Capítulo 5
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El día transcurrió sin mayor problema, cada vez más el conde estaba más encantado con los Bushard.
Para Erick, Daena no había querido salir de su habitación en todo el día, le respeto su espacio y no la molestó, la noche anterior había visto el estado en el que quedó la pobre chica al ver a todo su pueblo ser devorado por furiosas llamas y en manos de los hombres de Dorian.
El sol empezaba a ocultarse por lo que decidió ir esta noche y vengar a la chica que lunas atrás lo conmovió y salvó de la muerte.
El ambiente estaba silencioso y pesado por alguna razón, el vampiro colocó sobre sus hombros una capa de piel y guantes de cuero, se encaminó a las caballerizas y tras montar uno de los majestuosos animales que poseía el conde se encaminó a Stuttgart por medio del bosque.
Daena, por otro lado se encontraba sirviéndose vino, ya llevaba varias copas, pero no conseguía embriagarse y a pesar de que ahora era un vampiro que consumía sangre humana, sus sentidos estaban dilatados y podía saborear cada partícula de la bebida vino tinto.
-Mmm... - saboreó el líquido que llenaba sus papilas gustativas de un sabor agridulce – Buena cosecha – rellenó la copa y se dispuso a recorrer el completamente vacío castillo por un buen rato, llegó a uno de los grandes balcones para disponerse a observar la luna, como solía hacerlo con su hermano Neal y con... el.
Fue entonces que se encontró llorando como una niña pequeña, a pesar de que Erick la había acogido en su familia, se sentía sola y triste, se había cegado por la venganza; Tanto que no pudo dejarse sentir el pesar de haber perdido todo lo que una vez conoció, su abuelo, sus padres, sus hermanos, su tía Ellis, incluso al primer y único amor, no le quedaba nada.
Miró sus manos llenas de sangre y fue entonces que cayó en cuenta de que ya la Daena que alguna vez existió, no existía, solo quedaba está criatura sedienta de sangre con la capacidad de asesinar a diestra y siniestra sin remordimientos. Había renacido y ya no había vuelta a atrás.
Sus pensamientos fueron disipados al escuchar en la lejanía a un caballo aproximarse. Debía prepararse.
Se bajó del muro de piedra y regresó al interior del castillo.
El fuerte aroma a sangre inundó las fosas nasales de Erick e hizo que el caballo avanzara más rápido ya que el aroma provenía del castillo.
Minutos después se detuvo y bajo del caballo para luego asegurarlo a un árbol, le hizo una pequeña caricia al animal y lo dejó atrás encaminándose a la entrada del castillo y lo primero que vio fueron los cuerpos de unos guardias brutalmente asesinados, uno se encontraba empalado con una lanza y el otro tenía la mitad del rostro destrozado.
Pasó sobre ellos y entró al castillo, lo siguiente no fue mejor que lo que encontró afuera, dentro habían cuerpos y partes de ellos esparcidos por todo el pasillo y estancia ¿Qué habrá ocurrido aquí? Siguió adentrándose por el largo pasillo mientras que sus botas hacían un pequeño chasquido pegajoso en el suelo lleno de sangre.
Llegó a una sala que parecía ser un comedor y había un cuerpo tendido en la mesa con lo que parecía ser un corazón en un plato estacado con un cuchillo de plata.
No escuchó a nadie ni nada, el lugar estaba desierto y lleno de muerte entonces volvió a pensar ¿Qué demonios pasó aquí?
Se acercó al cuerpo en la mesa y cuando estaba a solo pasos, sintió su presencia detrás de él, no se dio la vuelta sino que solo soltó con simpleza.
-Supongo que le dimos la bienvenida a una destripadora a la familia – se dio la vuelta y la encaró. Estaba llena de sangre, con los ojos apagados, un aura oscura y carente de calidez.
- Entonces puedes irte y dejarme – dijo taciturna.
Se dio la vuelta para encararla y le dedicó una caricia en la mejilla.
-No dije que fuera algo malo – sonrió – Pero si quiero una explicación a – hizo un ademán con el dedo señalando el lugar – Todo esto.
-Por supuesto, es lo menos que puedo hacer – continuo hacia la mesa para servir vino en las cosas y ofrecerle una a Erick que se había recostado en la mesa mirando el cadáver de Dorian en la mesa.
-Cuando gustes – levantó la copa en señal de un brindis y la bebió.
-Como ya sabrás, por cómo me encontraste alguien intentó acabar con mi vida y no de manera muy... - bebió – normal.
Erick asintió para luego tomar otro trago haciendo que su manzana de Adán se moviera.
-Estabas al borde de la muerte – negó con la cabeza – No sé cómo, pero tu corazón batallaba contra la muerte como ninguno que haya escuchado antes – se sirvió más vino y continuó – Eso fue lo que me cautivó para salvarte.
-Supongo que de cierta forma – se quedó mirando la copa de vino que sostenía entre sus manos – Sobrevivo a todo y no le temo a nada.
Erick solo respondió con un leve encogimiento de hombros. Daena prosiguió.
-¿Sabes algo sobre la vocera de Lucifer? – lo miró expectante. Erick se pasó la mano por los rizos de su rubia cabellera mientras se dedicaba a caminar alrededor de la mesa haciendo crujir el desastre en el suelo.
-No mucho, supimos que había una princesa prometida que recuperaría el trono y el honor de su familia y que para eso, Lucifer mandó a uno de sus hijos – se detuvo frente a un cuadro guindado en la estancia dándole la espalda a Daena que seguía en su puesto – No nos fijamos mucho en esas cosas, estamos muy ocupados engañando a personas – esto último salió de su boca como un murmullo seco.
