Capítulo 79



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En primera instancia, la sorpresa y el desconcierto fue paralizante, imposible de asimilar. Los sentimientos de incredulidad dieron paso a una mezcla intensa de esperanza y confusión, mientras mi mente luchaba por comprender la realidad de lo que estaba presenciando.

El corazón se aceleró, creando una sensación de presión en el pecho, y la respiración se volvió irregular, como si el simple acto de verla desafiara las leyes mismas de la naturaleza. Mi mente se debatía entre aceptar la evidencia visual y aferrarse al concepto anterior de la pérdida. Incluso me resultaba más creíble la idea de que nunca hubiera logrado salir de ese laboratorio.

Al final, la sorpresa también desencadenó una cascada de preguntas, dudas y recuerdos entrelazados. Ver a una persona que se supone que yacía muerta abrió una grieta en el tejido de la realidad, desencadenando una montaña rusa emocional.

Ella estaba aquí, tangible y real, compartiendo el mismo espacio que ese hombre.

La mujer que se asemejaba a la imagen que yacía en mis recuerdos nublados, como la figura materna, lucía ahora un poco más delgada y marcada por los surcos del tiempo. Su belleza, sin embargo, persistía con una gracia que parecía haber madurado con los años. Las arrugas que ahora danzaban en su rostro narraban historias de experiencias vividas, y de momentos que dejaron huellas indelebles.

Aunque el peso de los años se posaba sobre sus hombros, su mirada aún mantenía la chispa de la juventud y la sabiduría acumulada a lo largo del tiempo. La mujer que contemplaba ahora no solo era una imagen de la maternidad que recordaba, sino también un retrato vivo de la resiliencia y la gracia que florecían incluso en los terrenos más desafiantes de la existencia.

—Ah. —El suspiro de Nikolai me sacó de mis pensamientos. Lucía mejor de lo esperado después de haber recibido un disparo en el hombro, y una herida en la pierna—. Vamos, no te quedes callada, o llamará a la CIA.

—Están de nuestro lado ahora. —Cada palabra pronunciada por ella enviaba escalofríos a través de mis terminaciones nerviosas.

Incluso en sus movimientos más sutiles, aguardaba, como si cada gesto pudiera abrir un abismo en el suelo, engullendo a alguno de los presentes y devolviéndome a la cruda realidad. Una en la que estaba seguro, esta persona no se encontraba más. Sin embargo, nada de eso sucedió y comprendí que era hora de recobrar la compostura.

¿Era esto a lo que se refería Oliver cuando insistió en que me asegurara de volver a los Estados Unidos? Mencionó que debía comprobarlo por mí mismo, y tenía razón; de lo contrario, nunca lo hubiera creído.

—¿Fue así que el informe del componente acabó en sus manos? —pregunté, fijando la mirada en ella—. ¿Es así, "Doctora Ese"?

—Como esperaba del hijo de una brillante científica. Supe lo que hiciste con el laboratorio de la famiglia, bien hecho. Eso es muy propio de mí. —Nikolai se encontraba cargado de ironía cuando elevó los pies sobre el escritorio y se inclinó hacia atrás, observando de reojo la trayectoria de los mellizos.

Por un lado, Méi permaneció junto a Samantha, en el extremo opuesto a mi posición, y simultáneamente vigilaba el pasillo a nuestras espaldas.

Por el contrario, Xiao no apartaba la mirada de Nikolai, como un lobo alerta, listo para morder en caso de que decidiera levantarse de la silla. Incluso la mirada de Roman y sus hombres viajaba entre las dos personas que teníamos delante.

—Era la única manera. —Las palabras de mi madre sonaron igual que una disculpa sincera. Continuó acercándose de a poco, y deteniéndose indecisa, como si dudara sobre cuál sería mi reacción al final.

Yo tampoco entendía lo que sentía. Por un lado, esa persona me había regalado los mejores años de mi vida y; sin embargo, todo eso se entrelazaba con los últimos recuerdos que tenía de ella, originando el caos.

—Puedes hacer algo mejor que eso —le insistió Nikolai, y la forma en que lo miró a continuación, me dejó claro un detalle importante: no existía ningún tipo de relación cercana entre ambos en la actualidad.

