Capítulo 19
¡ATENCIÓN! CONTENIDO DELICADO ASÍ QUE POR FAVOR, LES PIDO TENER DISCRECIÓN Y MADUREZ, GRACIAS
¡Disculpen por tardar tanto! Pero, bueno, ya estamos aqui... ¡A gozar!
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-¿Cómo descubriste donde se esconde Arael? – preguntó Sckarn colocándose de pie tomando a Daena de la cintura dándole un apretón provocándole un ligero escalofrío, pero del bueno.
Él estaba allí y estaba bien, si su corazón latiese estaría agradecido por el amor de su precioso demonio.
Le dedicó una mirada de amor mientras se abrazaba a su costado, estar a su lado era como sentirse viva otra vez.
-Pues, cuando dejaron ir al cazador – Neal se cruza de brazos y encoge los hombros ligeramente – Decidí seguirlo sin que se diera cuenta y pues, el muy bastardo se conoce los caminos de las catacumbas – Daena despertó de su burbuja al escuchar a su hermano de haber arriesgado su vida de esa manera y pues así fue como Neal fue interrumpido por la mano de su hermana estampada en su mejilla haciendo que voltease la cara en una bofetada.
Todos, incluso Rosette que es encontraba absorta en sus pensamientos debido a aquel beso de Claude momentos atrás.
-Daena – se sorprendió Sckarn tomándola del brazo para calmarla pero ella soltó el agarre.
-¿Acaso estás loco? – espetó furiosa, pero con los ojos cristalizados.
-Dani... - respondió su hermano estupefacto, Daena jamás le había pegado. Mantenía la mano en la mejilla golpeada.
-¿Quieres que te maten? – la voz se le quebraba, el tan solo perder lo que le quedaba de familia era muy doloroso – No puedo perderte, no ahora que te recuperé – una lagrima rodó por su mejilla y su hermano rápidamente la limpio, ella por ese gesto se abrazó a el.
-No vas a perderme, hermana – susurro mientras le besaba la coronilla, le hizo una señal a Sckarn para que los dejara a solas y éste se llevó a Claude junto a Rosette que se encontraba tomada del brazo del joven príncipe.
-Por favor, prométeme que no volverás a hacer algo estúpido – dijo contra su pecho y éste se acariciaba el cabello, ella se despegó para mirarlo a la cara – Prométemelo.
-Te lo prometo – le respondió con voz suave mientras limpiaba las lagrimas de su hermana.
-Lamento haberte golpeado – susurró – Aunque te lo merecías.
El rio.
-Lo sé – la volvió a abrazar.
En los pasillos, Sckarn caminaba junto a Claude que estaba junto a Rosette que, muy raro en ella estaba en silencio.
-Hay que sacarlos de aquí, Claude – menciona Sckarn – Arael querrá vengarse, oh si que querrá, debiste verlo ¡Quedó colérico!
-Sí, hay que organizar una evacuación – coincide con su hermano – Has el llamado a todos, yo iré organizando algunas cosas – ambos se despiden con un asentimiento y se separan.
Claude se dirige a la habitación de Rosette y tras abrir la puerta la invita a pasar, él había mandado a organizar el lugar tras el desastre que había dejado Arael.
-Mandaré a que te preparen un baño y algo de comer – le dice acunando su rostro mirándola a los ojos.
-Gracias... - susurró mientras se soltaba y se lanzaba a sus brazos – Gracias por salvarme – la tranquilizó y salió de la habitación.
En Versalles, el ángel se encontraba en pleno centro de la muchedumbre que se encontraba sorprendida por la pelea que acababa de ocurrir, de la herida en su pecho no paraba de sangrar, ésta al ser hecha con un arma forjada en el Averno, era peligrosa.
Tardaría en sanar unas cuantas horas, los humanos a su alrededor debían olvidar lo ocurrido y vivir la vida como si nada de lo sobrenatural existiese.
Se arrancó las ropas dejándose desnudo de la cintura hacia arriba, a lo largo de su espalda se encontraban tatuadas las alas, la tintura de ésta empezaron a brillar en un resplandor dorado.
De su espalda pendieron largas y blancas alas.
-¡Dios mio, un ángel! – gritó una mujer, Arael, la miró.
-Querida hija, gracias por tu fe – le dijo con la voz más dulce que aquellas personas pudieron haber escuchado, voz melodiosa que era enmascara la turbia rabia y tormento – Pero no puedo dejar que sepas de nuestra existencia – continuó con paso ligero – No podrían con tanto – al llegar frente a la mujer, le acunó el rostro – No está en sus planes el que ustedes sean iluminados por la sapiencia, no... claro que no, porque así no serian obedientes ¿Verdad?
