Juntos pero no revueltos
JUNTOS PERO NO REVUELTOS
Sloan Buchanan conocido como el escocés, es el jefe de la Policía, un hombre serio y entregado a su trabajo y familia. Se caracteriza por ser un hombre culto, inteligente y minucioso, por ello exige profesionalidad, prevención, capacidad deductiva y total compromiso para resolver los casos y su central se encuentra entre las mejores de la isla. Estaba presente en el hotel realizando la investigación que le había pedido su amigo Adam Quinn.
—¿No tocaste nada?
—Absolutamente nada escocés.
—Mi equipo estuvo buscando huellas y no encontraron nada ni siquiera las tuyas, la persona o personas limpiaron cualquier rastro. ¿Qué guardabas en la caja fuerte?.
—Dinero, bonos, acciones y papeles importantes.
—¿Y qué te hace falta?
—Lo único que quedó fueron los papeles. — dice Adam, con ironía.
—¿Quienes tienen acceso a tu oficina?
—Vanesa. El resto de los empleados entra cuando estoy presente, incluso tu mujer.
—¿Tienes alguien que quiera perjudicarte?
—La verdad es que no. Pero no localizo a Horacio.
—¿Para que necesitas a Horacio?
—Tengo una situación que requiere respuestas.
—¿Personal?
—Laboral.
—Algo que sea pertinente para la investigación. ¿Quizás?.
—Parece un robo.
—¡Es un robo!.
—No, la situación por la que requiero a Horacio, parece un robo.
—A ver, explícame.
Pasaron media hora explicando y revisando los planos, contactos y facturas.
—Y dices que no puedes contactar a la firma, ni a Horacio.
—Exactamente. Horacio tenía el contacto con esta firma, él la recomendó.
—¿Confías en Horacio?
—Ahora tengo mis dudas. Tenemos tiempo juntos, desde la Universidad.
—Comprendo.
—Ahora como procedemos con la investigación del robo a mi oficina.
—Una pregunta antes.
—¿Cuál sería?.
—¿Tienes cámaras?.
—No.
—Ummm, deberías poner en todo el hotel.
—Ya contraté el servicio.
—¡Bien! Ahora, ¿los bonos y acciones?
—Los bonos al portador y las acciones de nuevas empresas que le estoy dando oportunidad.
—Perfecto, ¿Cómo no? — pregunta irónicamente el escocés.
—Todo se puede recuperar, ya verás.
—Ya pareces a Noni —Dijo el escocés.
Al día siguiente.... en el hospital.
Diana entra a ver su paciente que está dormido y se encuentra a Vanesa.
—¿Cómo estás?.
—Bien.
—No te le has despegado.
—No. — responde la joven a pesar de no ser una pregunta.
—Ya se encuentra mejor, y seguramente con tus cuidados en casa estará como nuevo.
—No, no será así.
—¿Cómo? ¿porqué no va a hacer así?
—Porque él se va a ir. No creo que se quede.
—Yo no me voy a ir a ningún lado. —dijo Chase.
Ambos mujeres se sorprendieron.
—No. No me pienso ir, ya te encontré y me quedaré aquí, junto a ti
—¿Porque?
Diana interrumpió la conversación.
—Ya que se encuentra despierto, entonces procederé a revisarlo y darle el alta.
Revisa sus constantes vitales y queda satisfecha con lo que encuentra y llama a la enfermera.
—Bueno aquí está todo el papeleo de su alta, dejaré a la enfermera para que se encargue de la salida. Pero antes, ¿tienen alguna pregunta?
— Si.—responden al unísono.
Chase mira a vane y le indica que haga la pregunta primero.
—¿Puede viajar de inmediato?
Diana le mira un rato y a continuación a su paciente, quien está mirando tristemente a Vanesa para después bajar su cabeza.
—Sí. Si es el deseo del paciente y, ¿Cuál es su pregunta señor Johnson?
—Si puedo viajar, entonces, ¿puedo regresar a mis actividades normales?
—Nuevamente sí.
—Entonces, gracias por todo.
—Estamos para servirles señor Johnson. — procedió a salir de la habitación. La enfermera le entrega las instrucciones de la salida y espera a que firme los papeles el paciente.
Ya afuera del hospital Chase se encuentra con sus padres.
—Hijo mío, que bien que te hayan dado de alta. — dice Marle.
—Cierto madre, ya estaba cansado de la cama.
—Entonces vámonos.
Acomodados en el carro de Vanesa, Ben le pregunta a Vanesa donde se acomodara a Chase.
