Capítulo 24

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Rosette deambulaba por los pasillos del castillo tratando de olvidar esa imagen de Claude con el torso desnudo, pero no podía evitarlo ya que también se le erizaba la piel al resonar en su mente las imágenes y sensaciones que la hacía sentir cuando sus labios rozaban los suyos, cuando su lengua invadía su boca y cuando sus manos aún incluso encima de sus ropas la hacían encenderse.

Sin mencionar que la había capturado infraganti queriendo tocarlo mientras dormía.

Caminó un largo rato hasta que escuchó un par de risas de hombre, pero las más sonoras eran de mujer, al final del pasillo encontró una pequeña estancia en donde estaba un hombre con una mujer en sus piernas y éste tenía la cara escondida en su cuello haciendo que la chica se retorciera y riera con fuerza debido a las cosquillas.

Cuando iba a regresarse por el mismo camino, la voz del hombre la detuvo.

-Tú debes ser la chica de mi hermano Claude ¿No? – Ella se dio la vuelta, era el príncipe Kratos con su usual cabello de recién levantado para no decir otra cosa – Déjame adivinar... - la miro curioso señalándola con el dedo con la mano que sostenía una copa – Rosette ¿Me equivoque?

-No, su majestad – respondió ella anudándose las manos, sólo había cruzado palabras con Sckarn y su padre y según se riega la voz, Kratos era un conquistador nato que sólo le bastaba un gesto para llevar a una chica al pecado.

-¡Vaya que tu corazón si canta como el aleteo de un colibrí! Fascinante – Apuntó levantando la copa en señal de brindis – Toma asiento, por favor.

Ella dudó y él se dio cuenta.

Le susurró en el oído a la chica que se rio mordiéndose el labio inferior para luego ponerse de pie e irse – Te veo más tarde, preciosa – señaló un asiento disponible frente a el – Anda, no voy a hacerte nada, sé que te han llegado los rumores, a todo el mundo les llega, pero no más que la amenaza de mi hermano, eres intocable preciosa.

Rosette finalmente tomó asiento y retomó su postura cautelosa.

-Me llamo Kratos, pero según tu fe me llaman Asmodeus – se rio mientras se servía más vino - ¿Quieres? – le ofreció, ella se negó, pero si tomó algo de fruta que había en la mesa – Chica lista, ya entiendo por qué eres la chica de mi hermano.

-Es un placer, su majestad – Kratos rompió en risas, quizás estaba algo ebrio ya - ¿Le puedo preguntar algo?

-Por favor, llámame Kratos, no soy la estirada de mi hermana Adeline – le animó – Y sí, puedes preguntarme lo que sea, es una de mis virtudes, responder preguntas – continuó con su usual sonrisa socarrona.

-Bien... Kratos – el asintió acomodándose en el sofá - ¿Por qué dices que soy la chica de tu hermano? – preguntó para luego meterse una uva a la boca.

-Porque eso es lo que me dijo mi hermano – contestó con simpleza y luego dio un sorbo a su copa – Y el que se atreva a tocarte, será gravemente reprendido por orden real – se encogió de hombros para luego dedicarle una mirada curiosa – Mi turno de preguntar – dijo juguetón.

-De acuerdo – respondió sin aliento ante la simpleza con la que contestó algo tan atroz.

-¿Estarías dispuesta a renunciar a tu fe, por mi hermano? – la pregunta la descolocó haciendo que se removiera incomoda en su asiento, él por otro lado estaba muy a gusto y seguro de sí mismo.

-Ya estoy aquí ¿No? – levantó la voz encarándolo y tomándolo por sorpresa, él sonrió en victoria.

-Ciertamente, aunque claro, aun no le has entregado tu carne – puntualizó, ella se removió incomoda por la tranquilidad que éste emanaba al hablar de tales cosas – Pero pasará eventualmente... - prosiguió con voz perversa, cómo si lo estuviera prediciendo - Espero que el otro no tome partido con la pasión del momento, de verdad quiero que mi hermano se la pase en grande y quite esa cara de odio hacia todos – se colocó una mano en la frente dramatizando - ¡Es tan injusto!

Ese último gesto hizo reír a Rosette que lo hizo tapándose la boca discretamente.

-No, no preciosa – le bajo la mano con delicadeza – Jamás ocultes una sonrisa.

Ella se ruborizó y le dedicó una sonrisa.

-¡Así está mejor! – la felicitó.

-Gracias... - entonces recordó lo que dijo "espero que el otro no tome partido" - ¿Quién es el otro? – preguntó curiosa.

-Oh... no eres Eva, pero si heredaste su curiosidad, hija de Eva – ronroneó – Eso es algo que debe contarte mi hermano, preciosa.

-¡Oh vamos! – rogó y él se rio por el gesto infantil.

-De verdad te le pareces mucho – señaló con dulzura – Y no, no me corresponde a mí, además de que te deseo suerte con eso, Claude es un hueso duro de roer – dijo esto último en un resoplido.

-Está bien... - aceptó – Eras muy buen amigo de Eva ¿Verdad?

El brillo en los ojos del príncipe cambió a algo lleno de ternura mezclado con nostalgia.

-Ella era la mejor – sonrió con la mirada ausente, la estaba recordando – Tan libre y llena de vida, le gustaba correr desnuda por nuestros jardines, comer frutas frescas y llenarse de flores la larga melena – bebió de su copa nuevamente y suspiró – Tenia una risa tan hermosa, ella no nos juzgaba como el imbécil de Adán, ella sólo quería conocer más, disfrutar más... ser genuinamente feliz.

>> Recuerdo cuando tuvo a su primer hijo, quién mi hermana Adeline, recibió – prosiguió – Fue una gran madre, una amorosa; Cuidaba de su pequeño como una leona a su cachorro.

-Suena como una gran mujer – el asintió.

-Lástima que ustedes los humanos son tan frágiles y mueren con facilidad – negó mientras se pasaba la mano por el cabello – En fin... ¿Te gusta aquí, preciosa?

Decidió cambiar de tema ya que para Kratos, la muerte de Eva fue muy triste puesto que eran muy cercanos.

-Sí, aunque no he tenido la oportunidad de recorrer por completo el castillo – respondió taciturna.

-Mi hermana Rina puede ayudarte con eso – le recomendó – Se sabe cada piedra, cada rincón de éstas paredes y mucho más – se sirvió más vino y bebió el contenido de la copa de un trago – Sólo no aceptes ir a cabalgar con ella, es la mejor jinete del Averno, además de que le gusta hacer bromas pesadas.

-Está bien, no iré a cabalgar con la princesa Rina – respondió y ambos se echaron a reír – Aunque no podría, nunca he cabalgado.

-Entonces asunto resuelto – finalizó en broma levantándose del sofá dejando la copa en la mesita – Lamento dejarte, pero hay varias mujeres a mi voluntad esperando todo esto – se señaló el torso desnudo en la abertura de la camisa – Suerte con el gruñón.

Ella se carcajeó por el apodo hacia Claude y le respondió entre risas – Diviértete – él tomó la jarra llena de vino y después de guiñarle el ojo, se fue tarareando. 

Ella regreso por donde vino, cada paso eran más intensas sus pulsaciones, las sensaciones que Claude le hacían sentir... tenía que llevarlas más lejos, estaba decidida, se entregaría a Claude Inferno.

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¿Infartos? ¿Qué tal les pareció Kratos? (Por cierto, es el que está en la multimedia) 

¡Rosette prepárate! ¿O Claude es el que debería? jajajajaja 

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