Capítulo 9


Minutos pasaron, pero la puerta nunca se abrió.

Se abrazó a si misma en el suelo, mas pronto que tarde saldria de alli. Aquel demonio que alguna vez amó no iría por ella ¿Resignación? No, más que eso lo que sentía era decepción, tristeza y la sensasión de abandono.

Una gota de sangre de sus labios rotos rodó por su barbilla mezclandose con las lagrimas que empezaban a brotar de sus ojos. Del otro lado del lugar donde se encontraba cautiva pudo escuchar el roce de metales, pero no parecian ser señales de lucha. Como pudo se colocó de pie y se acercó a la puerta para pegar el oido a la misma para tratar de escuchar major.

Pero lo que escuchó no fue a Dorian, sino que pudo recordar la voz del hombre desconocido en el castillo de Dorian ¿Estaba en el castillo?

-¿Sigue allí? – preguntó el hombre.

-Si, como un animal – respondió Dorian

-Bien ¿Te has divertido?

-No mucho como pienso hacerlo ahora – Dorian y el hombre rompieron a reir como psicopatas. Las rodillas de Daena al escuchar aquello se le doblaron y volvió a caer al suelo, todo su cuerpo temblaba, estaba teniendo un ataque de panico. Debia salir de allí, pues Dorian iba a matarla como un carnicero.

-Te dejo entonces – pasos se escucharon a lo lejos, pero de pronto volvieron – Pero primero necesito algo – abrió la puerta de un solo golpe y se encontró con Daena mirandolo fijamente con los ojos bien abiertos, ella por desgracia no pudo ver quien era, puesto que se encontraba cubierto con una espesa capa con capucha y en la penumbra del lugar no se veia nada.

-Tus latidos son perfectamente acelerados – se puso al nivel de Daena y le intento tocar el rostro, pero ésta se alejó asustada – Estas asustada, bien.

El hierro filoso aun se encontraba en su mano, pero esta prescencia la mantenia estática, inmovil. No podría escapar ahora, tendria que esperar y eso le molestaba, mucho.

-Solo necesito una ultima cosa, querida – y rapidamente incrustó sus filosas garras en el cuello de Daena haciendo que gritase de dolor. Pobremente intentaba taparse la herida que brotaba aquel liquido rojo y caliente – Dame el vestido – dijo tranquilamente.

-N- no – susurró sobrecogiendose aun mas en una torpe busqueda de protegerse.

-No es una petición – gruñó. La tomó del brazo y le dió la vuelta, y con las garras le destrozó las ataduras del corsé para arrancarle el vestido dejandola en una delgada y casi transparente enagua blanca.

-Por favor, no me hagas daño – dijo en un susurro casi inaudible y ahogado por las lagrimas que brotaban de sus ojos – Por favor, les he dado todo lo que quieren... dejenme ir.

El la ignoró, se levantó del piso con el vestido en la mano y salió del lugar cerrando la pesada puerta. Daena tenia otra herida, esta vez una mas grande y no paraba de sangrar, tenia que salir de alli o de otra forma moriria desangrada, sin el vestido podia sentir aun mas el frio como se concentraba en su celda.

La puerta se abrió nuevamente, pero esta vez no era el hombre misterioso cuyas garras tenian similitud a las de Sckarn, ya las habia visto un monton de veces, eran iguales ¿Estaba él detrás de todo el horror por el que estaba pasando? No el no podría... ¿o sí?

Dorian se acercó a ella para levantarla del piso, o al menos eso creyó ella, pero la estampó contra el piso y empezó a tocar su cuerpo, mientras ésta se retorcía debido a la repulsión por tales actos.

-¡Vas a ser mia quieras o no! – le dijo al oido con los dientes apretados lleno de furia. Ella dejó de pelear y aparento rendición, porque en realidad estaba tanteando en el piso donde había dejado el trozo de metal, divisó que Dorian habia dejado la puerta abierta, estaba hecho, escaparía, viviría para planear una venganza y averiguar quien o quienes aparte de Dorian estaban detrás de todo.

Ella nunca había herido a alguien de manera fisica, por lo que decidió canalizar toda su rabia y asco, él había tomado sus pechos ensangrentados y los apretaba de manera obsesiva y enferma, enterro la nariz en ellos y al abrir la boca para lamerlos lo tomó por el cabello y abligandolo a verla para tomar el pedazo de metal y enterrarselo en un ojo provocando un dolor intenso y una hemorragia.