—Ya todas las habitaciones están ocupadas en el hotel, incluso la que ocupabas antes, ya que ustedes están en ella.
— Y entonces, ¿en donde se va a instalar mi hijo? —Pregunta Marle.
Después de mucho pensarlo y con un suspiro le contesta.
—En mi suite. Tengo dos habitaciones, lo instalare en una.
En el hotel, Brenna ve salir del despacho de Adam a su esposo y lo ve estresado.
—Hola mi amor.
—Bree. ¡Me sorprendiste! Por poco se me sale el alma del cuerpo, mujer. Ya que te encuentro, ¿me puedes dar un café?
Ella lo mira y le dice.
—Bien sígueme.
Entraron en una habitación privada para los empleados que es usada para descanso cuando la jornada se dobla y se encuentra lejos del ruido del hotel, totalmente equipada con cocina, mueble, televisión y cama y baño.
El escoces se sienta mientras su mujer le prepara su café, Bree se acerca al mueble se sienta y le entrega el café.
Se lo toma y deja la taza a un lado de la mesilla.
—¿Alaina?
—Con Noni, ya sabes —Sonríe Bree.
—Está en buenas manos.
—Esta mañana no te despediste de mi
—Mi amor, estabas dormida.
—Si como no y me di cuenta de tu descuido.
—Mi reina lo siento de veras.
—Ya...
No la deja terminar ya que la conoce y para callarla le planta un beso en su boca, al principio Brenna sorprendida no le responde, pero después sus labios se ablandan y le da cabida a su lengua y el beso se torna fogoso, Bree se monta en su regazo y se restriega, la pasión se ha hecho presente. Sueltan sus labios cuando la necesidad de respirar los apremia.
—Aquí está mi despedida. — le roza los labios con su boca a Bree.
—Mmhh, sí.
Bree mira a su marido y le ve a sus ojos que contiene destellos de la pasión y no le pasa desapercibida su erección, le roza con la uña la costura del pantalón y Sloan aguanta la respiración.
—Bree...
—Ummm si — le baja el zipper del pantalón y saca su aterciopelada y a la vez dura erección, su cabeza está roja y caliente se ve impresionante, se baja de su regazo y se arrodilla frente a él, toma su falo y lo acaricia de arriba y abajo y lo escucha gemir, levanta su mirada y se prende en sus ojos y sin soltar su vista se acerca a su pene y lo sopla y luego pasa su lengua en su orificio donde una gota perla su cabeza, la chupa «Ummm» , baja lentamente su lengua hasta su tallo y sube nuevamente hasta su cresta, abre completamente su boca y se lo mete hasta el fondo.
—Me cagó en diez.., Ahh. —Exclamó Sloan.
Estaba extasiado viendo a su esposa haciéndole una felación en toda regla y escucharla relamerse como cualquiera gata con un plato de leche, sentía que le estaba formado una explosión muy fuerte, pero que lo mataran ahí mismo si se venía sólo, no, quería hacerlo bien enterrado y profundo en su vagina, pero antes sentir el orgasmo de Brenna primero.
Le retira muy delicadamente el pene de su boca, y agradece al cielo que está vez Brenna trajera una falda, se levanta y le agarra las manos y lo hace con ella, caminan hasta el brazo del sofá y hace que se acueste encima del brazo y así su trasero queda empinado, le sube la falda y se la enrolla por encima de las caderas, arranca rompiendo sus bragas, Brenna suelta un «oh» muy sensual y el escocés aspira la fragancia de los jugos de la excitación de su esposa ha dejados en la tela y se lo guarda en el bolsillo trasero.
Le pasa ambas manos por su piernas y con una pequeña presión hace que las abra, Brenna queda totalmente expuesta, su coño está rosado y goteando esperando su penetración, Sloan le mete un dedo y extrae jugó y se lo unta en su pene palpitante, se acerca a su esposa y con una fuerte acometida penetra hasta el fondo desde atrás a su mujer.
Dios que caliente está su coño y como lo aprieta, sus penetraciones son fuertes y constantes, la pasión que su mujer había encendido en él no lo iba enfriar con suavidad, necesitaba marcarla como ella lo había hecho con su boca, sentía crecer su orgasmo, pero necesitaba que su mujer también lo tuviera, cambió su ángulo donde rozaba su dulce punto y arremetió con más fuerza, sólo se escucha el sonido de sus carnes al conectarse y los gemidos bajos de Brenna que lo estaban volviendo loco, la sintió tensarse y a su pene mojarse con su leche, lo apretaba tan fuerte que iba a conseguir sacar su propio semen, siguió penetrando fuerte hasta extraerle su última gota de pasión, le abrió sus nalgas y se acomodó más arriba buscando su propio placer, lo sintió venir desde la puntas de sus dedos, un escalofrío desde la parte baja de su espalda, que le puso la piel de gallina.
