Abrió lentamente los ojos, una sonrisa tonta se formó en sus labios mientras se daba la vuelta para asustar a Tzuyu, pero ésta no estaba. De seguro se fue a la universidad o cualquier otra cosa. Puede que sea hora de desayunar y como los Chou tenían una estricta hora para hacerlo, estaría abajo comiendo y tal vez disculpándose con sus padres por el pequeño show que hizo en la noche.

Se había despertado sumamente feliz y eran innecesarias las explicaciones para estarlo, besó a la persona correcta y no se sintió asqueada o aterrorizada al hacerlo, como se sentía con Qiang.
Al contrario su corazón estalló de felicidad al tener los suaves y dulces labios de la pelinegra sobre los suyos, si que sabía besar y hacerla sentir cómoda y bien, extrañamente no tenía ese sentimiento de culpa que creyó que la estaría consumiendo por hacer algo que no debía.

En la noche engañó a su novio con la hermana de éste pero aún así no llegaba a sentirse mal o triste por eso, lo que si la hacía sentir mal era no tenerla entre sus brazos. Le hubiera encantado despertarse y darle un pequeño beso para desearle buenos días.

Mordió su labio inferior y abrió la puerta, luego de estar en el baño cepillándose los dientes, casi que sale corriendo para no toparse con nadie en los pasillos, sobre todo con Qiang, le resultaría incómodo sobre todo besarlo o tener que tocar en general.

Lo que seguía cruzando por su mente era que cambió muy rápido de parecer, hace algunos días detestaba tener esos sentimientos hacia Tzuyu, saber que queria estar con una mujer era algo que había ocultado por más de cuatro años, y que ahora en un abrir y cerrar de ojos le parezca normal.

Ese beso si que estaba poderoso, iba a reír pero chocar con alguien no muy conveniente en el momento la hizo frenar y acariciar su brazo,— Hola pequeña hermosa ¿Cómo amaneciste? —Lo miró directamente a los ojos tratando de demostrarle que no lo quería mediante telepatía, pero como era imposible dejó de hacerlo, se sentía estúpida por actuar de esa manera.

Suspiró con desesperación y movió un poco la cabeza.— Bien —Contestó, quería que sintiera un cambio que se le hiciera más fácil terminarle, si, dejaría una relación de años por un pequeño beso.

— ¿Que te hizo Tzuyu? —Abrió los ojos como platos, ¿a caso sabía?, ¿Por qué se estaba comportando como si lo supiera?, Le daba miedo que le dijera a su madre ella luego sabría cómo decirle o mejor aún huiría lejos para no te era que dar explicaciones.— ¿Te trató mal? —Se acercó y entrelazo sus manos a la fuerza ya que ella trató de separarse,— Ahora mismo iré a decirle todo lo que se merece —Negó y con todas las fuerzas que le quedaban le dio un pequeño beso, uniendo sus labios con los de la persona que ya no quería besar.

Cientos de ganar de empujarlo e irse corriendo se acumularon en su cuerpo pero no hizo nada hasta que el beso terminó y lentamente se separó regandole una sonrisa tímida,— Permiso, no tengo todo el día para ver sus asquerosidades —Dejó de respirar e inmediatamente volteó a ver a su derecha, Tzuyu la estaba mirando sin expresión.

La misma mirada que le había regalado la primera vez que se miraron, esa que le dolía tanto que tuvo que apretar los labios para no llorar, la acababa de ver besando a su hermano, ¿Donde quedó la promesa de ayer?, era lo que decían aquellos ojos negros.

— Tzuyu —Se separó de Qiang y la siguió hasta su habitación, no la dejaría irse tan fácil no cometería el mismo error que cometió con Jihyo, dejarla irse sin decir nada.— Eso que viste no es real, él no me gusta lo sabes te lo dije ayer... —La menor levantó la mano haciéndola callar.

— No te pedí explicaciones —Dijo sin mirarla a los ojos,— ¿O sí? —Negó viendo hacia el suelo.— Venía a mi habitación para decirte que lo que ocurrió ayer fue un error —Sabía que le diría eso pero seguía teniendo la tonta esperanza de que lograrían ser algo más, que las aceptaría y podría ser feliz.

Se sentó a un lado de ésta con el corazón un tanto roto, tratando de curarlo y no dejarlo caer, decidió hablar,— Ayer no decías eso —La risa de Tzuyu la hizo sentir peor si es que era posible.

— ¿Crees que te diría todo esto ayer? —Volvió a negar,— Tuvimos sexo, una tonta diría que fue un error mientras lo hace —Era la segunda persona en el mundo que le decía eso, se había entregado a ella por primera vez, ni siquiera lo hizo con el que legalmente es su novio.

— Tuve que darme cuenta que eras una maldita imbécil hace mucho —Su voz quebrandose por las inmensas ganas de llorar la hicieron sentir más débil.— Eres hermosa pero una mierda —Se levantó y se fue, cerrando la puerta con tanta fuerza que le dolió el brazo.

Estaba consciente de que todo el mundo escucharía eso e irían a ver qué ocurrió pero claramente no le interesaba, lo único que necesitaba era un abrazo de Nayeon y bastante helado de fresas que le hicieran calmar ese extraño caliente en su pecho que la estaba consumiendo.

Chou Qiang no entró a su corazón, lo lamentaba porque si era una buena persona solo que con un género opuesto al que ella me gustaba.

Era curioso y gracioso como había una Chou que si le gustaba pero que la acababa de hacer sentir como una mierda, una persona que se puede utilizar para el beneficio sexual de otra.

Se tuvo que alejar cuando pudo, darle una bofetada al momento en el que la besaba, pero ya era pasado como para arrepentirse y tratar de cambiar algo que hizo sin ningún remordimiento.

— ¿Quién? —Había llegado a la casa de Jihyo luego de estar corriendo por toda la calle, por suerte vivía relativamente cerca.— Sana ¿Como...estás? —Se abalanzó a esos brazos que alguna vez quiso que fueran suyos.

— Es una idiota, una completa idiota —Maldijo a la única chica, que verdaderamente la miró con otros ojos.