-¿Y si te digo que yo era esa princesa prometida? – la cabeza de Erick giró lentamente en dirección a Daena dedicándole una mirada de ojos bien abiertos y atentos.
No dijo nada, estaba sin palabras.
-Desde que nací, en esta muñeca tuve la marca – dijo mostrándole la muñeca derecha donde la marca que la unía a Sckarn solía estar.
Le dedicó una caricia nostálgica y prosiguió.
-Toda mi vida estuve acechada por peligros – su mirada cambió de la nostalgia a la rabia en un abrir y cerrar de ojos – Al igual que mi familia a muchos sobrevivimos, pero entonces llegó uno del que no pudimos salvarnos y es el que está pudriéndose en la mesa - bebió todo el contenido de la copa en sus manos de un solo trago y luego comentó con furia – Y uno que se mantuvo en incognito que no sé dónde está.
La mirada de Erick pasó de Daena al cuerpo, ella había destrozado a un Rey y sobrevivido a sus terrores, cuando lo encontró estaba tan mal herida que no sabía cómo alguien podría mantenerse siquiera respirando, entonces entendió todo ese desastre ella se vengó y con creces. Por otro lado, ella estaba destinada a grandes cosas, tan grandes que suponía que por eso es que no abandonó a su vida.
Las alertas de Erick se encendieron, esta chica podía significar dos cosas; una mina de oro o un peligro enorme.
-¿Dónde está? – Susurró el rubio – Si tú eres la princesa prometida ¿Dónde está el demonio? – dijo escupiendo las palabras como si su vida dependiera de la respuesta
-¿Crees que si seguiría conmigo hubiera todo lo que me ha pasado los últimos cinco días? – Dijo secamente – Además de que el que escapó, lo hizo con mis poderes.
-Ahora tienes toda una eternidad para encontrarlo y vengarte – se acercó a ella y la tomó de los hombros – Ven con nosotros a Paris, allí todo el clan podrá ayudarte, somos muchos – ella esquivo su mirada incrédula, pero él la tomo del mentón para que lo mirase – Has renacido querida niña, eres poderosa, hermosa y ni hablar de la sangre fría para herir a quienes se atrevan a pisotearte – le soltó el mentón para tomar sus manos llenas de sangre – Tu destino era ser lo que ahora eres.
Lo pensó con detenimiento y no había nada ya que le quedara, sin familia, sin hogar, sin amor. Solo había una vista panorámica hacia el futuro y en él solo estaba Erick y su familia y ser esta criatura asesina, lentamente asintió mirando los ojos de Erick
-Lo haré – susurró – Iré con ustedes a Paris.
Erick la atrapó en sus brazos en un caluroso abrazo que ella vagamente respondió
-Supongo que deben enseñarme a mentir descaradamente – murmuró y Erick estalló en risas.
-Eso no será problema, aunque si deberás impresionar a la Duquesa – dijo entre risas – Aunque con tu belleza creo que bastará.
-Nadie debe saber quién soy, Erick – dijo Daena muy seria – Ni siquiera mi nombre debe saberse, el que escapó cree que estoy muerta. Necesito que se mantenga así.
-¿Y cómo te llamaremos entonces? – inquirió el dejándola para servir dos copas de vino.
-No lo se, solo nadie debe saber que Daena está viva – el le tendió una copa para luego acariciar un mechón de cabello rojo.
-Yo si se - levantó su copa como si se tratase de un brindis en un salón lleno de personas y no de un cadáver destripado como banquete – Un brindis por Rose Juliette Von Bushard – dijo con vehemencia en dirección a Daena que chocó con su copa sonriendo ante su nuevo nombre y luego bebieron de un sorbo el contenido.
Erick sonrió mostrando los colmillos y le susurró al cadáver
-Vamos a tomar todo lo que queda de tu asqueroso reinado y lo fundiremos en las llamas, maldita y asquerosa rata – dicho esto se levantó y el indicó a Daena para que lo siguiera.
-¿Qué haces? – preguntó ella.
-Tomaremos todo lo que le queda y quemaremos este lugar – dijo con simpleza – Y tú, querida renacerás como un ave fénix, de las cenizas
Además de que sería justicia poética, el quemó todo tu hogar, nosotros destruiremos el suyo – prosiguió subiendo las escaleras que daban a las habitaciones.
En una de las habitaciones abrió un cofre en donde se encontraban una gran cantidad de joyas brillantes y relucientes, volvió a cerrarlo y se lo paso a Daena, en otro halló gran cantidad de monedas de oro las cual tomó también y así hizo con el resto, tomó todo rastro de riqueza en el castillo y quedaron cargados.
Luego fueron por los candelabros y fueron encendiendo cada cortina, cada tela y quebrando las botellas de vino y las llamas cada vez fueron más presentes y grandes, huyeron del lugar viendo como cada vez las llamas consumían la fortaleza.
Regresaron a la mansión del conde y mientras trataban de entrar sin que nadie se diera cuenta, pero una voz conocida, una voz que era dueña de esa mansión, una voz que era del que llevaban día engañando y estaba a punto de descubrirlo todo, la voz de conde Richard.
-¿Qué está pasando aquí? – preguntó para luego abrir los ojos de par en par al ver a Daena llena de sangre.
Erick, al darse cuenta, fue rápido y tomó al conde de la cara para mirarlo a los ojos, pretendía usar la hipnosis para librarse, pero entonces el conde solo susurró.
-Lo sabía, ustedes son vampiros.
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¿QUEEEEEEEEEE? ¡EL CONDE LO SABE!
Eso amerita entonces de una ¡TRIVIA!
¿Qué creen que harán con el Conde?
a)Se lo comerán
b)Le harán olvidar todo con hipnosis
c)Transformarán al Conde
El que acierte en el primer comentario se le será dedicado el próximo capítulo.
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