—Ya pareces estar al tanto de lo que desarrollé; de ese componente. Nikolai fue la persona que me ayudó a escapar del laboratorio en Italia hace treinta y seis años. —Pareció odiar tener que admitirlo, mientras que, por otro lado, ese hombre esbozó una media sonrisa, como si le resultara gracioso e insoportable.

Lo había descifrado en este momento, pero también fue solo una suposición. Quizá habría sido mejor si me hubiera equivocado.

Al examinarla con detenimiento, encontré una conexión con lo que leí en los reportes de Rizzo.

Aunque yo contaba con un nombre, el apellido de mi madre, que se vio eclipsado por el de ese hombre, era Saravia. Y no muchos lo recordaban o lo tenían en cuenta al mencionarme.

Por otro lado, también tendría más sentido que Nikolai se hubiera hecho con ese informe de esta manera.

—Trabajaban para Serpente. —Fue la primera vez que Samantha intervino, y cuando mi madre la miró, sus ojos se suavizaron, tal y como recordaba, con la misma ternura. A diferencia de él, que parecía aborrecerlo todo.

Eran igual que la cal y la arena, opuestos en plenitud.

—Me entregué al desarrollo de lo que creía era una vacuna para el laboratorio Nostra Vita en Toscana. La base de la investigación que me brindaron estaba vinculada a mantener vivo un bacilo en el alcohol. Resultó ser una bacteria delicada. Su supervivencia dependía de condiciones precisas de acidez, temperatura, luz, humedad y ventilación. Tras desentrañar su secreto, descubrí que su hábitat ideal residía en la uva, y que la maceración ofrecía el escenario perfecto para su desarrollo.

» Fue durante mi estancia en Italia que conocí a Nikolai de visita en un museo, y nuestra relación avanzó a medida que él transportaba uvas desde el viñedo en el que trabajaba hasta el laboratorio. Después de algunos meses, observé con inquietud la posibilidad de contaminación bacteriana en el vino. Esta revelación alteraría mi perspectiva, ya que ese no era mi propósito. Sin embargo, había individuos en ese mismo laboratorio que estaban evaluando cada intento fallido que yo descartaba, mezclándolo con alcohol etílico. Por mi parte, buscaba que fuera resistente al etanol, o al isopropílico, no hacia algo que se ingiriera. Debí haberme detenido en ese instante. Sin embargo, cuando lo volví a intentar a través de ese tipo de sustancia química orgánica, esta vez conseguí que las bacterias se reprodujeran. Fue mediante un procedimiento similar al trasiego del vino, pero no podía simplemente dejarlo ser. Su destino no era el consumo. Aunque no presentara un riesgo mortal inmediato, podría enfermar a cualquiera que lo ingiriera con frecuencia, hasta acabar con su vida. Lo más preocupante era que esta bacteria podía pasar desapercibida. Así que tomé la decisión de llevármelo a la tumba, de ser posible.

En sus ojos, fui consciente de cuánto le preocupaba esa situación, incluso ahora.

» La verdad se había desplegado ante mí: Nostra Vita no buscaba elaborar vacunas, sino enfermedades, adoptando un enfoque maestro de la mafia farmacéutica. Descubrí que en ese lugar, creaban la enfermedad y, posteriormente, su posible cura. Y de no lograrse, intentaban contenerla con medicina alternativa que, al mismo tiempo, era capaz de enfermar en otros sentidos. De esta forma, enriquecían la industria farmacéutica al volverla dependiente de la población. No es nada nuevo. La famiglia ha sido contratada por tantas corporaciones de renombre debido a situaciones similares. Incluso cuando se ven amenazadas por otras entidades. Por esto son inmunes a la ley, ya que también hay gobiernos corruptos, o simplemente empresarios avariciosos, que los respaldan. Por mi parte, no tenía idea de que Giovanni, mi profesor de la universidad, se encontraría involucrado con esa gente. Fui muy ingenua al dejarme convencer.

—Así fue como acabé enredándome con esa mujer —concluyó Nikolai.

