Huésped
HUÉSPED
Caía la tarde en Galway cuando se registró el último huésped de la semana y ya Breenna estaba cansada, deseaba llegar a su casa para ver a su bebé, su pequeña hija Alaina.
Estaba tranquila porque su madrina y Vanesa la cuidaban, sobre esta última no se despegaba y se lo agradecía mucho.
Ana llegaba en ese momento para reemplazarla, ya era cambio de personal, algo que agradecía a Adam por la rotación.
— ¿Alcanzaste a ver a ese buen mozo?.
—¡Niña! — sonó su risa refrescante. —Está muy bueno; lastima por ti que yo si puedo apuntármelo.
— Si yo no más decía. Mi escocés está primero, pero la vista hay que recrearla — dijo Breenna.
— Como tú no hay dos — Bree desnudo sus diente en una sonrisa, por lo que consideraba un cumplido —. ¿Había acaso una reservación?.
— No. Fue de última hora
— Está bien, pasa buenas noches y dale un gran beso a tu muñequita.
— Como gustes.
Tres días antes.......
Ya era la hora del almuerzo, y no había parado de trabajar desde la mañana, ella pensó que debia tomarse un descanso.
Vanesa al final decidió llamar a Bárbara que hacía mucho tiempo no conversaba con su amiga, su propósito es olvidar a Chase, pero no a los Johnson — pensó.
Tomo el teléfono y le pidió a Ana un café, sabía que si Adam se enteraba se molestaría con ella, pero que le iba a hacer no le apetecía nada.
Le regañaba si no comía algo decente además de una taza de café, pero no tenía hambre, se sentía con nostalgia.
Después de tres tonos de llamada, Barbie contestó.
— ¿Sí, bueno?.
— Hola Barbie, soy Vane.
Bárbara soltó un grito de emoción. —Mi amiguita. ¿Cómo estas?. Tanto tiempo ha pasado y ya estábamos preocupados por ti; no te pierdas de esa manera, ¡no es justo!. Por una parte tú, que no tenemos manera de comunicarnos contigo y la otra que no se comunica con nosotros..
Vanesa la interrumpe. — Bueno tengo que contarte, aquí es muy hermoso y pintoresco, la gente se comunica y se ayudan mutuamente es, es refrescante.
— Me alegra saber que te encuentras bien, Vanesa.
— Si los estoy, pero ahora quiero que me hables de ti, de Ben y Marle.
— Mis padres se encuentran muy bien, extrañándote, creen que los has olvidado.
— No. no es así. ¿Cómo pueden siquiera pensarlo?.
— Ay Vane la verdad es, que les has dado motivos.
— Yo lo siento. No ha sido mi intención.
— Lástima que no se encuentran aquí, si no te los pasara. Se van a entristecer.
— Yo también, pero puedo darte mi número y extensión para que puedan tus padres y tú comunicarse conmigo.
— Si ya lo anoto — escribe el número que Vanesa le dicta por teléfono —. Ya está, cuando regresen se los daré.
— En verdad lo siento. Siento que piensen que los tengo olvidados.
— Ahh ya — hace una pausa incómoda —. No vas a preguntar por él. ¿Cierto?.
— No —. Su respuesta sonó rotunda.
— ¿No te importa saber de él? ¿Ya lo olvidaste? ¿Es que ya no lo quieres?
— No quiero y te lo digo expresamente, hablar sobre él.
— Pero Vane, si él...
Tocan a la puerta del despacho, y entra Ana con el café. Evitando que siguiera escuchando lo que Barbara le decía.
— Te tengo que dejar Barbie, nos hablamos después.
— Pero Vane... — El teléfono colgó. Y se dispuso a seguir trabajando.
Así la encontró Adam en la noche ya muy tarde.
— ¿Asi que aquí, es que te escondes?
— ¿¡Qué!?.
— Vanesa, aprecio la dedicación que le das al hotel, pero mi intención no es de que te enfermes.
— Lo siento, he estado tan concentrada que no me he dado cuenta de la hora.
— ¿Si?. Tampoco te has dado cuenta de, ¿Qué debes comer?.
— Yo... ¿Cómo te das cuenta?.
— ¡Maldita sea!— Juró con fuerza —. Vanesa sabes que te quiero y por ello estoy tan pendiente de ti — sacude su cabeza, alejando así los pensamientos que no correspondía a la conversación —. Pero eso no es lo importante aquí, sino del daño que te haces a ti misma.
— Eso no es cierto.
Si fue posible ver más enfadado a Adam, fué ahí mismo.
— No te engañes a ti misma — Resoplo Adam —. Crees que no sé, qué te matas trabajando hasta el cansancio para olvidarlo.
Vanesa intentó interrumpirlo..
— Ni siquiera sueñes negarlo.
— Está bien, no te lo voy a negar — sonó derrotada.
Adam cerró los ojos y suspiro. Habló despacio y pausado.
— Bien esto es lo que vas a hacer, no te quiero ver aquí por lo menos un par de días —Vanesa resoplo —. ¡Como un demonio harás lo que te digo!. Si no te pongo una niñera y vas a comer. ¿Entendido?.
Vanesa le hizo un saludo militar.
— Si señor.
— No es una broma. Vete a pasear o a hacer compras, ¡que se yo!. Pero definitivamente, aquí no.
