13| La verdad.
Iris había regresado a La Ciudadela con su nuevo "amigo" habían hablado, para la rubia fue música para sus oídos escuchar que aquella chica tenía un hogar y una vida lejos de Finn, haría que se vaya a como de lugar, quizás aún estaba a tiempo de recuperar lo que había perdido.
—Bueno Lucas. Puedes quedarte aquí hasta que ella vuelva si es lo que quieres.—Murmuró enseñándole el lugar.
Muchos amigos de Finn y Alessia lo vieron con curiosidad, parecía el típico niño rico y mimado.
—¿Sabes cuando regresará?–El veía con incomodidad La Ciudadela.—No me pienso quedar aquí.
Lucas miró con incomodidad a Wyatt el cual lo seguía con la mirada mientras terminaba de fumar un cigarrillo, Sophia se acercó a decirle algo al oído sin quitarle la vista de encima, tal vez ya se habían dado cuenta de la intención de él.
—Viernes, le vas a dar una gran sorpresa a nuestra quería Alessia.—Habló ignorando las miradas de los demás.
—No sabes por cuánto tiempo la he estado buscando, muchas gracias de verdad.—Soltó un suspiro.
—¿La llevaras con su familia verdad?–Estaba tan cerca se alejara de ahí.
—Si, no puede estar en un lugar así.... Sin ofender.—Rascó su nuca nervioso.
—No hay problema, estaré ansiosa de su regreso.
—Iris, ¿Quien es?—Ahi estaba Wyatt, parecía irritado de la presencia de un extraño quien no estaba autorizado a entrar a su zona.
—¿En serio nadie sabe?–Se burló.—Es un amigo de Alessia, vino a buscarla.
El de rulos observó al chico que se había puesto pálido ante la mirada de autoridad del castaño.
—¿Viniste a buscarla?–Lo miró con severidad, si se atrevía a mentirle le contaría todo a Finn y lo daría por muerto.
—S-Si, Alessia lleva mucho tiempo desparecida, nadie sabía nada de ella hasta que me encontré con Iris.—Lucas hablaba nervioso, la mirada de Wyatt podía asustar hasta la persona más ruda del lugar.—Cuando la encuentre me voy, no los molestaré más.—Lucas evitaba hacer contacto visual.
En el hogar de los Wolfhard estaba aquella chica que Lucas buscaba con tantas ansias. Finn no volvió a hablar de lo qué pasó la noche anterior, se habían hecho más cercanos, esa tarde la había llevado a un parque un poco lejano por el temor que tenía de que su padre los encontrara.
—Hey Finn, ¿Qué tal tu tatuaje?–Jaeden preguntó.
—Claro, aún no se lo he mostrado.
En ese momento recordó el día en el que Finn se fue a tatuar algo por Iris, Alessia se limitó a ver sus pies.
—¿Qué pasa linda?–Finn volteó a verle.
—No, nada. Me sorprende que aún no le muestres el tatuaje a Iris.
Jaeden iba a insultar a Finn pero en ese momento el mismo le comenzó a decir algo en el oído a lo que su contrario comenzó a aplaudir.
—Bravo Finnie.–Jaeden sonrió.
Alessia no entendía que pasaba o porque actuaban así, solo se limitaba a ver el césped mientras ellos seguían conversando de diversas cosas. Hasta la hora de regresar a casa con mucho sigilo.
—Bajaré por algo de comida.–Finn avisó antes de irse.
El muchacho bajó encontrándose con su padre recién llegado, Mercé le sirvió su comida y un poco extra para que Alessia también comiera.
—¿A dónde crees que vas?
—A mi habitación, padre.
—Si vas a comer, lo harás en la mesa como una persona más de mi familia.–El mayor habló mientras Finn dejaba el plato de comida en la mesa.
Brooklynn sin darse cuenta de lo que pasaba bajó las escaleras viendo a su hermano, no se dio cuenta de la presencia de su padre.
—¿Que haces?, Ella debe estar muriendo de hambre.–Al darse cuenta de que alguien más estaba en casa se silenció enseguida.
—¿A quien?–Preguntó enojado.
Los hermanos se quedaron sin habla, sus miradas de cruzaron y el profundo terror que tenían se vio cuando su padre apretó los puños antes de estallar.
—¡¿Tienes a alguien metido en la casa?!—Se exaltó.
Cuando el patriarca intento acercarse a Finn, Brooklynn saltó en un intento de detenerlo dándole tiempo a su hermano de llevarse a la chica de su cuarto, el mayor corrió por las escaleras y pasando por el largo pasillo antes de llegar a la puerta de su cuarto, enseguida abrió la de golpe al mismo tiempo que se escuchó algo romperse en la plata baja.
