Capítulo 7 (Parte III)

PARTE III

París, mismo día; Daena se encontraba mirando por la ventana de su habitación, hoy estaba cumpliendo setenta y un años. Pero su apariencia no había cambiado en nada, su rojo cabello se mantenía largo y en cascada por su espalda como lava ardiente, su piel nacarina seguía tersa y brillante. Los años pasaban y ella seguía igual de joven y perfecta.

La Duquesa había ordenado organizar un festín en su honor, donde todos los aristócratas franceses estarían invitados, al igual que la aristocracia vampírica. Daena durante estos años habría traído grandes tratados para la Duquesa y cada uno de ellos resultaba en grandes sumas de dinero y bienes.

Seguía estando en el clan de Erick, que se habría convertido en su padre adoptivo al igual que Emille junto con Andrea, Charlotte y Guitta que eran su familia después de su familia de sangre, su hermano Neal.

Unos golpecitos en la puerta llamaron su atención, pero sabía muy bien de quien se trataba por lo que no hubo falta preguntar quién era.

-Adelante – respondió

Lo primero que pudo ver era un gran ramo de rosas rojas, cada cumpleaños Erick le obsequiaba un enorme ramo de rosas rojas seguido de algún obsequio extravagante como joyas, hermosos vestidos de los mejores modistas de París.

-Feliz cumpleaños, querida – se introdujo a la gran habitación. La levantó de su asiento tomándola de las manos después de dejar las flores en una mesita. Le dio unas cuantas vueltas de una manera muy teatral.

-¡Mírate! Estás preciosa y muy bien conservada para tener setenta y un años – dicho esto, Daena estallo en risas que Erick después coreó

-Basta, la edad de una mujer no se menciona – dijo entre risas. Tomo las rosas e inhalo el aroma profundamente – Son perfectas, gracias

-Siempre diré que las rosas rojas encajan perfectamente contigo – acarició el rojo cabello de Daena y sonrió – No sé por qué. Hoy es tu primer baile como homenajeada ¿Cómo te sientes?

-Muy bien, la verdad - afirmo

-¿Nerviosa? – inquirió divertido.

-No, ni un poco ¿Debería?

-No, solo juego contigo, solo serás el centro de atención. Toda la noche dedicada a ti, los mejores ejemplares serán tuyos para que puedas alimentarte.

-Como si eso ya no lo hicieras tú – soltó – ¿Dónde están las chicas?

-Andrea, Emille y Guitta se están arreglando.

– Ah, por cierto. Ese no es tu verdadero obsequio – señalo las rosas y cerró la puerta desapareciendo.

-Nunca lo es – dijo para sí volviendo a oler las rosas.

Anudó el cinto de seda de su camisón para salir al balcón de su habitación ya el sol empezaba a ocultarse por lo que no le afecto.

Otro año sin su familia biológica, otro año sin él. Recordó a su madre y su dorado cabello como brillaba con el resplandor de la llama de la chimenea donde solía sentarse cada noche en los brazos de su padre. También tuvo vagos recuerdos de su hermana gemela; le pareció extraño, como verse a sí misma pero actuando completamente diferente.

Otro penoso golpe le saco de sus pensamientos, esta vez estaba acompañado de un latido de un tierno corazón.

-Lady Bushard, vengo a ayudarla a arreglarse – la voz temblorosa de la chica se reflejaba en el latir de su corazón, era su primer día.

-Gracias, pasa – la joven abrió la puerta y se adentró en la habitación, tenía miedo de subir la mirada porque le habían dicho que la belleza de Lady Rose Von Bushard le quitaba el aliento a quien la mirase, fuese hombre o mujer, el nombre de Daena lo había cambiado para protegerse de quien fuera ese hombre de la cabaña aparte de Dorian años atrás aún seguía con vida ya que a veces sentía su presencia cerca.

La chica recostó el vestido sobre la cama como si se tratase de cristal y luego se dirigió a la tina al otro lado de la habitación con la cabeza gacha. Daena colocó una mano sobre el hombro de la chica y esta se estremeció ante el tacto, era como tratar de tocar un colibrí

-Tranquila, lo estás haciendo bien – quitó la mano del hombro de la chica para desvestirse e introducirse en la bañera – Aunque sería más sencillo si dejaras de ver el piso – bromeó desde la bañera.

