Capítulo 31

Mesa, mesa, mesa que más aplauda, mesa que más aplauda le mando le mando le mando un capítulo , za za za yakuza yakuza za za za yakuza yakuza 

JAJAJAJAJAJA ok ya! dejemonos de boberias y que se venga el capítulo

Espero que me fueras hecho caso y tengas tu pañuelo favorito la mano, lo vas a necesitar. 

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La nariz de Rosette sangró y rápidamente limpio la sangre cuando escuchó cómo la puerta a su espalda se abría.

Era Claude.

Rosette camina de lado a lado por la habitación, reacción de Claude la ha dejado destrozada. Se retuerce los dedos de los nervios y no deja de preguntarse ¿Cómo pudo pasar esto? Si antes su relación con Claude era complicada, ahora se desmoronaba.

El entra a la habitación cerrando la puerta a sus espaldas y deja soltar un largo suspiro ahogado. Tenía los ojos cerrados y miles de imágenes horribles le abordaban, podría ser Leviatán atormentándolo como siempre que conocía sus debilidades, las imágenes se resumían en un compilación de escenas atroces de Rosette muriendo en cualquier espantosa circunstancia. Era cuestión de tiempo para que su padre enviara a alguien, si no es que venía el mismo ¡Gracias, Adeline!

Rosette se voltea con los ojos llenos de lágrimas y lo mira directamente — Claude... —susurra. Vuelve a girarse porque no quiere que la vea llorar, quiere aparentar la fortaleza, que no posee

-Lo siento, Rosette... lo siento tanto - soltó dejándose caer en el suelo tomándose y rascándose con furia el cabello alborotándolo. Todo el maldito cuarto estaba lleno de esa esencia que crecía en su vientre y del latido del corazón de Rosette estaba irregular, pero no como de costumbre, más bien cómo si estuviera siendo succionado ¿Cómo era que seguía viva?

-¿Que sientes exactamente? — volvió a mirarlo, esta vez estaba seria, a la expectativa de su respuesta. No había nada que amara Rosette más que a Claude y si él la rechazaba, sería todo perdido para ella

-Arruinarte la vida - dijo con aspereza mirándola con los ojos irritados por todo lo que estaba conteniendo. Ella no merecía estar metida en esas cosas, él pensó que su vida era lo bastante feliz hasta que llego el, la culpa lo estaba devorando.

Pero en realidad, él era todo lo que ella una vez soñó, con él tenía emoción, peligro y mucha pasión dadas las sensaciones tan reales que tenía cuando estaban juntos.

Rosette caminó a paso lento pero firme hasta estar frente a él, se arrodilló para verlo mejor y colándose entre sus piernas le tomó el rostro con sus delicadas manos y dijo más segura de lo que había estado nunca — No vuelvas a repetir eso, jamás —acarició su mejilla con sus manos — Tú eres lo mejor que me ha pasado y no me arrepiento de absolutamente nada.

-Tu no entiendes lo que tu embarazo significa - dijo derrotado - Estás cargando al hijo de un sobrenatural. Los mortales no pueden hacer algo así sin... - se cayó porque era demasiado, incluso para el.

¿Sin qué? —preguntó indagando en sus ojos, buscando respuesta en su mirada.

-Ésta vez sí cruce la línea, Rosette y en cualquier momento esta puerta va a sonar y todo lo que conoces se va a derrumbar - susurró recostando la cabeza de la puerta -Vas a morir al igual que nuestro hijo - dijo cerrando los ojos con fuerza - Tu cuerpo mortal no podrá resistir y perecerá, nuestro hijo al no tener ya vida de la cual alimentarse, morirá también - le explicó - A menos que... no. Es demasiado – niega

-¿A menos qué Claude? —Exigió saber- ¿Qué tengo que hacer? Dime - la voz de Rosette era dulce, ella anhelaba ser esa mujer para Claude, la que estaría a su lado siempre y la que le daría una familia.

