena levantó la mirada, con los ojos brillosos, su expresión estaba implorando por ayuda de manera silenciosa.

-Eres... increíble, alguien capaz de entrar a una escuela de élite con solo conocimiento... Tal vez pienses que no sirves para nada, o que toda tu vida no tiene sentido... -Serena prestaba total atención a las palabras de Satoshi, que cada vez la atracaban más profundamente. -... Pero no resumas tu vida con solo lo malo... Tienes tantas virtudes opacadas por la sombra de tus inseguridades, la vida no se acabará con un frasco de pastillas... Se acabará con una sonrisa después de los problemas.

Con sus manos, Satoshi limpió las lágrimas que se habían escapado de los ojos de Serena, y pasó delicadamente su palma por la mejilla de Serena. Provocándole un leve sonrojo.

-Vamos con los demás. -Señaló al grupo que empezaba a caminar por el museo junto a un guía. -Es algo que no disfrutarás, a menos que lo pruebes. -Sonrió ampliamente.

Serena aún se mantenía en una especie de shock, más eso no le impidió asentir con la cabeza, junto a una mirada perdida. Sus pensamientos se enfocaban en la sonrisa de Satoshi...

¿Algún día lograría sonreír con esa felicidad?

.

.

.

...

-Bienvenidos al "Museum Celestial". -Exclamó, con los brazos alzados, una joven de tés pálida. -Hoy seré su guía en este lugar, síganme, por favor. -Empezó a caminar, dirigiéndose a un pasillo lleno de objetos y piezas de arte.

El grupo de personas atrás de ella, la seguía mientras miraban curiosos cada una de las piezas.

-Esta roca de aquí, es proveniente de un meteorito que se estrelló en la Región de Hoenn. -Señaló un pedazo de piedra con forma triangular.

-¿Que tiene de especial? -Preguntó Satoshi curioso, sin importarle el resto de la excursión.

-Ehh... Esta piedra mantuvo su forma de triángulo incluso después del impacto, se estima que esta roca está hecha de un material desconocido que se había colado dentro el meteoro. -Pronunció con argullo de su aparente conocimiento. -Sigamos. -Volvió a avanzar a las siguientes demostraciones.

-Satoshi, no debes interrumpir a la chica. -Le recriminó Serena, cual madre molesta.

-Eres muy bipolar, antes estabas triste y ahora me regañas. -Y como era de esperarse... ignoró el regaño.

El recorrido por el museo era extenso, Serena miraba con atención la mayoría de las piezas y, en ocasiones, su rostro se veía tiernamente iluminado por la sensación de sorpresa que algunas de las exposiciones le causaban. Era un chica reservada y tranquila, pocas cosas le apasionaban. Ella era simplemente una chica inteligente... Una linda chica inteligente.

-Para finalizar, esta es la exposición especial del día. -Anunció la chica de ojos como esmeraldas. -Mitológica, específicamente... El Hilo Rojo. -Acotó de forma delicada y con sencillez, dejando con expectación a los presentes.

Curiosamente, Satoshi empezaba a poner atención, se podía considerar un experto en la materia... Vivía con el causante de tal fenómeno.

-El Hilo Rojo, también conocido como el Hilo Rojo del Destino... -La chica mantenía una hebra de estambre rojo entre sus dedos. -La mitología antigua del Oriente, la creencia de la unión de las almas gemelas... Dioses antiguos sujetaron hebras del Hilo Rojo a los meñiques de las personas, mismas que estarían destinadas a conocerse sin importar el lugar, la hora, las circunstancias o la fecha. -Tambores resonaban en el lugar como efecto temático. -El hilo puede estrujarse, tensarse e incluso enredarse... Pero nunca se romperá.

-Se considera que el Destino es el causante de tales encuentros... Y sin importar que tan difícil sea la conexión, siempre se mantendrá el hilo. -La chica enredaba completamente la hebra en su mano. -El destino es la fuerza más poderosa del Universo, en el ámbito mitológico...

-Es un inútil. -«Tiene que mandar a un chiquillo a arreglar lo que él no puede»; Resguardó lo último en su mente.