Entonces la chica se armó de valor después de sentarse en el banquillo a un lado de la bañera y la miró, tuvo que ahogar un grito pues porque para ella fue como ver un ángel con el cabello de fuego.

-¿Estás bien? – Daena tuvo que preguntar porque la chica tenía los ojos tan abiertos y el corazón desbocado, tanto que una gran cantidad de sangre se encontraba en sus mejillas – Tranquila, respira.

-Lo siento, mi lady – susurró – Es que usted... usted es tan hermosa.

-Gracias, pero no es para tanto – Daena sabía el efecto que tenía en la gente debido a su aspecto, tanto que con solo un gesto los hombres caían rendidos a sus pies y hacían lo que ella les pidiera sin necesidad de usar su poder de persuasión.

-¿Cuál es tu nombre? – preguntó Daena a la chica

-Me llamo Rosette, mi lady – respondió nuevamente en un susurro. Daena acercó una mano y se la ofreció

-Un placer en conocerte Rosette – la chica la tomó y la agitó levemente - ¿Eres de París?

-El placer es mío, mi lady – empezaba a calmarse – No, mi lady; vengo de un pequeño poblado en Lyon.

-Oh, estuve en Lyon el mes pasado – le sonrió – Es hermoso, todos esos lagos.

-Me alegro que le gustara, mi lady – le devolvió la sonrisa mientras tallaba el brazo de Daena con un trozo de tela

-¿Tu familia? – pregunto con suavidad

-Mi padre conduce el carruaje del duque Bertrand desde que yo era pequeña, mi madre trabaja en la cocina – murmuraba mientras seguía con su labor – Mi hermano murió en batalla – esto último fue solo un susurro penoso y muy triste

-Lo siento mucho, Rosie. ¿Puedo llamarte Rosie? – colocó la mano sobre la de la chica lo cual le sorprendió ¿Por qué una noble como ella sentiría empatía por ella?

-Si, no hay problema. Agradezco sus condolencias, mi lady – colocó el trozo de tela a un lado después de exprimirlo y ponerse de pie para buscar uno más grande para secar a Daena.

-¿Por qué viniste a París? – le pregunto viéndola directamente tras ponerse de pie, tomar la tela de las manos de la chica y así no tener que esconderse a sus espaldas. Miraba sus manos que ahora eran un nudo de dedos y nervios, se sentía intimidada de nuevo.

-Quería probarle a mis padres y a mí misma que podía valerme yo sola – se haló un pedacito de piel de sus dedos y de este broto una gota de sangre y todo el aroma de aquella gota inundo la habitación, pero Daena había controlado sus instintos aun cuando estos estaban encendidos por aquella gota de sangre - ¡Diablos! - se quejó para luego meter el dedo ensangrentado en la boca, Daena la observó un segundo y vio en Rosette una parte de ella que creía muerta desde hace años, humanidad.

Salió de la bañera para tomar la bata del ropero y anudar la cinta de seda en su cintura tras cruzar cada lado de la bata

-Me parece excelente, Rosie – dijo con voz rasposa – Ten cuidado con eso – fácilmente rompió un trozo de la tela y tomó de la boca la mano de la chica seguida del dedo que hábilmente envolvió aplicando presión en la herida - ¿Mejor?

-Sí – susurró – Gracias... mi lady – aclaro su garganta para recurrir a algo de valor para lo que iba a preguntarle - ¿Por qué es tan buena conmigo?

-Porque quiero que seamos amigas – le sonrió – Pareces ser una buena chica, a diferencia de mis otras ayudantes que ni me dirigían la palabra – colocó un dedo bajo la barbilla de Rosette haciendo que la mirase – Además, si vas a ser mi doncella, no estaría mal ser amigas ¿Verdad?

Los ojos de la chica brillaron de emoción. Ser la doncella de una noble era como tener un título y debía acompañar a Daena a los eventos y viajes.

-¿Está usted dándome el título de doncella? – dijo en un hilo de voz llena de emoción.

-Sí, es lo que acabo de decir – bromeó - ¿Aceptas?

Rosette solo se dejó llevar por la emoción y se abalanzó sobre Daena en un abrazo, Daena le devolvió el abrazo.

-Supongo que eso es un sí – rio – Vamos, hay que arreglarnos. Sospecho que será una buena velada.

