Lado A

Mientes - Sin Bandera.


"Nada nos engaña tanto como nuestro propio juicio."

— Leonardo da Vinci



Sabes, lector, a veces las historias comienzan con una mentira. Una mentira que parece o es inofensiva. Una mentira que nos decimos a nosotros mismos o que permitimos que otros nos digan. Una mentira que inevitablemente necesita otra para continuar, y luego otra para sostenerse en el tiempo, y de muchas otras para olvidar que todo es una mentira.

Y todos dicen que las mentiras, a la larga o a la corta, se descubren. Pero, lector... ¿Qué pasa cuando todos los involucrados ya saben la verdad y, aun así, prefieren la mentira?

Bueno, de eso va esta historia.

La lista de razones por las que a Peter le gustaba tanto trabajar en el taller de la sede era larga. Muy larga. Podría retar a cualquiera a encontrarle defectos, y sabía bien que, incluso los detractores acérrimos de Tony Stark, en su fuero interno admitirían que no había tantos.

Sí, quizá a veces (casi siempre), Tony era un poco maniático con sus formas. También era verdad que muchas veces (muchas más que las que menos) era irritantemente detallista; pero la perfección tenía su precio. Y Peter lo pagaba.

Peter pagaba con gusto el martirio de tener que soportar que lo taladrara a preguntas, una más molesta y rebuscada que la otra, cuando estaba analizando su trabajo. Y lo soportaba porque muchos de esos proyectos habían mutado en medio de uno de esos agobiantes cuestionarios. Se habían convertido de A a Z en un parpadeo, y siempre para mejor.

Su tesis empezó siendo algo, pero Tony lo machacó tanto a preguntas, que su director de tesis en el MIT terminó parpadeando sin saber qué decir cuando al fin fue con la idea de su proyecto terminada.

Peter aún podía recordar que una expresión muy similar bañó el rostro de Tony cuando vio que el proyecto que comenzó como una aplicación móvil diseñada para mejorar la eficiencia en el riego agrícola, dirigido principalmente a pequeños y medianos agricultores, la cual permitía monitorear y gestionar el riego de sus campos de manera más sostenible y efectiva, mutó a algo monstruoso.

La aplicación utilizaba datos meteorológicos locales y el tipo de suelo en cada parcela para calcular cuándo y cuánta agua era necesaria. Con una interfaz intuitiva, los agricultores podían programar el riego en función de las recomendaciones personalizadas de la app, para optimizar el uso del agua y evitar el desperdicio. La app también se conectaba a sensores de humedad instalados en el suelo, proporcionando datos en tiempo real sobre las condiciones del terreno. Esto permitía ajustar el riego automáticamente, asegurando que las plantas recibieran la cantidad exacta de agua que necesitaban.

Además, para quienes contaban con sistemas de riego automatizados, la app podía integrarse directamente con las válvulas y bombas de riego, activándolas o desactivándolas según los requerimientos del suelo y las predicciones climáticas. Esta solución inicial no solo promovía un uso más racional del agua, sino que también ayudaba a mejorar la productividad agrícola al garantizar que los cultivos crecieran en las condiciones óptimas de humedad.

En resumen, esta versión básica de la aplicación de riego sustentable no solo representaba un paso adelante en la tecnología agrícola, sino que también ofrecía a los agricultores una herramienta poderosa para enfrentar los desafíos del cambio climático y la escasez de agua.

Pero Tony lo volvió tan loco con sus preguntas, que a medida que daba sus respuestas empezó a sentir que todo era básico y sencillo. Así en su momento le hubiera parecido revolucionario, la verdad es que luego del escrutinio de Tony, Peter se dio cuenta de que no era nada tan alejado de lo que ya existía.

Lentamente, mientras estaba solo en compañía de Dum-E y su pinza que le sobaba la espalda luego de una tortuosa sesión con Tony, la idea evolucionó.

Peter comenzó a pensar en cómo mejorarla, en cómo sacar más de ella. Básicamente, solo podía pensar en cómo hacer que Tony cambiara su expresión de ligera aceptación, a una de feroz orgullo.

Y la idea creció, viró y mutó hacia una plataforma regional, más avanzada, que coordina el riego en áreas mucho más extensas. Ya no se trataba solo de optimizar el riego en una única parcela, sino de gestionar de manera eficiente los recursos hídricos en toda una región. La plataforma integraría datos de múltiples granjas y terrenos agrícolas, permitiendo una administración más efectiva del agua disponible.