Rosette siempre quiso un hijo y formar una familia y ahora tenía la oportunidad junto al hombre que amaba, no dejaría que nada se lo impidiera

-A menos que te conviertas en un demonio. Renuncies a todo lo que una vez creíste y caigas, caigas como lo hizo mi padre - la miro serio - Y estés condenada por el resto de la eternidad, como lo está mi familia.

Sus palabras a pesar de Tener un gran peso no le afectaron como esperaba, ella muy internamente sabía que llegaría el momento en el que dejaría de ser humana, y ¿Que mejor momento para hacerlo que por su hijo? — Lo haré — dijo sin dudar, sorprendiéndolo.

-¿Qué? - se quedó atónito con los ojos entornados. Fue entonces que el golpeteo de la puerta, decidió las cosas.

Ella misma abrió la puerta una vez que Claude se levantó. Estaba más que sorprendido por la fuerza de aquella chica que una vez le sacó de quicio y que incluso una vez pensó en excluirla para siempre de su mundo borrándole la memoria.

Pero allí estaba dispuesta a todo por su amor y por su hijo, ése que a pesar de las circunstancias, Claude amaba profundamente.

Adeline entro en la habitación con su postura usual de una persona estilizada y refinada, sin contar con la superioridad que le otorgaba ser la hermana mayor.

-Claude, creo que ya sabes a que vine – dice entrando a la habitación ignorando por completo a Rosette que estaba junto a la puerta.

-Me sorprende que nuestro padre no viniera el mismo – le responde con un tono de voz ácido.

-Está ocupado, me temo – la indiferencia de Adeline, era fría y carente de emoción, su actitud hizo que Rosette bajara la cabeza y esperara la decisión tomada.

-Pero no tanto como para que fueras corriendo a decirle lo de Lady Rosette, supongo – picó Claude situándose frente a su hermana que se había sentado en uno de los muebles que estaban en la estancia.

-Era necesario, no creo que quieras que tu hijo muera – contraatacó – Es un Inferno, sólo protejo a la familia, hermano. Además, ya estoy harta de ver morir a las amantes humanas de Kratos morir con sus hijos neonatos dentro – finalizó con simpleza aunque era más que todo una mentira. Su hermano no se lo creyó.

Claude se acercó a su hermana a tan solo centímetros de su rostro y le dedico una mirada amenazadora y llena de reto.

-Tú estás escondiendo algo, Adeline – se acercó a su oído y continuó – Y voy a descubrirlo.

-Cómo tu quieras, hermano – respondió sin inmutarse en su asiento.

-Eso es horrible – susurro Rosette completamente aterrada llevando sus manos a su vientre.

-Bien – Adeline se puso de pie sacando de su cabello una fina aguja, ésta sostenía su cabello por lo que al sacarla cayó en cascada por su espalda, como una cortina de ébano brillante y sedoso – Terminemos con esto.

-No – la detuvo Claude tomando su mano evitando que enterrara la aguja en su piel.

-¿Vas a dejarla morir con tu hijo dentro? – se sorprendió – No creí que fueras tan cruel.

-No, no te dejare hacerlo – le arrebató la aguja de la mano – Porque lo haré yo. Yo fallé, yo lo resuelvo. Además... - deslizó la aguja por su muñeca y ésta fue abriendo la carne de su muñeca empezando a derramar sangre a borbotones – Es mi hijo.

Rosette envolvió la mano llena de sangre y depositó un beso en ella.

-Nuestro hijo – le corrigió con una sonrisa. Acto seguido bebió la sangre de Claude que aun salía mientras la herida empezaba a sanar.

-¿Eso es todo? – preguntó limpiándose la boca.

-No, pero si es el principio – le respondió Claude tomándola de la cara mirándola profundamente a los ojos – Recuerda que estoy contigo – le susurro muy bajo al oído, ella asintió.

