•Capítulo 4•

Capítulo 4: Tu mirada

ÉL

Son constantes los cambios en la vida, no sé cómo a las personas le siguen impresionando ser secuestrados, siempre va a pasar algo que te marque, la vida perfecta no existe.

La observo detrás de la gran pantalla, ¿Por qué sigues forcejeando? No vas a lograr nada.

Que chica tan aburrida.

Está encadenada mientras grita, llora y forcejea ¿Esa debilucha de verdad creé que se va a liberar del metal así? Solo me queda reírme de ella.

—Que patética.—Murmuro.

¿Por qué no dejas de ver a esa patética?

Se notaba demasiado que había bajado de peso, su cuerpo se veía muy delgado, su piel demasiado pálida, observar su ropa interior negra me hizo lamer mis labios.

Su rostro, aunque su larga cabellera lo ocultara un poco, lo veía, labios gruesos y resecos por la falta de hidratación, nariz pequeña pero un poco afilada, sus ojos color miel lucían cansados y apagados, sus pestañas no son largas, son cortas pero agradables, por sus fotos noté que tiene pequeñas pecas en las mejillas y su cabello castaño oscuro despeinado llega hasta su cintura.

Hetter

Mi dulce Hetter desde aquí noto tus inseguridades, tus preocupaciones, tus insignificantes preocupaciones, tus imperfecciones, tu miedo, tú desconfianza y hasta tus malditas ganas de salir de aquí, de huir.

Deja de ver a la chica como si fuera un pedazo de carne, por Dios no te la vas a comer.—Dice mi compañero entrando a la habitación interrumpiendo mis pensamientos.

—Pues no, estoy a dieta, además algunas carnes por más que las cocines nunca saben bien.—Hablé con un toque de diversión

—Yo no estoy haciendo ninguna dieta.—Comentó con una estúpida sonrisa.

—Y mi arma está cargada estúpido.—Le dije con desprecio.

—Hey cálmate solo juego.—Una risa se escapó de su boca

—¡Ayuda! ¡Saquenme de aquí!

Se escuchaba como la castaña gritaba.

—¿Es que no se cansa de gritar?.—Pregunté con repugnancia.

—¿Te das cuenta de que acaba de despertar verdad? ¿De que está atrapada en un almacén en ropa interior y encadenada? Por favor amigo ten un poco de comprensión.—Dijo negando, simplemente alcé mis hombros restándole importancia a lo que dijo.

—Pobre chica.—Finjí compasión y hablé como niño de 5 años para darle a entender al imbécil de mi amigo que hablaba con sarcasmo.—Basta, deja de lado tu patética humildad que no te pedí ni necesito.—Dije con frialdad.

—Bueno.—Dijo alargando la "e".—¿Vamos a dejar que muera de hambre?

—Somos mounstros pero civilizados, hay que darle de comer, solo pide una pizza familiar y busca agua.—Le ordené.

—¿Podemos pedir dos? Yo también tengo hambre.—Pregunta.

—La pagas, y añade al pedido una Pepsi de 2 litros.

—Okey, ya vuelvo.—Se retiró, un extraño silencio quedó.

Que raro que no sigue suplicando por su vida

Miro la pantalla, la chica se había quedado dormida.

Por fin.

Incliné mi silla hacia atrás observo el techo y cierro los ojos.

Paz y tranquilidad

Mi paz y tranquilidad fue interrumpida por el chico que pasó por la puerta, trabaja duro, sabe que lo que hace está mal y aún así está aquí, deudas y familia, que triste.

—¿Que quieres Idiota?.—Digo mirándolo fijamente, rueda los ojos.

—¿Puedes ser amable?.—Preguntó.

—Mmm no, ¿Que es lo que quieres?.—Pregunto con una falsa sonrisa.

—¿Que le vas a hacer?.—Dice mirando a la pantalla, me aclaré la garganta.

—¿Buscaste lo que te pedí?.—Impresionante, mi voz había sonado amable.

—Mmm claro.—Murmuro y sacó algo del bolsillo derecho de su pantalón y extendió su brazo, leí el papel y se lo devolví.

—Pues ya sabes que hacer.—Mi sonrisa se hizo presente.

—¿Ella sabe de esto?.—Mi sonrisa se desvaneció.

—No, ¿Por qué tendría que saber?.—Lo asesino con la mirada unos segundos.

—Porque es la jefa ¿No?.—Noté esa actitud de fastidio.

—Yo soy quien manda ¿De acuerdo?.—Unos tacones sonando contra el piso interrumpe nuestra conversación, entra envuelta en un vestido rojo ajustado a su cuerpo con su cabello cayendo como cascada en su espalda.

—¿De qué hablan?.—Es lo primero que dice cuando entra.

—De nada.—Digo con sequedad.

—¿Dónde está su comida?.—Pregunta.

