SIMILITUDES

Al fin, mis pies tomaron contacto con la tierra y empecé a sentirme más tranquila.

Miré a Jack, que ya tenía su apariencia humana y me preguntaba si él ya sabía que yo lo sabía.

Él sonreía.

—¿Por qué me miras de esa forma?

—J-Jack..., tú eres la bestia que ellos buscan, ¿verdad? —conseguí preguntar.

No necesitaba saber su respuesta, yo ya la sabía, pero quería que saliera de su boca y llegara a mis oídos en primera persona.

Entonces él agarró mi brazo y me obligó a sentarme junto a él en el frío césped.

—¿Eres consciente de la pregunta que acabas de formularme?

Le miré a los ojos.
¿Cómo no iba a ser consciente? Sus preciosos ojos color claro habían sido la primera clave desde el comienzo; siempre lo había dudado cuando miraba hacia las puertas de su alma, eran los mismos ojos. Y por otra parte, había recuperado parte de mi memoria.

—Soy tan consciente como lo fui cuando te prometí que seríamos amigos —respondí con sinceridad.

Jack abrió sus ojos más de lo común. Lo había captado.

—¿Eso quiere decir que lo recuerdas todo? —preguntó con un brillo especial en sus ojos.

Sonreí y afirmé con la cabeza.

—Desde el primer momento en el que nos conocimos hasta... Bueno, no recuerdo el último —dije, arrugando mi entrecejo por la duda, intentando recordar.

Me llevé mis manos a mi cabeza, frustrada por no poder recordar tanto como quisiera. Si bien es cierto que había hecho un gran esfuerzo por recordar varias cosas, tampoco era cierto que lo recordaba todo al cien por ciento. Y me dolía, me dolía demasiado. Estaba tan cerca...

—¡Mierda, Jack, realmente no recuerdo nada! —lloriqueé.

Sentí unas manos envolver mi tenso cuerpo, y me atrajeron hacia un cuerpo cálido, haciéndome sentir un poco menos culpable.

—No es tu culpa, Elena. A veces, ni yo mismo recuerdo qué hice ayer. Pienso que no debes hacer tanto esfuerzo en tu cabecita —opinó, dando un suave golpe al casco de mi cabeza—. Todo viene a su tiempo, y si tal vez tardas años en recuperarlos, no importa, lo importante son los buenos recuerdos que puedas recolectar ahora, y saber quién eres. Eres una persona fuerte, y eso es algo que me gusta. Y aunque sé que no lo necesitas, siempre estaré a tu disposición cuanto desees; hicimos esa promesa, esa promesa que sí recuerdas, ¿está bien?

Las palabras de Jack me reconfortaban bastante. Nunca nadie había pensado que yo podría ser una persona fuerte, ni siquiera yo misma. Lo cierto era que toda mi vida había tratado de serlo, pero a los ojos de mi madre sólo he sido una niña con un problema mental irreparable, la cual necesitaba toda la atención de un mayor para mi propio cuidado. Como una muñeca de porcelana que podría romperse al tocarla, y así me he sentido todo este tiempo... Todo este tiempo, hasta que conocí a Jack. Él me daba una fuerza inexplicable, y por él haría lo inexplicable también.

—Gracias Jack, gracias de corazón —dije, ahogando mis lágrimas mientras él acariciaba mi cabeza.

Nos quedamos así por un prolongado tiempo hasta que el Sol empezó a esconderse. Lo cierto era que no quería marcharme, quería seguir así para siempre, pero por infortunio no podía ser como deseaba.

Jack caminaba junto a mí en silencio de camino a casa, hasta que lo rompió.

—¿Te encuentras mejor? —preguntó.

Levanté mi cabeza y redondí que sí.
No sabía qué me estaba ocurriendo. Cuando miraba a sus ojos, ya no se sentía como antes. Me ponían realmente nerviosa sin razón. Esta vez, me encontraba bastante incómoda a su lado, y eso me frustraba, porque deseaba no sentirme así a su lado.

—Te noto extraña, ¿estás segura de que te sientes bien? —insistió.

Tragué saliva con fuerza.

—Nunca había estado mejor —tartamudeé, fingiendo una sonrisa.

No lo entendía, me sentía bien, pero a la vez quería huir de allí.

Entonces Jack agarró mi mano, y sentí náuseas. ¿Qué me estaba ocurriendo?

—No te preocupes, Elena, todo va a salir bien, confía en mí —declaró, apretando el agarre.

Hacía calor en aquél momento, mucha calor. Puse mi mano en la frente. ¡Estaba ardiendo!

—Jack. Jack, no me encuentro bien... —confesé, dejando de caminar.

—¿Cómo que no te encuentras bien? —preguntó preocupado, posicionándose frente a mí.

—Tengo calor, y mi estómago me molesta. Sobretodo cuando me das la mano —respondí, desenlazando nuestras manos.

—¿Cómo dices? A ver, ¿podrías describirme ese sentimiento de malestar en tu estómago?

—P-pues... Es algo muy molesto, es... ¿Cómo lo describiría? Es...

—¿Cómo mariposas revoloteando, tal vez? —rió.

—¿Qué? ¿Qué sin sentido es ese? ¿Cómo puedo saber cómo se sienten unas mariposas en mi estómago? ¡No hay manera!

Jack no paraba de sonreír. No entendía qué le estaba haciendo tanta gracia en esta situación. No era justo que yo sufriera mientras él tan sólo se lo pasaba bien.

—Enserio, Jack, esto es grave —insistí.

—No te preocupes, Elena, esto es más común de lo que imaginas —respondió.

—¿Cómo lo sabes?

—Oh, es que soy médico.

—No tiene gracia.

—Primero, tengo que cerciorarme de si estoy en lo cierto con estos síntomas. Responde sí o no a estas pruebas, ¿está bien?

¿Podría ser verdad que Jack era médico, o seguía burlándose de mí?

—Está bien, como sea.

—¿Preparada? A ver, ¿te sientes nerviosa si agarro tu mano? —preguntó, haciendo lo que decía.

—¿Eh? S-sí.

—¿Y si me acerco a ti, sientes ese malestar en tu estómago, acompañado de... "fiebre"?

—J-Jack, qué...

—El diagnóstico dice que... estás enamorada de mí —y tras decir aquello, me besó—. Creo que te lo habré pegado, porque a mí me ocurre lo mismo cuando estoy contigo. Por cierto, no tiene cura.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top