PRISIONERO Y ESCLAVO

Título: SERVA ME, SERVABO TE

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel MCU

Pareja: Winteriron.

Derechos: solamente a vivir.

Advertencias: creo que no está demás repetirlo por si se han saltado las líneas anteriores y no vieron el resumen. Esto es una historia Bucky x Tony, no se humillen, no se azoten contra las paredes ni se desgarren las ropas. Así es y así será. Claro, con el tema Soulmate (Alma Gemela) para darle más sabor junto con cambios por voluntad de la escritora. Hush hush si os espanta.

Gracias por leerme.

Serva me, servabo te ("Sálvame y te salvaré" de Petronio)



You with the sad eyes

Don't be discouraged
Oh, I realize
It's hard to take courage
In a world full of people
You can lose sight of it all
And the darkness inside you
Can make you feel so small

But I see your true colors
Shining through
I see your true colors
And that's why I love you
So don't be afraid to let them show
Your true colors
True colors are beautiful
Like a rainbow

Show me a smile then
Don't be unhappy, can't remember
When I last saw you laughing
If this world makes you crazy
And you've taken all you can bear
You call me up
Because you know I'll be there

True Colors, Cindy Lauper.



PRISIONERO Y ESCLAVO

Tony


Tony se limpió sus ojos que se rehusaban a mantener a raya sus lágrimas, mirando no sin rencor esa carta abierta con un celular de modelo pasado que la luz vespertina iluminaban igual que esos viejos dibujos hechos durante la Segunda Guerra Mundial. Su pecho se elevó al tomar aire cuando una mano femenina acarició con tierno cariño su dorso, obligándole a volver la mirada hacia Pepper quien le sonrió con esa mirada que ya conocía, que le daba fuerzas como al mismo tiempo prometía que nada malo iba a suceder ya porque ella se encargaría, para eso estaba ahí. Así que sonrió lentamente, tallándose por última vez su mejilla izquierda con algo de fastidio al parecer un mocoso berrinchudo que no puede contener su llanto frente a su madre.

-Tony...

-Lo siento.

-¿Por qué? ¿Por qué siempre pides disculpas cuando eres el lastimado?

-No lo sé, Peps.

Ella sonrió aún más. -Todo va a estar bien, pero tienes que confiar en mí, ¿de acuerdo?

-Gracias por volver.

-No ha sido un favor. Anda, Visión ha terminado la cena.

Potts esperó hasta que se puso de pie y enroscó un brazo con el de la rubia, caminando tranquilamente fuera de la habitación hacia la cocina que se llenaba de aromas deliciosos ahora que el androide dominaba esas complicadas artes gastronómicas que anteriormente hubieran costado la remodelación del espacio. Happy le había dicho que el joven Parker quería estar en contacto con ellos, pero al buen hombre estaba comenzando a colmarle la paciencia sus insistentes mensajes, pronto hablaría con él. De momento estaba más tranquilo sabiendo que volvía a su vida de adolescente sin mayores consecuencias que haber sido pateado por el Capitán América. La tía May no estuvo muy satisfecha al escuchar la explicación, sin embargo, Stark hizo gala de su oratoria para convencerla y que todo se olvidara.

O casi todo.

Él había llamado a Pepper, luego del incidente de su brazo, porque ya no sabía qué más hacer ni a quién acudir. La fortaleza de la rubia había ayudado a que no decayera pese a que solamente lo estaba haciendo en nombre de esa amistad que muchos años les uniera. Ya no había nada más entre ellos aparte de eso para desilusión del millonario, quien estaba buscando desesperado una solución a su dilema tan espantoso. Se había hecho una piel sintética falsa para ocultar aquel nombre blasfemo que le hacía maldecir a cuanta fuerza divina existiera en el universo así eso le trajera la muerte, cosa que no le parecía tan mal cuando llevaba en la piel el peor nombre de todos.

-Deja de pensar tanto, Tony.

-Deberíamos casarnos.

Potts rió divertida, sacudiendo esa coleta de caballo. -No.

