La verdad parte II

LA VERDAD PARTE II

Había una vez, una niña que siempre sabía lo que quería. Recuerdo con nitidez, su más grande sueño.
Una casita de dos plantas con porche frente a un lago calmado, para ponerle un columpio de dos plazas, en donde sentarse para poder ver el atardecer o el amanecer, donde su amor los encuentre.
No seré un mago, ni hacedor de magia, pero de todo corazón, te daré tu sueño. Sólo sigue estas sencillas instrucciones y llegaras a una maravillosa sorpresa, preparada solo para ti.
¿Recuerdas el kiosco?, donde casi te hago mía, por primera vez. ¡Te pertenece!. Llega hasta ahí y gira hacia la izquierda, seguirás ese caminito rodeado de tantos árboles, te estaré esperando.

Chase.

Vanesa sólo rogaba que Chase le pudiera dar esa oportunidad que ella le ha negado.


Las lágrimas bañaban su rostro, sabía que podía encontrarlo ahí, ya que pronto se haría de noche, lo más lógico era que estuviera en ese lugar.
El peor de los casos y no quería pensarlo, era el hecho de que se quedara en un hotel fuera de la ciudad para tomar un vuelo lejos de ella.

Tenía miedo, pero esta vez, el miedo era a perderlo completamente.

Tenía razón Chase, ella se había cerrado por miedo al dolor en el pasado, así se justificaba para cerrar a cal y canto la oportunidad de ser feliz. Había perdido a sus padres desde muy pequeña, por ello había ido a vivir con los Johnson, Ben era socio de su padre y el hombre que más ternura le dio. Nunca se sintió menospreciada pero el constante temor a perderlos era su sino en la vida, y tal vez con Chase le ocurría lo mismo.

Se secó los ojos, estaba a punto de llegar al kiosko, lo único que se le prendió en la mente era que iba a agarrar su felicidad con las dos manos, que si tenía que luchar, lo haría, amaba a ese hombre por encima de todo, y se juro a si misma que lo haría feliz y lo haría olvidar, esas crueles palabras que le dijo.

Palabras injustas pero cegada por los celos, el dolor ¡Maldita sea! no tiene justificación, pero apelará a su amor para que la perdone.

De lejos vio la cabaña, era un sueño, su sueño.

Parquea su carro para no ser escuchada por el ocupante de la cabaña.
Ve su carro, ¡gracias a Dios!

Desde la ventana se ve un tenue resplandor, Vanesa miraba todo fascinada, la cabaña de dos plantas con chimenea, por donde le veía salir una columna de humo, coronada por el lago de Galway, la hacia ser de ensueño.

El porche tenía el columpio de dos plazas, y en la segunda planta, una puerta corrediza de vidrio que daba a un balcón con rejas a media altura de madera. En donde se veía con chaise longue, igual al kiosko, esto último era de la autoría de Chase.

Hizo uso de su llave y abrió la puerta muy despacio, entró y se quedó mirando todas las velas encendidas de color rosado dispersas por toda la estancia y el olor fuerte a rosas que inundaba sus fosas nasales, le hacía doler más a su corazón.

Siguió caminando.

Todo el acabado dentro de la cabaña era un homenaje a sus ojos, es como si estuviera viviendo en su antiguo apartamento en Manhattan. Todo, absolutamente todo, pensado para ella.

Encontró a Chase, sentado en un sofá junto a una mesilla con lámpara, con un tenue encendido, estaba cabizbajo y en una de sus mano rotaba un anillo muy hermoso.

Destilaba su dolor por oleada, que era tan palpable, un dolor que le había instalado ella con su inmadurez, a esas alturas era inmadurez lo que ella daba, desde que empezaron a estar juntos nunca, ni una sola vez, le pronunció las palabras te amo, para que no tuviera un poder sobre ella, un poder que al parecer si le dio él a ella y que mal uso le dio.

— ¿Chase?.

El dolor que iluminó sus ojos momentáneamente al escuchar su voz, la traspasó nuevamente, se recompuso e instaló una máscara para resguardar su corazón.