-Muchas gracias, mi lady – la soltó para tomar el corsé y pasarlo sobre la silueta de Daena tras quitarse la bata.

-Creo que hoy lo quiero bastante ajustado, el vestido parece ser bastante ceñido – mencionó dándose la vuelta para que Rosette lo ajustara a su figura.

-¿Esta segura? Usted es bastante delgada y si lo ajusto demasiado no sé si logre respirar – dijo ajustando los cordones a tal manera que la espalda de Daena formó una pequeña arruga.

-No te preocupes por eso, quiero verme impecable esta noche. Mi noche y si vamos a ser amigas, por favor llámame Rose.

-Está bien, mi... - Daena la miró enarcando una ceja – Rose.

Daena sonrió ante el nombre de ''Rose'' y luego se preguntó cuándo volvería a usar su nombre verdadero.

En un abrir y cerrar de ojos tenia a la chica sujeta de los hombros contra la pared, su corazón latía con fuerza por el miedo.

-Abre los ojos, Rosie – ordenó Daena. Rosette, temerosa los abrió de par en par – No vas a gritar y tampoco recordarás nada de esto, si te preguntan por tu herida, te lo hiciste cortando flores para mi ¿Entendido?

-No recordaré nada de esto. La herida me la hice cortando unas flores para ti, Rose.

-Bien, porque tengo tanta hambre - soltó a la chica que se quedó inmóvil mientras Daena tomaba su muñeca e incrustaba sus colmillos en la tierna carne de la chica y bebía de su líquido vital olvidando su humanidad por un momento y luego la dejo para luego envolver la herida con un trozo de tela que rompió – Terminemos con esto – le sonrió mientras limpiaba una gota de sangre de la comisura de la boca.

En ese mismo instante, pero a kilómetros de allí; en el Averno, Sckarn también se encontraba en sus aposentos arreglándose, sus vestimentas ocasionalmente no eran muy elegantes, al ser un hombre acostumbrado a estar en batalla y en campamentos por meses, solía vestir pantalones de cuero y una chaqueta del mismo material acompañado de alguna espesa capa, siempre de negro.

Pero esta vez, Adeline había escogido para él un traje de seda azul oscuro con detalles en dorado, camisa de lino blanco y unas botas formales de cuero negras.

Se miró al espejo y le costó contener la risa por lo que vio

-Parezco un idiota – se negó pasando las manos alborotando los rizos en rebeldes.

La puerta se abrió haciendo que detuviera su auto-boicot sobre su apariencia refinada y perfumada. Lucifer, seguido de un chico bastante joven y con apariencia algo torpe se adentró a los aposentos de Sckarn.

-Te vez bien, pareces todo un francés – paso un brazo por los hombres del joven y lo trajo al frente tomándolo de los hombros – Sckarn, quiero que conozcas a Yod, el será tu escudero, niñera; como quieras llamarlo, el velara que no escapes, hagas lo que te pido y vuelvas aquí sin un rasguño.

-¿Yod? – Pregunto incrédulo.

-Así me llamo, su majestad – respondió el chico.

-¿Él va a protegerme? verás padre no sé lo que tramas. Porque honestamente y sin ánimos de ofenderte... Yod, te ves algo joven y alguien que más bien necesita que lo protejan o que llegue a la mayoría de edad por lo menos.

-Sckarn, hijo – sacudió al chico que se había quedado mudo desde entonces – Él es muy capaz de hacer su tarea como sé que tu harás la tuya, porque si no te volveré a encerrar y esta vez con Yod.

Soltó al muchacho y tomó a Sckarn del rostro con ambas manos.

-Prométeme que esta vez no harás nada estúpido.

-Lo prometo – musitó.

-¡Perfecto! – Lo soltó para darle un abrazo – Ahora, necesito que escuches. Después de esta fiesta, quiero que tengas una audiencia con La Duquesa, que le digas que necesito hombres, fuertes y discretos de su camarín, han habido avistamientos problemas por el sur de Francia y ella tiene buenas... avecillas que requiero canten en mi oído.

-De acuerdo ¿Algo más? – preguntó cruzándose de brazos.

-No – lo palmeó en la espalda – Diviértete.

Dicho esto salió de la habitación dejándolo con Yod, quien estaba casi inmóvil.