-¡Maldita seas! ¡Me las vas a pagar! – dijo entre gemidos de dolor se tomaba la cara llena de sangre y se retorcía en el suelo.

-¡El que me las va a pagar eres tu! – bramó, con todo el dolor que le causó tomó un esfuerzo para patearlo en el estomago y luego escupirlo.

Rapidamente Daena salio despedida del lugar dejandolo atrás. Una vez cruzó la puerta principal, se dio cuenta que estuvo cautiva en medio de la nada en una vieja cabaña. Al adentrarse en el bosque lleno de nieve que azotaba su fragil cuerpo sangrante.

A lo lejos vió a los hombres de Dorian camino a la cabaña y empezó a correr lo más rapido posible, pronto estarian detras de ella.

El bosque era espeso, con arboles tan grandes que parecian tocar el cielo, o al menos sus ramas, el invierno parecía haber consumido todo el lugar, por un segundo sintió una puntada en el pecho, Sckarn, su amor era como todo ese hielo, bello y puro, a pesar de sus conductas asesinas y terrorificas, le parecia el ser mas puro que haya conocido alguna vez.

Se detuvo para respirar, sentia como sus pulmones clamaban por oxigeno, cada inspiración era como una puñalada, sus costillas seguian rotas, y su cuerpo cada vez mas adolorido y ni hablar de la herida en su cuello.

Empuñó un poco de nieve y se lo coloco en el cuello, el contacto le hizo estremecerse. Tomo otro poco para colocarlo en el labio, tenia la boca seca, tenia sed y tanta hambre, llevaba al rededor de cuatro dias cautiva. Se recostó a un tosco arbol abrazando sus piernas para mantener el calor, debia seguir oculta mientras descansaba e intentar encontrar un camino para llegar a Schwarzwald.

Mientras tanto, en el Averno, Sckarn estaba al borde de la locura y de la angustia. Caminaba de un lado al otro en la terraza donde su madre, Hell solia tomar el té y disfrutaba de la vista a los enormes jardines del reino.

-Querido, por favor se enfría tu té – Hell, se encontraba sentada en el otro extremo de la terraza.

-Justo ahora me importa muy poco un estupido té madre – gruñó.

-Tu padre lo va a resolver, cariño – concilió.

-¡No! ¡El que tiene que resolver esto soy yo! ¡Yo cause todo esto! ¡Por todo esto ella esta en peligro! – se recosto al barandal del balcon y tapo su rostro con ambas manos en señal de abatimiento – No se que hare si la pierdo, madre. La amo...

Hell dejo la taza en la mesita y se acercó a su hijo para abrazarlo, estaba desconsolado, nervioso y desesperado. Por primera vez pudo ver a su hijo, el mas temerario, el mas frío... completamente vulnerable.

-Lo se, por eso debes ser paciente... confía en tu padre – Sckarn se puso de rodillas ante su madre, lo cual por tal acto quedó anonadada, le tomo la mano y la besó – Hijo mio...

-Madre tienes que convencer a padre de que me deje ir por ella, Ratko es capaz de todo, va a matarla. La espera me esta consumiendo, la necesito, necesito tenerla conmigo, en mis brazos donde se que estará segura, donde podre amarla hasta el final de sus dias... donde se que es mía.

-Ha de ser una chica excepcional... porque para derretir ese corazón de hielo, no debe ser tarea facil – lo levantó y acunó su rostro entre sus manos – Tú y ella estaran juntos, lo sé. Así sera, será tu princesa y luego tu reina, te dará hijos, los mejores guerreros y las damas de extraordinaria belleza, su amor sera uno de los mas grandes, escribiran canciones sobre él, todos clamaran con furor algo tan hermoso, cada vez será mas fuerte. Tanto que ni siquiera tu hermano con todo el poder podrá romperlo. Solo debes ser paciente, entiende a tu padre, eres su heredero, no puede ponerte en peligro.

-Si no es con ella, no quiero nada... madre – devolvio el gesto – Entiendelo, ella es todo lo que quiero. Todo lo que he querido.