Utilizando inteligencia artificial, la plataforma analizaría en tiempo real la disponibilidad de agua, las predicciones meteorológicas y las necesidades específicas de los diferentes cultivos. Esto le permitiría ajustar los planes de riego de cada granja, optimizando el uso del agua en función de la demanda y los recursos regionales. Además, la plataforma se conectaría con fuentes de datos públicas y privadas, como estaciones meteorológicas y sistemas de gestión del agua, para obtener información precisa y actualizada.

Esta evolución tecnológica no solo mejoraría la eficiencia del riego, sino que también fomentaría una mayor colaboración entre los agricultores de la región, quienes ahora podrían coordinarse mejor para utilizar el agua de manera equitativa y sostenible. Al gestionar el riego a una escala mayor, la plataforma ayudaría a reducir los conflictos por el uso del agua, promoviendo la cooperación en lugar de la competencia.

Y creo que, como yo, supondría que ya eso de por sí solo era un hito revolucionario en la materia, pero cuando un Vengador dejaba las cosas en un simple hito, cuando podía simplemente enloquecer.

Lo cierto es que podría, pero estaba en la sede de los Vengadores y el taller del mismísimo Tony Stark, ahí lo hacías en grande o te ibas a casa. Y Peter solo una vez pensó en irse a casa, pero en ese momento tenía 15 años y unos poderes que no había terminado de entender. En ese momento tenía 25 años, estaba cerca de sacarse un título en Ingeniería y no pensaba dejar que Tony lo viera como el niño que ya no era.

Es un héroe. Es un hombre. Y es un científico dispuesto a desafiar los límites de su propia mente. Así que tomó esa idea y fue más allá, fue todo lo allá que pudo. Pensó en algo más grande, en algo más significativo para el mundo. Pensó en una huella. Pensó en un legado. Pensó en la sonrisa que adornaría el rostro de Tony cuando lo viera defender su tesis.

La plataforma entonces se transformó en un sistema de riego coordinado a escala continental, un logro monumental en la gestión de recursos hídricos. Este sistema integral se apoyaba en una red de satélites, sensores en el suelo y estaciones meteorológicas distribuidas por todo el continente para monitorear continuamente el clima y las condiciones del suelo en cada región agrícola.

La inteligencia artificial avanzada jugaría un papel crucial en este sistema, ya que no solo analizaría los datos en tiempo real, sino que también utilizaría registros históricos de clima, así como las estimaciones que se podrían hacer sobre el cambio climático y el rendimiento de cultivos para proyectar la demanda futura de agua. De esta manera, el sistema ajustaría automáticamente el riego en función de las necesidades específicas de cada campo, asegurando que cada área recibiera la cantidad óptima de agua en el momento adecuado.

El sistema no solo respondería a las condiciones actuales, sino que también se adaptaría a cambios imprevistos, como variaciones en el clima o desastres naturales, ajustando los planes de riego para minimizar los impactos negativos. Al gestionar el riego de millones de hectáreas de tierra agrícola, el sistema no solo aumentaría la eficiencia y sostenibilidad de la producción de alimentos, sino que también ayudaría a mitigar los efectos del cambio climático al optimizar el uso del agua y reducir la erosión del suelo.

Este sistema de riego a escala continental representaría un salto cuántico en la tecnología agrícola, con el potencial de transformar la agricultura en toda una región, mejoraría la seguridad alimentaria y protegería los recursos naturales para las generaciones futuras.

Y sí, lector, me imagino que lees todo esto sin poder creer que estás leyéndolo, pensando quizá en: ¿podríamos ya saltarnos las clases de ciencias?, ¿cuándo empieza la historia? Pero es vital que entiendas este proyecto porque es la piedra angular. No solo por la relevancia que tendrá, que la tendrá, sino porque es la forma en la que puedo demostrarte que Peter no era ningún idiota. Peter no era ese chiquillo ingenuo o impresionable. Era ya un hombre hecho y derecho, con una inteligencia superlativa que vivía en la mentira que vivía porque así lo quería. Así lo decidía día a día, dejándose arrastrar por esta maraña de mentiras que él mismo alimentaba y consentía.

Así que espero que, con esto en mente, entiendas la profundidad de la fuerza de voluntad que requería para él vivir en este engaño.