—No te pedí que me ayudaras a escapar.

—Tomaste algo que era mío.

—No sabía que te ocultabas detrás. Hubiera sido prudente de tu parte revisar bajo la llanta; de ese modo, te habría aplastado con el camión en lugar de arrastrarte conmigo.

—¿Problemas maritales? —intercedió Xiao con hastío, todavía sin apartar la mirada de ese hombre.

—Jamás estuvimos casados —aclaró ella.

—El informe del componente que Moretti desea recuperar, es todo el procedimiento para cultivar estas bacterias —razoné—. ¿Dónde se encuentra ahora?

—No lo sé. Nikolai lo escondió poco después de falsificar mi muerte, y se niega a decirme. —Su explicación se derramó sobre mí, igual que un cubo de agua fría. No era capaz de comprender cómo podía ser posible.

—Te vi morir —recordé.

Contempló el suelo durante breves instantes, y luchó para volver a mirarme.

—Cuando llegamos a Nueva York, descubrí que estaba embarazada. Me hubiera gustado que fuera en mejores términos; después de todo, acababa de conocer el tipo de monstruo que era él en realidad. —Ni siquiera lo miró, pero supe que se refería a Nikolai—. Además, ninguno de nosotros tenía documentos. Tampoco podíamos exponernos. Seis años más tarde, cuando Serpente finalmente rastreó nuestro paradero y tú eras tan pequeño, se me ocurrió la idea de orquestar la falsificación de mi muerte, entonces quizá podrían dejarnos de buscar, pero las cosas se salieron de control. No pensé en la posibilidad de que nos vieras. Te abalanzaste sobre él y casi te mata.

—¿Qué? —Lo que decía, no tenía sentido para mí. Después de todo, en mis recuerdos, no había podido hacer nada para salvarla.

—Siempre fue alguien muy violento. Pero esa vez, te lanzaste sobre él con lo primero que hallaste en la cocina.

—No debiste intentar apuñalarme, hijo. —Que me llamara así, incluso ahora, se sentía desagradable.

—Te empujó tan fuerte que el armario que estaba detrás... —Le costó seguir hablando, así que prefirió saltarse los detalles—. Por nuestra situación, no podía llevarte a un hospital. Así que hice todo lo que me fue posible en ese sótano.

Cerré los ojos. Sus palabras y mis recuerdos se convirtieron en lo más parecido a un dolor de cabeza. Confusos. Tan vívidos y lejanos al mismo tiempo, que cuando volví a despegar los párpados, me encontré atrapado en medio de un devastador huracán.

—Recuerdo el olor de tu cuerpo al descomponerse.

—Ay, no —susurró, su rostro de pronto pálido por mis palabras. Parecía a punto de echarse a llorar—. Lo siento tanto.

En vez de aliviar, su disculpa resultó molesta.

En silencio, dio los últimos pasos hacia mí para alcanzarme. Pero acabé retrocediendo antes de que me tocara, llevando a Samantha conmigo. Ni siquiera yo esperaba esa reacción por mi parte.

—¿Qué fue lo que me hiciste? —Mi voz sonó unos decibeles más gruesa de lo normal.

Mis palabras debieron actuar como un golpe directo, pues su expresión desmejoró, tornándose sombría.

—Tuvo que apañárselas con lo que encontró en ese lugar. No fue nada legal —aclaró Nikolai y ella lo fulminó con la mirada.

—Utilicé un gas para hacerte dormir, de esa manera no sentirías. Estaba corrigiendo lo que él te había hecho. —Sus ojos se desviaron lentamente hacia mi brazo, a la altura de mi hombro.

—¿Cómo pudieron hacerle eso? ¿Tienen idea del infierno que ha vivido? —Junto a mí, Sam se quebró. Las lágrimas desbordándose de sus ojos, multiplicando el agravio. Nada dolía más que verla romperse por mí.

—Estaba consciente del riesgo que corría, pero era eso o perderte. A veces solemos hacer locuras por las personas que amamos.

—Amor —intercedí con amarga ironía—. No me hables de eso. Tú y él... Ustedes no son tan diferentes entre sí.

