Capítulo 7 (Parte II)

PARTE II

Averno, 1526. Habían pasado cinco décadas desde que Sckarn había visto por última vez a su hermosa Daena. Si siguiera viva, hoy estaría cumpliendo setenta y un años, tendría el cabello gris y el cuerpo marcado por los años. 

El demonio se encontraba encerrado en una prisión parecida a la de su hermano Ratko, quien aún seguía libre y escondido. 

 Diviso por la ventana guardias del castillo. 

Se extrañó, ayer le había llegado la comida y el vino; siguió observando a los hombres bajarse de sus caballos y formar una línea directa hacia la entrada, alguien importante vino a visitarlo, quizás su madre. Se levantó de su asiento y camino a la puerta. 

Al abrirla se llevó una gran sorpresa, era su padre, Lucifer el que vino a visitarlo.

-Padre – dijo.

-Te ves bien – palmeo el hombro de Sckarn y se adentró a la casa – El lugar se ve bien, Ratko en el suyo tenía un desastre – dijo observando el lugar y tomando asiento.

-¿Gracias? – ¿Qué está haciendo su padre allí? Fue muy claro cuando lo llevo allí hace cincuenta años ''...Te dije que no me desobedecieras, estarás aquí por el tiempo que sea necesario...''.

-Siéntate – dijo mientras servía dos copas de vino. Hizo lo que le pidió y luego tomo la copa que su padre le ofreció – Sé que te estás preguntando el motivo de mi visita – Suspiró.

-Llevas cincuenta años sin venir, padre – acerco la copa a sus labios y bebió todo de un solo trago.

-Lo sé, escucha. Dejaré que salgas de aquí, pero bajo supervisión.

-¿Ahora tendré niñera? – Dio un resoplido – Además de estar encerrado en el castillo, estará alguien detrás de mí todo el tiempo. Prefiero que me dejes aquí

-Bueno, la última vez escapaste cuando explícitamente te dije que no lo hicieras – bebió otra copa de vino de un solo trago y se levantó – Pero descuida, te daré un voto de confianza y no te liberaré en el castillo. Necesito supervisar un evento hoy en las tierras del hombre.

-¿Qué? – inquirió

-Esta noche, en París la Duquesa dará un banquete para sus subordinados, necesito que no acaben con todos los parisinos debido a que tuvieron un frenesí de sangre. Eso es todo, nada difícil, solo estar allí y velar por que nada se salga de control ¿Podrás con eso?

-Creí que eran tareas que Adeline ¿Quién será mi niñera? – se cruzó de brazos tras levantarse y dirigirse a la ventana.

-Si es así, puedes quedarte otro medio siglo aquí – Sckarn negó con la cabeza – Con respecto a tu escudero. Lo sabrás en cuanto ya estés arreglado. Vamos, afuera hay un caballo esperando por ti – se levantó y salió de la cabaña.

Regresaron al castillo y Sckarn pudo sentir una especie de deja vú al ver a su madre en la puerta de este esperándolo, la última vez que fue así su vida había cambiado completamente.

-Querido, bienvenido – dijo Hell con dulzura - Me alegra que pudieras convencerlo.

-Bueno no me puso tantos peros, además de que accedió a tener un ¿Cómo le dices hijo?

-¿Niñera?

-Ah si – rio – Niñera. Negó con la cabeza mientras seguía riendo y se adentraba al castillo tras bajarse del caballo.  


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