—¿Finn?–El corrió hacia ella y se puso de rodillas, al instante supo que algo iba mal.
—No pasa nada bonita.–Se exaltó cuando la puerta comenzó a ser golpeada.
—¡Finn abre la puerta!
—¿Finn qué pasa?–Preguntó asustada, el cuerpo le había comenzado a temblar pero aún así sabía que el terror de su contrario era mucho más que el que ella podría sentir.
—Padre lo descubrió... Nos vamos ahora mismo.–Se levantó, lo tomó de la muñeca con la mano fría haciéndolo verla a la cara.
—Tengo que decirte algo...
—Lessie... No es el momento.—Corrió por el cuarto abriendo la ventana, quizás lanzarse no sería mala idea.
—Finn, por favor escúchame.—Su voz nerviosa la estaba delatando.
Nuevamente el la ignoró tomando su mano para hacerla caminar hasta la ventana mientras la puerta seguía siendo golpeada constantemente.
—El hombre que abusó de mi, ese hombre fue tu padre.—Habló esperando la reacción de Finn, ¿La odiaría después de eso?
—¿Que haz dicho?—Se detuvo ignorando los golpes en su puerta, a paso rápido se volteó a ella soltando su mano.—Alessia, ¿Que haz dicho?
—Tu sabias que tu padre pasaba con mujeres de clase baja, q-que se metía con ellas y a penas las ayudaba con dinero... La noche que te ayudé el estuvo en casa, un año atrás conoció a mi madre y tan solo unas semanas después cuando me quedé sola con el... Se aprovechó de eso.—Cada palabra la arrastraba, no sabía cómo seguía de pie luego de revelárselo pero sabía que las lágrimas habían comenzado a salir de sus ojos.
La mandíbula de Finn se tensó y la expresión de su rostro cambió severamente a confusión, sorpresa y odio... Mucho odio.
—¿Qué?–Preguntó entre dientes apretando sus puños y soltándolos, parecía confundido, muy confundido.
—¡Finn abre la maldita puerta!—Su padre gritaba fuera de la habitación tratando de forzar la misma.
—Lo siento... Debí decírtelo antes pero- ¡Finn!—Gritó aterrada cuando vio al azabache ir de zancadas a la puerta para abrirla.
El padre de Finn a penas pudo verla con rabia antes de que su propio hijo le soltara un golpe con toda la furia que alguna vez pudo retener, descargando así cada golpe que había recibido, tanto tiempo malgastado en tratar de enorgullecerlo a el ¡Un maldito abusador!, Alessia cubrió su boca con sus manos al escuchar el fuerte quejido que el mayor había soltado cuando chocó contra la pared, su nariz chorreaba sangre a montones. Finn volvió a golpearlo en el rostro dos veces más haciéndolo caer en el suelo y toser.
Ella pudo ver la mirada del pecoso, y su corazón se rompió al verlo temblando con lagrimas amenazando con salir, rápidamente sorbió su nariz para luego limpiar sus ojos con su manga.
—¡Eres un maldito!–Gritó Finn dándole una patada en el estómago.—¡Maldito y asqueroso imbécil!
—Mocoso...—Apenas se pudo levantar dando unos pasos, trató de acercarse a el mientras levantaba su mano para alcanzarlo pero al contrario de lo que pensaba, Finn extendió sus brazos para empujarlo por las escaleras dejándolo caer hasta el primer piso.
—¡Púdrete!—Gritó antes de comenzar a bajar las escaleras, Alessia rápidamente lo siguió preocupada de lo que podría hacer en los 5 minutos de locura que tenía.
Estando abajo notó como Brooklynn lloraba sosteniendo su mejilla mientras Mercé la abrazaba de forma protectora, seguramente su padre le había levantado la mano por primera vez, la Pelletier alcanzó el teléfono y marcó al 911.
—¡Vas a pagar todas las que nos has hecho!–Amenazó Finn.
—¿Nos?–Brooklynn preguntó adolorida y muy confundida.
—No se... de que hablas.–Su padre tosió arrastrándose.
—¡Mientes!–Finn fue hasta el y lo sujetó del cabello levantándole la cabeza la cual al instante impactó con el suelo.
—¡Finn!–Brooklynn vio la ira de su hermano acumulada, si continuaba lo iba a matar.—¡Ya basta!
Nuevamente lo sujetó del cabello obligándolo esta vez a verla, la indefensa chica que ahora temblaba mientras lloraba con el teléfono pegado a su oreja mientras murmuraba cosas que el azabache ni siquiera podía oír.
—¿La conoces verdad? ¡Cuéntanos padre, de donde la conoces!–Soltó al mal herido.