-Ven aqui – abrazo a su hijo, que sin importar lo pequeña que se veia en comparacion, él seguia siendo su pequeño. Acarició y besó los rizos, el solo se refugiaba en el amor de su madre, toda su vida fue pelear, derramar sangre y provocar miedo, pero con su madre todo era diferente. Con ella podia sentirse como un niño otra vez.

Los guardianes de las torres dieron el aviso de que se acercaba un jinete a las puertas de la fortaleza, sin mucho esfuerzo Sckarn percibió el olor de la sangre de Daena y algo en su interior dió un vuelco, soltó a su madre y salio corriendo en dirección del olor de la sangre.

Se hizo camino dentro del tumulto de guardias que acorralaban el caballo que llevaba amarrado a la silla una bolsa que era donde despedia el olor.

-Majestad, no se acerque – dijo uno de los guerreros.

-No le digan que hacer – dijo Kratos bajando de un caballo – Hermano.

-Kratos – respondió en saludo – Vayan todos a sus puestos, yo me encargo.

Todos acataron la orden después de dar una pequeña reverencia.

-¿Tienes noticias? – preguntó quitando la bolsa de la silla del caballo, dejandolo libre.

-¿De nuestro loco hermano? – se cruzó de brazos – No, tal parece que se ha vuelto muy bueno para borrar todo rastro, quizas lo aprendió de ti ¿Que es eso? Huele exquisito.

Logro romper la bolsa y lo que escontró lo destrozó, tanto que cayó de rodillas, el vestido de Daena, lleno de sangre, como prueba de su asesinato, el vestido no era ni la sombra de lo que el recordaba, estaba sucio, roto y lleno de sangre. Aun asi lo apreto con todas sus fuerzas hasta dejar escapar unas cuantas lagrimas de dolor y rabia, un pergamino salió rodando del mismo, Kratos lo recogio del suelo y lo abrió.

-Una carta de Ratko ¿Quieres que te la lea o lo haras tu? – en respuesta recibió un ademan de alentamiento para que el la leyera – Bien, dice; Querido hermano, se que aquella vez no me creiste que asesine a tu pequeña... – hizo una pausa antes de continuar – Zorra, gi... Hermano esto no pienso leerlo, no viendote asi – dijo arrugando el gesto en desagrado.

-Hazlo.

-Pero... - dudó

-¡Solo hazlo! – gruñó levantando la mirada cargada de ira, estaba en su fase demonio.

-Esta bien – suspiró pesadamente manteniendo el mal gesto – gimió como un cerdo cuando la hice mia una y otra vez, ahora te entiendo hermanito, es exquisita. Pero lo que más disfrute fue como le drené toda la vida solo para alimentarme y terminarme de saciar, no sabes cuanto peleó por su vida, le doy credito por eso, en fin hermanito. Alli te dejo las pruebas, el cuerpo. Jamás lo encontrarás. Pudiste evitarle todo esto... si tan solo la hubieras cuidado bien, tal parece que no eres tan bueno después de todo.

Kratos tragó grueso, estaba incomodo por todo lo que decia esa carta, era puro veneno, pura maldad, Ratko estaba loco, necesitaba ser detenido cuanto antes.

Un aura oscura rodeó a Sckarn que abrazaba el vestido como su posesión mas preciada.

Un gruñido provino de su pecho para escapar de su garganta, fue tan fuerte que Kratos retrocedió cuando vio a su hermano con los colmillos afuera, lleno de venas oscuras por toda la piel, las garras afuera.

-Voy a matarlo – dijo entre dientes. Para luego abalanzarse sobre Kratos como una pantera, solo que él era mas peligroso.

-Sabes lo que padre opina sobre derramar nuestra propia sangre – intentó quitarselo de encima, pero solo recibió otro gruñido junto con una mano pesada oprimiendolo – Alto. Sckarn, hermano; sé que es algo que tienes que hacer, pero recuerda lo que padre te haria incluso si escapas.

-Me importa muy poco. No me importa estar encerrado en una celda por el resto de mi eternidad, pero al menos sabré que vengué su muerte – la niebla se fue disipando, sus colmillos seguian fuera, pero ya no aparentaba ser una amenaza.

-Pues yo no quiero que mi hermano pase toda una eternidad encerrado como un perro – lo miro desafiante.

Tras un largo suspiro dejó a Kratos el cual rapidamente se puso de pie y le tendió la mano para que se levantara.

