Capítulo 4

Averno, el reino que se convirtió en hogar y fortaleza de Lucifer, donde allí formó con su esposa una familia, los caídos lo nombraron su líder por ser el más fuerte y por supuesto, más sabio, desde ese momento se levantaron fuertes torres, largos pasillos y jardines, que a medida fueron haciéndose cada vez más fuertes a medida que los humanos cometían pecados o como el mismo Lucifer decía 

''...Cada vez que abren los ojos ante la divina mentira, mi reino y poder se hacen más grandes...''.

Actualmente el Rey se encontraba su paraíso personal y sobre todo favorito... bajo las faldas de su esposa...

-Podrán pasar lo años, los siglos... pero esos no te afectan amada mía – dijo susurrando mientras gateaba a horcajadas sobre su esposa.

-Después de todos estos siglos... - dijo sonriéndole seductoramente a Lucifer mientras lo envolvía con sus brazos, éste tomo el muslo de su esposa para levantar la pierna y rodear su cadera con ella – Después de todo... sigues siendo mi chico malo – ésta acaricio el rostro de Lucifer con una mano, mientras que con la otra la pasaba lentamente por el musculoso brazo de él.

-Para toda la eternidad – Acto seguido las velas de la habitación enseguida se encendieron cuando Lucifer le sonrió malicioso a su adorada esposa, para luego ver a su esposa reírse ante la travesura del Rey.

Lucifer decidió invadir la boca de Hell, en un beso profundo lleno de amor y devoción, ella fue su primera aliada en esa guerra milenaria que dejaría una gran huella por el resto de la eternidad. Por noches como esta, Sckarn tenía alrededor de 8 hermanos, Ratko el mayor, luego estaba Adeline denominada la ''Rosa más Hermosa'' seguida de Sckarn, después Kratos, el que seguía era Aldric el más rápido, Claude el honesto, que poco después tuvieron a Rina y finalmente los más pequeños los mellizos Corín y Edah.

Un avergonzado golpe toco a la puerta de Lucifer, interrumpiendo el momento de amor y pasión que tenían los esposos, Lucifer hizo caso omiso al golpe que nuevamente toco a su puerta para dedicarle tiempo al pecho de su esposa.

-Majestad, disculpe el atrevimiento, pero hay una situación que requiere su atención – dijo un guardia de la corte real al otro lado de la puerta, Hell se retorcía bajo los agarres de su esposo, mientras que el guardia seguía insistiendo – Señor... es importante, necesitamos de su atención en esto – Lucifer exasperado besó a su esposa en los labios para luego rodar los ojos y pararse a regaña dientes de la gigantesca cama, abrió la puerta y fulminó al guardia con la mirada, éste sólo se dedicó a tragar saliva nervioso, para luego avergonzarse al ver a su Rey completamente desnudo, la risilla divertida de Hell hizo presencia en tan incómodo momento.

-Más te vale que sea muy urgente, porque no querrás hacerme molestar enserio – le dijo sin inmutarse de su desnudez arqueando la ceja de manera exagerada.

-Es sobre el príncipe Sckarn, su majestad – dijo mirando directo al frente.

-¿Qué ocurre con mi hijo? – dijo dándose la vuelta para colocarse unos pantalones de cuero y una camisa de seda negra sin abotonar, observó cierta angustia de su esposa que yacía desnuda en la cama, rodeada de sabanas de seda, se acercó a ella para darle un tranquilizador beso en los labios.

-Sea o lo que sea... resuélvelo – tomó el rostro de Lucifer entre sus manos y lo miró a los ojos – Eres el rey, sé el mio y el de nuestro hijo.

-Todo estará bien, querida – le sonrió – En un momento vendré y terminaremos con esto – dijo mientras acariciaba el muslo de su esposa para luego salir de la habitación.

Camino por los pasillos tras el guardia hasta llegar a la sala principal, en ella se encontraba en un lugar alto donde después de unos escalones con una gran mesa labrada en piedra que estaba envuelta con una manta de terciopelo rojo, esa con la que estaban hechas las cortinas de todo el palacio, incluso de la capa que lucifer usaba en batalla, la sala se encontraba en completa oscuridad hasta que Lucifer ingresó en ella y cientos de velas se encendieron instantáneamente, el guardia se quedó parado en el medio de la sala, observando todo lo que su rey hacía.

