Me levanté por la mañana con la sonrisa plasmada en el rostro, mire a mi acompañante que se encontraba a un lado durmiendo plácidamente, su respiración era lenta y tranquila, su pelo está alborotado alrededor de la almohada, su espalda quedaba al descubierto.

Toque la curva de su espalda y Alex dio un espasmo y me miro somnolienta, ambos sonreímos.

—Bonita mañana. —Dije y ella rió.

—Me gustaría despertar más seguido así. —Hizo a un ademán a mi cuerpo que se encontraba parte tapado.

—Cuando quiera señorita.

—Me encantas, ¿lo sabes verdad? —Sonreí.

—Claro que lo sé, soy perfecto.

—Recuérdame golpear a Norman cuando lo vea.

—Se pega. —Hice una mueca.

A las dos de las tarde ambos nos encontrábamos en el pasillo de mi departamento, y Norman se encontraba ahí.

—¡Adivinen quien acaba de dejar de ser soltero! —Apenas dijo eso a Alex y a mi se nos cayeron los bolsos.

—¿Es una maldita broma?

Norman nos miro seriamente por unos momentos hasta que se puso a reír con fuerza.

—Nunca dejare la soltería, es lo mejor que me pudo haber pasado. Después de Mingus obviamente.

—Idiota. —Alex masculló.

—¿Se puede hacer que haces aquí? —Pregunté.

—Vine a verlos, quería saber como fue lo de los padres. —Sonrió.

—Nos fue bien, ahora vete. —Le di una mirada rápida mientras abría mi departamento.

—Entra. —Alex lo invito y yo rodé los ojos.

—Por eso eres mi favorita. —Ambos rieron.

Alex agarro su cosas y se fue a bañar en la habitación mientras yo me sentaba junto a Norman.

—¿Cómo fue la visita?

—Sus abuelos son geniales.

—¿Y tus padres?

—La adoraron.

—A ti te paso algo más Morgan. —Lo mire.

—Alex y yo...

—Oh dios, no me digas.

Reí mirando a mi amigo.