-¿Te gusta decirme eso, cierto?

-Lo que va a suceder es esto... -decretó ella, tomando asiento a su lado frente a la barra que Visión atiborró de comida- ... vamos a dar una vuelta por el mundo, en plan de vacaciones y por supuesto, atendiendo esos compromisos sociales que siempre has dejado en último lugar.

-Okay. Y luego nos casamos.

-¡Tony! ¡Estoy hablando en serio!

-...

-El mundo necesita ver que todo está regresando a la normalidad, que no es tan terrible esta situación de los Vengadores ni tampoco que estás sufriendo. No les des ese gusto.

-Okay.

-Eso te ayudará a relajarte, despejar la mente. Después de eso, hay que continuar, Tony.

-¿Exactamente qué propones? -el castaño ladeó su rostro, pinchando un trozo de lechuga.

-No seamos ciegos, ellos van a volver, lo harán de alguna manera y realmente espero que no sea porque el mundo está amenazado de muerte una vez más.

-Mala apuesta.

-Lo sé, pero lo que trato de decir es que hay que estar preparados para ello.

-La verdad es que no sé si realmente quiero que vuelvan -confesó Stark con un susurro al estar Visión presente, pero éste negó.

-Yo lo comprendo. Hay mucho por arreglar y un simple "lo siento" no es suficiente.

-Exacto, Vis -asintió Pepper- Yo sé que va a suceder porque los he conocido lo suficiente como para apostar en esto, luego entonces, debemos estar listos para modernizarlos y todo eso.

-¿Yo haré esas modernizaciones?

-Mírame de frente y dime que permitirás que alguien más lo haga.

Tony podría estar dolido pero su orgullo de ingeniero era mayor. -No.

-¿Lo ves? -rió la ejecutiva, sobando el hombro de aquél- Pero primero el viaje.

-Tengo la extraña sensación de que escondes sorpresas en ese viaje.

-Es probable -canturreó Pepper.

-¿Un anillo de compromiso?

-Anthony Edward Stark, la próxima vez que vuelvas a mencionarme el matrimonio, me iré en el primer vuelo que haya.

-Nunca te ha gustado la clase turista. Y no el nombre completo.

Hay algo que debía aceptar y era que el puberto de Peter estaba trayendo a su vida color, con esos mensajes que Happy le pasaba rodando los ojos y casi a punto de dar su renuncia para ya no tener su buzón saturado de las locuras como desventuras del adolescente en ciernes, quien se notaba ansioso por otra aventura que Tony no estuvo ni un momento de acuerdo en involucrarle de nuevo. Había terminado lastimado en Berlín, las cosas habían terminado muy mal para él, lo último que deseaba era que alguien tan inocente con una vida brillante por delante se manchara por acciones de alguien tan desdichado como poco afortunado. El millonario se sentía muy responsable de las heridas de Peter, en parte por eso le había dejado el traje actualizado como una forma de disculpa.

-¿Otro mensaje, Happy?

-No me lo creería, Señor.

Fueron primero a Japón donde Industrias Stark tenía unas nuevas fundaciones como programas de apoyo social esperando su inauguración. Con Pepper al mando como en los viejos tiempos, se sintió casi normal, salvo cuando estaba a solas y miraba su brazo izquierdo camuflado con la piel sintética, casi le parecía que aquel nombre le miraba acusadoramente por haberle ocultado, pero Stark no sentía ni la más remota voluntad de volver a leerlo. Los gritos de su madre, la súplica de su padre, las mentiras de Rogers venían a él como un torrente cargado de espinas filosas que se clavaban en su corazón algo lastimado, por cierto. Ese dolor no se iba pese a los medicamentos y ese descanso que su amiga rubia estaba proporcionándole. Un asunto que tendría que reparar con el paso del tiempo como todo lo demás.

-Le veo distraído Señor Stark -le interpeló una sacerdotisa en el festival del templo al que habían asistido.

-Hay tanto que ver aquí que me pierdo.

-A los ojos banales las señas claras pasan desapercibidas, pero quienes vemos con el corazón nos percatamos de que hay una herida proveniente de su brazo izquierdo.