Como iba contando, efectivamente el plan de Peter dio sus frutos. Tony realmente no supo qué hacer con él el día que estando en el taller, le empezó a estallar el teléfono a llamadas y mensajes. Lo miró por unos segundos, cortó y, en lo que Peter alzaba una ceja, inseguro por la seriedad en su mirada, su mentor tomó otras cinco llamadas.

Sintió algo de terror, porque en ese momento recién había presentado el prototipo final de su trabajo, así que, como aún tenía que terminar de desarrollar la IA que utilizaría y pasar a una fase final, ni por un segundo se imaginó que todo ese circo era por él. En ningún momento creyó que esa mirada pudiera significar algo bueno.

Y, si te soy honesta, lector, creo que no le faltó razón. Pero aún no es momento de que Peter lo note.

Tony dejó lentamente el celular en el mesón. Se enderezó en la silla y antes de que sus reflejos mejorados pudieran hacer nada, la boca de Tony estaba sobre la suya, acompañada de una mano en su cuello y otra en torno a su cintura.

Gimió contra sus labios, gimió contra el cuerpo firme y duro que se apretó contra él. Gimió y le dio acceso a su boca, a su cuello y a su oído, cuando atacó allí.

Peter tembló bajo sus manos que lo recorrieron por debajo de la ropa. Se entregó a ese desenfrenado sentimiento que tenía diez años viviendo en su interior y lo hizo feliz, de manera irresponsable, pero dichosa.

Cuando Tony finalmente lo soltó, Peter dejó caer la cabeza en su hombro y la meneó sin entender absolutamente nada de lo que había pasado. Entonces Tony le dijo el desastre mundial que se estaba cocinando por su proyecto. Su director de tesis, completamente obnubilado por lo que podía significar a fututo, lejos de consultar con él si podía pasarlo a otras personas, lo empezó a hacer circular por los sectores correctos y de la noche a la mañana Peter y su tesis fueron un asunto de estado para diversos países y empresarios. Tony le dijo con la voz entrecortada por el orgullo que había creado algo magnífico, único e inmenso. Le dijo que era un crío estúpido y sorprendente, pero que era suyo y como se le ocurriera tomar una de las mil propuestas que iban a lloverle del sector privado (o mundial), lo mataría.

Peter alzó el rostro y la mirada torturada de Tony lo dejó sin palabras. Había tantas cosas pasando en sus ojos. Tantas emociones, tantos miedos, tanto odio y desesperación... Saboreó en sus labios la locura que había cometido, la idiotez que había vuelto real.

Porque Peter estaba loco por él. Estaba más allá de enamorado, más allá de perdido por su mentor; pero Tony jamás le dio cabida a sus delirios, jamás validó sus sentimientos.

Sentimientos que ahora entendía no tenían años atormentándolo solamente a él. Sentimientos que, ahora entendía, vivían en ambos. Solo que uno de ellos había sido bueno fingiendo no tener.

Eres mío. ¿De acuerdo? —fue lo que le preguntó.

—Sí —es todo lo que respondió, porque Peter ya era suyo y qué más daba admitirlo en voz alta.

Pero el asunto lector es que esa afirmación era parcialmente una mentira que ambos sabían, era mentira. Porque había una sortija dorada en la mano izquierda que daba fe de que Peter podía ser lo que Tony quisiera, pero Tony jamás podría corresponder a ese juramento.

Y quizá, puede ser, aceptó que, en teoría, Tony no mintió. Tony jamás le dijo que él sería suyo, pero era el tiempo de juramentos que solo se piden cuando estás dispuesto a dar lo mismo a cambio, y ninguno de ellos dos, ni una vez, dijo en voz alta que Tony no podía hacerlo.

Pero, que bien mentía Tony. Qué bueno era en ello, porque Peter hacía dos años estaba allí plantado, esperando algo que ni era verdad, ni se cumpliría nunca. Porque Tony ya era muy grande, Peter ya era muy grande, y la hija de Tony y Pepper era muy grande. Pero allí seguía, allí se mantenía. Porque Thanos les robó el momentum, y ahora lo único que tenían era la promesa de Peter y la mentira implícita de que era correspondido.

—¿Tierra llamando a Parker?

Con un parpadeo, Peter gira el rostro para ver a Tony. Su mentor se ríe de lado y suelta un suspiro superficial. Deja el lápiz electrónico en la mesa, casi entre ellos, y alza una ceja mirándolo intrigado.

—¿Planeas compartir con el resto de la clase dónde estás?