-Y bien... ¿Qué ocurre con mi hijo? – Preguntó Lucifer mientras destapaba la gran mesa y dejaba en el suelo la manta aterciopelada – ¿Ha roto alguna regla? ¿Ha sido herido? ¿Le han descubierto comiéndose alguna penosa alma?

-No, su majestad... el príncipe se encuentra en perfecto estado de salud y de estatus.

-Perfecto, me hiciste salir de mi lecho nupcial con mi amada esposa para decirme eso... - respondió con voz tranquila, aunque por dentro se desataba un verdadero tormento de ira, que fue representado con una mirada fría como el hielo, suspiró para guardar algo de calma mientras miraba atento al guardia.

-Se trata de un ataque a la protegida de su hijo, su majestad.

-Si... la presencia de mi hijo en la tierra es bastante inquietante para los mortales y esa joven mmm... Daena, es bastante poderosa su posición ¿Qué ocurrió?

-Un secuestro, su majestad... a manos de una bestia jehana.

-Imposible, fueron aniquilados durante la invasión – Contestó Lucifer tras abrir un gigantesco libro de caratula negra el cual abrió tras morderse el dedo dejando salir unas gotas de sangre derramándolas en el libro, él mismo poseía registrada cada criatura maligna encontrada en el Averno, asimismo lo que caracterizaba con sumo detalle a cada una de ellas y solo podía abrirse con la sangre del Rey del Averno, el mismo Lucifer.

-Al parecer quedan algunos, majestad.

-¿Cuáles fueron los sucesos con la joven D'lourdeth y la bestia? – inquirió mientras hojeaba en las páginas del libro.

-Por ahora se desconoce los motivos de la captura, aunque se presume un posible chantaje para obtención de poder.

-Mmm... ven aquí – ordenó y el hombre obedeció, subió los escalones para luego colocar la mano derecha en su pecho y luego posar su rodilla en el suelo bajando la cabeza.

-Espero sus órdenes, su majestad.

-Quiero a la tropa C buscando por todo el continente, quiero que encuentren a cualquier jehano y luego ejecútenlo, tráiganme sus corazones como muestra de que realmente están muertos.

-Entendido, su majestad.

-Ya, puedes irte.

-Su majestad – respondió el hombre para luego ponerse de pie y salir de la habitación.

Lucifer, leyó unas viejas escrituras sobre las bestias jehanas, pero todo lo que había allí ya lo sabía por experiencia propia, por lo que cerró el libro, una parte de la mesa que parecía ser de cristal fue manchada de sangre cuando Lucifer tomó una daga que deslizó por la palma de su mano dejando salir el líquido carmesí.

-Muéstrame a la sangre de mi sangre, mi hijo Sckarn – posó su ya auto-sanada mano en el cristal de pronto sus ojos se volvieron completamente blancos, dejando así, ver a su hijo, el demonio Sckarn, que se encontraba en las cercanías del poblado de Schwarzwald, era de noche, por lo que llevaba encendida una antorcha para que Daena pudiese ver en la oscuridad de la noche, pero cuando observó, ésta se encontraba dormida en el pecho del demonio, que recibió la voz de su padre en su cabeza.

-Veo que llevaste muy bien tu trabajo – dijo Lucifer.

-Padre ¿A qué se debe tu mmm... visita?

-He recibido noticias sobre tu encuentro con la bestia jehana.

-Ah, si... ya me encargué de ello... Creí que habíamos acabado con todas ellas.

-Lo mismo pienso, pero ya mandé una tropa a inspeccionar de la existencia de otras y ejecutarlas.

-Bien... ¿Algo más?

-¿Cómo está la chica?

-Bien, aunque querrá respuestas... realicé una transportación, necesitaba llegar más rápido

-Y ella te vio...

-Y sintió, necesitaba también localizarla, por lo que tuve que entrar en su mente.

-Estará bien... si no salió huyendo al momento de verte hacer eso... no lo hará nunca, además... ni su familia, ni ella misma sabe la magnitud de su poder.

-Eso espero... me pregunto como el jehano se enteró de la existencia de Daena...

-El reino ha estado bastante inquieto porque eres un Alestrado y ella al ser tu protegida... llama la atención, quizás querían llegar a ti a través de la niña, eso es lo que se presume, ahora mi verdadera pregunta es... ¿Hay alguien detrás de todo esto? Porque para ser honestos los jehanos no son conocidos por su inteligencia.

-Lo sé, padre... ¿Podría pedirte un favor?

-Claro, lo que necesites.