Sckarn dobló con cuidado el vestido y después se lo tendió a Kratos que lo miraba interrogante. Entonces subió al caballo y fue entonces que pudo comprender que no podia hacerlo cambiar de opinion, estaba decidido a vengar la muerte de su amada aun si eso le costara su libertad por lo que le brindó apoyo mediante un asentimiento, entendió que era algo que tenia que hacer.

Sckarn le dio la señal al caballo y empezó a cabalgar a toda velocidad saliendo de las murallas del castillo.

Aldric, el más rapido de los hermanos de Sckarn se acercó a Kratos que seguia con la vista a su hermano que se alejaba cada vez mas a gran velocidad.

-¿A donde va? Padre le prohibió salir del reino. Debiste haberlo detenido o al menos hacerlo entrar en razón.

-Hacer justicia – respondió en un susurro ronco y lleno de orgullo.

-No crees que asesinará a Ratko ¿Verdad?

-No lo sé, pero deberia – respondió dandole una palmadita en el hombro a su hermano para después encaminarse hacia el palacio, todos los guardias corrian por todos lados armandose y dividiendose por grupos. Lucifer habia dado la orden de captura de su propio heredero al trono y de dar con el paradero de Ratko y esta vez ejecutarlo.

-Kratos, se puede saber ¿Por que dejaste escapar a tu hermano? – bramó Lucifer.

-Porque era lo que tenia que hacer, ten. Aqui esta la mejor respuesta – le tendió la carta y el vestido para luego marcharse.

El galope de un caballo encendió la alerta de Daena, asomó la cabeza para ver de que no fueran los hombres de Dorian o aquel extraño que le hirió de gravedad, pero lo que vió era peor, era Dorian, estaba furioso, su ojo ya se encontraba vendado de una forma poco ortodoxa quizas por uno de sus lacayos. Lo cual era extraño que no estuvieran con el.

-Se que estas aqui, puedo ver el rastro de sangre – bajo el paso del caballo hasta detenerlo – Esta vez no voy a torturarte, no... ¡VAS A PAGARME ESTO! – dijo señalando su ojo herido - ¡Vas a pagarmelas todas! ¡Se que me estas escuchando! Asquerosa zorra – gruñó.

El pecho de Daena ardia mientras que su corazón latía desbocado por el miedo, debia ser cuidadosa de no dejarse ver, un error y eso seria todo. Trato de calmar su respiración y ahogando un grito tapando lo mas fuerte que pudo su boca, Dorian se estaba acercando, demasiado.

Todo su cuerpo temblaba por las bajas temperaturas y por el miedo, el paso de su agresor era parecido al de un animal, un depredador, eso era y ella para su mala suerte, el indefenso conejito al que el zorro se queria devorar.

Dorian estaba a unos veinte pasos del arbol donde ella se escondia era ahora o nunca, tenia que correr por mas que le doliera. Otro paso, cerró sus ojos e inhalo una larga bocanada de aire que la lleno de fuerza y en un segundo se echó a correr, Dorian la vio, pero ella al menos le llevaba ventaja.

-Podrás correr, pero no esconderte – murmuró Dorian.

Corrió, corrió y corrió a pesar del dolor, sus ganas de vivir eran mas grandes. La herida en su cuello sangraba aun mas, los golpes eran aun mas presentes.

Logró llegar al final del espeso bosque, al inicio de una catarata. Las rocas eran grandes y la altura era considerable, y el agua caia rebelde produciendo un ruido ensordecedor.

-Te encontré – dijo entre dientes.

-No te dare el gusto – susurró Daena en un vago intento de sonar valiente, Dorian se acercó rapidamente y la tomo por el cabello.

-¿Crees que puedes seguir burlandote de mi? – sacó un puñal de la bota y se lo colocó en la mejilla – Voy a hacerte lo mismo que tu me hiciste a mi, y luego te sacaré el corazón y hare que las cocineras me lo preparen para la cena.

-Escucha, Dorian... si vas a matarme, pues hazlo. Porque si no lo haces, volveré por ti y no querras eso – tenia los dientes apretados mientras aguantaba el punzante dolor debido al maltrato.

-Como si pudieras vengarte – bufó soltando unas cuantas gotas de saliva en el rostro de Daena que forcejeaba tratando de soltarse del fuerte agarre.