Brenna todavía sentía las palpitaciones en su coño, cuando percibió el engrosamiento del falo que la estaba penetrando, rosando sus paredes aún sensibles, la explosión del escocés fue fuerte y larga su semen quemó y construyó un segundo orgasmo en ella, sus gritos combinados se escucharon en la habitación.
Sloan se derrumbó encima de ella, un peso tan querido, mientra sentía como un líquido caliente corría en sus piernas; Sloan sentía un agotamiento delicioso, y a la vez no sentía la tensión y el estrés de antes.
Se levantó y llevo a su mujer al baño, se bañaron y secaron juntos, se dispusieron a vestirse.
—Mi amor, ahora voy a estar sin ropa interior, lo que resta del día.
—Te lo mereces, ¿qué pensabas? ¿qué ibas a salir impune de tu osadía?
—Quería saludarte, solamente.
—¡Ha! conseguiste mucho más.
—Si y no me importa conseguir que me castigues más a menudo.
—Brenna no fue un castigo sino una recompensa.
—Entonces la buscaré con más ansia — se acercó y le rozó los labios.
—Gracias.
Ya en el hotel, los Johnson y Vanesa entran a la suite de la Joven donde le muestra la habitación que ocupará Chase.
—¿Es aquí donde vives?
— Si.
—Mi niña está muy hermoso, ¿fuiste tú quien lo decorastes? —pregunta Marle.
—Si maa.
—Definitivamente este hotel es bien hermoso y espectacular, ya le dije a Adam que si necesitaba algo me informara.
—Si Ben, él me lo dijo y estaba muy contento, les ha cogido mucho aprecio.
—Y nosotros a él, ¿verdad mi cielo?.
—Si.
—¿Me puedo retirar un momento para tomarme un baño? —preguntó Chase.
—Por supuesto, sígueme.
Vanesa lo dirigió por su suite y le fue mostrando donde podía encontrar lo que necesitara, sábanas, toallas, artículos de aseo personal, al ver que no había emitido ningún sonido, se atrevió a voltear a mirarlo.
Chase la estaba mirando, sentía la incomodidad de la Joven, el desagrado que sentía hacia él, su trato era diferente, impersonal y le dolía, como le dolía, como estaba perdido en sus pensamientos no escucho la pregunta de Vane.
—¿Chase?
—Si. —sacudió su cabeza —Perdóname no te escuche que me decías.
—¿Que si habías entendido?.
—Si. Lo he entendido.
La Joven frunció el ceño, sabía que Chase no se refería a lo que le estaba diciendo, ve que la está mirando fijamente.
—¡¿QUE?!
Chase ladea su cabeza y la sacude.
—Te molesto, ¿cierto? —pregunta.
—La verdad, es que me siento rara al tener tu presencia aquí.
—Vane no quiero imponer mi presencia, pero no me voy a ir, ya te lo dije en el hospital.
—Si ya te escuche, pero no lo entiendo.
—No lo quieres entender.
—No, no me interesa entenderlo.
—Piensas que te voy a hacer daño.
—No Chase, ya me hiciste daño, me ignoraste y humillaste.
—Si en algún momento lo hice, quiero que me perdones.
—Perdón, que palabras más vacías.
—¡¿Cómo?!
—Si. El dolor que causaste, con palabras no se borran.
—Entiendo. ¿no existe borrón y cuenta nueva?
—Exacto.
—Te amo Vane.
—Cállate, no digas eso.
—¿Porqué?
—Porque no es cierto
—¿Están difícil creerme?.
—Cuántas veces me dijiste que no te enamorarías.
—Cierto, pero ya te amaba.
—¿Qué buscas al mentirme?
—No lo hago, mi amor.
—Ya te dije que puedes quedarte aquí, hasta que te mejores.
—¿No me crees?
—No importa.
—Claro que importa, te amo y Perdóname no son palabras vacías y te lo voy a mostrar con hechos. —sentenció Chase.
Ha pasado varios días, y a pesar de vivir juntos, Chase no encontraba manera de llegarle a Vanesa, sus padres se habían marchado ya a Nueva York y le habían deseado suerte.
Chase se incorporó a la comunidad de Galway, conociéndolos y enterándose de que tan querida era la chica llenándolo de orgullo.
Lo que menos esperaba Chase era un aliado
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