El castaño encogió ese brazo en acto reflejo. -Bueno...

-Puede buscar por todo el mundo, Señor Stark, pero le aseguro que la respuesta a su tormenta se haya en ese brazo.

-Gracias... eso espero.

-Un hombre de mundo como usted sabe que no se puede perder tiempo buscando al que nos hirió con la flecha envenenada.

-Oh, conozco la parábola.

-Entonces ya sabe qué hacer. Buena suerte, Señor Stark.

-¡Tony, por aquí! -llamó Pepper.

Sí, aún había confusiones pero era cierto que lentamente, conforme visitaron Calcuta, Madagascar, Machu Pichu -¿quién en su sano juicio quiere volver a escalar eso?- y otras ciudades o sitios interesantes a los ojos de Potts, fue que se dio cuenta que era algo mejor que todo lo malo que estaba ocurriéndole. Tal como lo había apuntado aquella mujer en Japón, era que necesitaba sacarse el veneno en lugar de estar buscando a los culpables. El tiempo ya se encargaría de ellos, lo importante ahora era sacar del atolladero a Peter porque esos desmanes adolescentes lo iban a meter en problemas y para nada quería que Ross pusiera sus ambiciosos ojos en aquel pedazo de muchacho neoyorkino con una tía que cocinaba espantoso.

-¿Has vuelto a reprender a ese niño Parker, cierto? -preguntó la rubia muy divertida, bebiendo un Martini mientras cruzaban el Océano Atlántico.

-Me siento como su padre, Peps.

-Y creo que él te ve como uno.

-Oh, no, no...

-Se nota a leguas que te admira y que está haciendo todas esas travesuras y gastando el espacio del buzón de voz de Happy con la única finalidad de que estés orgulloso de él.

-Pero yo...

-Mmmm, no, si me has traído de vuelta no es para permitirte las autocompasiones.

-No quiero equivocarme de nuevo.

-Puedo decir mucho de las personas en mi experiencia tratando infinidad de patanes, estafadores, villanos, locos, extraterrestres y superhéroes, así que cuando te afirmo que Peter Parker jamás te decepcionará, créeme, no lo hará.

-Tan solo quiero que viva... como un adolescente más.

-Y ahí está tu problema, que no lo es.

Pepper no se equivocó y por nada aquel escuincle del demonio casi termina muerto, pero afortunadamente Tony se mantuvo lo suficientemente lejos, pero lo inteligentemente cerca para que nada malo sucediera. Peter le asombró entonces cuando le ofreció vivir en aquel recinto de los Vengadores con un nuevo traje. Vio en sus ojos esa chispa que anteriormente reconociera en sus viejos como perdidos camaradas Vengadores, esa fuerza para hacer lo correcto. Sí, era como ser involuntariamente padre y el sentimiento fue renovador. Claro que cuando tía May se presentó hecha una furia para reclamarle sus mentiras, hizo falta la caballería de Visión, Happy, Pepper y el propio Peter para calmarla. Aquel breve pero lúdico pasaje en su vida trajo la calma que su rubia amiga mencionara y una noche por fin entró a su taller, pidiendo a Friday que le mostrara la descodificación de aquellos archivos de HYDRA que una vez la Viuda Negra descubriera al mundo.

-"¿Está seguro, Jefe?"

-Más que nunca, Friday.

-"Mostrando... archivos secretos HYDRA, base Siberia. Proyecto: Soldado de Invierno."

Días más tarde, a solas con Potts, se retiró el vendaje para que ella leyera el nombre de su Alma Gemela. Lloró con ella, en un fuerte abrazo de comprensión y solidaridad antes de tomarle de la mano y jalarla hasta el taller para mostrarle lo que él en dos noches continuas estuvo viendo sin la sangre en el rostro. Apretó la fina mano de Pepper, gesto que fue devuelto igual que un nuevo abrazo, más fuerte y con otra dosis de lágrimas. Se dieron el lujo de tomarse unas copas, de quedarse en silencio a la usanza de esas amistades que son tan profundas que no necesitan más palabras entre ellos.