No, no lo planea. Ellos no hablaban de eso. No hablaban del máster en mentir que tenía Tony, y lo magnífico que era él creyéndole. No lo hacían porque eso los empujará un paso más cerca de la verdad: Tony no se iba a divorciar y Peter no iba a dejar de ser su amante.

—Estaba pensando en que tengo que hacer la valija y no tengo ni la menor idea de si en Sudamérica está haciendo mucho frío o mucho calor.

—¿Viajas? —murmura de golpe, corriendo la vista hacia donde estaba el gigantesco calendario de trabajo que ahora era el dueño de sus agendas.

—En tres días, sí —añade, señalando la celda correspondiente al 15 de julio.

Las letras se veían claras y limpias. La frente de Tony se arruga, menea la cabeza y lo ve con una mueca molesta.

—Detesto cuando viajas —murmura, enderezándose con algo de pesadez.

—Es solo una semana...

Eso vuelve a dejarlo quieto, a medio camino de dar la vuelta al escritorio. La vacilación los sacude a ambos. Un mismo miedo que se comparte cómo el inconsciente colectivo se instala en la sala.

—¿No tengo yo un jet privado, que te dije un millar de veces está a tu disposición, que debería modificar esa afirmación?

Peter traga y se esfuerza por mantener una sonrisa en su rostro. A veces su inconsciente decidía estar en su equipo, así él decidiera no estarlo.

—No sería muy ecológico de mi parte —se disculpa.

—¿Necesitas ser más ecológico? A esta altura, tu proyecto y mis reactores están a dos años de desarrollo y pruebas de campo, de darle mil años de vida más al planeta —enumera con un tinte amargo y acusatorio en su voz—. ¿Y tú crees que falta "más"?

No, él no lo creía, pero sus instintos iban por libre, y cuando Peter programó aquella serie de reuniones, acumuló, sin siquiera notarlo, muchas en un corto periodo de tiempo. Y ciertamente era más fácil, rentable y cómodo quedarse allá por un tiempo que estar yendo y viniendo. Algo que sin ningún tipo de dudas no se plantearían ninguno de los dos, si la situación entre ellos no fuera... la que es.

Lo que lo llevaba a pensar justamente en qué, quizá y con suerte, si ponía suficiente aire entre ellos podrían limpiarse el uno del otro. Porque ciertamente el tiempo no estaba logrando que lo que sentían amainara en el interior de ninguno de los dos. Y lo ridícula y compleja que se había vuelto su agenda tampoco estaba ayudando en lo absoluto, porque solo era verla y asegurarse de pelear contra ella, robándole cuánto tiempo les permitiera para estar uno con el otro.

Pero quizá la distancia, el tiempo y la soledad pudieran hacer que alguno de los dos entrara en razón. Quizá alguno pudiera ver entonces el panorama completo y aceptara lo que el otro no era capaz: aquello era de papel. No tenía sentido, pies o cabeza. Era una mentira dura y pura. Un juego, un sueño, un error en la matrix o en el universo. Tony tenía una familia, Peter solo tenía los momentos que les robaba a ellas.

En el fondo, sus instintos intentaban que Tony lo viera. Porque él estaba muy lejos de poder verlo. Estaba demasiado metido en ese desastre como para hacerlo. Porque aun sufriendo lo que sufría cada que lo veía salir en la prensa con las dos a cada lado, él solo podía sucumbir una y mil veces cuando, al otro día, Tony lo recibía en el taller o la oficina con un beso y un "buenos días, señor Parker", susurrado entre sus labios.

—Creo que nos dará mala prensa. Y alimentará el tipo de rumores que no queremos —explica entre conciliador y tenso, intentando relegar esos molestos e intrusivos pensamientos.

Y lector, Peter es realmente bueno en ser obtuso. Es bueno y lentamente, de manera muy peligrosa, empieza a hacerlo de una manera tan natural que casi no nota que lo hace.

—¿Rumores? —repite lentamente Tony, evaluando con ojo crítico y analítico su rostro.

—Ya sabes, que solo lo haces por los impuestos o para poder mantener la fracción armada en tu empresa, sin que la gente lo note, que estamos metidos en algo nuclear, o que secretamente nos queremos hacer con el control mundial... —enumera riendo.

La expresión tensa y ligeramente afilada se suaviza en el rostro de su mentor una vez ve su sonrisa.

