Aprender


APRENDER

Chase estaba recorriendo el hotel en busca de Vanesa, pero no la encontraba por ningún lado, sospechaba que la joven lo evitaba todo el tiempo y ello lo frustraba bastante.
Tuvo la suerte de encontrar a Adam, quien se disponía a entrar a una oficina.

—Adam, por favor, espérame.

—Hola Chase, ¿cómo ha seguido?. —Lo hace pasar adentro.

Chase entra a la espaciosa oficina y se queda admirado con la distribución que encuentra,  también de la vista espectacular que tiene de la Bahía.

—¿Te gusta? — Pregunta por cortesía

—Esta increíble. Ya entiendo a mi padre, tienes una buena edificación e inmejorables vistas.

—Mmm Ben comentó lo mismo que tú. ¿Te puedo tutear? — pregunta Adam.

—Si. No hay problema, siguiendo con mi anterior observación, mi padre habla maravillas de tu hotel.

—Honor que me hacen. ¿Buscas a Vanesa?

—Si. Y pienso que me ha estado evitando — responde acongojado.

—Bueno no se de antes, pero ahora mismo está resolviendo una situación que requiere su presencia —sonríe para sí mismo.

—Ahh, está bien. ¿Que se puede hacer? — Preguntó alzando sus hombros.

—Mucho. Te voy a confesar algo y queda a tu discreción el cómo lo tomes. Ante todo, Vanesa es mi amiga.

—Dime. —Respondió, aunque el tono empleado por Adam, no le gustó.

—Al principio, cuando conocí a Vanesa, creí estar enamorado de ella.

Chase frunce el ceño al escuchar las palabras, molestándole el significado de estas y se contuvo con aplomo, necesitaba saber como terminaba la confesión.

—Es bastante refrescante — continuó hablando Adam — Un soplo de vida, sobre todo muy hermosa. Pero ella siempre me detuvo, me detuvo por ti.

—¿Por mí?

—Si. Por ti. Siempre ha estado y estará enamorada de ti, Chase.

—En estos momentos, no parece que sea cierto, lo que me dices

—Oh amigo, creeme, es muy cierto —Afirmó.

—Pero, esa afirmación tiene un pero, ¿Cierto?

—Si. Tiene miedo, miedo de sus sentimientos, miedo al dolor, sobre todo al dolor.

—¡Maldita sea! —Exclama con rabia hacía si mismo.

—Comprendo que no es tu intención hacerle sufrir

Chase hace una mueca de auto desprecio, antes de responderle.

—En ningún momento. Pero si se lo cause —niega lentamente a sus pensamientos -por mi estupidez, por creer que no la merecía.

—¿La amas?.

—Si. Ella es mi vida, Adam. Por eso es que sigo aquí, a pesar de sus desplantes.

—¿Cómo es, que se puede complicar la vida?.

—La vida la complican ustedes los jóvenes, con su ignorancia. —Responde Noni.

Los dos se sorprenden al escuchar a la visita.

—Madrina nuevamente me...

—¿Sorprendes? —Interrumpe  Noni, de un manotazo desecha su propia pregunta —Hola Chase, soy Noni —se acerca al joven.— Como ninguna persona ha tenido la amabilidad de presentarme.

—Es un placer, pero si he sabido de usted.

—Espero que cosas gratas.

—Absolutamente sí.

—Bien. Ahora, ¿porqué se complican la vida? —responde después de tener su absoluta atención —Se la complican porque todo lo quieren forzar y no dejar que sea escogido libremente. ¡No!, no me interrumpa joven.

Chase cerró la boca, antes las palabras de Noni.

—Como les vengo diciendo, deben aprender que en los pequeños detalles está la solución.

—¿Los pequeños detalles? —Preguntó Chase.

—Si. Los detalles pequeños o grandes, ¿de verdad hay que enseñarles?—les dice mirando a los dos. —¡pero esto es el colmo!

—Madrina querida. —interviene zalamero.

—¿Si mi niño?

—Instrúyenos en el arte de los detalles.