-Ego Luciferius filio Claudii Inferno. Averno demon meum sanguinem ignis mei. Sub luna, quo veniat in tenebris copias ut terram corpus, cor et anima de Rosette, cervus filiam Evae, quae non cadere et resurgere a cinis est, et adducere fetus in sanguine primi cecidere, quod continue eius quod non habet ab initio. (Yo, Claude Inferno hijo de Lucifer. demonio del Averno, sangre de mi padre, fuego de mis entrañas. Bajo la luna invoco las fuerzas oscuras para que posean el cuerpo, alma y corazón de Rosette, una cierva hija de Eva, ella caerá y resurgirá de las cenizas, traerá descendencia a la sangre del primer caído y con eso continuará su reinado como lo ha sido desde el principio de los tiempos.) – Claude levantó la aguja en lo alto y mirándola a los ojos sentenció – Para resurgir debes morir un poco.

Acto seguido introdujo la aguja en el cuello de Rosette. Por extraño que parezca, ni una gota de sangre se derramó. El dolor punzante era casi agónico, instintivamente se llevó las manos a su cuello, pero Claude lo evitó y rápidamente la sacó tirándola al suelo para acostar a Rosette que todavía estaba catatónica.

De pronto todo se oscureció, sintió la sensación de vértigo en la boca del estómago, estaba cayendo.

Su cuerpo ardió, fue como un castigo, imágenes sangrientas, guerra, sufrimiento y desidia inundaban su mente. Cosas le eran arrebatadas. Despojos de una vida pasada, una granja, una familia mortal.

El latir de un corazón salvaje ya no estaba, una energía nueva bombeaba en su pecho, su sangre se sentía acida y maldita. Todo lo referente a sus creencias, ahora eran prohibidas.

Todo eso ocurría en su interior, Claude aguardaba paciente su transformación. Ella se retorcía de dolor y gritaba cosas como si se tratase del peor de los terrores nocturnos, su contorsión muscular era violenta cual posesión.

-No te creo ni una sola palabra, Adeline – le dijo a su hermana que se había colocado de pie, su trabajo ya estaba hecho.

Ella se dio la vuelta y enarcó una ceja mientras le dedicaba una mirada desafiante.

-Esa basura de "Lo hago por la familia" – la voz de Claude era profunda, oscura... fría, a su hermana no le importaban los humanos y mucho menos otros sobrenaturales, para ella eran solo lacayos dispuestos a hacer lo que fuera por ella como leales y eternos esclavos – No me la trago, Adeline.

-¿Y qué sabes tú de mí, hermano? – chasqueó notablemente molesta.

-Eso es lo que pretendo averiguar – cortó devuelta – Te desconozco, hermana.

El refinado demonio tomó una larga respiración y retomando la compostura, salió de allí azotando la puerta.

Rosette era valiente, fiera, era bondadosa y dulce. Fuerza era la que necesitaba de ahora en adelante, la transformación era el primer paso ¿Sería ella capaz de beber sangre para alimentar a su hijo?

Por supuesto estaría dispuesta.

Días después, cuando despertó todo era diferente, más colorido, más insignificante ya que se sentía poderosa y vibrante.

Pero sobre todo, hambrienta.

Claude aguardaba a un lado de la cama, a su lado había una persona con aspecto ausente.

-Bienvenida – comentó - ¿Cómo estás?

-Mmm... - se mordisqueó los labios al verlo, lo detallaba aún más. Se veía más hermoso que siempre, llevaba la misma ropa de aquella noche, no había salido de esa habitación desde entonces – Estoy bien, gracias por preguntar – le sonrió mientras se sentaba en la cama - ¿Quién es? – señaló al sujeto ausente al lado de Claude.

-Es otra parte de la transformación – contestó un tanto nervioso – Verás, nos alimentamos del alma en su forma líquida, podemos hacerlo directo de la fuente o en éstas elegantes copas de cristal – le señala una de las copas a su lado – Pero, cómo estás embarazada... - se arregló el cabello despeinado en un acto de control y tomar algo de valor.