La mujer temblaba como una hoja en pleno otoño, le resultaba fascinante que un ángel estuviera frente a ella, sosteniéndola, hablándole. Siempre los había visto en pinturas y esculturas en Notre Dame, pero no se imaginaba que en realidad existiesen, siempre había sido devota a la fe, desde pequeña su madre la había enseñado a juntar sus manos en la noche y rezar cada noche, seguía al pie de la letra los diez mandamientos, como dijo el ángel, se había mantenido obediente.
No hagas ruido en la mesa, usa medias bordadas, saluda a tus comensales, no digas malas palabras, confiésate si te sientes con cargo de conciencia y tu pago solo serán tres aves marías.
¡Menuda tontería!
Porque al fin y al cabo, cuando morías, no estabas absuelto, tres plegarias no te libras de todo "mal" no, pero a los humanos habían sido desde siglos, adoctrinados para creerlo y el alto tirano lo usaba como estrategia para mantenerlos controlados.
Como dijo una vez un hombre "...Cuidado con el hombre que habla de poner las cosas en orden. Poner las cosas en orden siempre significa poner las cosas bajo su control..."
Porque de eso trataba la divina mentira, o haces lo que digo o arderás
¿Cómo arder en un lugar en el que no hay fuego?
Pero los humanos no podían saber tal cosa o todo el telón se caería y la obra quedaría arruinada.
-Sigue orando, querida hija mía – dijo el ángel mientras alzaba sus altas tomando vuelo dejando a la multitud boquiabierta y con el corazón a punto de salírseles del pecho y a través del plumaje una especie de polvo brillante fue cayendo sobre las personas y estas fueron quedando en un profundo sueño, cuando despierten no recordarían nada.
Arael salió del lugar por uno de los grandes balcones y se fue en dirección a su escondite, necesitaba preparar tropas para exterminar de una vez por todas a todas las criaturas de Lucifer.
Sckarn, estaba reunido con Erick en la mansión, estaba poniéndolo al tanto de que debían ser evacuados cuanto antes.
-Enviaré al mensajero para que La Duquesa informe al clan – le respondió mientras escribía en un pergamino.
-Bien, que todos se preparen en la mansión en el salón subterráneo – informó Sckarn dirigiéndose a la puerta – Se les recomienda no empacar, estamos en estado de emergencia.
Dicho esto, salió de la habitación, tenía que buscar a Daena para informarle, caminaba a paso apresurado por el lugar buscándola hasta que se topó con Neal.
-Neal – lo detuvo - ¿Todo bien entre tu hermana y tu? – el sonrió y asintió.
-Si, sólo fue una bofetada, nada grave – le responde quitándole importancia - ¿Todo va bien?
-No vuelvas a ponerte en riesgo ¿si? – le pide – Tu y Luke son muy unidos ¿cierto? – el joven asintió – Bien, necesito que me ayudes a movilizar a todos, Erick mandó la información a La Duquesa, pero Luke es el maestro de los susurros del clan, su red de información es más grande.
-Claro, le diré ¿Qué necesitas que le diga? – pregunta esperando indicaciones atentamente.
-Necesito que todos se movilicen al salón subterráneo de la gran mansión, que dejen todo tan como está, que no empaquen, estamos en estado de emergencia – lo toma de los hombros y lo mira seriamente – Que se preparen para una evacuación.
Neal abrió los ojos de par en par, esto era serio y todos estaban en grave peligro, Arael ya se encontraba movilizando y armando a los Discípulos entre otros para arremeter contra el clan.
-Ve, rápido – le indico a Neal tras un amistoso gesto y el chico empezó a andar - ¡Neal!
El volteó – Y ten cuidado, piensa en tu hermana – Neal asintió y se fue a toda marcha.
Claude, por su cuenta, se encontraba en la biblioteca después de dejar a Rosette segura, bien alimentada y vigilada en su habitación.
Se encontraba tratando de establecer conexión con su padre, tenía que informarle de lo que iba a ocurrir, además de que debía organizar la llegada de decenas de seres al Averno y dónde darles refugio.
Para ello, con una de sus garras dibujó un pentagrama en una de las mesas, luego con la misma se abrió la palma de la mano y dejó que la sangre cubriera los surcos del dibujo que de forma inteligente, tomó la forma del mismo y recitó un conjuro.
Et sanguis meus sanguis (Sangre de mi sangre)
Sus ojos se tornaron completamente blancos y escuchó la voz autoritaria de su padre.
-Claude ¿Ya quieres regresar a casa?
-Yo y unas docenas más de vampiros – informa.
-¿Qué estás diciendo? – pregunta contrariado.
-Necesito que se abra un Exodus Portal, Arael debe estar preparando tropas para cazarnos, lo hicimos enojar y pues muchos están en peligro.
-¿Cuándo?
-Media noche.
-Organizaré el Oeste, allí se quedarán.
-Bien, gracias padre.
-Sean puntuales – dicho esto se rompió la conexión trayéndolo a la realidad, el dibujo se había esfumado al igual que su mano había sanado.
Salió del lugar para terminar con los arreglos de la salida.
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