-Vamos, tenemos que ir a vigilar una fiesta de vampiros.

Tras haber sido enviados mágicamente por un portal en la estancia del libro, uno de los otros hijos de Lucifer entró en ella.

-Recuerda que no debes dejar que note que lo estás observando, sospecha que ese chico, Yod es una farsa así que estará alerta – le dijo Lucifer mientras habría otro portal.

-No te preocupes padre, seré discreto – dicho esto, entró y desapareció.

Daena ya había llegado a la mansión de la Duquesa, llevaba un ceñido vestido color ciruela que acentuaba su curvilínea pero delgada figura, su cuello se adornaba su largo cuello con una gargantilla de diamantes que estaba libre debido al peinado alto que Rosette le ayudo a construir.

Al ser una noche invernal, decidió cubrir sus hombros con un elaborado chal de terciopelo espeso con bordados dorados.

Su boca estaba pintada de rojo carmín y sus ojos esta noche lucían más profundos como dos océanos turbios.

Rosette, que estaba a su lado, llevaba un vestido verde pastel que acentuaba su bronceada tez, el cabello suelto y perfectamente peinado haciendo que unas delicadas ondas enmarcaran su rostro en forma de corazón.

Daena le había maquillado y regalado un collar y aretes a juego de oro con una pulida piedra de jade para que completara su atuendo, ella estaba tan feliz y alegre, tanto que su amplia sonrisa no se borraba.

Daena le dedicó una tierna sonrisa, desde que la conoció supo que serían buenas amigas, algo en esa pequeña chica le recordó su humanidad y su ternura le brindaba alegría entre tanta muerte que la rodeaba constantemente.

Se había hecho muy amiga de sus hermanas adoptivas, ya que con el tiempo llegó a querer a Erick como un padre, por lo que los problemas con Emille eran cosa del pasado.

Andrea y Guitta que también estaba a su lado derecho, vestían elegantes ropajes y preciosos peinados, Andrea llevaba unos suaves rizos en su melena oscura haciendo que su rojo vestido de encaje acentuara su mortuoria tez, portaba delicadas joyas de oro y un suave maquillaje.

Guitta, por otro lado, llevaba un vestido de una mezcla entre bordado y terciopelo y en su cabello un simple tocado que adornaba sus rizos, ella no solía portar joyas, ya que le solían resultar incomodas.

En cuanto a los invitados, no solo eran del clan de la Duquesa, sino que había varios nobles y adinerados humanos, que podrían servir de alimento para la homenajeada y los vampiros presentes. Al Daena hacer presencia, la estancia estalló en aplausos dándole la bienvenida.

Al terminar de bajar las escaleras de la entrada hacia la estancia del gran salón, fue recibida por Neal, su hermano, recién había vuelto de su viaje con Charlotte a Italia, por su luna de miel. Si, se habían casado hace años ya, casi a los meses de empezar a estar juntos; Luke, en la unión dijo algo que quedó muy presente en la mente de Daena.

Ils sont l'expression maximale dont il du fil rouge il existe (Ellos son la expresión máxima de que la historia del hilo rojo si existe)

-Bienvenido, hermano – le dijo Daena en una sonrisa.

-Es bueno volver para el cumpleaños de mi hermanita – le dijo respondiéndole la sonrisa.

Luego se les unió Charlotte que abrazó con entusiasmo a Daena.

-Bonjour! – le chilló en el oído.

-¡Charlotte! – le dijo en respuesta – Oye, te presento a mi nueva doncella y amiga, Rosette.

Rosette le dedicó una amplia sonrisa para luego tomar los costados de su vestido y hacer una ligera reverencia.

-Lady Charlotte – Charlotte asintió y le devolvió la sonrisa.

-Un placer, me gusta tu cabello – tomó un mecho y lo acarició entre sus dedos – Parece caramelo, me pregunto si es dulce. Dime Charlotte, por favor.

-Me temo que no, mi... Charlotte – se corrigió y la vampiresa le guiñó el ojo para luego soltar una risita.

Entonces fueron interrumpidas por la mayor autoridad en el clan, la Duquesa, que se veía impoluta y poderosa.

-¡Querida, te ves exquisita! – le dijo a Daena – Feliz aniversario.

Dicho esto le deposito un beso en cada mejilla.