-Tengo mi nombre -dijo de pronto ella, rompiendo el silencio.

-Happy me dijo, felicidades. Lo sospeché, pero quería reservarme la sorpresa.

-¿Qué harás?

-¿Vivir con ello?

Peter le envió una fotografía de su paseo por Disneylandia con tía May, cortesía del millonario para contentar a la última. Eso le hizo sonreír antes de escuchar que un abogado del Estado deseaba verle con urgencia. Stark frunció su ceño, mirando de nuevo a la carta junto al celular que siempre mantenía a la vista en aquella habitación, para no olvidar lo sucedido y al mismo tiempo también con el fin de recordarse que no podía vivir en el pasado. Era un hombre futurista. Aquel abogado deseaba que atestiguara en un caso muy sonado que por supuesto no había puesto atención porque su concentración se había ido en crear las nuevas armas de los Vengadores como en su nueva armadura mientras decidía su siguiente paso en su vida.

-¿Testigo, dice, Señor Fiscal?

-Sí, Señor Stark, quiero su testimonio en el caso de Naciones del Mundo versus James Buchanan Barnes.

-¿Sabe que apenas le conozco, cierto?

-Él asesinó a sus padres.

Tony jaló aire, mirando a la nada, el Fiscal continuó.

-Su testimonio es relevante dado que es prácticamente el único testigo y víctima de este asesino. Con su apoyo, haremos justicia.

-¿Qué es la justicia?

-¿Disculpe?

-Está bien, soy su hombre.

-Le enviaré los datos de su comparecencia. Le estamos agradecidos, Señor Stark.

-Todavía no agradezcan.

Resultaba que el descongelado sargento se había entregado por propia voluntad a la justicia internacional para ser juzgado por sus crímenes como Soldado de Invierno. El panorama no era brillante para el perdido soldado y muchos expertos en el tema predecían la sentencia de muerte para Barnes. Stark se quedó muy quieto, callado y pálido en medio de su taller luego de ponerse al tanto en el caso, pensando en cierto Capitán que seguramente debía estar vomitando sangre de la rabia. Everett Ross era el abogado defensor del sargento, junto con una abogada que el rey de Wakanda había contratado de manera indirecta pues al estar del lado de los Acuerdos de Sokovia no podía mostrarse a favor. Diplomacia y política en un juego de ajedrez.

Sintió frío de repente, mirando su brazo izquierdo que descubrió de la manga protectora para cuando trabajaba con las soldaduras. Vino a él una vez más ese sabor amargo en su boca al recordar el video, el rostro de su madre cuando se despidió y él no quiso corresponder al gesto. Recordó la voz temblorosa de Bucky, los recuerdo a todos, como esos informes secretos de HYDRA sobre el Proyecto Soldado de Invierno. Berlín, los Acuerdos de Sokovia, la caída de Rhodey, ése pero él es mi amigo de Steve. También recordó Afganistán, el portal de los Chitauri, la traición de Obadiah, a Maya y Harley. Recordó la mirada risueña de Peter, la determinada de Pepper. Jaló aire llevándose una mano a su pecho, pasando saliva con esfuerzo.

-Friday.

-"¿Sí, Jefe?"

-Anota mi cita en el tribunal de la Corte Suprema. Y que venga mi sastre.

-"A la orden."





Bucky


Las cosas fueron más sencillas a la simple aceptación de la muerte próxima, el tiempo dejó de ser tan lento y comenzó a ir más rápido. Steve dijo muchas cosas, pero a ninguna le prestó atención mientras era llevado de nuevo a esa cámara de contención y despedirse de Wakanda para viajar hacia los Estados Unidos donde la Corte Suprema integrada por magistrados internacionales le juzgarían con una sentencia que ya tenía en mente. Durante esa travesía que fue de lo más tranquila gracias a las influencias de T'Challa, quien le dio su palabra de que ya no sería tratado como ganado ni un asesino, es que tuvo una nueva memoria. Más agradable, aunque de carácter nostálgico.