—Ya se que me dijiste que me fuera de tu vista, pero no hay vuelo hasta mañana. —soltó el anillo en su cajita y lo guardo en el bolsillo del pantalón. —No pensé que te entregarían el sobre tan rápidamente, y que al menos yo tenía está noche para quedarme aquí, pero no te preocupes ya me voy, mis cosas están el carro. — Se levantó del sillón.

—¡No!... quédate. No sé, de que sobre me estás hablando, yo vine fue a verte a ti, rogando que tu estuvieras aquí.

—No hay nada que ver, ni hablar. Ya está todo dicho, me lo dejaste muy claro, yo prefiero que seas feliz. —se le anuló la voz en esa frase. —Me voy.

—¡No! Maldita sea, escuchame, por favor. —Chase se detuvo al escuchar el exabrupto de Vanesa. —Sé que te estoy pidiendo algo que ni siquiera te di, pero necesito que hablemos, quiero que comprendas mis motivos.

—Adelante. — La alienta.

—Confió en ti. En quien no confío es, en mi misma, no se si tengo derecho a hacer feliz. —Chase resoplo. —No, no me interrumpas. Yo era una niña muy feliz, mis padres me daban todos mis caprichos, lo que pedía, me lo daban.

—Te lo merecias.

—No Chase. — Negaba mientras hablaba. —Tenía que aprender que todo, debía ganármelo con esfuerzo, no que si yo daba una pataleta ya estaba, lo que pedía en bandeja.

—Pero si eras una niña.

—Si, una niña, que mi padre malcriaba pero mi madre educaba. Ellos se amaban demasiado y yo recibí las dos caras de la moneda, vivía feliz amando a mi padre, pero no me malinterpretes yo también amaba a mi madre, pero yo era una niña caprichosa. La noche de sus muertes, yo había discutido con mi padre, porque no me quería dar un caramelo, ¿puedes creerlo? Por un caramelo. Le dije cosas horribles y nunca pude tener la oportunidad de decirle lo siento, — su voz suena entrecortada, por el dolor de sus recuerdos. —ya que murieron en el acto. Me convencí que no tenía derecho a ser feliz, porque por mi culpa murieron.

—Eso no es cierto, Vanesa. Tú no tuviste que ver con su accidente, y me consta que te amaban muchísimo. Te repito, eras una niña, apenas estabas aprendiendo.

—Lo cierto es que me marcó por siempre, perdí la capacidad de creer que yo merecía lo bueno en esta vida, en confiar de las cosas buenas que me estén sucediendo en ese momento, quise ser distante a lo hermoso como lo es el amor. Si.... he sufrido por ti, anhelaba que me amaras como yo lo hacía, pero me ignorabas, eras como ese caramelo y sufría, como sufría. Por eso decidí irme lejos de todo y me encantó esta ciudad, sentí que podía reconstruir mi vida, ajena a lo que yo quería para no sentir ese temor, me encerraba en el trabajo para no pensar en mis deseos, me cerré a ello.  Trabajaba para ganarme las cosas, para sentir que lo merecía, porque sudaba para conseguirlo. Me construí un caparazón para que ningún otro amor llegará, vivía feliz hasta que llegaste tú y empezó ese temor de nuevo, por ello era mi desconfianza, pero no hacía ti, sino hacia mi, y lamentó mucho las palabras que te dije, no son ciertas, sólo necesito que me perdones. —Él se acercó a ella, le tomó de las manos y la ayudó a sentarse en el sofá, juntos.

—Ahora me vas a escuchar tú a mi. —cerró los ojos y suspiró. —Ahora comprendo, cada uno vivía con un temor, el mío era que vieran lo que yo sentía por ti como indebido, sentía que podía defraudar a mis padres, que no correspondiera a la crianza que me habían dado, pero ellos se daban cuenta del amor que crecía entre los dos, porque siempre te he amado Vane, aunque no lo pareciera, siempre lo he hecho. Al encerrarme de tener una oportunidad contigo, no vi tu amor, porque creía que era prohibido, busque insistentemente un reemplazo a tu amor con diferentes mujeres, pero no eran tú. Nunca busqué a una rubia, hasta esa estúpida noche, que deseaba con toda mi alma hacerte mía. No sabes como mi mente luchó contra el corazón y ganó la razón, por ello te hable como lo hice, baje al bar a emborracharme y se presentó esa mujer. Perdóname pero quise ver en ella a ti, así que subimos a la habitación.

