CUENTO
Nixon apretaba con más fuerza su agarre hacia mí.
-¿Qué haces aquí sola y a esta hora? -preguntó más irritado que preocupado.
Intentaba deshacerme del agarre, pero eso tan sólo hacía que apretase más aún. Comenzaba a hacerme daño.
-¡Suéltame! -pedí con un nudo en la garganta.
Él tiró de mí hacia sí con brusquedad.
-¿El hecho de que estés aquí tiene algo que ver con la bestia? -preguntó cerca de mi rostro.
Nunca le había visto tan malhumorado, incluso empezaba a asustarme. Quería salir huyendo, pero él no me dejaba. Alcé mi mirada hacia sus ojos, éstos parecían que iban a salir de sus cuencas; tenía el rostro de una persona chiflada. Estaba obsesionado con aquella criatura, pero yo jamás diría una palabra de lo que ahora sé.
De repente, una sombra bajó de un árbol y se interpuso entre nosotros, haciendo que Nixon soltase mi brazo.
-No está bien hablarle así a una señorita, sir Nixon, ¿dónde dejó sus modales? -dijo aquella voz que sonaba tan familiar.
Esta persona agarraba mi cintura. Miré su rostro para saber quién era, y mis ojos se abrieron con sorpresa. Era Jack. ¿Qué se suponía que hacía él aquí? ¿Acaso también sabía que la criatura solía estar por aquí en la noche?
-¡Está muy claro lo que está ocurriendo aquí! Ambos sois compinches para ocultar a la criatura, y os reunís aquí, a esta hora. ¿De verdad estáis a favor de ese monstruo? Quien está del lado del malvado, se convierte en malvado -declaró Nixon, mientras desenvainaba su espada rápidamente, apuntando con la punta de la misma al cuello de Jack.
Asustada, apreté su brazo mientras escondía mi rostro en el pecho de él.
-¿Y qué harás? ¿Matarme? -rió-Tal vez aquí el monstruo seas tú. Somos gente inocente, porque no tienes pruebas en contra nuestra. Tú y tu «debo quedar bien ante el pueblo»... ¿Qué pensará el pueblo de ti cuando descubra que mataste a dos personas inocentes, entre ellas a una menor de edad? -habló Jack, muy seguro de sus palabras.
La espada que apuntaba al chico de cabellos largos y oscuros empezaba a temblar. Nixon la guardó y empezó a sonreír.
-No sé si es que eres muy valiente o muy confiado. De todas formas, no pensaba acabar con vuestras denigrantes vidas. Soy un hombre justo, por si todavía no os había quedado claro. Y os recuerdo una cosa que es segura: acabaré con ese monstruo y mostraré su cabeza. Hasta entonces, os vigilaré de cerca -declaró sir Nixon antes de marcharse con su caballo.
Alcé mi vista de nuevo a Jack. Él me miró sonriente. Entonces, me percaté de la cercanía de nuestros cuerpos y me alejé de él. Mi rostro estaba ardiendo, sentía demasiada vergüenza.
-Voy a acompañarte a casa -dijo él.
-No lo necesito -respondí sin mirarle.
-Me preocupa que estés por aquí sin la supervisión de alguien más. Venga, no muerdo -insistió.
En aquél momento, él había sonreído. Aquella sonrisa no la olvidaría en siglos. No sólo porque era una mezcla de alegría y maldad, sino por sus colmillos. Tenía unos colmillos largos y afilados. La gran pregunta era: ¿por qué no me asustaba? ¿Por qué, aún así después de haber visto eso, dejé que me acompañara a casa? Sentía que era una sonrisa que ya había visto, a la cual ya le tenía confianza. Y eso... me producía escalofríos. ¿Será que yo había conocido a Jack en alguna ocasión, antes de perder la memoria?
✖✖✖
Era por la tarde, y mi madre me había mandado a hacer la compra diaria del pan.
Mientras caminaba de vuelta a casa, empecé a escuchar a una mujer, que al parecer era una cuentacuentos.