-Necesito un alma... hace mucho no me alimento, he estado sobreviviendo con comida mortal, hoy necesite de mucha fuerza, necesito recobrarlas.

-Claro, a la media noche en el río, allí estará.

-Gracias, padre.

-La chica... ¿Dónde está?

-Dormida.

-No es para menos... antes de irme, por favor recuerda las reglas – después de decir esto abandonó su mente dejando a un Sckarn exhausto mentalmente, éste tipo de conexiones resultaban ser agotadoras y sobre todo si no se alimentaba con lo que necesita para poder hacer ciertas cosas, por ejemplo hoy utilizo mucho de sus reservas y hace años no devoraba un alma, se hizo de noche pues que el camino estuvo largo, cuidadosamente despertó a Daena que dormía abrazada al demonio, no le preocupó porque solo era una niña, más nunca nadie lo había abrazado hasta dormirse.

Daena despertó estrujando sus ojos con la tela de la capa de Sckarn que la envolvía como una oruga.

-¿Qué sucede? – dijo con voz patosa, había dormido profundamente por lo menos dos horas. Sckarn le sonrió y le respondió señalando con la barbilla.

-Ya llegamos, mi lady – en efecto ya estaban en las puertas de Schwarzwald, Sckarn se bajó del caballo para luego bajar a Daena tomándola debajo de los brazos, a unos pasos se encontraba la casa de Daena, Sckarn amarró el caballo en un lugar cerca de la casa y camino junto a Daena hacia la casa, al entrar estaban todos sentados en la mesa con los brazos cruzados.

El primero en ponerse de pie fue Bernard, seguido de los demás, Daena fue atrapada por los brazos de su madre que lloraba como si sus últimas horas del día fueron un verdadero sufrimiento.

-¡Cariño! ¿Estás bien? ¿Estás herida? – decía Alana poniéndose de rodilla chequeando a Daena por todo su cuerpo buscando rastros de alguna herida.

-Estoy bien mami, Sckarn me defendió del hombre feo – dijo mirando a Sckarn que se mantuvo en la puerta parado como una estatua a la expectativa de que ocurriera algo. Sus sospechas fueron ciertas cuando dos filosas espadas fueron directo a su cuello, Dragan y Bernard estaban del otro lado de esas dos filosas armas.

-¡DIJISTE QUE IBAS A PROTEGERLA! – gritó Bernard.

-Creo que te tuve mucha fe, hijo – dijo Dragan.

-Papi, basta... Sckarn hizo lo que tenía que hacer, además estoy bien... ¿no ves? – dijo Daena dándose la vuelta mirando a su padre que mantenía firme la espada contra el demonio.

-Silencio Daena, gracias a este hombre fuiste secuestrada y quien sabe que más horrores.

-Estoy diciendo que estoy bien... el hizo su trabajo que es cuidarme, ya baja esa espada papá.

-Daena hija, no le contestes a tu padre – dijo Alana.

Sckarn ya se sentía exasperado de toda la situación, estaba cansado y que lo estén amenazando vanamente le resulta molesto, por lo que tomo la espada de Dragan y se la arrancó con fuerza sobrehumana de las manos y éste quedó atónito ante tal hecho, Bernard al ver lo que recién sucedió pensó que iba a atacar a su padre, así que con espada en mano se abalanzó sobre Sckarn, Daena se interpuso rápidamente y mirando fijamente a su padre a los ojos gritó

-¡DIJE QUE YA BASTA! – y fue entonces que Bernard paró en seco su ataque, soltó su espada que tintineó al caer al suelo. Bernard, tomo su cabeza entre sus manos antes de caer el piso a causa de un dolor sin procedencia que atacaba su cabeza, gritaba y se retorcía como si su cuerpo estuviese envuelto en llamas. 

Su padre Dragan preocupado por lo que le sucedía a su hijo le gritó a Sckarn que veía con los ojos muy abiertos lo que se presentaba frente a sus ojos.

-¡YA BASTA! ¡TE DIJE QUE YA BASTA, NO LO LASTIMES MAS! ¡DEJA DE HACERLE DAÑO! – le exigió al demonio tomándolo del brazo, lo sacudía con fuerza, pero éste estaba todavía en su estado atónito, hasta que reaccionó y tomó al hombre de los hombros para tranquilizarlo y le respondió con firmeza.