—No. No quiero escuchar nada. —Vanesa interrumpe con rabia.

—Vas a escuchar. Sabes, ¿por qué? Porque no pasó nada. No pude traicionarte, no lo hice, la razón ganó de nuevo.

—Estabas medio desnudo. — Insistió la joven.

—Si que fue insistente, pero mi amor no me dejó. ¡Creeme! no pude, ni siquiera quise traicionarte, cuando regresé a Nueva York, mi padre me abrió los ojos junto a Bárbara y decidí venirte a buscar.

—Si que tardaste tanto en venirme a buscar, sobretodo después de que le dije a Barbie donde encontrarme.

—No, hay te equivocas mi amor, yo salí en tu búsqueda desde el mismo instante en que tu avión salió a Escocia, me llevabas un día de distancia.

—¿Cómo así?, no entiendo.

—Recorrí toda Escocia buscandote, en cada ciudad tenían referencia de ti, trataba de no desanimar porque no te encontraba, pero te juro que ninguna ciudad pasé por alto y ninguna piedra dejé de levantar. Pase un año entero buscandote hasta que supe que ya estabas en Irlanda, que estabas en Galway y vine directamente a convencerte de mi amor y de que regresaras conmigo. No puedo olvidar los sentimientos combinados que sentí cuando te vi con Adam y con Alaina en brazos, la incredulidad, el dolor y la rabia hacia mi mismo me hicieron sucumbir junto con el cansancio y la enfermedad que traía y colapse en el cuarto de hotel. Vane me quería morir, sentí que te había perdido para siempre.

—Ay Chase, ¿de verdad? me buscaste tanto tiempo.

—Si mi amor.  Seguía una frase escocesa: «Hazlo con ganas o vete a casa». Tenía que encontrarte y lo hice, nuevamente te pido que me perdones por lo que te hice pasar.

—No hay nada que perdonar. Ahora entiendo tu sufrimiento, es más valedero que el mío.

—No mi reina. Tu sufrimiento es más antiguo y viene del alma, yo te voy a ayudar a creer en ti, en mi amor por ti.

—¿Me perdonas?. Por todo lo que te dije.

—Ahora más que nunca, porque te amo, Vanesa.

—También te amo, desde que llegaste no te lo había dicho, pero ahora te lo quiero decir, gritarle al mundo mi amor por ti. —le besa en los labios mientras murmura en cada beso.  —Te amo, te amo, te amo, te amo y no me cansaré de decírtelo.

—Te amo mucho, que me vuelves loco. — muerde sus labios para tomar el control en el beso, empieza lentamente a desnudarla. —Te necesito mi amor.

Ella asiente sonriendo....

Se terminan de desnudar entre los dos sin prisa, al terminar Chase la recorre con la vista haciendo reverencia a su cuerpo, nunca se cansara de mirarla, probarla, hacerla suya.

Se besan nuevamente acoplando sus cuerpos y enardeciendose con cada roce.

Chase la toma en brazos y la lleva a la segunda planta, hasta la recámara principal. Las velas indicaban el camino, la bajo de sus brazos para que admire la habitación donde había creado un ambiente romántico.

En las ventanas habían metros y metros de cortina de color claro, ¡hermoso!.

Un juego de cuarto impresionante con cómodas de color blanco con acabados de oro, un espejo de tres plaza, cuerpo entero, enmarcaba la estancia y la cama tamaño king en el cual se encontraba infinidades de pétalos de rosa blancas, rosadas, amarillas y rojas en unas sábanas blancas.

Se derritio y la enamoró una vez más, la sorpresa que le tenía preparada era en verdad muy hermosa, ahora entendía el tiempo en que Chase se perdía de su vista.

—Esto es hermoso Chase, gracias. — Habló emocionada.

—Es todo pensando en ti, mi vida. —la levanta en brazos y camina hasta la cama, en ella deposita su bella carga.