Se levantó Vanesa de su silla, lo besó en la mejilla y lo abrazó muy fuerte — Gracias — dijo.
— Primero vamos a comer que tengo hambre —dijo el joven.
Muy risueña contesta Vane — Cuando no.
Salieron de las oficinas y fueron a comer.
En los siguientes días, Vanesa se dedicó a pasear y hacer compras para sí y para su princesita Alaina.
TRES DÍAS DESPUÉS....
Breenna, llegó a su casa y encuentra a Vanesa con su bebé dormidas — que cuadro — pensó.
Fue hasta su recámara, se quitó el uniforme del hotel y se dispuso a bañarse.
Cuando salió ingresó a la cocina y empezó a preparar la comida, ya terminada se acercó a Vanesa
— Vane despierta.
— hum — una somnolienta Vanesa responde — . Ay lo siento, me he quedado dormida.
— Y te lo merecías. Sé que mi Alaina da mucha guerra.
— No. Ella es un pan de Dios. Gracias por dejarme cuidarla.
—No gracias a ti, por estar para ella.
— ¿Alguna novedad en el hotel?
— No, no y no. Adam me mata si se entera de que te estoy hablando de la oficina.
— Que se va a enterar — dice, restándole importancia al asunto.
— Créeme lo hace y no sé cómo.
— Está bien — Acepta la palabra de la mujer.
Ambas se ríen.
-— Creo que debo regresar al hotel.
— No. si antes, no comes algo.
— No quiero molestar
— ¡Si ya está preparada!, es por eso, que he venido a despertarte.
— Ya, eres igual que tu primo Adam— suelta jocosamente.
— Viene de familia, ya lo sabes.
Al día siguiente..
En el hotel en recepción, Adam se acerca a Breenna y le pregunta por si tiene recados o si hay alguna novedad.
— No hay recados, pero si hay una novedad.
Adam frunce el ceño y pregunta.
— ¿Cuál sería?.
— Es un nuevo huésped.
— ¿Cómo?, ¿Ya no estaba al completo el hotel?
— Si. Y este huésped no tenía reservación.
— Entonces, ¿Cómo lo acomodaron?— inquirió Adam
— El señor Holguín canceló su reservación ayer mismo y pude disponer de la habitación.
— ¡Perfecto!. Ahora, ¿no se ha sabido de la firma con la que hice contrato para la construcción de las nuevas obras?.
— La verdad es que no he recibido respuesta a las llamadas.
— ¿y de Horacio?.
— Nada— responde apenada por no resolver satisfactoriamente a sus pedidos.
— Brenna, ¿puedes localizarlo? y dile que necesito hablar con él.
— Si Adam — la joven busco la agenda con sus contactos, para realizar la llamada.
El joven entró a su oficina y se dispuso a revisar la información de todos sus huéspedes, para estar al tanto de todas sus necesidades y ver que sean bien atendidos. Todo marchaba muy bien por este lado, lo que le preocupaba era la inexistente respuestas por parte de la firma de arquitectos que había contratado y de su colaborador Horacio.
Horacio le había recomendado esa firma y quería que este respondiera.
Suena su intercomunicador.
—¿Si?
— ¿Adam?, Horacio tiene su teléfono móvil apagado.
Maldita sea, esto me huele a gato encerrado — pensó el joven.
— Cómo me entere, que Horacio me jugó chueco. No habrá ningún lugar donde se puede esconder— sentenció Adam. — Y Brenna, que esto no salga de aquí entre tú y yo.
— Si señor.
— Sobretodo, que Vanesa no se entere todavía.
—Así será, Adam.
— ¡Perfecto!. ¿y cómo está mi nena?.
— Creciendo. A mi escocés y a mi, nos tiene embobado y no solamente a nosotros, también a Vanesa; me la ha llenado de regalos y de ropa, la tiene consentida.
— Eso ya lo veíamos venir — convino su primo, —siempre ella es amor.
— ¡Cierto!. Que bien que nos la hayamos quedado, aunque siento que está muy triste.
— Si — confirmó el joven . — Más tarde pasaré a ver a mi bombón.
— Estarás como en tu casa, cuando Ana llegué, yo tengo que ir en la tarde a una chequeo médico.
— ¿Está todo bien?.
— Si. No te preocupes, es solo un chequeo de rutina.
— Oh, esta bien. Tal vez encuentres algo de comida, preparada.
— Por eso te quiero — Adam sintió la sonrisa en su voz.
— ¡Ja!. ¿Nada más por eso? — Risa es escuchaba al otro lado de línea y eso, lo hizo sonreír.
Más tarde después del cambio de turno, el huésped se acerca a recepción, y se dirige a Ana.
— Señorita— mira su carnet — Ana, ¿cierto?.
— Si señor. ¿En que le puedo ayudar?.
Se le veía enfermo y cansado — pensó Ana.
— Estoy buscando a la señorita Vanesa Smith.
— ¿Vanesa?
— Si. Vanesa Smith, ¿la conoce?.
— ¡Claro que si!.
— ¿Dónde la puedo encontrar?— pregunta aliviado Chase.
— En esta dirección — y le anotó en un papel, lo requerido.
— Gracias joven, me has sido de mucha utilidad.
— ¿No desea algo más?
— No gracias. Has hecho demasiado.
Y el joven se dispuso a salir del hotel.
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