-¡Ejem! ¿Disculpa? -La chica ya empezaba a estresarse, no era la primera vez que la interrumpía o le llevaba la contra. -¿Quieres decirnos algo? -Preguntó, cual maestra usando una sanción clásica.

-Ehh... Bueno... -Pero, nuevamente, Satoshi no captó la idea. -El Destino controla el orden de los hechos para que las personas destinadas a encontrarse lleguen a su camino. Y siempre es necesaria ayuda del exterior... Amigos, familiares, etcétera. -Satoshi empezaba a ganarse la atención de los presentes. -Pero existen casos que están lejos del control del Hilo Rojo... Personas destinadas a grandes futuros o a hacer algo importante, pero en ocasiones... Para llegar a ese destino, se necesita de sufrimiento...

-Entonces... Dices que el Destino es cruel por hacer que personas pasen cosas malas para... ¿Hacer algo grande? -La chica sobaba su frente con los dedos de su mano, algo tensa.

-Yo no dije que fuera cruel, lo que quiero hacer entender... Es que el Destino conoce lo mejor para cada uno de nosotros... Los griegos decían que era imposible contradecir el Destino. Pero luego nos hablaban de semidioses que someten su destino, predicho por oráculos, y salían victoriosos... ¿Qué te asegura que el destino no tenía previsto un desacuerdo? ¿¡Qué no te asegura que realmente el propósito que quiere darte es uno más allá del que realmente crees conocer!? -Satoshi elevaba los brazos en alto, mientras alzaba su voz llamando la atención de todos. -No puedes negarte al Destino, porque él sabe que lo que realmente debe pasar... Y, aun así, es un inútil. -Sonrió sarcásticamente. -Necesita la ayuda de medios exteriores para actuar, como que una persona que llegue a la vida de otra, para guiarla por el camino destinado... Porque no siempre entenderás las señales, curiosamente eso también lo maneja el destino... Las personas que conoces, las circunstancias, todo. Y eso que solo estábamos hablando del Hilo Rojo...

Se formaron unos largos segundos de silencio, en los cuales Satoshi aún mantenía la mirada en alto, mientras la chica lo miraba con seriedad.

-Deberían de retirarse con nosotros -Un par de guardias de seguridad se habíana cercado lentamente mientras Satoshi daba su discurso.

-¿Cómo respaldas esa información? -Los guardias se detuvieron al escuchar las palabras de la chica. -¿¡En que te basas para decir que el Destino usa a otras personas para ayudar a otras!? -Por alguna razón, la chica había alzado la voz. -¿¡Por qué usaría a alguien para dañarte más!? -Sus ojos esmeraldas estaban casi al borde del llanto.

-Dañar a otros, alguien que te quiere no te hace daño... Se ve obligado a hacerlo. -La chica abría los ojos ante las palabras. -¿En qué me respaldo? En la felicidad que sientes cuando ayudas a alguien... Porque, ¿sabes qué?, al ayudar a esa persona, hiciste algo bien... Eso es ser usado por el Destino... Ayudar a quien lo necesita más que nadie -Los guardias se acercaba sigilosamente, a espaldas de Satoshi -Ahora te dejo yo una pregunta... ¿Por qué no perdonar a aquellos que nos hicieron daño? ¿No somos nosotros los que mantenemos al recelo al final? Te lo dejo ahí... -Satoshi se agachó rápidamente, esquivando a uno de los guardias que habían saltado arriba de él.

-¡EY! -Gritaron.

-Nos vamos, Serena. -Satoshi agarró la mano de la chica, ella rápidamente reaccionó y empezó a correr junto a Satoshi.

Saltaron sobre un par de esculturas, sin romper nada exitosamente, salieron por la puerta trasera del museo y entraron al establecimiento de al lado.

-Perdón por... -Satoshi respiraba agitadamente, cansado de correr. -... Arruinar el paseo por el museo, espero y me perdones. -Sonrió de forma simple.

-Esta... -Suspiró, tomando aire -... Bien... Fue, muy certero lo que dijiste. Es casi como... si te identificaras en esta situación -Miró a la oscuridad a su alrededor. -¿Qué es este lugar? -Preguntó en un susurro.