-No soy quien lo está provocando, es ella – dijo mirando a Daena que miraba fijamente a su padre mientras las lágrimas en sus ojos salían a borbotones.

-¿QUE? Pero... ¿Cómo? – dijo horrorizado. Daena paró y cayó al piso llorando desconsoladamente, Bernard quedó en el suelo exhausto por lo que acaba de sucederle, Alana corrió a ayudarlo mientras que Daena no paraba de llorar por lo que acababa de hacer.

-El primer día que vine aquí les dije que ella levantaría a esta familia y el apellido D'lourdeth, hay cosas que se debe tener para lograr eso... y lo que ella tiene es el poder de hacerlo, fueron dados como un regalo por mi padre, los Maxwell desaparecieron de la faz de la tierra y su líder, Enrico se encuentra confinado en el Averno por orden de mi padre, es necesario un vocero de mi padre aquí, yo estoy aquí para cuidar de ese vocero... - se arrodilló para limpiar las lágrimas de Daena, y observo en sus ojos lo que parecía ser un círculo rojo alrededor de su iris que poco a poco fue desvaneciéndose haciendo que Daena se quedase profundamente dormida. 

La tomó en brazos y la llevo a la cama, devuelta a la sala, la familia tenía la misma cara de horror que tenía Dragan, se acercó a Bernard y le extendió la mano ofreciéndole ayuda, la aceptó para luego sentarse en una de las sillas de madera, Alana, su esposa se acercó para reconfortarlo – Eso que acaba de ocurrir, no debió haber ocurrido... un tiempo más y estarías muerto, verán Daena es sumamente poderosa, tanto que si no tiene cuidado puede asesinar a alguien sin querer.

-¿Está bien? – preguntó Alana.

-Si... solo esta exhausta, ha tenido un día muy fuerte.

-Viktoria... ¿También posee esos poderes? – preguntó Bernard preocupado.

-No... ella es una niña normal – respondió el demonio. Lo que nadie vio, fue que Viktoria estaba detrás de la puerta escuchando todo, por lo que al escuchar esto miró a su hermana gemela con un poco de celos.

-Nosotros, los D'lourdeth tenemos poderes, pero jamás vi algo como eso – dijo Dragan – Hacer que alguien se retuerza de dolor ¡¿Con tan solo mirar?!

-Sentí mi cuerpo ser quemado por brasas ardientes – la voz de Bernard quebró al recordar lo que le sucedió – Mi pequeña no puede ser un monstruo.

-No lo es, solo fue elegida para cosas grandes, es necesario tener esos... dones para lograr esas cosas. Ella debe aprender a controlarlo, si no quedara exhausta como lo está ahora, afortunadamente los niños están dormidos, así nos ahorramos las preguntas – Sckarn se dirigió a la puerta y antes de irse dijo – Ustedes deberían ir hacer lo mismo... han pasado muchas cosas el día de hoy, han de estar cansados, siento mucho lo que sucedió con Daena. Yo tengo que ir a pensar... vuelvo en la mañana - acto seguido, salió de la casa cerrando la puerta a su espalda.

Sckarn fue atrapado por los brazos de Ellis cuando estaba a punto de salir de Schwarzwald hacia el bosque de Martala que conducía al río.

-¡Han vuelto! ¿Dónde está mi sobrina? ¿Cómo está? - preguntaba nerviosa, aunque sin perder la alegría que siempre contenía su voz.

-Ella está bien, está en su cama, dormida, sana y salva... - le respondió el demonio alejando los brazos de la rubia con cara de duende.

-¡Muchísimas gracias! – De nada le sirvió soltarse del agarre de la duende de cabellos dorados, porque volvió a saltar en sus brazos - ¡Gracias, por cuidar de mi sobrina!

-De nada... ya puedes soltarme, Ellis.

-Claro, lo siento – dijo soltándolo apenada arreglándose la falda del vestido - ¿A dónde vas?

-Tengo algo que hacer...

-¿Cómo qué? – insistió

-Vete a casa, Ellis - cortó

-Pero... - interrumpió

-Vete a casa – repitió cortante dejándola atrás para seguir su camino. Al llegar al río se sentó en una piedra al borde del mismo, para contemplar como la luna y el cielo estrellado se reflejaba en el agua cristalina que se encontraba en completa calma. Se dejó caer hacia atrás en la piedra donde se encontraba colocando las manos bajo su cabeza y allí pudo observar con plenitud el cielo.