Mamá.

Era un hermoso recuerdo muy vívido, por cierto, con los colores e incluso el aroma del perfume que su madre gustaba usar, ahora lo sabía. Tanto ella como él estaban frente a un espejo con una cuarteadura en la esquina inferior izquierda y un marco oxidado que hacía su mejor esfuerzo por mantenerle pegado a la pared descascarada del baño, con un foco amarillento iluminándoles mientras las suaves manos de su madre peinaban sus cabellos en ese estilo propio de principios del siglo XX, y él estaba muy quieto observando la manera en que esos dedos finos cepillaban y ponían la goma que dejaba brillantes como fijos sus mechones. Estaba vestido con una camisa de manga corta blanca, tirantes negros sujetos a unos pantaloncillos que le llegaban por encima de las rodillas, calcetines blancos cubriendo sus rodillas y unos zapatos negros de agujeta completaban su atuendo.

Su madre tenía un vestido de flores blancas sobre fondo rosa combinado con rojo, cruzado en el pecho y atado en un costado bajo una flor de la misma tela. Llevaba sus cabellos cortos en ondas pegado a los costados, un broche de flor decoraba su lado derecho que sujetaba mechones. Sonreía con unos labios rosados mientras sus manos hacían maravillas. El perfume era como rosas, o quizá alguna otra flor cuyo nombre no recordaba, pero le pareció sumamente hermosa pese a su delgadez preocupante o esas ojeras bajo sus ojos azules. Su madre terminó, inclinándose para descansar su mentón sobre su pequeño hombro, ambos mirándose al espejo al tiempo que sus brazos le rodearon acomodando esas ropas de domingo.

Winnifred, así se llamaba su madre. Winnifred Barnes, sonriendo por el reflejo y depositando un beso maternal en su mejilla. Bucky apretó su mandíbula con sus ojos sintiéndose húmedos, aunque no podía limpiarse porque estaba restringido por fuertes grilletes y aquellas protecciones que lanzaban mini descargas para mantenerle quieto. Aquel abrazo era hermoso, protector, lleno de cariño que le hacía sentir en casa una vez más. Paz. Y no pudo evitar la comparación con María Stark, imaginando lo que el millonario debió haber experimentado al ver como el Soldado de Invierno rompía el cuello de su madre sin pestañear siquiera. Debió haberle matado en ese momento y todos los problemas se hubieran resuelto, aún estaban a tiempo para hacerlo.

Saboreó en su mente aquel recuerdo, que revivió una y otra vez con la misma desesperación que un hambriento lame una cuchara donde ha probado el sabor más delicioso. Soldados con mascarillas y armas pesadas le escoltaron hasta su prisión de alta seguridad, en donde pasaría los días de su juicio hasta su sentencia. Bien podía terminar en La Balsa o en la cámara de inyección letal, todo dependía de los magistrados internacionales. Bucky deseó con todas sus fuerzas que el juicio fuese lo más breve posible para que se reuniera pronto con su madre y volviera a sus brazos como en ese recuerdo de pequeño, un beso que borrara tanto mal, una sonrisa que contemplar por toda la eternidad lejos ya de todo.

Le pusieron un uniforme naranja con unos pesados grilletes y mecanismos de contención como las consabidas advertencias pese a solamente estar ya con un brazo. Todos le miraban con repudio, con asco. Solamente el comisionado Everett Ross y Amala, una abogada enviada por Pantera Negra eran los únicos que le sonreían entre el mar de desprecio en el que se movió de su celda hasta el estrado donde escuchó los primeros alegatos. No prestó mucha atención, ya sabía cuál sería el final de aquella obra, así que solamente se limitó a mirar sus grilletes o las luces que a veces daban vueltas de repente entre golpes suaves de martillos de madera o discusiones entre los abogados. El Fiscal le hizo pasar a declarar, preguntando cosas que ya todos sabían y a las que respondió positivamente.

-¿Éste es usted, Señor Barnes?

-Sí.