Pepper, Happy, Rhodes, Tony mismo o él, sabían de sobra que nadie pensaría nada que no fuera que eran unos asquerosos hipócritas. Nadie pensaría que Peter follaba con el dueño de la empresa y por eso le ponía un jet privado para que vaya y vuelva en el día. Nadie pensaría que Tony era tan celoso y posesivo con su pupilo, que prefería hacer un derroche ominoso de recursos económicos y sustentables con tal de impedirle estar lejos el tiempo suficiente como para que conozca a nadie.

Sí no, eso no era algo que alguien pensaría. Pero así era. Tony detestaba que Peter se escapara por mucho de su radar, porque sabía que aquello que tenían era endeble.

Le había dicho más de una vez que estaba listo para que Peter lo dejara. Le ofreció más de una vez una salida fácil a aquel desastre, pero ambos sabían que eran más mentiras.

Mentiras soltadas con sentimiento, con firmeza. Tony no quería, y Dios, él quería creer que tampoco podría así lo quisiera, dejarlo ir. Por eso insistía en tenerlo ahí. Por eso le cedió una porción más que escandalosa de acciones en su empresa. Inventó, para cualquiera que pudiera preguntar, que era el pago por hacer que Peter hiciera que lo que solo fue una idea en un papel, se volviera la nueva causa de la vida de Tony.

—No necesitas hacer eso —murmura Tony, terminando de cerrar la distancia entre ellos—. Me da igual lo que piensen. Estás cambiando el curso del mundo. No necesitas pasar una semana en Sudamérica para demostrarlo.

La voz le sale como siempre, suave, empática y encantadora. Como la voz de un encantador de serpiente, esta se enrosca en su cerebro. Y por más que Peter sepa que lo único que intenta es manipularlo para que no se aleje, se siente increíble de solo pensar que lo podría extrañar.

—Bueno, hace tiempo no me tomo vacaciones...

—¿Tiempo? —pregunta acomodando las caderas sobre el escritorio, cruzando las piernas de una manera sensual, lenta y deliberada frente a él.

Peter estudia el torso embutido en aquel polo ajustado, que se prende a la piel de sus bíceps con firmeza. Tiene que deslizar hacia atrás su silla para darle espacio, pero aun así la punta de sus pies casi tocan las de él.

Así como estaba, Peter se sentía un alumno viendo desde primera fila al profesor. Conteniendo un gemido, se acomoda en su silla. El intento de una erección se aprieta contra el cierre de sus pantalones y no, lector, no nota que justo por eso Tony se le acercó y se acomodó de aquella manera. No nota que esa era la manera en la que Tony lo manipulaba para que siguiera teniendo con qué alimentar sus mentiras.

—El último viaje fue de negocios —grazna, maldiciendo la obstrucción repentina en su garganta.

—No parecía que estuvieras pensando en la compañía mientras te venías en el jacuzzi... —musita, pensativo.

Peter le lanza una mirada cargada de desprecio. Tony se ríe y estira el pie, enganchando los suyos. Arrastra la silla hasta pegarla a sus rodillas y en un parpadeo, se sube sobre sus caderas.

Peter gime cuando la boca se acerca juguetonamente a la suya. Se estira, pero Tony no lo besa. Corre unos milímetros el rostro, juega un poco más con él.

Su intoxicante aroma le eriza la piel de los brazos. El peso de su cuerpo hace que la erección que intentaba despertar ahora se sienta firme y dolorosa contra su ropa.

—Bueno, señor Parker, en Sudamérica es invierno. Y, puntualmente, en Chile, hace bastante frío en esta época. Cuando te traslades a Argentina, será mejor y peor al mismo tiempo. Menos viento, pero más frío. Necesitas abrigo. Mucho abrigo. Pero solo si piensas salir del hotel. Lo que, espero, no quieras. No necesitas abandonar la comodidad para...

—Tengo que ir a hacer una vuelta de reconocimiento por los espacios...

La lengua de Tony invade todo. Las manos cerradas en torno a su cuello lo mantienen en su sitio y las piernas apretadas en torno a sus caderas anulan cualquier vestigio de intento por escapar que su mente pudiera inventarse.

Peter abre la boca, lo deja hacer. Respira el aire que Tony suelta, gime su propio nombre cuando Tony lo exhala en su cuello, antes de clavarle los dientes en el tendón.

—Tony —gruñe con hambre cuando el roce perezoso de la lengua se restriega por sobre la marca de los dientes—. Tony, deja eso, me quedará una marc-. Ah, joder. Tony...