—Muchacho descarado, ¡no te burles!

—Le juro madrina, que no lo estoy haciendo.

Noni concentra su mirada en Adam y lo que ve le satisface, asiente y empieza a hablar de nuevo.

—Invitarla  a pasear, sácala a comer, mándale bombones, chocolates, flores, lo que más le guste, demuéstrale ternura, háblale con cariño, con afecto, en pocas palabras sedúcele. Llámala constantemente, pregunta por ella siempre, que se dé cuenta que te importa, no la busques por sexo, ni la pongas incómoda por ello, como si fuera lo único que persiguieras.

—¡Señora! —interrumpe incómodo Chase.

—Nada de señora, ¡acostúmbrate!. Ahora me sigues escuchando, yo adoro a esa niña, me llegó al alma, ¿entiendes? —Chase asiente —La he llegado a conocer y amar, por eso sé que le gustan las flores, no las rosas convencionales, si no las blancas, amarillas, las orquídeas, tulipanes y en especial unas llamadas cartuchos, definitivamente las blancas. ¿Estas aprendiendo?.

—si señora. Estoy tomando nota.

—Enamórala de vez en cuando con unos chocolates con Chispita de caramelo en la oficina, se que vives con ella en su suite, entonces con mucho respecto, sorpréndela, llevándole el desayuno a la cama. Entonces ya tienen el concepto de detalles, lo demás queda a su imaginación, ¡pues ves con todas!

Chase se acercó y le plantó un beso en la boca a Noni.

—Gracias.

—Me empieza a gustar más muchacho. —Suelta su habitual risa.

—Bien mujer hermosa. Me puedes decir, ¿a que has venido a mi oficina?. -Pregunta Adam.

—Tengo problemas en el techo de la cabaña.

—¿Cuál problema?.

—Se concentra el agua y se forman goteras —Adam frunce el ceño.

—¿Le sucede cada vez que llueve? o ¿es algunas veces? —Pregunta Chase.

—Todas las veces.

—¿Puedo ver su cabaña?

—Claro que puedes, ¿Adam nos acompañas?. —Pregunta, pero confiando en que su respuesta sea negativa.

—No madrina. Estoy esperando unos informes y una maldita respuesta.

—Todo a su tiempo. Todo a su tiempo se resolverá, ya verás. —Sentencia.

Con esas palabras deja a Adam en su oficina y se dirige con Chase a su cabaña.

En otra parte del hotel una novia habla enamorada con el hombre de sus sueños.

—Hola, ya me tenías al pendiente.

—Te dije mujer que Adam, me mandó a hacer unos pendientes, además de las vacaciones. —Contestó Horacio.

—No me habías dicho nada.

—Te lo estoy diciendo ahora, mi amor —Usa el hombre un tono romántico, pata alejar cualquier sospecha. —¿Cuéntame cómo están las cosas por allá?.

—Todo está muy bien. Adam está permanentemente en el hotel y Vanesa realizando visitas con los diferentes proveedores.

—Si mi amor y ¿como sabes de estas visitas? —Pregunta interesado.

—Porque yo misma le he concertados algunas citas y he preparado los expedientes. —Responde orgullosa.

—Mi reina, ¡que bien!. Estas subiendo, ahora eres secretaria personal de Vanesa.

—No. No es así, Brenna y yo la ayudamos en ello y todo lo tenemos archivado en el escritorio, ¿cuándo regresas? ya me haces falta

—Pronto mi amorcito, yo te llamo.

—Avísame, así te preparo una sorpresita. Te quiero.

—Yo también, adiós.  —colgó el teléfono.

Maldita estúpida yo también, pero para que me sigas informando, voy a tener que dar una nueva visita, ese golpe no dio resultado. Y tu idiota me diste la idea, ya que Vanesa no está, puedo entrar a tu escritorio y ver su itinerario de visita, quizás un accidente resulte mejor que el robo, para joder a Adam. Me la vas a pagar, eso te lo juro.