-Muchas gracias, usted también se ve excelente – le respondió igual.

-Gracias, querida – se acercó a su oído y le susurró – Ven a verme al salón del piano en un momento.

Daena solo se limitó a asentir en respuesta y la Duquesa saludo a las demás chicas y se marchó.

No tan lejos de allí, Sckarn y Yod se materializaron en un callejón de Paris; cerca de allí había una taberna a la que Sckarn se acercó.

-Vamos primero por un trago, niño – le dijo palmeándole el hombro al muchacho.

-Pero su majestad... - de nada le sirvió porque Sckarn entró al lugar y se situó en la barra.

-Lo mejor que tengas en una botella – le dijo al de la barra mientras le deslizaba una moneda de oro, el tipo le dio una botella de whisky que el demonio destapó sin problemas y tras dar un largo trago se lo tendió al joven Yod. Éste por supuesto, lo rechazo.

A su lado izquierdo sentado en la barra se encontraban unos hombres que fueron saludados por otro que recién entraba.

-¡Jamie! ¿Ya llevaste a tu señor a su fiesta? – le dijo uno de los ebrios.

-Si, esta vez si que habían perfumados – le respondió Jamie.

-¿Qué tanto celebra esa gente? – volvió a preguntar el ebrio.

-Creo que hoy era una celebración a la señorita Rose Von Bushard – dijo tras dar un trago a su cerveza.

-¿Quieres decir esa preciosidad de melena roja? – eso atrajo la atención del demonio, que prestó más atención a los hombres.

-Sí. La misma, en fin estaba casi toda la nobleza allí y pues no iba a quedarme a esperar mientras ustedes estaban divirtiéndose aquí sin mí – les dijo Jamie.

-¡Cómo le daría a esa peli rojita! – algo en ese comentario enfureció a Sckarn. Que rompió la botella con su mano, haciendo que los hombres se voltearan al unísono, pero luego el demonio se dio la vuelta y salió del lugar seguido de un muy confundido Yod.

-No puede ser ella, no... simplemente no – balbuceó caminando de un lado al otro – Hay más chicas con el cabello rojo en el mundo ¡Mierda! ¡No puede ser ella!

-¿Majestad? – Preguntó Yod a su espalda - ¿Se encuentra bien?

-Sí, nos tenemos que ir, vamos – dijo para ponerse a caminar a paso decidido a la mansión.

Daena en la mansión le dijo a su hermano al oído que cuidara de que nadie tocase a Rosette mientras ella iba a reunirse con la Duquesa y ésta le asintió y Daena siguió su camino.

-Oye, Ross ¿Quieres ver los jardines? Son una belleza – le dijo Neal en tono animado tomado la mano de Charlotte.

-¡Claro! ¿Pero qué hay de Rose? – dijo.

-Ella estará ocupada un rato, vamos – la dirigió por uno de las salidas.

Daena, ya en la sala del piano se encontró con la Duquesa, que se encontraba tocando una suave tonada. Erick que se servía un trago, Luke que fumaba un habano en el sofá y otros tres hombres bastante grandes dos que estaban parados en cada esquina de la habitación con caras bastante serias.

Y el otro estaba de espaldas viendo una enorme pintura.

-Caballeros, les presento a Lady Rose Juliette Von Bushard – dijo la Duquesa tras levantarse de su lugar y posicionarse al lado de Daena.

Los de las esquinas asintieron en saludo y el que veía el cuadro se dio la vuelta y dio a conocer a un chico de cabello oscuro y en capas que enmarcaban su rostro, era alto y de gran musculatura cuyo corazón latía, pero era algo más intenso y su mano más caliente que la de un humano cuando la tomó para depositar un casto beso en el dorso de Daena.

-Rose, te presento al príncipe Alexandriu Valerius III. Principe de Rumania y soberano de la gran manada de lobos de La Luna de Plata.

Con razón olía a perro, pensó Daena.

Pero en respuesta le sonrió hincándose ligeramente.

-Rose, el príncipe se quedará con nosotros un tiempo – informó Erick.

-Espero disfrute su estancia – respondió tranquila. El príncipe sonrió aún sin soltar la mano de Daena.

-Ya me está gustando – le dedicó una melosa mirada con sus ojos verdes – Es usted muy hermosa, Lady Bushard.

-Se lo agradezco, su majestad – contestó en una falsa sonrisa.