La succión maestra de sus labios le hace voltear los ojos. Aprieta las manos en su cuello y su espalda. Lo empuja más sobre él. Lo toma con firmeza mientras lo siente prendido en su cuello y lo alza cuando se endereza. Tony gime clavándole las uñas en los hombros, pero se deja sentar en el mesón. Escucha el eco de algo cayendo al suelo, pero le da lo mismo.

La boca se traslada de su cuello a su oído y ese es su principio y su fin. Ayuda a las manos que desesperadas lo libran de la ropa. Peter se encuentra de rodillas antes de que pueda pedírselo.

Tony separa las piernas, le deja tomar su erección y gime aferrando una buena porción de su pelo, cuando Peter, en la misma maniobra que lo toma, se lo lleva al fondo de la garganta.

—Joder, sí sí —gruñe, afirmando bien la planta de los pies al suelo, bombeándose en su interior—. Eres tan bueno en esto... —gime, deleitándose una vez, Peter se retira y solo desliza la lengua a lo largo de su miembro, hasta llegar a la zona tras sus testículos—. Si-sigue así y no dejaré que te vayas ni dos días —gruñe cuando Peter repite la maniobra, sin retirar la mano de la punta, dónde frota suavemente, imitando los movimientos que haría con la lengua.

—¿No sé supone que extrañarse hace bien a las parejas? —murmura ladinamente, sobre su prepucio.

Tony gruñe y le empuja la cabeza hacia abajo. Peter vuelve a meterlo hasta el fondo. Vuelve a subir y bajar. Se ayuda con las manos y la lengua. Deja que su sabor lo embriague y su olor bloquee todo lo que quiere arrastrarse desde las profundidades de su mente.

Traga cuando Tony se viene, se estremece cuando le toma del pelo con fuerza y lo insta a pararse, solo para luego tirarlo sobre la silla que habían abandonado. Alza las caderas, lo deja hacerse con su erección, lo ve llevársela a la boca. Gime cuando Tony empieza la tortura.

Suda, se contorsiona, empuja hacia arriba sus caderas y arremete contra él. No cierra los ojos, se recrea en su imagen, en la lujuria, en la suavidad con la que sus manos le recorren el cuerpo. Escucha lo que esas caricias dicen, siente en su pecho el amor, el cariño y la necesidad. Siente en su corazón la desesperación y el abandono. Siente esa misma cosa que siempre siente cuando Tony lo toma.

Siente su hambre, su descenso a la locura. Siente cómo se intoxica de él, como se rinde a sus deseos y hace aquello que anhela: tenerlo.

Lo siente en la manera que lo mira, en la que lo toca y lo posee. Siente la satisfacción que nubla sus ojos y el deseo que empuja su boca a ir más allá, a tomarlo todo, entero, hasta la base. Siente la necesidad en su ritmo desbocado y errático.

Y como siempre, Peter se deja convencer de que todo eso es verdad. Peter deja que esa mentira anide en su pecho y le dé calor. Y ese calor es lo que lo protegerá en su cama cuando este solo en medio de la noche o en los eventos de Stark industries, dónde Tony asistirá (sin falta) con su esposa y su pequeña hija de seis años.

Se deshace en un gemido lánguido y débil cuando al fin se corre, pero la boca de Tony no está, ni mucho menos, saciada. Recorre sus caderas, deja pequeños besos a lo largo de su torso y su pecho. Le corre la ropa y la acomoda dejando bajo la tela el rastro de sus dientes, sus labios y su lengua.

Peter sabe que esa noche, cuando se mire al espejo, verá una pequeña constelación de marcas. Sabe que sentirá al ver cada uno de esos reclamos. Sabe que será una más de esas mentiras que le permiten respirar y dormir en paz.

Tony se acomoda la ropa, y Peter lo abraza con fuerza cuando vuelve a sentarse sobre su regazo. Hunde en su cuello el rostro, se deja mecer y acariciar.

Y es impresionante el poder que tienen esas mentiras que se dicen en silencio, lector, porque Peter siempre, siempre, las cree. En esos momentos cree que lo ama, cree que lo va a extrañar, que le atormenta genuinamente la distancia que habrá entre ellos. Cree que a Tony le aterra pensar que pueda abrir los ojos a la verdad con suficientes kilómetros entre ellos.

—Haz el favor de llevar el Iron-Spider, no el tuyo. Si piensas que la cosa es mala aquí, cuando llegues allí notarás la diferencia.