—Ya la fueron a comprar.—Dijo el chico, ella solo asintió, él entendió que ella quería que se fuera así que sólo asintió y salió dejándonos solos.

—¿Que me cuentas?.—Pronunció con un tono tranquilizador mientras sus manos están masajeando mis hombros, dejo escapar el aire.

—¿Tratas de seducirme?.—Pregunto con un tono juguetón mientras sus manos bajan a mi pecho.

—Tal vez.—Susurra en mi oreja, agarro con fuerza sus muñecas, escucho como se queja.—Suel...suelta...sueltame.

—En vez de estar tratando de follarme deberías de estar pendiente de lo que tienes que hacer, no seas una imbécil como tus trabajadores.—Hablé con frialdad y luego empuje sus muñecas haciendo que su cuerpo se aleje del mío.

—Solo quiero pasar un buen rato contigo, no seas aburrido, ya la capturamos podemos follar un rato.—La ignoro mientras observo en la pantalla a la chica dormir.—¿O qué? ¿Me vas a decir que no te gusto ni un poco? ¿Soy fea? ¿No crees que te puedo llevar al cielo con una buena apretada a tu...?.—Dejó de hablar.—¿Acaso este tiempo que hemos estado trabajando juntos no te he despertado ninguna emoción?.—Preguntó con nostalgia, y sin dejar de mirar la pantalla contesté:

—No.—Agradecí por lo bajo cuando escucho abrirse la puerta.

—Oh, hola jefa.—Saluda mi amigo.

—Hola.—Dijo ella, se notaba la molestia en su voz.

—Traje la comida.—Sonrío.

—Muy bien hermano.—Le aplaudo.

Miro el cuello de la castaña que está encadenada detrás de la pantalla, llamo la atención de mi amigo.

—Hazle Zoom en el cuello.—Ordené.

—Okey.—Al Hacerle zoom notamos algo que colgaba de su cuello.

—¿Que es eso y como no se lo había visto?.—Pregunté

—Yo se la había quitado.—Habló ella.

—¿Por qué?.—Pregunté casi gritando.

—Yo.—La interrumpo.

—Cállate, sabes muy bien que no me gusta que me oculten las cosas.—Dije.

—Hey.—Me grito.—Yo mando, así que me respetas mocoso estúpido.

—¿Si? Pero ahorita me querías bajar los pantalones, y la única que está actuando como estúpida ocultando cosas y dejándote llevar por tus "sentimientos".—Hago comillas con mis dedos.—Y hormonas eres tú.

Mi amigo abrió un poco la boca, ella solo se quedó mirando al suelo.

—Podrás ser la que quiere a Hetter, podrás haber creado el plan pero a mí me vas a tener que tener cuidado porque cuando ataco no veo clase social ni inteligencia, veo lo inútil e imbécil que es esa persona.—Dije observándola a los ojos.—Entra y quítale lo que tiene en el cuello.—Le ordené a mi amigo, el cuál en segundos salió.

—Estas loco.—Susurra.—Sabes que soy peligrosa, yo te puedo hacer daño.

—¿Daño? ¿Tú a mí?.—Dejé escapar una risa sarcástica de mis labios.—A tú edad has secuestrado a una chica de 17 años con la ayuda de diez idiotas porque ni siquiera eso puedes hacer sola y me vas a hacer daño ¿A mí? No es hora de chistes.—Veo como apreta sus labios, yo había ganado, entra mi amigo con uns cara de confusión.

—eh... pues.—Extiende su mano y me da una cadena, arrugo mis cejas, una cadena de oro, linda y elegante, con una "H" fue como un Dejá vú, me levanté de la silla rápidamente para enfrentarla.

—¿Por qué la ocultaste?

—No quería que supieras y listo.—Dijo.

—Hally.—Susurré.—¿Ella es familia de Hally?.—Pregunté.

—Es...es su hija.—Dijo a lo bajo.

—¿Por qué te metes con la hija de Hally?.—Apreté los dientes.

—No sabía quién era Hally, ni que...agh, ya lo hecho está hecho, déjala morir en paz, además Hetter no es como su madre.

—Hally...ella era...—Miré el suelo.—¿Hetter es su hija entonces?.—Dije cambiando mi expresión a una burlona y retorcida.—Pero que pequeño es el mundo y tan grandes las casualidades.—Me acerco a la pantalla.—Dulce Hetter ahora me pareces tan interesante.

Ella salió de la habitación.

—¿Entonces la carta que va a dejar...?.—Dijo mi amigo y asentí.

—La escribió Hally.—Terminé por él.

Esto se pone cada vez más entretenido.

.

.

.

Nota de autor:

Este capítulo tardé un poco en escribirlo porque quería llegar a este personaje con profundidad y lo he logrado.

Disfruta la lectura.

AG.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top