-Príncipe, Alexandriu. Rose es nuestra homenajeada de hoy; por eso quise una presentación más... privada – dijo la Duquesa – Espero nos llevemos muy bien, a pesar de nuestras diferencia en especies.

-Seguro que si – dijo Alexandriu sin quitarle la vista a Daena qué había logrado zafarse del agarre del príncipe.

-Espero que así sea, sí ya la reunión terminó. Disfruten la velada – concluyó Luke desde su asiento para luego ponerse de pie y tras dar una exagerada reverencia salió del salón.

-¿Me concede una pieza ésta noche? Lady, Bushard – preguntó el príncipe.

-Seguro ¿Me disculpa? Tengo que ir a atender a mis invitados - le dijo aparentando que no estaba incomoda por la presencia del príncipe.

-Claro, nos vemos más tarde – le concedió.

Ella salió de allí rápidamente y fue directo a la escalera que daba a las habitaciones y en el camino tomó a un chico de la mano y lo jaló escaleras arriba, humano por supuesto ya que era uno de los sirvientes.

Al llegar a uno de las habitaciones le rompió la camisa y el chico estaba sumamente sorprendido por la actitud de la señorita.

La bandeja de copas que repartía quedó esparcida en el suelo en el pasillo. Daena no dejó que el chico dijera palabra alguna, ya que estaba absorto y así tras sacar sus colmillos, los clavó en el cuello del chico.

No se explicaba por qué estaba tan alterada, pero la presencia del príncipe alteró sus más asesinos instintos de vampiro.

Sckarn, llegó a la mansión y se adentró en ella y allí vio todo el panorama de humanos y vampiros bailando y disfrutando, examinó el lugar y no encontró a quien buscaba, un rastro desilusión lo invadió y decidió seguir con lo que su padre le había pedido, bajó las escaleras con Yod y se dedicó a buscar a la Duquesa y luego revisar que todo estuviera bien.

Recorrió la mansión lentamente hasta que a pies de una escalera, un fuerte olor a sangre invadió sus fosas nasales, debía revisar que nadie haya muerto así que subió dejando atrás a Yod, que fue entretenido por unas vampiresas.

Terminó de subir las escaleras y luego se adentró por un pasillo en el que una bandeja estaba en el suelo, encontró una puerta entreabierta y de allí provenía el fuerte olor a sangre.

Lentamente la abrió y allí la vió, a la luz de la luna que entraba por la ventana, esa que reconocería donde fuera, esa que estaba allí frente a el, esa que estaba devorando en un frenesí de sangre a un inocente, esa que jamás dejaría de amar, esa que lo hacía sentir vivo, esa... ella.

-Daena – dijo con el corazón en el cuello, dijo con toda las emociones que se pudieran reunir.

En ella, el tiempo se detuvo, escucho esa voz, su voz... era el, se quedó helada y soltó al muchacho en el suelo completamente desangrado y lentamente se dio la vuelta para ver que no estaba soñando y que no fuera mentira, que no fuera una ilusión. Y allí estaba el, parado en esa puerta mirándola como si ella fuera una adoración divina.

Él no podía creerlo, ella ya no era la misma, sus ojos, esos en los que se perdía como si de u océano se tratase, ahora era turbios, oscuros y llenos de muerte, su hermoso rostro estaba como la preciosa muerte y ni hablar de la sangre que chorreaba de sus labios de los que sobresalían grandes y afilados colmillos.

Y así, después de cinco décadas, Sckarn y Daena, se habían reencontrado.

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¿Sigues vivo? 

¡Pero si esto es una antesala para lo que se viene! 

¿Que les pareció?

Como dije ¡Quiero leerte! 

¿Que creen que pasará ahora que se reencontraron?

¿Creen que Daena correrá a sus brazos?

¡Hey! Lean #LaCura Ya que soy un personaje allí llamado Emily ¿Cool no? 

Promueve el #TeamEmily y ganate una mención especial aquí.

Rosette ¿Se acuerdan? La nueva amiga humana de Daena ¡Pues es la escritora @RossaMendozz  (si, la de la cura) hecha personaje! Así tan cual Emily soy yo en la #LaCura 

¡Gracias por leerme! Y prontito te volveré a dejar en coma jajajaja

#TeQuiero 

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