—Creí que dirías que no lo lleve —murmura, levantando el rostro para verlo.

Tony le sonríe de lado y Peter se siente ligeramente mareado cuando nota en cada fragmento de su expresión reconocimiento.

Habían pasado años desde la última vez que Tony usó su armadura. Luego del chasquido, todo quedó atrás. Su vida como superhéroe había terminado. Y no hubo un solo día en el que no le sorprendiera lo mucho que entendía que eso para él no era una opción.

—Llevo el tiempo suficiente cuidando de su trasero como para no saber qué hará exactamente lo contrario a lo que le pida, señor Parker.

Peter se ríe porque no está seguro de que sepa qué más hacer. O, quizá sí sabe, pero también sabe que hacerlo, o más bien decirlo, solo hará que Tony escupa una mentira. Y quizá hacía dos años, esa mentira era su mundo, pero lentamente se había vuelto muy consciente de que eso no era más que otra de sus mentiras. Y eso dolía. Dolía por dentro, por dónde realmente importaba que doliera.

—Tiene un punto ahí, señor Stark.

Tony se ríe, se endereza y se sacude con un ligero movimiento de hombros la embriagante relajación que deja en sus músculos el desahogo de un polvo rápido.

—¿Quién te acompaña?

—Nadie. El equipo viajó hace tres días para allá —aclara, enderezándose también.

—¿Y por qué no...? —su voz se pierde en la sala.

Alzando una mano, le acaricia el rostro y se muerde el labio inferior cuando los dedos tocan el suyo. Su rostro se suaviza cuando comprende lo que ha hecho, o cuando comprende el porqué lo ha hecho.

—Gracias —es todo lo que le dice y Peter ve en su mirada genuina gratitud—. En verdad odio cuando te vas. Desde que instalamos tu escritorio en mi oficina, es sumamente solitario cuando no vienes. Encuentro particularmente aburrido el silencio —murmura con picardía.

—Quién lo hubiera dicho... —se mofa, imitando su tono confidente y travieso.

—Cualquiera —se ríe, dándole un ligero golpe en el pie con el suyo—. Desde que te saqué de Queens, todo el mundo supo que jamás sería capaz de volver a alejarte.

Peter lo mira fijo y sin pestañear. Las manos de Tony no vacilan cuando recorren su pecho acomodándole la ropa y el pelo.

—Jamás tuve una sola oportunidad... —añade bajando la voz, deslizando la punta de los dedos por su cuello y la marca que debía haber dejado allí—. Ve a empacar. Esta noche tengo una cena, Morgan... en fin. ¿Quieres que mañana vaya al apartamento? Preferiría dormir contigo la noche antes de que te vayas...

—Descuida —lo corta sabiendo qué peligros se escondían en ese nombre—. Mañana me viene perfecto. Harley cuidará mi casa en lo que no estoy, así que vendrá hoy para que pueda explicarle todo.

No es verdad, Harley iría mañana y ya se quedaría en su casa, pero no era como si no pudiera llamarlo y cambiar de planes.

Tony hace morritos al oír el nombre, pero no por celos o malestar. Si había alguien en todo ese desastre que no perturbaba la paz de Tony era su ahijado. Eran demasiado unidos como para que Harley no se hubiera dado cuenta en el acto de lo que estaban haciendo. Y eran, a su vez, demasiado parecidos como para que los juzgara por ello.

—No dejes que te llene la cabeza con cuentos sobre los sudamericanos.

Peter menea la cabeza y rueda los ojos. No duda ni por un segundo que Harley intentará convencerlo del potencial que se escondían en las tierras Argentinas. Solo está más que convencido de que todo ese potencial perdía brillo frente al pedazo de hombre que lo había reclamado.

—No te veo mañana, ¿verdad?

—No, tengo que ir a recopilar las pruebas en Corn Belt.

El mohincito que hace antes de enganchar la mano en su cintura para atraerlo hasta su pecho, muere en su boca cuando lo besa. Ninguno dice la verdad de por qué Peter programó específicamente ese viaje, ese día, en ese horario. No lo dicen porque no tiene sentido práctico decirlo.

Por qué la cosa con las mentiras lector, es que necesitan muchas cosas para funcionar y una de ellas era la infraestructura. Si Tony era el único que ponía de su parte, rápidamente la magia se perdería. Sería como un mago al que le corren el telón negro y de repente uno puede ver esos pequeños hilos tirando de las ilusiones.