-Sé que debo consumir sangre, Claude... no hace falta que hagas un drama de esto – le tomó de las manos – Debo beber directo de la fuente ¿Verdad?

El sólo asintió con un vestigio de sonrisa.

El golpeteo de su corazón que fue lo primero que lo cautivó, eso le hizo borras la diminuta sonrisa que se asomaba. Ella lo miraba atenta en espera de instrucciones.

-¿Cómo lo hago? – estaba emocionada, siempre le había parecido un tanto tétrico, pero al mismo tiempo por su curiosidad, fascinante.

-Pues, cómo aún no sabrías sacar los colmillos a voluntad, lo dejaremos en manos de un instinto – de su bolsillo sacó la aguja de Adeline. Esa aguja que el enterró en su cuello.

-Tú... - señaló la aguja y el entendió a qué se refería.

-Lo siento, pero era necesario – explicó apenado, ella asintió y lo invitó a seguir – Bien, en cuanto lo huelas tu instinto te dirá que hacer. Debes estar famélica.

Desgarró la piel del sujeto ausente que ni se inmutó por algún vestigio de dolor y la sangre empezó a brotar.

Todo dentro de Rosette se alteró en cuando percibió el olor de aquél elixir de vida,

Era solo sensaciones, pero el hambre era la predominante, quería devorarlo, destrozarlo hasta saciarse, lo acercó tomándolo del rostro, lo miró a los ojos y no había ni la sombra de miedo, simplemente era ausencia.

Deslizó la mano por su cabeza y despejó el cuello de aquella persona. De su boca brotaron los fauces carniceros a medida que se acercaba al hoyo que no dejaba de derramar sangre, sin pensarlo mucho lo mordió para alimentarse.

Era increíble la fuerza que poseía ahora, lo que creía en su vientre llameó, estaba alimentándose y eso la hizo muy feliz.

Claude analizaba la escena, ya Rosette no era la misma.

-

La boda de Daena y Sckarn había sido adelantada, pronto tendría que partir para una misión especial.

Acabar con Arael de una vez por todas.

La mismísima reina se estaba encargando de arreglar a Daena para la ceremonia, nadie debía acercársele, excepto Sckarn. El resto, tenía prohibido entrar a esa habitación o sería ejecutado, la seguridad de la futura reina y el heredero era primordial.

Daena extrañaba a su hermano, a su amiga Rosette y por supuesto salir al exterior. Pero sólo se dedicaba a alimentarse y descansar, había leído varios libros ya, pero igual seguía aburrida.

Cada noche, desde que Sckarn le dijo que tenía que partir lloraba en sus brazos hasta quedarse dormida, luego en las mañanas se negaba a soltarlo.

No podía perderlo, no otra vez y mucho menos a su hijo.

A veces, fantaseaban que tenían una niña y le decían "La pequeña Daena" con el cabello rojo como su madre y un encanto que volvería locos a todos.

Sckarn decía que si es niño, le enseñaría a pelear, a montar para así ser un gran guerrero y así seguir con el legado Inferno. No descartaban la idea de gemelos, un par tanto hermoso como poderoso del cual se cantarían canciones.

Sin darse cuenta, Daena se encontraba llorando, si algo salía mal y él no volvía... una profunda tristeza se instaló en su pecho. No podría soportar perderlo como tampoco el que su hijo no conociera a su padre, sentir el amor de ambos. Perder a Sckarn sería como morir estando en vida, sería demasiado doloroso.

Hell sólo la abrazó para reconfortarla y luego le limpió las lágrimas con un pequeño pañuelo.

-Sé que es abrumador, querida niña – le acunó el rostro – Sólo recuerda que él te estará esperando al final del pasillo y estarán unidos por el resto de la eternidad. Eso es todo lo que importa.

