Cold hands
Día 1: Verano/ Invierno
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Los blancos copos de nieve descendían suavemente del cielo nublado hasta alcanzar la capa blanca del suelo, que cubría el césped bien cuidado del colegio Edén, la mejor escuela de la clase alta de Ostania.
Caminó con paso firme por el pasillo descubierto que dirigía hacia el edificio, donde tendría algo de consuelo a la nula indulgencia del clima. Una vez debajo del techo dejó salir un suspiro pesado mientras frotaba sus manos entre ellas, había olvidado sus guantes ese día por salir corriendo para alcanzar el autobús.
Sacudió la cabeza para quitar los restos de nieve que se habían quedado en su cabellera rosada, tal vez debió usar un suéter más abrigador, el que su papá le había dicho. Sabía que la reprendería al llegar por dejar sus guantes, a pesar de que habían diez años desde que Loid Forger la había adoptado para su misión, algunas ocasiones y cuando él estaba enojado, solía regañarla cual niña de cuatro años.
Recorrió los pasillos hasta su salón, aún a pesar del tiempo que había pasado, seguía siendo muy mala para las clases, a pesar de que dependía de eso para que su papá lograra completar su misión, una que había tomado más tiempo del que habían previsto, todo por culpa de Anya. Pero ella daba lo mejor de sí misma, por lo que resistió todo ese tiempo en el Edén, cursando de grado a duras penas y consiguiendo tres stellas más, algo impensable.
Ni ella misma se creía que pudiera conseguirlas, la grandiosa Starlight Anya había logrado stellas ante las dudas de su propio padre. Sonrió de aquella forma peculiar al recordar el asombro de su padre ante sus logros. Si lograba conseguir el resto pronto podrían lograr su objetivo. Para eso debía salir bien en sus exámenes, cosa que tenía controlado. Si lograba copiar a la gente adecuada... aprobaría con excelencia.
Ingresó al salón de clases con una sonrisa tonta encontrando el aula vacío ¿acaso había llegado demasiado temprano? Palideció al pensar que tal vez ese día no había clases y que había ido por nada. Fue entonces que un pequeño ruido por dentro de su cabeza la alertó, alguien se acercaba. Giró sobre si misma contemplando al segundo entrar al aula sin dejar de mirarla con intensidad, hasta que visualizó todas las sillas vacías.
― ¿Solo tú has llegado? ― Damian caminó hasta su asiento, dejando sus cosas en la mesa de enfrente y tomando asiento.
Si Anya se había confundido, de igual forma el segundo. Lo vio frotar sus manos a pesar de tener guantes y dejar salir su aliento que fue tangible por el clima. Tal vez él era demasiado sensible con el frío y tal cuestión la hizo sonreír con cierta malicia.
―Si, por ahora solo somos tú y yo. ―Habló acercándose hasta sentarse a su lado.
Las mejillas del Desmond se colorearon, Anya atribuyéndolo al clima, aunque tal sonrojo había sido por la frase antes dicha, el hecho de estar solos ambos ahí. Hecho que alteró ligeramente el corazón de él y poniéndolo más nervioso al verla acercarse con esa sonrisa tan peculiar en ella.
Anya se sentó a su lado, tocando ligeramente la rodilla del Desmond con la suya, gesto que Damian ignoró sacando un libro de su mochila y leyendo distraídamente. ¿Qué era lo que se proponía al sentarse a su lado? Era un comportamiento sumamente extraño en ella, aunque nunca habían estado solos de esa forma.
―Segundo... ―Anya habló mencionando el apodo que siempre solía decirle.
Damian despegó la vista de su libro, al cual no le había prestado la mínima atención por la presencia de la chica, contemplando con sus orbes avellana a la fémina que tenía a un lado.
Anya sonrió con malicia y colocó ambas palmas frías, por la ausencia de sus guantes, en las mejillas del chico, con la intención de congelarlo. Sus dedos fríos sintieron la piel caliente del rostro del Desmond que se sobresaltó en respuesta, pero se quedó quieto, con los labios entreabiertos.
La Forger se quedó quieta ante la reacción del chico, porque no era para nada lo que esperaba. En su cabeza él se alejaría enojado y gritando algo al respecto sobre dejarlo en paz, siempre tan hostil. Sin embargo, ahí estaba por completo quieto, sin decir o hacer nada al respecto y un ligero rubor apareciendo en sus mejillas. Los dedos femeninos no se movieron de su lugar y contempló con sus ojos jade los ojos masculinos que la miraban con tanta intensidad, que su estómago dio un brinco ligero. ¿Que había sido eso?
Sintió la boca seca cuando vio a Damian Desmond acortar la distancia entre ellos con tanta delicadeza que por un momento pensó que lo había imaginado. Pero al transcurso de unos segundos pudo contemplar mejor el color del iris de sus ojos avellana, que parecían brillar. Su piel debajo de sus manos parecía arder y estremecerse.
Se paralizó por completo al verlo tan cerca por primera vez en todos esos años, sintiendo el aliento masculino aliento acariciar su rostro al tener los labios entreabiertos, cosa que la aturdió de sobremanera. ¿Qué era lo que estaba pasando? ¿Cómo esa broma se había transformado en eso? Y lo más importante ¿qué hacía Damian Desmond tan cerca como si quisiera...?
Vio los labios masculinos tan cerca, fijándose por primera vez en ellos, delgados, rosados y en ese momento cobró una gran importancia la distancia reducida en la cual se encontraban. Un sentimiento cálido en la boca de su estómago la hizo permanecer en su sitio, sin poder moverse, esperando con las manos tocando el rostro del Desmond y sin tener la suficiente fuerza de apartar la mirada de los orbes avellana que parecían haber atrapado toda su atención. Abrió sus labios sin poder evitarlo con cierto sentimiento de anhelo e impaciencia por el espacio.
Damian estaba tan cerca, tanto que en cualquier momento podría sentir aquellos labios encima y aquella idea la asustó de sobremanera. Sin darse cuenta aguantó la respiración, incapaz de poder respirar en esa situación. La vergüenza la llenó ante la cercanía del chico por lo que inevitablemente cerró los ojos lentamente, hasta que la imagen del segundo desapareció pero bastante segura de su presencia tan cercana. Esperó y esperó, con la mente en blanco ante la situación.
El Desmond sintió su pecho estallar al ver a Anya Forger cerrar los ojos en señal de aceptación. ¿De verdad estaba pasando esto? Tragó saliva lentamente ante la imagen que tenía frente y se acercó un poco más, la suficiente para ese anhelado contacto.
La puerta del salón se abrió de golpe generando que la distancia entre ambos creciera exponencialmente. Damian regresó su vista al libro que estaba leyendo y Anya se quedó ahí, mirando al frente y viendo entrar a un par de alumnos con grandes sacos para cubrirse del frio. Podía sentir su pecho doler por los rápidos latidos de su corazón, como si fuera a salirse pero sin poder comprender a que se debía.
¿Qué era lo que había pasado con el segundo y porque había hecho algo como eso? Sin poder mirarlo se levantó, dirigiéndose a su silla y con las mejillas por completo coloradas.
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¡Hola!He decidido participar en el damianya week2022 que organizaron en el grupo de discord y en Twitter.Solo son 5 días y participaré todos los días.
Espero que disfruten tanto como yo al escribirlo, dejando sus votos y comentarios ♡
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