Para que esas mentiras funcionaran, Peter también tenía que poner de su parte, y desaparecer cuando Pepper y Morgan pasaban por la empresa era parte fundamental del ecosistema en el que vivían.

—Te veo en casa ¿sí? —murmura, mordiendo su labio inferior y cogiéndole con descaro del trasero.

—Allí te esperaré —promete, devolviéndole la mordedura.

Tony no teme a sus dientes. Así los de él fueran una fuerza afilada que gustaban de dejar huellas y marcas, su mordida es juguetona y suave. Es efímera. En cuestión de segundos no quedaría nada de ella que pudiera delatar su paso.

Se sueltan en el momento justo. Cuando Tony está retrocediendo, la puerta tras ellos se abre. Happy entra sin mirarlos, ajeno a lo que hubiera alcanzado a presenciar si hubiera entrado diez minutos antes. O, lo justo sería decir lo que hubiera podido presenciar si la IA más inteligente del mundo no estuviera programada para evitar ese tipo de interrupciones.

—Ahí estás, vas tarde para que hablemos del dispositivo de seguridad que tendrás en tu viaje... ¿Sales? —se interrumpe viendo que Tony había cogido su mochila y se la estaba tendiendo.

—Tengo que ir a preparar mis maletas —se justifica, deslizando con parsimonia la mochila sobre su hombro.

La mirada marrón se traslada por su hombro hasta su cuello. Ve los ojos fijarse en lo que ahora corrobora es una marca digna de admirar por más de tres segundos.

—Dios, qué asco. ¿Por qué no traes al bastardo que hace esas cosas para que podamos tener una que otra charla con él? —se queja con una mueca de horror y espanto—. ¿No lo crees, Tony? —añade, mirando a su mejor amigo.

Tony hace un ruidito de «no sabe, no contesta» y Happy rueda los ojos mientras se acerca a él.

—A quién fui a pedirle ayuda. Vieras las marcas que solía hacerle a sus parejas —le informa, estremeciéndose por el recuerdo—. ¿Seguro que no sacaste de su agenda de contactos a tu chico? Solo los animales de su especie son capaces de llegar así de lejos. Mejor dile que sea hombrecito y de la cara.

Peter decide sabiamente, como siempre, no responder.

—Menos mal está con Pepper ahora. Ella lo podría castrar si intentará hacer algo así en su piel. De lo contrario, seguiría siendo el mismo salvaje de siempre —sentencia demasiado contento con la idea de que alguien castre a Tony como para unir puntos.

—Ella no necesita que haga tal cosa —responde lacónicamente su mentor, mirándolo con hambre y lujuria mientras Happy no lo nota.

Happy resopla con fuerza y lo mira consternado. Peter se ríe de los dos, diciéndose en silencio lo mal que está que esa oración tan nefasta le haga sentir tan gloriosamente poderoso y feliz. Más y más capas de mentiras que él permite consoliden su locura.

—Vamos. Salgamos de aquí antes de que te lave el cerebro. ¿Tú le haces las mismas marcas? Dios santo, parece recién hecho. Qué barbaridad. ¿Trabaja aquí? —murmura tomándole del brazo, para llevarlo lejos de Tony—. Voy a tener que revisar las cámaras.

—Tuve un almuerzo... intenso —masculla volteando el rostro sobre su hombro.

Tony no luce nada alterado con la idea. Menea la cabeza, le guiña un ojo y le dice con eso que se quede tranquilo. O no hay filmaciones que revisar, o lo que hay en ellas jamás los incriminará.

Peter asiente no muy seguro, y agita la cabeza a modo de muda despedida. Tony, recargado nuevamente en el escritorio, le lanza un beso y modula algo que le arranca una sonrisa.

«Te amo»

Y aunque su interior llore, aunque su interior sepa que miente, aunque todo su mundo de naipes amenace con destruirse, él lo ama.

Y eso es todo, eso es lo único que hace que esa mentira se vuelva verdad. Porque no interesa que llame "casa" al apartamento que solo es de Peter; no importa que no tengan un futuro, o que Peter se vuelve ciego a esa obviedad. No tenía sentido pensar en lo solo que se sentía por las noches, en lo infeliz que era cada mañana al despertarse en su cama parcialmente vacía, sabiendo que eso siempre sería así. Lo ama tanto, que está dispuesto a responder a esa mentira con su única verdad:

«Yo más.»

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