-No sabes de lo que soy capaz – tomó impulso y con un certero golpe en la entrepierna propinó el dolor suficiente para que la soltara, aun así intentó tomarla de los tobillos por lo que retrocedió, la sensación de vacío le hizo un vuelco en el estomago cuando se dio la vuelta y miro hacia abajo, de la cascada. Retomo la vista hacia el bosque, tenia dos opciones; correr hacia el bosque y ser capturada de nuevo por Dorian para que finalmente la asesine ó lo peor, saltar y morir por su propia voluntad.

Decide Daena, decide... pensó. Tomó una bocanada de aire y decidió.

-Te veo muy pronto, Dorian – cerró los ojos con la fuerza necesaria como para que las lagrimas no escaparan y con un sobresalto ahogo un grito y se arrojó al vacio.

Todo lo que habia pasado para llegar ha esto, toda su vida paso frente a sus ojos, sus padres, sus hermanos, su amor eterno al cual tambien asesinó en su recuerdo, todo se habia acabado, la agonia pararia, la muerte seria inminente. Sus ojos seguian cerrados con fuerza incluso al sentir el impacto del agua y las rocas raspando su piel.

Estaba fría, profunda, pero de alguna forma sintio alivio. Se sintio libre, en paz ¿Así se sentía morir? ¿Era asi la muerte tan pacifica? Lentamente abrio los ojos observando las rocas enormes y peligrosas que la rodeaban, lo que quedaba de su ropa era una estela blanca que a un modo bizarro, reflejaba la pureza que aun conservaba.

Su cabello era como una fogata bajo el agua, tan ardientes e intenso, sus heridas sangrantes le provocaban ese escozor punzante que le hacia retorcerse, pequeñas gotas diluidas color carmín se dispersaban dentro del agua, el oxigeno en sus pulmones empezaba a escacear. Estaba encerrada como un hoyo de piedra y musgo, tenia que salir de alli.

Se dio cuenta que no era el fin, si seguia viva era por una razon, debia seguir luchando. Debia seguir y pelear con uñas y dientes, de pronto, su fuerza incrementó, y con todas sus fuerzas empezó a impulsarse hacia arriba; en unos segundos que parecían interminables logró salir a la superficie y volver a respirar, mentalemente estaba tan fuerte como nunca, pero su cuerpo era todo lo contrario, la vista empezo a volverse borrosa, con la poca fuerza que le quedaba nadó hasta la orilla donde cayó en un profundo sueño.

A un kilometro del lugar donde Daena estaba inconsciente. Un carruaje recorria, los senderos de Esslingen am Neckar un poblado al reino de Stuttgart, que era rico en gemas y oro, alli se encontraban la gente adinerada, como duques, condes y mercaderes de joyas y vinos.

Ese mismo carruaje llevaba consigo la estela de la mismisima muerte vestida de seda y perfume. Una familia de vampiros, Erik, de cabello platinado, piel cincelada y ojos cautivadores, era el lider del grupo, seguido por su esposa Emiliah, elegante, de cuello largo y piel aceitunada, tenian tres hijas; Andrea, Charlotte y Guitta.

Andrea era como su madre, sofisticada, elegante, de gran porte; Charlotte de lo que tenia de hermosa lo tenia de loca, tambien era rapida como un rayo a la hora de cazar a sus victimas, a primera vista podia confundirse con un duende, su contextura menuda y nariz respingada la asemejaba a dichas criaturas, eso si... era mortifera. Por ultimo, Guitta, la más joven era igual de menuda que Charlotte, solo que ésta era mas seria, le gustaba leer libros acerca de las hazañas de su padre sobrenatural, Lucifer; incluso las canciones acerca sobre sus hijos. Las de Sckarn eran sus favoritas.

-Querido, has estado un poco ausente ¿Te sientes bien? – pregunto Emiliah posando su mano en la rodilla de Erik que miraba con desgano el techo de terciopelo del carruaje.

-Amada mia, estoy en perfecto estado. Solo estoy percibiendo el lugar, es mágico.

-¡Si! Huele delicioso – saltó Charlotte – No puedo esperar a llegar y darnos un gran festin, con duques y condes – dijo cantarina.

-Si es verdad que ya tu no bebes sangre de campesinos – cortó Guitta. Que se encontraba inmersa en su libro de ocultismo e invocaciones.

-¿Para qué? Somos los Von Bushard ¡Que me muerdan el trasero si no! – rió.