-¿Afirma haber asesinado entonces a...?

-Sí.

Amala ya le había instruido para las respuestas, pero no iba a mentir, estaba cansado de ello. Solo quería que el recuerdo de su madre se volviera eterno y real en la muerte. Claro que era un asesino, un monstruo que no merecía compasión. Volvió a su celda para cenar, supuestamente dormir, tomar su desayuno, volver al estrado. Más evidencias en contra, discusiones. Cenar, dormir, desayuno, juicio. Cenar, dormir, desayuno, juicio. Todos en la corte se quedaron mudos cuando se presentó el video de ese 16 de diciembre de 1991, él solo miró al suelo sintiendo sus ojos húmedos, recordándose niño en brazos de su madre mientras le peinaba para ir a misa de domingo, parado sobre una silla de madera vieja, sonriendo al espejo con una dentadura incompleta.

-Señor Barnes, ¿por qué vaciló antes de asesinar a Howard Stark?

-¡Protesto, Magistrados...!

-¡Objeción denegada!

-¿Señor Barnes?

-No lo sé.

-¿Por qué no lo sabe? ¿O es que no lo quiere decir?

-¡Señorías! ¡Está induciendo al testigo!

-Yo no lo sé, no lo sé.

-Pero es usted, ¿cierto?

-Soy yo.

Everett lucía desesperado como Amala, pero siguieron replicando mientras él miró por detrás de sus mechones de pelo caído hacia los magistrados que lucían una expresión mezcla de terror y furia. Le darían la sentencia de muerte. Se dio cuenta de una pareja entre el público asistente al juicio, que le miraban como suplicando que luchara. Natasha y Steve en disfraces, cosa que no se le hizo tan disparatada pero solamente bajó su mirada, apretando su puño derecho, navegando a su memoria feliz en donde se refugió en lo que estallaban los alegatos. Volvió para su cena, sin pegar el ojo en toda la noche. Había sido mentira que recordara a todos como le dijo a Stark en Siberia, de vez en cuando venían rostros o sonidos, pero jamás un nombre o un dato preciso, más lo había dicho esperando que el millonario le hubiera roto el cuello en ese momento.

A medianoche entraron unos guardias con sus máscaras y macanas. No se defendió cuando cayeron sobre él y le golpearon hasta que perdió la consciencia. Tampoco habló de ello cuando Amala fue a recogerle, preguntando el porqué caminaba extraño a lo que respondió que se había caído de la cama. Una excusa tonta más calló a la abogada. Everett Ross llamó a la mujer, él quedó a cargo de esos mismos guardias que le amenazaron con romperle en verdad los huesos si abría el pico. Asintió como en los viejos tiempos con HYDRA. El juicio fue igual como el resto de los días hasta que el comisionado solicitó permiso para presentar nueva evidencia a su favor. Los magistrados aceptaron y en medio de un silencio sepulcral, Everett Ross pidió un televisor como caballetes para colocar sus evidencias a los ojos de la corte.

"-¿Quién es mi Buckaroo preferido, eh?

-¡Yo, mami!

-Nunca lo olvides, hijo mío, te amo con toda el alma."

Gritos, exclamaciones de horror le trajeron de vuelta al hundirse en su memoria ya en acto reflejo. Miró a todos algo confundido, algo había sucedido que ahora le observaban de otra manera, varios de los presentes estaban llorando. Amala se le acercó con una voz no tan segura, tratando de mantenerse ecuánime.

-Señor Barnes, ¿es usted la persona en el video?

Ahí estaba, en cuclillas completamente desnudo sobre un piso mojado y con ambos brazos sujetos en alto por grilletes mientras hombres en botas militares latigueaban su carne abierta, siendo muy precisos para golpear en sus partes nobles. Había algo de orines y excremento debajo de él, producto ya de las golpizas y el miedo pues en su espalda estaban las marcas de un aparato que apareció en el encuadre del video, unas pinzas que se enterraron en su espalda, dando descargas eléctricas que empeoraron al pisar con pies descalzos el suelo mojado. Gritaba pidiendo ayuda, suplicando perdón, llamando a su madre.