-No lo sé. -Se acercó a un par de cortinas, al momento de abrirlas, se vio envuelto por una gran cantidad de luces de neón y ruidos de máquinas -Es... ¡un arcade! -Expresó con la felicidad de un niño pequeño.

-¿Un arcade? -Serena había escuchado de esos, eran lugares con videojuegos, comida y muchas personas. Lugares donde llegabas con amigos a pasar el rato y a divertirte... Pero como no tenía nada parecido, nunca fue a un arcade.

-Cierto, ¿nunca fuiste a uno no? No importa, yo tampoco, así que estaremos en la misma condición. -Los dos entraron al lugar, encontrándose frente a una gran cantidad de máquinas de todo tipo.

-Este... No creo que sea una buena idea. -Susurró Serena, con miedo. -Tal vez debería volver a casa, se está haciendo tarde.

-Pero ya avisaste que llegarías tarde, por favor... -Le suplico Satoshi, juntando sus manos frente a su cabeza. -Dale una oportunidad a la vida que tienes por delante.

Serena dudó unos segundos, poco conocía a Satoshi, pero le había prometido que le ayudaría en sus problemas... Ya estaba ahi... Total, no tenía nada más que perder.

-Está bien... -Pronunció resignada.

-Escoge el juego. -Satoshi tendió su mano ante todo el lugar, dejándolo ante la vista dudosa de Serena.

-¿Yo? -Recibió un asentamiento de parte de Satoshi. -Eh... No sé mucho de esto, pero supongo que éste está bien. -Señaló un juego con una estación grande y dos armas de plástico conectadas a una pantalla.

-Uhhh, es un buen juego. Espero y tengas buenos reflejos. -Se acercó a la máquina e insertó un par de monedas doradas con el nombre "Arcade" tallado en éstas. -Agarra tu arma y prepárate.

Serena se acercó rápidamente y descolgó el arma de plástico, sujetándola contra su pecho.

-¿¡Qué debo hacer!? -Gritó al ver la cuenta regresiva del diez al cero.

-Dispararle a todo lo que se mueva. -La cuenta llegó a cero. -No te preocupes, yo te cubro.

-¡Bien! -Serena sacó coraje de sus adentros. -¡Un alíen! -Empezó a disparar a todos lados, perdiendo el coraje ya reunido, sin acertar un solo tiro a la bestia en la pantalla. Por suerte, Satoshi "lo mató" antes de que le hiciera daño en el juego. -Esto es más difícil de lo que parece. -Sus ojos giraban en espirales.

-No importa. -Sonrió. -No importa si no ganas, la razón de estos Juegos es divertirte, ¿no?

-Eh, claro... -Serena sonreía con un sonrojo en su rostro, regresando su mirada a la pantalla. -¡Vamooos! -Gritó, cual proclamación de guerra, alzando su arma en alto.

.

.

.

...

Es increíble como pasa el tiempo cuando te diviertes, pero más increíble era que incluso después de más de dos horas de puros juegos, comida y diversión, la cartera de Satoshi siguiera llena.

-Eso fue muy divertido. -Serena se estiraba al momento de salir por las puertas del arcade.

-Y que lo digas... -Sonrió él, mientras miraba fijamente una caja plástica entre sus manos.

-¿Qué es eso? -Le preguntó Serena al ver el pequeño aparato desgastado en las manos de Satoshi.

-Una Consola de antigua generación, venía con un juego. -Levantó un pequeño cartucho de color amarillo entre sus manos.

-¿Eso aún sirve? Espera, ¿dónde lo conseguiste? -Preguntó Serena nuevamente, al notar que no había ningún premio así en el arcade.

-Me lo dio una chica de pelo azul, a cambio de uno de esos papeles verdes que no me dejas usar solo. -Sonrió, mientras encendía el aparato e iniciaba el juego.

-Supongo que te sobran de esos "papeles verdes", así que ya no diré nada. -Serena dirigió su mirada al cielo, notando, entonces, que el Sol ya estaba casi escondiéndose al costado. Sacó su celular del bolsillo, para comprobar la hora. -Son las Seis con treinta.