A kilómetros de allí, una serpiente negra se deslizaba por la nieve, como si se tratase de agua, seguía el rastro de sangre derramado en la nieve, la serpiente se fue transformando en una mujer de larga cabellera oscura y piel aceitunada, la súcubo Kateline, que vestía de negro y una espesa capa del mismo color que protegía su identidad.

 A unos metros pudo observar un cadáver de un hombre o algo parecido, se acercó rápidamente maldiciendo internamente, al llegar movió el cuerpo colocándolo de frente, tenía una enorme herida en el medio de sus ojos, en su pecho donde solía estar su corazón solo quedaba un enorme vacío, pateó con furia el cadáver maldiciendo para sus adentros, sus planes habían fallado y eso solo significaba que su vida peligraba en manos de Ratko, si se enterase que el jehano está muerto y que la niña está bien, iba a matarla...

El sonido de un carruaje siendo halado por caballos llamó su atención, desviando la mirada del cadáver que significaba su sentencia, pudo observar lo que parecía ser una caravana real, se asomó detrás de un árbol y habían hombres subidos en caballos con estandartes verdes con líneas doradas y antorchas encendidas, se sentía intrigada por esa realeza frene a sus ojos, por lo que tomó nuevamente su forma de serpiente para deslizarse rápidamente hacia una de las barras de acero que sostenían el carruaje, una vez allí se enrolló con firmeza.

Después de un largo recorrido el carruaje se detuvo y de él se bajaron, una mujer con un enorme vestido y muchas joyas, llevaba el cabello recogido con una serie de trenzas, la mujer fue seguida por un caballero de cabello oscuro que estaba siendo tocado por la edad ya que cabellos grises hacían su aparición a la altura de las sienes, llevaba vestiduras que parecían ser costosas y elegantes, el último en bajar fue un niño, de al menos unos once años, de igual cabellera que el hombre de vestiduras similares. 

El hombre respondió al llamado de ''Majestad'' por lo que Kateline supo inmediatamente que era de sangre azul, también supo donde se encontraba al escuchar al hombre decir ''Es bueno volver a Stuttgart, mi reino''

Cautelosa, Kateline salió de su escondite acercándose al niño que se había alejado para jugar con su caballito de madera a los al rededores, el niño al verla no se asustó al contrario la levantó del piso dejando a un lado el juguete.

-¡Pero qué bonita eres! – dijo con entusiasmo, aunque parecía más un encanto... y Kateline era experta en la manipulación de los mortales. El niño corrió con la serpiente en mano para mostrársela a las personas que bajaron del carruaje con el - ¡Madre! ¡Padre! Miren, la he encontrado en los arbustos ¿No es bonita? – La mujer al ver a la serpiente soltó un alarido de terror, escondiéndose.

-¡Dorian, hijo suelta esa bestia! ¡Puede hacerte daño! – Dijo la mujer - ¡Dimitri, haz algo! ¡Puede lastimarse!

-Tranquila, Emille... Dorian, hijo suelta ese animal, no sabes si es peligroso – ordenó el hombre.

-Pero padre... quiero quedármela – miro triste a la serpiente, mientras acariciaba su piel escamosa – Es muy bonita... padre por favor, déjame quedármela. Por favor, por favor, por favor – dijo empezando hacer un berrinche – No es peligrosa, yo lo se... por favor, padre.

-Lo siento, Dorian suéltala – repitió con voz firme.

El niño triste dejo ir a la serpiente, que se dirigió devuelta a los arbustos, más tarde el niño se encontraba durmiendo, una escurridiza serpiente se introdujo en su cama por debajo de las sabanas, hizo que el niño se despertase, cuándo este despertó la serpiente lo miraba fijamente a los ojos, haciendo que éste no pudiera decir palabra alguna, ni mover un solo músculo.

-Escucha atentamente mis palabras, Dorian – dijo Kateline resonando en la mente del niño – cuando cumplas quince años irás al poblado de Schwarzwald, allí habrá una joven a la que llaman Daena. Deberás conquistarla, haz que se enamore perdidamente de ti, una vez hecho esto, la desposarás para matarla. No te rendirás hasta conquistarla. Repite conmigo. Buscaré a Daena, la conquistaré, desposaré y mataré, no descansaré hasta lograrlo.

-Buscaré a Daena, la conquistaré, desposaré y mataré, no descansaré hasta lograrlo – repitió el niño hipnotizado por los ojos de la serpiente.