-Haznos un favor a la familia, Charlotte – murmuró Andrea que se encontraba a su lado.

-¿Cual?

-Cierra la boca – bufó Andrea y a Guitta se le escapó una risita.

-Bien, lo haré.. pero no quiero que me pidas ninguna de mis joyas.

-¿Esas baratijas? – dijo Andrea petulante – No gracias.

-¿Como que baratijas? – chilló.

-Silencio – riño Emiliah con todo autoritario.

De pronto Erik se enderezó bruscamente con los ojos muy abiertos y empezó a halar la cuerdilla que le indicaba al conductor que se detuviera.

-Querido ¿Que ocurre? – preguntó Emiliah.

-¿No huelen eso? Es... exotico, perfecto... embriagador – susurró para si.

Se bajó del carruaje con rapidez e inspiro hondo.

-Delicioso... dulce y a la vez tan amargo – agarro camino entre los arboles siguiendo aquel aroma tan embriagador

-Erik, querido ¿a donde vas?

– Quedense en el carruaje – dijo mientras seguia caminando, la espesa capa de tercipelo rojo que contrastaba con el traje negro que llevaba puesto daba la ilusión de un caballero de alta alcurnia.

Entonces la encontro, a su musa del aroma, una chica herida, como una pobre paloma caida del cielo, a pesar de su estado aun conservaba una belleza extraordinaria. Cabellos rojos, piel tan blanca como la nieve donde se hallaba inmersa, mejillas sonrosadas y ese liquido carmesí que emanaba de sus heridas, que invitaba a probar al sediento vampiro ¿Está muerta? Parecia estar sin vida, se incó en una rodilla para revisarla, pero no hubo signos de vida, estaba tan masacrada que era imposible que estuviera viva. La admiró por ultima vez antes de irse, no tenia nada que hacer ya, de pronto algo lo detuvo, pudo escuchar un debil latido de corazón.

Procedió a quitarse la capa y a recojer a aquella chica, la envolvio en ella para tomarla en sus brazos, retomó el camino hacia el carruaje, era increiblemente bella y por lo visto fuerte, la manera en la que su corazón se aferraba a la vida era fascinante.

-Perfecto, la cena – dijo Charlotte relamiendose los labios.

-Ella no será la cena – respondió Erik cortante.

-Querido ¿Quien es? – Inquirió Emiliah confundida.

-No lo se, pero presiento que podria ser parte del clan.

-Pero que dices... - bufó Emiliah en la portezuela del carruaje con los brazos cruzados.

-Escucha su corazón, escúchalo – la tenia sujeta firmemente, como si se tratara de un bebé, al ser un vampiro no sentia peso absoluto – Es la primera vez que escucho algo como eso, la manera en que... sobrevive y lucha contra la muerte... es magico.

-¿Desde cuando algo como eso te impresiona?¿ Desde cuando se te da por querer salvar a un humano?

-Solo me provoca esa sensación, amada mia – susurró depositando toda su atencion y sentidos a como el cuerpo de Daena trabajaba en su interior dañado – Además, tiene extrema belleza – levantó la Mirada y Emiliah lo miraba enojada, recelosa.

-Has lo que quieras, pero que no afecte nuestra familia. Tu te encargaras de ella – se dio la vuelta y subio nuevamente al carruaje, seguida por Andrea y Charlotte. Erik con poco esfuerzo subio con Daena al carruaje y la abrazó para darle al menos un poco de calor, estaba helada.

El resto del camino estuvieron todos en silencio, a pesar de que el pequeño espacio estaba impregnado con el olor de la sangre de Daena, pero estos, al ser antiguos sabian controlar su sed, eso y que Erik no dejaria que se le acercaran, ella habia despertado su instinto mas primitivo de protección.

Finalmente, llegaron al rico poblado de Esslingen am Neckar, donde el Conde, Richard Hood III les habia invitado a su mansión llena de comodidades y sirvientes. Los Von Bushard, estaban rodeados de esas personalidades y nobles debido a que se fueron introduciendo en la vida de la nobleza de Francia, Erik habia entablado grandes relaciones desde que empezó a ser el amante de la sobrina nieta de la ya fallecida Duquesa Du Point trás asesinar a la familia de su prometido Bastién Von Bushard y tomar el apellido del mismo. Asimismo, hizo Charlotte con el marqués de Lillion, lo sedujo, contrajo nupcias y luego murió de manera misteriosa, así es como se comenta ya que nunca encontraron el cuerpo.