-Me llamo Satoshi, ¡mi aventura está a punto de empezar! -Levantó su mano derecha, mientras presionaba los botones del aparato sin prestarle atención a Serena. -Esa es una ratita amarilla muy poderosa, la quiero. -Exclamó pegando su dedo a la pantalla.

-Ya deja eso, debemos volver ya. Mañana tenemos clases. -Reclamó a Satoshi.

-Está bien. -Guardó la consola en el maletín de su escuela. -Solo que antes de llegar a Pueblo Boceto, quiero ir a un lugar. -Empezó a caminar hacia la parada de autobús más cercano -Nos bajaremos dos paradas antes, -Sonrió de lado, mientras se recargaba en el poste de la parada.

-Bien... Pero que sea rápido. -Se detuvo a la par suya, esperando el autobús. -Satoshi... -Llamó su atención. -Cuando estábamos en el museo, hablaste como si conocieras todo sobre el Destino... Lo tachaste de inútil y luego lo hiciste ver más grande de lo que nos decían. -Río levemente -Pero, parecías conocer demasiado sobre el tema... Incluso hablaste como si supieras que esa chica tenía problemas, ¿cómo lo sabías?

-Las personas se revelan de manera sencilla con todo lo que hacen... Lenguaje corporal, preguntas... Siempre existe algo que los delata... -El autobús se veía a la lejanía, estaba llegando a la parada. -Todo lo que te plantee sobre la "Depresión" en la cafeteria, no es más que uno de los miles de casos posibles... Pero hablaremos de eso en un rato. -El autobús se detuvo en frente de ellos -Vamos.

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.

.

...

El Sol aún se mantenía levemente en el cielo, dejando un color naranja en él. Éste ya estaba completamente despejado. Serena y Satoshi se bajaron del bus un par de paradas antes de llegar a Pueblo Boceto, quedándose entre lo que parecía una ciudad cercana y el camino. Satoshi le sujetó la mano con delicadeza y, con una sonrisa tranquila, empezó a caminar subiendo las colinas de los costados.

-¿A dónde vamos? -Serena empezaba a desconfiar del entorno que se formaba en ese lugar solitario, así que empezó a intentar soltarse del agarre de Satoshi.

-Tranquila, no soy un depravado, de todos modos, ya me dejaste demasiado dañado abajo como para que intente algo más allá de lo normal. -río por lo bajo, con la mirada perdida. -Vamos... -Satoshi subió completamente la colina, tendiéndole después la mano a Serena.

Ésta dudo unos segundos, pero al final cedió. Sujetó la mano de Satoshi y con su ayuda subió la colina. Atravesaron el frondoso bosque que confinaba el lugar y empezaron a caminar. A lo lejos, se veía el cráter que había dejado Satoshi el día anterior, pero Serena no lo vio.

Después de caminar un buen rato, llegaron a lo que parecían las faldas de una pequeña montaña. Y en la punta la montaña, se apreciaba un árbol gigante, específicamente un sauce. Juntos subieron el monte de césped, llegando al tronco del árbol que se alzaba imponente ante los cielos.

-Llegamos a tiempo. -Señaló Satoshi, sonriendo, para luego dirigir su vista al frente de la montaña.

Serena giro sobre sí y levantó la mirada con lentitud, entre más alzaba la vista, más se maravillaba. El paisaje ante ella era gigantesco, las ciudades cercanas se divisaban desde las alturas, mientras que el extenso paisaje de césped se alzaba sin problemas.

El Sol se ocultaba completamente, dejando que el naranja se viera consumido por el azul oscuro del cielo y los astros lejanos. Las estrellas adornaban completamente el cielo, pero, sin duda, la Luna en un estado menguante parecía tomar su atención a pesar de no estar completa.

Serena miraba el cuadro ante ella, con la vista pérdida y el resplandor de la Luna en sus ojos. Extendió su mano al cielo, queriendo sujetar la Luna con su mano. Sonrió con los ojos cerrados y dejó caer su mano lentamente.

-Es hermoso... -Sonrió, viendo el brillo de cada una de las estrellas. Una de las pocas sonrisas que expresaban felicidad verídica.