-Buen chico – acto seguido mordió la suave piel del niño haciendo que este se durmiese – Dulces sueños, pequeño príncipe - Y luego, desapareció.

En el Averno, Ratko se encontraba colérico, ejercitaba duramente, golpeaba lo que se le asomara... mataría a Kateline, paso todo el día esperando y la niña no llegó, su hermano había triunfado una vez más y eso le molestaba de sobremanera, maldecía hasta más no poder, se encontraba fuera de la casa-prisión, hasta que de pronto escuchó la puerta cerrarse, así que decidió entrar, el olor dulce de Kateline impregnó el lugar, lo que hizo que enfureciera cada vez más.

Al verla de espaldas, temblorosa escuchando su corazón que latía rápidamente a causa de los nervios por no saber de lo que su vida sería al estar allí. Ratko le dio la vuelta tomándola del brazo con fuerza, para luego atrapar su delgado cuello con su enorme mano, haciendo que a ésta se le cortara la respiración.

-¿Dónde está la niña? – Su voz era pura furia, apretaba los dientes de manera que la mandíbula estaba completamente tensa, Kateline intentaba con todas sus fuerzas de escapar de su agarre, aunque sus intentos fueron inútiles - ¡DIME! – gritó nuevamente, mientras sacudía violentamente a Kateline apretando aún más el cuello de su aliada.

-T-tengo... U-un... P-plan – su voz solo era un hilo de voz, por el poco aire que quedaba en su cuerpo – P-por... F-favor... S-suéltame – Ratko, entornó los ojos arrugando la nariz con odio, hasta que finalmente la soltó lanzándola al piso. Kateline, tosió con fuerza colocando su mano en su pecho para recobrar el aliento.

-Espero que tu nuevo plan funcione... porque si no acabaré contigo, no puedo tolerar otro fracaso y mucho menos otra victoria de mi hermano.

-La niña... - hablaba con voz rasposa a causa de la falta de aliento – vive en un poblado... - apenas se escuchaba su voz tras los fuertes sonidos de la crónica tos que estaba sufriendo – Cerca del reino de Stuttgart ... el príncipe de allí... está bajo mi mando... de asesinar a la chica... en dado momento...

-Dices que un mocoso... va a asesinar a una chica que mi propio padre llenó de poder... y que mi hermano protege con su vida... odio a mi hermano pero, ya quedo claro que es bueno en lo que hace... ¿Crees que no la protegerá de un mocoso?

-Hay más... pero debes ayudarme y sobre todo confiar en mí – dijo mientras se levantaba torpemente del suelo.

-Si me fallas... voy a asesinarte de la manera más dolorosa que te puedas imaginar, pero qué más da... el odio hacia mi hermano es más grande que el que tengo hacia ti, así que... cuenta conmigo.

En el río fuera el bosque de Martala, Sckarn seguía acostado observando el cielo, llevaba horas ahí y no le importaba estar acostado en una piedra, de pronto del agua salió una mujer de aspecto demacrado, llevaba un simple vestido sucio y completamente empapado, tenía un andar pesado y triste, sus ojos eran ausentes. 

Sckarn supo que esa era el alma que su padre prometió enviarle, se levantó del suelo para tomar entre sus brazos a la desconocida, retiró el largo cabello del cuello de la mujer y al ver la protuberante yugular que se escondía bajo la pálida piel, sus colmillos brotaron en su boca y un gruñido gutural hizo eco en su pecho hasta que salió a la superficie a través de su boca, para finalmente hundir las filosas armas en su boca en la carne de la mujer, haciendo así que el líquido vital explotara en su boca, llenando de calor cada terminación nerviosa en el cuerpo del demonio.

Daena despertó en su cama y se encontró rodeada de su familia en el cuarto, dormían plácidamente después de un día de angustias, bajo de su cama para dirigirse a la sala donde dormía Sckarn, pero no estaba allí estaba completamente sola. 

La capa de Sckarn se encontraba esparcida en el suelo por lo que se la puso sobre los hombros, luego de salir de la casa, se encaminó a la búsqueda del demonio tomando de la chimenea una vara ardiente para que le sirviese de antorcha.

Al salir del poblado, hacia el bosque de Martala, observó unas huellas grandes, podrían ser de Sckarn, así que las siguió. Las huellas la condujeron al río a las afueras del bosque, al llegar lo que vio no podía creerlo, Sckarn en su forma demoníaca, consumiendo el alma perdida de una mortal.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top