Empiezan a besarse encendiendo más la pasión, Chase recorre con su mano el cuerpo desnudo de vane, cada pliegue recorrido hace estremecer a la chica, quien pega más su cuerpo.

El beso se interrumpe, Chase deposita besos en la base del cuello hasta el lóbulo de su oreja, va bajando lentamente sus manos en una caricia interminable hasta llegar a sus pechos, donde hace honor a cada uno, tomándose su tiempo. Luego su boca hace el mismo recorrido trazado, el aliento tibio en sus pezones hace que se formen un pico duro y arrugado, que Chase mete en su boca y empieza a mamantarse, se turna cada pezón para no dejarlos desatendido.

Vanesa boquea y la humedad invade sus pliegues, un orgasmo es construido con sólo el amamantar en sus pechos.

Chase desciende su mano rodeando su ombligo hasta llegar entre los pliegues y toca el botón mágico, con la almohadilla de su dedo. El roce en sus pechos hacen del placer insoportable, pero Chase no quiere que culmine, su boca recorre el camino de su mano, pero para en el ombligo y lo penetra con su lengua, no dejará ningún resquicio de su piel, sin explorar. Sigue su descenso hasta su montículo y le planta un beso con la boca abierta, haciendo estremecer más a la joven, su clítoris está muy hinchado y Chase se prende de el haciendo que Vanesa abra más sus piernas, de su vagina sale más néctar el cual el joven toca con su dedo para lubricarse, penetra con uno, luego introduce un segundo y un tercero rozando su punto dulce, fricciona constantemente, mientras su clítoris es succionado.

Con la otra mano abre los labios y pasa lentamente su lengua alrededor, rompiendo a Vanesa, quien grita arqueando su cuerpo y su eyaculación llena la boca de Chase.

Pasa un minuto y Vanesa regresa al mundo de los vivos.

—Bienvenida.

—¿Qué fue eso?. —Pregunta, mientras su cuerpo se sigue extremeciendo.

—Algunos dicen que es la pequeña muerte.

—Dios mío, ¡fue increíble! — se incorpora con las sensaciones traspasando su cuerpo y sonríe, guiñándole un ojo. —Ahora es mi turno.

Chase se acostó de espalda en la cama, mientras Vanesa iniciaba su magia.
Su lengua raspaba todo su pene, llevándolo a la locura, abrió más su boca y Chase sintió que su penetración era más profunda que tocó la parte posterior de su garganta. Esa acción desató sin que pudiera detener su orgasmo llenandola de semen, que Vanesa tragó, su orgasmo siguió y siguió hasta que despacio Vanesa aflojo su pene ya flacido.

Más tarde....

Vanesa cerró su celular, al terminar la llamada recibida.

—Era Adam, está con Noni. Quería saber si ya te había encontrado y contándome los últimos acontecimientos.

—Adam es buen amigo y ni decir el cariño de Noni.

—Cierto. Él me contó que Ana ya está fuera de peligro, Horacio fue apresado junto con sus cómplices. El robo, el sabotaje y lo de mi accidente ya fue resuelto.

Chase se incorpora de la cama. —A ver, ¿cómo esta eso?.

—Primero que todo, te pido que me disculpes nuevamente, por no confiar en ti con respecto a esa mujer. Me enteré apenas del robo a la caja fuerte, ya sabes como es Adam con respecto a protegerme. Ehh bien.... Adam monitoreo todo el hotel, cada piso, cocina y parqueadero, lo cierto es que vi a esa mujer... Raquel entrar tarde esa noche a la suite y horas más tarde me veo llegando para encontrarla saliendo de ella. Después cuando al fin llegas tú, sobando tu cuello. —esto último lo dice avergonzada.

—Es que ese sofá de Noni, es bien incómodo. — Le dice, sonriendo.

—Al ver tu ropa tirada en mi cama, y tú, al voltearte y me muestras tu espalda con unas marcas que asumí eran de pasión, vi rojo. Te dije tantas cosas, y al final está mujer fue cómplice de Horacio en todo, esa noche estuvo presente en la golpiza que le propinaron a Ana, ella exalto a ese hombre para que la golpeara.