Más tarde en la suite de Vanesa, después de ver la cabaña de Noni, Chase se encuentra pensando todo lo que la mujer le dijo con respecto a los detalles, definitivamente ese será su plan de acción para reconquistar a Vane y con respecto al sexo, era curioso que se mantuviera empalmado todo el tiempo, por ella, recordando su cuerpo, lo que había visto lo tenía más que fascinado. No había sido su intención ver esa escena en el baño, pero su mente recreaba constante ese recuerdo.

El agua caía libremente en su cuerpo, ¡que cuerpo!. Su espalda recta , su nalgas en forma de corazón, Dios como deseaba apretar sus carnes, ella se estaba lavando su cabello, tenía ambos brazos arriba y cuando se dio la vuelta, pudo ver sus pechos,  hermosos coronados por unos pezones de color melocotón, se le hizo agua su boca, ¡maldita sea! su pene estaba más duro y ya le dolía las bolas, tenía que hacer algo. Sacó su miembro y empezó a acariciárselo, recordando su parte íntima, ese triángulo de vellos rubios enjabonado lo traían más que loco, deseaba pasar su lengua entre sus labios vaginales y aspirar su esencia, beber sus jugos. Mientras pensaba, más duro se masturbaba, no se dio cuenta de su entorno, ni de la presencia que fascinada le veía.

Seguía con su masturbación y en su mente recreaba, como la penetraba con la lengua. Era tan vívido su recuerdo que creía sentir su olor. Y más que nada quería conocer su sabor, deseaba escuchar sus gemidos, espera eran sus propios gemidos lo que escuchaba, ¡si! que hermosa es, el recuerdo de ese triángulo lo tenía embelesado, uno, dos y tres golpes más de mano...se vino....Vane, Vane, Vane, Vane, Vane, repetía como un mantra mientras duraba su orgasmo y se derramaba en una camisa que atinó al tener a mano. En ningún momento vio a Vanesa.

Se levantó para bañarse y limpiar su reguero, mientras pensaba llamar a recepción y encontrar a Brenna para pedirle información.

Al día siguiente, Vanesa se encontraba en su oficina revisando unos papeles y el recuerdo de Chase se entremetió en su mente, que hermoso se veía en su momento de placer y lo quería así para ella.

—Pero estúpida, ¿en qué demonios piensas? —Se recriminó.

Continuó con su trabajo, las muchachas habían hecho un buen trabajo, con la organización de su citas y de las carpetas, tendría que hablar con Adam, necesitaba a una secretaria, crear el puesto, subir sueldos, pero, ¿a cual escoger?, claro tenía a su preferida, pero no podía dejar a su otra empleada sin considerar -- suena su teléfono.

—¿Diga?—

—Vanesa te están buscando en recepción —Le dice Brenna.

—¿Quién?.

—Un repartidor

—Un repartidor, ¡¿porqué?! ¿hay algún problema con los proveedores?

—¡No!. No creo que sea eso. —Vanesa le escucha una sonrisa en su voz.

—Está bien, ya voy para allá.

—La espero.

Al salir de su despacho se sorprenden al ver un espectacular arreglo floral de rosas blancas y rosadas y a una Brenna sonriente

—¿Vanesa Smith?.

—Si señor.

—Por favor firme aquí.

Vane firma el recibo y entrega el papel, camina al despacho seguida por Brenna y de una Ana que llegaba en el momento. Ve una tarjeta y la coge.

La lee... y sonríe.

—Dios muchacha, ¿qué dice? —le dice Brenna.

—Si Vanesa, dinos que dice.

—Dice..

Vanesa estas rosas representa mis sentimientos, mis intenciones y mis deseos, las blancas es el amor puro que siento por ti y espero tener un futuro feliz junto a ti, las rosadas demuestra el cariño y la ternura que te profeso y que puedas confiar en mi porque TE AMO, hoy y siempre.

                                           Tuyo,

                                                  CHASE

Breena y Ana suspiraron a la vez.

—Que hermoso —dijo Ana.

—Que ternura—dijo Bree.

—¡Dios mío! y, ¿ahora qué hago? —Suspiró Vanessa.

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