-¿Señor Barnes?

Bucky apretó sus dientes, sintiendo lágrimas que no podían ser limpiadas por sus restricciones.

-Soy yo.

Parecía que nadie respiraba o esa fue su impresión. Contuvo su llanto para no empeorarlo todo. Así le entrenaban, así habían creado al Soldado de Invierno, cada palabra de activación implicaba largas sesiones de tortura hasta quebrarle de tal suerte que su mente generaba huecos que ellos tomaban para implantar a su monstruo hasta que al fin tomó forma. Uno de los magistrados ordenó que detuvieran ya el video, el resto observaba las fotografías de lo que parecían ser los documentos de su adiestramiento, notas de Zola o algo así. Tuvo que hacerse una pausa porque todos estaban demasiado conmocionados para seguir con el juicio. Fue a una salita donde Amala le limpió el rostro mientras Everett bebió agua como desesperado.

-¿Quién envió esos documentos, comisionado? -quiso saber la abogada.

-No lo sé, fue anónimo, yo... lo lamento, Sargento Barnes, en verdad cuanto lo siento.

Pese a lo crudo del asunto, estaban ambos emocionados, pues ahora su alegato tenía las evidencias suficientes para ganar. El Fiscal tenía otras ideas.

-Esta corte llama al señor Anthony Edward Stark.

Murmullos acompañaron el sonido de las puertas abriéndose para dejar pasar al castaño, luciendo bastante fresco como serio con unos lentes rojos como su corbata. Detrás de él entraron una rubia como un hombre obeso en traje, tomando asiento con el resto del público mientras el millonario llegaba hasta ellos, subiendo al estrado. Su corazón latió aprisa, no tenía que mirar a Everett o a Amala para saber que el testimonio de Stark sería su tiro de gracia, aunque no esperaba realmente que la suerte cambiara para él, más ver al Hombre de Hierro le produjo un desasosiego extraño, sin atreverse a levantar la mirada que dejó en su regazo con sus cabellos cayendo al frente. El Fiscal se dio se dio el lujo de contraatacar con el video de Howard y María Stark, antes de hacer sus preguntas.

-Señor Stark, ¿usted sabía que sus padres fueron asesinados antes del incidente de los Vengadores?

-No, no lo sabía. Siempre creí que habían tenido un accidente.

-¿Sabe quién los asesinó?

-Lo sé.

-¿Esa persona está presente en esta corte? ¿Puede identificarlo?

-Mmmm, no.

-Señor Stark, ha hecho un juramento...

-No está.

El Fiscal fue hasta él, apuntándole con un dedo. Bucky no daba crédito a sus oídos.

-¿No es este hombre el asesino de sus padres? ¿Qué acaso no es el mismo que vemos en el video?

-No.

Murmullos, exclamaciones de sorpresa.

-Explíquese, Señor Stark, porque...

-Bastante simple, lo haré con un ejemplo. Digamos que yo le presto a usted, Señor Fiscal, uno de mis autos deportivos, es un ejemplo muy imaginativo porque jamás le confiaría uno de mis niños pero tengamos fe en la imaginación prodigiosa y visualicemos a nuestro Fiscal manejando mi deportivo por una carretera muy feliz y dichoso porque está en un modelo de colección, cuando de pronto se le atraviesa una pareja... digamos andando en bicicleta, ya ve que luego son algo descuidados.

-Señor Stark...

-Entonces usted los atropella y mata, pero en lugar de quedarse y ayudar, huye hasta que vuelve a mi casa con mi auto que usó para asesinar esa pareja. No me dice nada en contra de sus principios, entregándome las llaves. Pasa el tiempo sin que nadie acuse a nadie hasta que un día llega a mí la policía para arrestarme por haber matado a una pareja en bicicleta, pues sus pesquisas siempre perfectas como puntuales los guiaron hasta mi auto deportivo. Yo les digo que fue usted, pero no hay ninguna evidencia al respecto porque de hecho mande lavar mi auto, no lo tome a mal. Puesto que no tengo como probar que usted fue el que iba manejando mi auto y sería mi palabra contra la suya, termino tras las rejas por asesinato. ¿Estamos todos bien?