A través de todo eso fueron construyendo un pequeño imperio introduciendose en el mundo de la gente adinerada y ponderosa, para luego acabar con ellos, tomar su dinero y bienes.

El sol se ocultaba por lo que les fue sencillo salir libremente sin quemarse vivos bajo el sol, Erik llevó directmente a una habitacion a Daena que seguia inconsciente, los demas hicieron lo mismo, dirigirse a sus habitaciones y refrescarse del viaje.

Depositó a Daena suavemente en la cama y la abrigo lo mas que pudo, tomo una de sus manos y con un delicado pañuelo de seda que sacó de su chaqueta fue limpiando con cuidado las heridas, bajo las mismas percibió moretones de tonos violetas y verdosos. Al llegar a la herida de su cuello, dio un quejido y sintió como se estremecia bajo las cobijas, la herida seguia abierta y era algo profunda ¿Esos eran arañasos?

-¿Quien te haría todo esto y por qué? – Susurró. Pasó la mano por el cabello de fuego que se hallaba esparcido en la almohada – No te preocupes, yo quitaré tu dolor; Yo aliviaré tu dolor, mi querida niña.

Suavemente, levantó la muñeca de Daena y procedió a llenar sus fosas nasal inspirando hondo el aroma. Era como le habia dicho a Emiliah, tan dulce como amargo, una mezcla exquisita, como si se debatiera el bien y el mal en una corriente. Sus colmillos brotaron de sus encias como cuchillas punzantes y sus ojos cambiaron del tierno miel a una mezcla turbulenta de negro y carmesí, mientras que su rostro se ramificaba con las venas. Sujetó con firmeza la delicada muñeca de Daena e incrustó sus colmillos en ella, derramando la sangre de aquella desconocida que encontró tirada en el bosque, su sangre era deliciosa, justo como lo imaginaba y a pesar que estuviese casi congelada, el liquido rojo mantenia el calor perfecto para sus entrañas muertas.

A los pocos segundos, cuando escuchó aquel corazón que lo llamaba con fuerza, empezaba a alentarse, estaba muriendo, su ninfa del bosque estaba muriendo, desgarró su propia muñeca derramando estrepitosamente el elixir de vida eterna y lo acercó a los labios de su doncella agonizante, debilmente tragó la sangre de aquel muerto viviente que en vez de aliviarle, fue quemando cada una de las partes de su cuerpo, era como si hubiera bebido el mas fuerte de los licores.

A su vez de quemar, fue reparando los daños, era como si curaras una quemadura aplicandole fuego, era ironico, pero así funcionaba. Depositó un calido beso en la frente de Daena para luego marcharse de la habitación dejandola en ese fuego interno, llamada transformación.

Pasaron dos días y ella seguia alli, ya habia mejoras en sus heridas, la herida del cuello estaba casi sanada, solo faltaba que se borrara la marca, los moretones desaparecieron a las horas y sus costillas se repararon en la mañana, ya casi amanecia, Erik esperaba ansioso afuera de la habitacion cuidando, que despertara y que ningun humano entrara. Su familia tenia prohibida la entrada a la habitación, por lo que se dedicaban a seguir con el plan, de encantar al Conde y a su familia, para entablar buenas relaciones.

Se le habia dicho que Erik se encontraba en el cuido de un familiar que estaba enfermo, después de todo, mentirle a los humanos, era lo que mejor sabian hacer.

El sol comenzaba a salir y las velas ya derretidas impregnaban de un aroma dulzón la habitacion, la cama con dosel, daba la ilusión de un pequeño ataud elegante debido a las cortinas de terciopelo rojo.

Erik le habia dado un pequeño baño para limpiarle la tierra en la cara, uñas y extremidades, no iba a dale un baño de tina estando en ese estado, ni mucho menos violar la integridad como para desnudarla.

La mano de Daena se movió dando señales de que estaba retomando la conciencia, una imagen de Dorian le provocó una furia incontrolable por lo que cerró el puño fuertemente, para luego abrir los ojos que no se enccontraban con su tono natural verdoso con destellos azules, ahora eran como los de Erik, turbulentos, llenos de furia y odio; llenos de muerte, Daena era ahora, un vampiro.


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