Mercé y Brooklynn miraron a la castaña sin entender a que se refería, esta finalmente dejó el teléfono mirando a Finn suplicando que detuviera lo que estaba haciendo.
—Este pedazo de mierda es el mismo que dañaba a Alessia.—Habló tratando de evitar que su hermana menor entendiera por completo a que se refería al contrario de Mercé que ahogó un grito pegando un poco más a Brooklynn a ella.
Su padre intentó levantarse por lo cual fue golpeado nuevamente, Brooklynn volteó a ver a la chica sosteniendo su brazo pidiéndole perdón con la mirada.
—Sácalo de aquí.–Brooklynn suplicó sujetándose al brazo de su mucama.
Finn tomó a su padre de la camisa con fuerza y lo arrastró hasta la puerta principal empujándolo a la calle.
—¡Largo! ¡No te quiero volver a ver!–Gritó Finn al mismo tiempo que las sirenas de la policía se hacían presentes.
—Lo siento.–Dijo el hombre con fuerza.
—¿Lo sientes?–Finn se molesto aún más—¡Maldito seas! ¡He aguantado tus golpes durante años intentando todo por enorgullecerte, te atreviste a serle infiel a mi madre y Nick los llevó a la muerte por tu culpa! ¡Por tus intentos de que todo sea perfecto! ¡Maldito enfermo, dañaste Alessia, mi Alessia!–Comenzó a gritarle.
Finn continuó gritándole insultos a su padre mientras el a penas y podía siquiera conjugar una sola oración, estaba perdido y lo sabía. Al poco tiempo autos de la policía habían llegado hasta la casa, pudieron ver como apresaban al Wolfhard y lo subían a la patrulla, bajo la mirada de su hijo quien finalmente había podido derramar sus lágrimas que la ira había causado.
Su rostro giró al escuchar los suaves pasos de la chica a la que le debía la vida ahora, Alessia se acercó a Finn poniendo una mano en su hombro antes de abrazarlo al mismo tiempo que susurraba varios "Lo siento" a los cuales su contrario negara.
—¿Desde cuando sabías que era el?—Habló con su voz rota, aún no podía creer que su padre había hecho tanto daño.
—Desde que pude oír su voz con claridad.
—¿Y porque nunca me lo dijiste?–Preguntó dolido.
—Temía que fueras a matarlo.
—Estabas en lo cierto.–Sonrió.
Brooklynn corrió abrazar a su hermano y amiga hecha un mar de lágrimas, después de todo aún era una pequeña niña que no terminaba de entender lo que había sucedido.
—¿Te encuentras mejor?–Le preguntó acariciando el lugar en donde había recibido el golpe.
—Si ya estoy mejor.—Asintió para luego ir a brazos de la mucama.
Finn quien seguía dolido y bastante alterado por lo sucedido, subió las escaleras abruptamente, su mente estaba revuelta y sus ideas lo habían traicionado pues el asco que sentía por su padre sumado a la vergüenza que sentía por no haber cuidado bien de Alessia como el le había prometido, nuevamente se sintió vano. Con toda la carga de emociones que estaba recibiendo se decidió por quitar su estrés yendo hacia una de sus repisas donde escondía una cajetilla de cigarrillos para los momentos donde se sentía así, una sensación tan indescriptible como nefasta, encendiendo el pitillo lo colocó entre sus gruesos labios al mismo tiempo que caminaba a la ventana para ver el exterior esta vez sabiendo que seria libre, por primera vez en años libre.
—Finn...—La dulce y suave voz de Alessia lo llamó haciéndolo volver a la desgraciada realidad, sin mucho animo volteo mirándole tan solo sus rodillas pues le daba pena ver sus ojos.—Por favor, levanta tu mirada.
Esta vez obedeció sus miradas chocaron, en sus ojos se notaba el cansancio y la tranquilidad, había sufrido tanto tiempo y por fin podía estar en paz, ambos podían estarlo pues la persona que mas daño les había hecho ahora estaba lejos, el azabache miró su cigarrillo notando como estaba cerca de acabarse, voluntariamente le apagó dejando la colilla de lado.
—Ven aquí.—Finn miró a la de pecosas mejillas estirando su mano haciendo que caminé hacia el para rodear su torso con sus brazos.—Te quiero tanto... No te vayas de mi lado, por favor.
—No lo haré.–Acarició levemente su espalda con sus dedos sintiendo como se estremecía pues las marcas de los golpes que su padre le había hecho días antes seguían intactas.
Wolfhard se dedicó unos minutos a tenerla presa entre sus brazos mientras inhalaba el olor de su cabello estando seguro de que ese lugar y ese momento era lo que quería por el resto de su vida o al menos lo que podría quedarle pues sus nervios lo inclinaban a pensar que aquella felicidad no duraría mucho.
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