-¿Qué intenta decir?

-Esto es lo mismo, el hombre que asesinó a mis padres no está en esta presente en esta corte, sí, hay alguien que se le parece, pero no es él.

-¡Señor Stark! ¡El video es contundente!

-Y no se lo niego, Señor Fiscal.

-¿Quién, según usted, asesinó a sus padres?

-El Soldado de Invierno.

-¡Que es James Buchanan Barnes!

-Se equivoca.

-¡¿Qué?!

Bucky levantó su rostro, confundido, por primera vez cruzó una mirada con el castaño y su corazón casi le reventó el pecho. No había odio en su mirada como lo esperaba, quizá resentimiento, pero no en el nivel que imaginó.

-Es como mi auto deportivo, alguien más lo manejó y cometió un crimen usándolo. HYDRA ordenó la muerte de mis padres, usando el auto que le pertenecía al Sargento Barnes.

Las cosas se hicieron turbias, por sus lágrimas como el breve ataque de pánico que le dio mientras en la corte hubo un pandemónium entre peleas de abogados, los magistrados tratando de poner orden como el descontrol en la prensa invitada cuando el millonario se levantó y marchó sin que nadie pudiera detenerle. Agradeció que el tiempo corriera desesperado o realmente se hubiera vuelto loco. Su mente estuvo serena la mañana de la sentencia. Everett Ross como Amala estaban tensos, todos estaban tensos incluyéndole. Los magistrados se pusieron de pie igual que el resto de los presentes para la lectura de su resolución final.

-La Corte Internacional que...

Bucky volvió a su recuerdo, solamente para traer de vuelta esa mirada feliz de su madre, dándose así valor para escuchar lo importante.

-... en los cargos por asesinato premeditado, el acusado es declarado... inocente.

¡Oh! ¡Ah! No se hicieron esperar en la sala.

-... por el cargo del asesinato de Howard y María Stark, el acusado es declarado... inocente.

Algo como una llamita cálida vino a su corazón.

-... por los cargos de terrorismo, conspiración y usurpación de secretos de Estado, el acusado es declarado... culpable.

Una ola de murmullos indignados se levantó, pero el magistrado levantó una mano para que se hiciera el silencio de nuevo.

-Esta corte considera que el Sargento Barnes ha cumplido la sentencia requerida por estos cargos, sin embargo, dados los informes psiquiátricos como las evidencias expuestas en este juicio, extendemos una orden de arresto domiciliario a ejecutarse en el Hospital Psiquiátrico de Vermont del Ejército de los Estados Unidos. Considerando el extraordinario caso como las evidencias presentadas por ambas partes, esta corte integrada por magistrados internacionales extiende una serie de recomendaciones a seguir para la rehabilitación como reintegración de James Buchanan Barnes a la sociedad, esperando que con la terapia y observación psiquiátrica adecuada, su cautiverio con HYDRA quede atrás, el Sargento Barnes sirvió a su país con honor, y mostró luego de su escape que no es la amenaza que se le ha considerado más requiere tratamiento que esta corte ordena se le otorgue. Este juicio ha concluido.

De alguna manera, Bucky sintió que su madre volvía a abrazarle y una pequeña luz iluminaba su camino. Aún no entendía cómo ni por qué, más supo que un peso importante caía de sus hombros, haciéndole más ligero, sonriendo por primera vez. Vermont fue más cálido, los doctores tan comprensivos como los de Wakanda, sin tantas pesadillas ni temores. Una tarde luego de sus ejercicios de rehabilitación, cuando salió de la regadera y se miró al espejo luego de años de no mirarse por vergüenza, con su torso al descubierto, el soldado creyó que se desmayaría. A la altura de su corazón, casi rozando la unión de su muñón metálico con su piel, tenía un nombre, muy claro como reconocible. Famoso, era la palabra más acertada.



Anthony Edward Stark.

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