—Al. —Que me llamara de ese modo, fue como girar la daga que alguna vez, y sin que lo notara, decidió incrustar en mi pecho con suavidad y delicadeza, mientras susurraba palabras de aliento: «Todo estará bien, Al». ¡Y una mierda!

Me volví un puto loco creyendo que la única mujer que amé había muerto, dejando devastación en mi camino. Sin embargo, aquí estaba, tantos años después. Como si no me hubiera abandonado en el apocalipsis que se forjó en mi vida, a tan temprana edad.

Eran numerosos los que me tildaban de asesino, hijo de un loco. Eso, siendo lo más suave. Huían de mí como si fuera un monstruo, tanto que llegué a creerlo, y al final, acabé convirtiéndome en uno.

—No sé qué es peor, descubrir que estuviste viva todo este tiempo o pasar culpándome por no haberte salvado. Y aunque tu intención no hubiera sido hacerme creer de esa forma, decidiste dejar que las cosas siguieran su curso. De él podría esperar cualquier cosa, pero de ti... Esto lo supera todo, con creces.

—No podía acercarme a ti. De otro modo, ellos te habrían encontrado —explicó desesperada.

La risa de ese hombre resonó a lo largo y ancho de toda la suite, y estuve a punto de acercarme para callarlo, de no ser por el suave roce de su piel con la mía. Ese contacto dirigió mi atención hacia Samantha, que de repente había tomado mi mano y apretó con suavidad, encontrando en ese gesto delicado el equilibrio que me faltaba.

Inhalé, pero el veneno ya se había diseminado por todo mi cuerpo.

—¿Y acaso eso sirvió de algo? No arreglaron nada en realidad. Porque lo único que ha cambiado, para mí, es que mi madre estuvo viva todo este tiempo, y yo no lo sabía. Del resto, todo sigue igual. Solo lo dilataron.

—Al, de haber sabido lo que te causaría...

—Basta. Eso es todo. No voy a escuchar más excusas. Me queda claro que el componente fue lo más importante. Ahora, puedes volver a marcharte si gustas. Lo mismo contigo. —Miré a Nikolai.

—Alastor.

—Ya déjalo, mujer. —Él se levantó y, con cierta dificultad debido a la herida en su pierna, se dirigió hacia la puerta, donde estábamos de pie. Nikolai sonrió al verme tomar posición entre él y Samantha—. ¿El propósito de estar aquí no era contarle la verdad? Está hecho. Que no te importe si se mata.

—¿Cómo puedes decir eso?

—Por si no lo has notado, decidiste dejar de ser su madre cuando lo entregaste a otra persona y desapareciste de su vida. Eso, incluso yo lo tengo claro.

—No... No es así.

Nikolai todavía detenido junto a mí, me miró durante un instante más, y luego a la persona que de pronto se encontraba delante de él.

—Tu trabajo con él finalizó —le dijo a Roman, quien me miró durante breves segundos antes de asentir con la cabeza y retirarse junto a sus hombres. No debió sorprenderme que hubieran sido enviados por Nikolai, pero lo hizo.

Al soltar una risa, tuve la extraña sensación de haber enloquecido. Después de todo, ese hombre que tantas veces puso en riesgo mi vida y la de Sam, acabó brindándome su ayuda.

—Alastor, créeme, lo que hice fue para protegerte. —Ella todavía intentó tocarme, sin embargo, esta vez Samantha dio un paso al frente.

—No entiendo completamente la dinámica entre ambos, pero si hay algo que tengo claro y de lo que puedo estar segura, es de la capacidad para brindar protección a la persona que amas. Aunque tu propia vida esté en peligro, siempre buscas evitarle cualquier daño. Y no puedo permitir que le causen más dolor, aunque la bala provenga de la persona que le dio la vida.

Mi madre me miró por última vez, y segundos después, la puerta se cerró a sus espaldas. Con su nueva partida de mi vida, las grietas de una máscara que, aunque invisible para mí, existía, se quebraron hasta desmoronarse, descubriendo una terrible verdad: el monstruo de mi pasado, estaba de regreso.


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Y así es como nace un villano 😭💔

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