-...así que hoy les traigo una historia de lo más hermosa, que he estado escuchando por el sur... -decía ella, mientras yo me acercaba a escuchar.
Habían muchos niños y mayores al rededor de aquella cuentacuentos. Todos parecían escuchar atentos las palabras de esa mujer.
-Todo comienza con una familia real, que vivía en plena comodidad económica -empezó a narrar-. Por desdichas de la vida, la familia tuvo que mudarse al campo, dejando sus lujos atrás. Esta familia estaba compuesta por un hombre, quien era la figura paterna, y seis hijos: tres varones y tres muchachas. Las dos hermanas mayores no dejaban de quejarse de su extinta vida de lujos, y odiaban a su hermana menor llamada Bella por ser más hermosa que ellas y por haberse acostumbrado mejor a la vida de campo.
»El padre, que era un mercader, recibe una noticia sobre que su barco mercante acababa de llegar a puerto y ve que esa puede ser una nueva oportunidad para recuperar su fortuna. Sin embargo la embarcación es requisada por los recolectores de impuestos para pagar sus deudas.
»En el camino de vuelta a casa, se pierde y termina en un castillo donde se le provee de comida y una cama. A la mañana siguiente ve el desayuno hecho y lo toma alegre creyendo que son actos de una hada buena. Alegre, va hacia el jardín y toma una rosa para su hija Bella, por lo que la bestia aparece y le dice que él ha estado abusando de su hospitalidad, por lo que debe permanecer como prisionero en el castillo.
»Bella, al enterarse de la noticia, opta por tomar el lugar de su pobre padre como prisionera. Aunque ella se pasa el día completo sola, explorando la biblioteca, por la noche debe cenar con la bestia, quien le propone matrimonio, que es lo que él necesita para seguir vivo, el cual le conlleva a mantener relaciones sexuales con ella, pero siempre acaba rechazándolo.
»A la hora de dormir, ella sueña con un hombre ideal, que le promete amor eterno, pero está atrapado así que Bella se dedica a buscarlo por los pasillos.
»El tiempo transcurre, y aunque Bella pudo ver el buen lado de la bestia y consigue enamorarse de ella, regresa a su casa pues añora a su familia. Además, la bestia le regaló un baúl lleno de riquezas, por lo que la muchacha se siente mal, y echa de menos al desconocido de sus sueños pues fuera del castillo no consigue soñar con él. Sus hermanas odian la llegada de la menor, debido a que sus maridos quedan ciegos por su belleza. Bella tambien pide consejo a su padre, quien cuenta cómo es la bestia para con ella, y éste le dice que si le trata tan bien y es tan buen hombre, debería casarse con él.
»Bella vuelve al castillo después de dos meses más tarde, decidida a casarse con él, no sólo porque su padre se lo había aconsejado, sino porque comprendió que en realidad le amaba, pero la bestia se encontraba moribunda. Ella no quería que un hombre tan bondadoso acabase muerto, por lo que cuando le vuelve a pedir matrimonio, ella acepta.
»Bella se va a dormir, asustada por lo que le espera, pero la bestia no hizo nada excepto dormir en la cama. Cuando la chica despierta, ve que la bestia que dormía a su lado era nada más y nada menos que el apuesto desconocido protagonista de sus sueños.
»La moraleja, pequeños y no tan pequeños, es que a una persona se le ama por el corazón y no por la apariencia -terminó diciendo la cuentacuentos.
[N.A: a los niños de la Edad Moderna se le podía hablar de sexo, tortura, etc, con total normalidad. Ellos, aunque eran niños, tenían tareas de adulto y escuchaba cosas como esas a pesar de la edad]
Alegre tras haber escuchado un cuento nuevo -pues la mayoría se habían marchado desde mi amnesia-, regresaba a casa alegre, hasta que me topé de nuevo con Jack. ¿Se podía saber por qué demonios siempre me lo encontraba en cualquier lugar?
Él me miraba divertido. ¿Dónde encontraba la gracia?
-¿Qué es tan gracioso? -le pregunté.
-Que tú eres muy bella y yo soy muy bestia.
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