-Sí que lo es. -Satoshi se recostó junto al tronco del gigantesco árbol -Hace rato te dije que no todos sufren igual. -Serena se acercó a él, sentándose a su lado. -El mundo es algo maravilloso, lleno de miles de millones de personas, y todas ellas con personalidades diferentes. -Estiró su mano hacia las estrellas. -Es imposible generalizar la depresión y decir el cómo se finge o el cómo no, quienes la viven más que otros, o quienes la tienen y quienes no.

-Tú vienes a ayudarme... Vuelvo a preguntar, ¿cómo piensas hacerlo? -Cuestionó, confusa.

-Mira nuevamente y piénsalo. -Susurró.

//

Todas las palabras que dices no encajan para nada con tu personalidad, todo lo que dices parece tener poco sentido para mí.

Levanto mi mirada hacia el cielo, los astros cubren nuestra vista con hermosas constelaciones.

El árbol a nuestras espaldas trasmite una sensación cálida.

Sonríes y me miras, sueltas frases carentes de sentido, pero que logran liberar una carcajada de mis adentros.

La Luna se refleja ante nuestros ojos y puedo jurar que veo el brillo de la vida en los tuyos.

Me veo tan reflejada como un espejo en tus ojos, y frente a los ellos me miro vacía... Lo único que soy capaz de divisar, es el silencio y agonía en mi interior.

Pero en algún punto de mi vista...

-Es... Como si algo fuera diferente -Susurro, mirando hacia el cielo nuevamente -Mi mente intenta recordar esos momentos malos y dolorosos... Pero por alguna razón... -Sonrío de lado, con una sensación de humedad en mis ojos. -Vienen recuerdos de hoy... Solo hoy.

-Y dime... ¿Qué recuerdos te agradan más? -Me pregunta Satoshi con delicadeza, sin liberarme de mi trance.

-Estos... -Siento una lágrima solitaria surcar mi mejilla derecha. -Creo recordar que alguna vez tuve este sentimiento... -Susurro, intentando recordar algo más lejano que mis desgracias, algo mucho más lejos. -Esta sensación, me invadía a diario antes de mis problemas, esta sensación es nostálgica... Creo recordarla.

Te miro, me sonríes sin decir nada y regresas tu mirada al cielo, pareces tranquilo. Como si te relajaras, ¿conseguiste tu objetivo acaso?

Las lágrimas que ahora surcan mi rostro son cálidas, esta vez no duelen... Esta vez me reconfortan ante el sonido seco de mi respiración. Esto, con que esto es ser feliz...

-Me... Me agrada...

-Y a mí... -Me sonríes y te regreso el gesto con otra sonrisa. Una que no tuve que filtrar.

.

.

.

...

//

Serena y Satoshi regresaron a Pueblo Boceto después de unos minutos. Satoshi se despidió de Serena y tomaron caminos separados. Pero, al darse cuenta de que la lejanía entre ellos no era tanta, solo un par de cuadras, el decidió acompañarla hasta su morada. Después de dejar a Serena en su casa, Satoshi regresó al Hotel.

-Buenas noches. -Le saludó la mujer de cabello rosado.

-Buenas noches. -Le regresó el saludo y entró en su habitación.

El día terminaba nuevamente, y Satoshi solo se dejó caer sobre su cama para que a los pocos segundos se quedará completamente dormido.

Lunes - 11:38 PM - Pueblo Boceto.

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Lunes - 11:39 PM - Ciudad Lumiose.

-¡Ya llegué! -Exclamaba una chica de aparentes dieciocho años, de cabello rubio y de ojos esmeraldas, mientras ingresaba a lo que parecía un departamento.

-¡Hola Lillie! -Exclamó una chica peli verde, aparentemente de su misma edad.

-Bienvenida. -Acotó mientras comía de su plato, una peli azul de la misma edad.

-¿Como te fue hoy, Mallow? -Pregunto Lillie, sentándose en el sofá notoriamente cansada.