—Lo que no entiendo es, ¿qué hacía en nuestra suite?.

—Pienso que quería crear una coartada, pero tú no llegaste.

—Y si lo hubiera hecho, la hubiera despachado inmediatamente. Te repito en el pasado no tuve nada con ella.

—Yo te creo mi amor. Te sigo contando, Horacio es el culpable de todo, entró a robar y después fue grabado las dos siguientes veces que regresó. La primera para saber mi itinerario por lo que se produjo la persecución contra mi y en lo que terminó.

—Pero, ¿No era una mujer?.

—No. Era este hombre que usaba pelucas rubias.

—¡Maldito! Te ha podido haber matado.

—Ya no pienses en eso. La segunda vez, sacó los códigos y las claves para el sabotaje, esa noche se sacó la peluca y sin querer mostró su cara a las cámaras.

—Increíble, que bien que lo hayan atrapado.

—El otro cómplice, era un hombre que Horacio, tenían contratado para secuestrar a alguien. Asumen que era a Adam, pero gracias a Dios que no fue así.

—¿Y Raquel?

—Es cómplice de la estafa con la firma de arquitectos y los materiales. Horacio y ella empezaron a discutir en la central y él la apuñaló en la garganta repetida veces y la mató frente a los agentes y su abogado.

—¿Cómo es posible? El que tuviera acceso a un cuchillo.

—No. No la apuñaló con un cuchillo, fue con un lapicero.

—Diablos, que manera de morir. —Se estremece. —Deseo tomar algo para bajar este mal rato. ¿Quieres algo mi reina?, aquí usted manda.

—Sorprendeme.

BIEN YA ESTA LAS COSAS EN SU LUGAR FALTA EL ULTIMO INGREDIENTE, EL TIEMPO A EL TIEMPO.

Debajo de las sábanas, en el chaise longue, están dos cuerpos acoplados demostrando el amor que se profesan, las penetraciónes son suaves y profundas con la cadencia y el ritmo del cantar de los pájaros, bañados por el amanecer de un nuevo día.

El orgasmo los atrapó al mismo tiempo, Chase se queda en su interior esperando retomar su aliento, poco a poco sale de la cueva caliente de su mujer y rueda para buscar un paño para asearse un poco. Trae otra frazada y se sienta detrás de ella, para ver juntos el sol y al lago con sus aguas calmadas.

—Hermoso, ¿verdad mi amor?. —él asiente, pero observándole a ella.  —Gracias por este hermoso regalo, que me has dado.

—Vane mirame, por favor. —ella voltea para verlo sacar algo debajo del mueble —Tengo algo que pedirte. Me enamoré de esta ciudad porque también la amas tú, compré este terreno para realizar tu sueño, porque quiero vivirlo contigo para siempre, pero primero debes aceptarme, por eso te pido amor mío, que me hagas el honor de convertirte en mi esposa, para hacerte feliz todos los días de tu vida y la mía, para construir nuestro hogar juntos. —se pasa la lengua por sus labios y le muestra el anillo que escogió para ella —¿Que me dices?.

Ella mira el anillo, ¡es hermoso! con diamantes en los laterales terminando en una espiral envolviendo una sola piedra, un espectacular zafiro que combina con sus ojos, realmente increíble, hermoso, espectacular que le hace soltar una solitaria lágrima, produciendole nervios a Chase y borrandole de golpe su sonrisa.

—Si...acepto. —y lo abraza muy fuerte —Si mi amor, acepto ser tu esposa. —le coloca el anillo en su dedo anular, mientras Vanesa lo mira fascinada —¿Qué he hecho para merecerte?.

—Ser tú, la mujer que me fascinó desde el primer momento en que te vi. Ya desde pequeño te amé, te amo y te amaré por siempre. —la besa con pasión, ella le responde con ansia mientras la recuesta en el mueble, le abre sus piernas con la presión de su mano y penetra de una estocada profunda, su cuerpo. Empieza nuevamente la magia, de la danza más antigua del mundo. Chase atrapa su mirada y  le demuestra con la suya, su palabras. —Vane, siempre te amé.

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