Al menos pensaba que estaba preocupada por la boda y así no tenía que rendir más explicaciones, estaba emocionalmente agotada.

Daena trató lo más posible de despejar su mente y alegrarse, después de varios días al fin saldría de esa habitación y vería a su hermano entre otros.

-Estás preciosa, querida – dijo Hell mientras juntaba las manos en su pecho – Lo vas a dejar sin aliento.

El vestido era elegante, la parte superior era de un completo bordado rojo asemejando rosas, la falda era de seda blanca con un decorado de más rosas bordadas. No tenía muchos accesorios, nada más que el más importante. El collar de luna con la gema roja.

Llevaba el cabello suelto, justo como le gustaba a Sckarn. Llevaba los labios de un apetitoso color de las fresas y nada más.

Sckarn se encontraba camino al salón donde se haría la ceremonia. Llevaba puesto unos pantalones de seda negros, una camisa de lino blanco perfectamente acomodada con una chaqueta de terciopelo rojo. Su cabello, eran sus usuales rizos rebeldes. Estaba elegante y muy apuesto.

Él también se encontraba pesaroso con su partida, dejar a Daena embarazada con su hijo para ir a una misión muy peligrosa, le era muy amarga la idea.

Él quería estar con ella en todo momento mientras su hijo o hija crecía dentro de la mujer que amaba, deseaba que fuera de otra manera, pero Arael debiera ser detenido, días atrás hubieron reportes de nuevos ataques que, a pesar de haber sido controlados por los enviados de Lucifer, ese ángel debía ser detenido cuanto antes.

Los que estaban presentes era un grupo reducido, petición de Daena. Mientras menos, más seguro.

Ratko seguía suelto por allí, sin embargo no se había escuchado de él en algún tiempo, pero eso no evitaba que fuera peligroso y más después de ese sueño que tuvo Daena, desde entonces se ha pensado ha sido una premonición.

Lucifer, cómo rey era el que iba a hacer la ceremonia. Estaba impoluto con un larga capa roja y una armadura ligera con decorados dorados.

Minutos después, los músicos empezaron a tocar una suave tonada. La puerta se abrió y allí estaba ella y justo como Hell había previsto.

Sckarn se había quedado sin aliento.

Neal se abrió paso entre los invitados y fue al encuentro de su hermana.

-Su majestad – saludó a Hell que estaba detrás de Daena – Me gustaría llevar a mi hermana, si no es molestia.

-No es ninguna molestia, joven D'lourdeth – respondió Hell y colocando el brazo de Daena alrededor del de Neal se despidió para unirse a los invitados.

-Te ves hermosa, Dany – dijo su hermano con una sonrisa llena de orgullo – Donde sea que estén, están felices Dany.

-Lo sé, hermano – le devolvió la sonrisa. Cruzaron el pasillo en silencio dedicando una que otra sonrisa, Rosette lloraba por lo bajito desde su puesto junto Claude que parecía estar absorto en sus pensamientos.

Al llegar al lado de Sckarn, Neal juntó sus manos y luego besó la frente de su hermana tomándola del rostro.

-Te quiero, Dany. Estoy muy orgulloso de ti – le dijo con ternura, ella le alborotó el cabello con la mano libre.

-Y yo más, mi Neal – el asintió para luego volver a su lugar junto a Charlotte.

Sckarn y Daena se conectaron por un momento a través de la mirada y allí en ése momento, supieron que todo iba a estar bien.

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Apuesto a que manchaste ese pañuelo... ¡Qué bonito es el amor!

No tengo mucho que decir so... 

Recuerda que:

#TeQuiero

soy ThisEd (no aquella, ni la otra) 

¡AH, SI! Unete al grupo de ésta linda historia buscalo como Serie Marcados en Facebook y siguela en Instagram como Marcadosserie y disfruta de contenido exclusivo (quizás spoilers) y una que otra vez, comparto galletitas. 

Imagen del vestido fabulifantastico de Daena:

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