-Bien. -Se formó una sonrisa en el rostro de la chica peli verde -Aunque hoy confundí a unos estudiantes y creí que eran pareja, jeje... -Se río por lo bajo.

-Ya veo. -Río a la par -¿Y a ti, Lana?

La chica peli azul despegó la mirada de su plato y se levantó, buscando algo en su bolsillo.

-Un tipo me cambio la Game Boy que compré en el mercado... -Levantó dos billetes de 100 Dólares. -Y me la dio a cambio de un "Papel Verde"... Qué raro, jaja... -Se río, mientras pasaba su mano por su cabeza.

-No debes estafar a las personas, Lana -Le recriminó con una sonrisa. -Pues creo que les fue mejor que a mí. -Susurró.

-¿Que te pasó hoy? -Preguntaron las dos chicas, acercándose a Lillie.

-Estaba dando la exposición en el museo y un chico me interrumpía todo el rato, al final me término llevando la contra en plena presentación estelar y dio un argumento mucho mejor que el mío. -Suspiró -Pero, realmente no creo que fuera tan malo.

-¿De qué hablas? -Pregunto Mallow.

-Nada en específico. -Suspiro largamente. -Voy a hacer una llamada. -Se retiró de la sala, ingresando a una habitación y cerró la puerta.

Inmediatamente las dos chicas pegaron la oreja a la puerta y escucharon el ruido del pitido de cada una de las teclas del teléfono de Lillie. Después de unos segundos, la llamada fue recibida y Lillie se había quedado completamente quieta sin hacer ruido.

-¿Bueno? ¿¡Lillie!? -Lo que parecía duda al principio, se convirtió en emoción al final, de parte del otro lado de la línea. Lillie suspiró y acercó el teléfono a su oído.

-Hola, papá. -Saludó. -Hace tiempo que no hablamos... Sí, varios años... ¿Mi llamada? Bueno... -Dudo unos segundos ante lo que pensaba decir, pero al final cedió. -Yo... Llamaba para, pedir perdón. -Murmuró. -Me fui de casa enojada contigo y mamá... Y realmente lo lamen... ¿Eh? Sí, estoy en Kalos... Con Mallow y Lana... Eh si... Estamos bien. Pasaron unos segundos en silencio. -¿Estás seguro de eso? ¿Por qué te disculpas? No, no, está bien... Fue mi culpa.

Mallow despegó el oído de la puerta y tocó el hombro de Lana, llamando su atención.

-Esto no nos concierne. -Sonrió. -Estará bien... No sé qué le habrá pasado hoy, pero creo que, sobre todo, le fue bien -Regresaron a la sala en silencio.

Después de varios minutos, Lillie salió de la habitación, con manchas secas de lágrimas en su rostro y se acercó a las chicas.

-Hoy... Le marque a mi familia... -Pronunció por lo bajo. -Resulta que no era la única arrepentida... Aceptaron mi decisión de vivir en Kalos... Y creo que se arregló.

-¡Qué bien! -Gritaron las dos chicas, con felicidad desbordante abrazando a Lillie.

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El mundo gira constantemente, sin detenerse un solo segundo... Vivir en el remordimiento y la ira no hace bien.

Nos quedamos atrás, no avanzamos. Nos perdemos en un callejón sin salida.

Si vives en la soledad de tu vida o en la ira de tus problemas. Te hundes en la desesperación, y no avanzas.

Pero siempre hay algo que te hace salir... No estás solo, tienes familia, amigos... Personas que ven por ti. Y están para ti.

Personas que el destino tiene a tu par, para ayudarte a que mejores, y para que aprendas a ayudar a otros. Porque solo se necesita una cosa.

Solo se necesita una sonrisa real, para ser feliz.

Es algo más que solo causalidad.

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- 9485 Palabras - Ahora son más, jeje. Mas que el borrador original.

|Me siento satisfecho|

Les deje unas cuantas referencias que de seguro notaron, espero y las encuentren. En su mayoría son de Hoenn o solo de Pokémon en general. La parte que escribí de Lillie, Lulu (Mallow) y Lana no tiene ninguna relevancia a futuro, es más como un ejemplo de la influencia que se tiene en las vidas de otros... Nada más :3

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