4
Chuuya Nakahara.
—¡De nuevo!—
Esa voz.... ¿Acaso está entrenando? Imposible, hace dos años que no lo hacía, más que nada era por su descontrol con su habilidad... De seguro algo pasó.
Conforme me acercaba más hacia la habitación donde escuchaba los gritos podía escuchar más personas dentro. Al llegar tomé el pomo de la puerta, abriendo lentamente encontré a ___ vistiendo su ropa de ejecutiva pero eso no fue lo que más me impresionó, sino fue el hecho de que estaba entrenando a sus subordinados usando su habilidad, misma habilidad que estaba controlando muy bien, dejándome así sin palabras.
—¡Están haciéndolo mal! Estar en la Port Mafia no es un juego y mucho menos lo son sus enemigos, si quieren sobrevivir, crecer, tendrán que ser el triple de fuertes, astutos— caminaba frente a todos viéndolos exhaustos —rápidos, fríos... ¿De qué les sirve saber manejar un arma si no saben cómo piensa el enemigo?— haciendo uso de su habilidad a todos los hizo levantarse como si de hojas de papel se trataran, era impresionante. —Ataquen de nuevo, pero háganlo a matar. ¡Empiecen!— dió su orden a lo que todos comenzaron a dispersarse y a atacarla, ella solo esquivaba, soltaba uno que otro golpe o jugaba con sus mentes. Ella se estaba pareciendo al bastardo de Dazai...
Al no tener nada que hacer decidí quedarme en una esquina a verla con sus subordinados, debía admitir que era buena enseñandoles. Posé mi vista a cada uno de ellos, la mayoría ya se encontraba en el suelo rendidos pero uno me llamó la atención, este se encontraba viéndola fijamente mientras preparaba una pistola y ___ aún no se daba cuenta por estar más ocupada trapeando el suelo con sus subordinados, para cuando ella lo vió iniciaron una batalla siendo observados por los demás, solo él quedaba de pie, ambos esquivaban los golpes del otro, ___ intentaba invadir su mente pero por su expresión daba a entender que no podía hacerlo. Cuando creí que quedaría en empate, ese chico la golpeó sorpresivamente tumbandola al suelo y de forma rápida le apuntó con la pistola, no sabía si intervenir o esperar por su respuesta. Ella me miró de reojo para regresar su vista al único miembro de pie.
—¿Qué esperas? Jala el gatillo— habló con voz tranquila viéndolo a los ojos pero el chico no se movía—¿No puedes hacerlo? Dije que jales el gatillo— volvió a hablar pero ahora con un tono serio, cosa que el chico no pasó desapercibida y su mano tembló. ___ suspiró decepcionada y se levantó, todo estaba en silencio, inclusive yo no me atrevía a hablar. Finalmente ella volteó a mí dirección, le devolví la mirada.
—Llama a Akutagawa— ordenó a mi dirección haciéndome arquear una ceja por su atrevimiento. —Olvídalo, lo haré yo misma.— su mano fue hacia el bolsillo de su gabardina sacando su celular de ahí, volteé a ver detrás de ella, sus subordinados al escuchar el nombre del perro más fiel que tenía la mafia cambiaron sus caras exhaustas a unas de completo terror y no era para menos, Akutagawa era conocido por su agresividad y su actitud impulsiva.
___
No tuve que esperar tanto para escucharlo al otro lado de la línea.
—Necesito que te presentes al cuarto de entrenamiento ahora— no podía perder mucho tiempo, tenía que prepararlos cuánto antes, soy una de las ejecutivas de la Port Mafia, con una habilidad destructiva, una clara ventaja y desventaja. Aquel que me viera ahora diría que soy insensible, que aprovecho mi habilidad para matar a quien se me cruce, pero la realidad es otra. Yo no soy mala, quito de mi camino a todo aquel que se atreva a desafiar a la Mafia. No soy mala, solo defiendo mi hogar y a las personas que me vieron crecer.
Así como lo llamé, inmediatamente vino a la sala, podía sentirlo, el miedo recorría el cuerpo de los presentes exceptuando a Chuuya y a mí pero era necesario hacerlo.
— Gracias por venir, Akutagawa— caminé en dirección hacia el antiguo pupilo de Dazai. —Tu tarea es sencilla, tendrás un enfrentamiento con cada uno de mis subordinados y los que consideres aptos los dejas con vida.— le dije volteando a verlos a todos, cada uno tenía una expresión de miedo y súplica, mientras tanto Chuuya me miraba con los ojos muy abiertos, era obvio que no se esperaba eso de mí.
— ¿Y qué hago con los demás..?— preguntó aquel joven de mi edad, ambos sabíamos la respuesta.
— Matarlos— di una respuesta simple y clara, Akutagawa sin decir más, avanzó hacia todos mis pupilos haciéndolos levantarse tan rápido. —Empiecen.— Todos se movieron comenzando con el enfrentamiento, mientras yo observaba Chuuya se acercó molesto a mi lado y me hizo voltear hacia él.
— ¡¿Estás loca?! Qué mierda se supone que haces?— preguntó molesto al tiempo que tomaba mi brazo con fuerza.
— Los entreno, eso es obvio, ¿Tienes algún problema con mis métodos?— escuché un quejido, había caído el primero.
— ¡Esa no es la forma, ___! La violencia no es la clave y lo sabes. ¿Te sientes bien?— la molestia en su cara cambió a una expresión preocupada, no pude evitar desviar mi mirada hacia mis pupilos y Akutagawa, ya iban cuatro caídos, eso era malo, a este paso volvería a quedarme sin subordinados... Mori iba a matarme.
— Me siento perfectamente, Chuuya— le respondí viéndolo otra vez, agarré su mano y la retiré de mi brazo, caminé en dirección a Akutagawa y un subordinado mío, cuando el pelinegro de puntas blancas estaba a punto de atravesarlo puse una mano en su hombro frenandolo, lo cual lo hizo voltear a verme.
— Es suficiente.. con ese basta, fue el último en caer— respondí viendo a mi subordinado en el suelo viéndome aliviado. Le hice una seña a Akutagawa para que me siguiera. — El entrenamiento acabo, si hay alguien más con vida puede descansar toda la semana.— una vez dicho eso caminé hacia la salida con Akutagawa detrás de mí, dejando en la habitación a Chuuya, sabía que después iría a mi habitación.
Al ir por los pasillos de la mafia un mareo me invadió haciéndome casi caer al suelo, de no haber sido por Akutagawa que me detuvo a tiempo hubiera caído, me quedé inmóvil por unos segundos y una vez que el mareo cesó me alejé de él.
— Gracias, no le digas a nadie de esto...— le pedí sin verlo —Supe que tuviste un enfrentamiento con el hombre tigre, estás herido?— pregunté volteando a verlo pero él no me contestó, al contrario, solo bajó la mirada apretando sus puños a lo que yo suspiré resignada. — Se lo mucho que deseas el reconocimiento de Dazai...— al escuchar ese nombre Akutagawa levantó rápidamente la mirada sorprendido. — Así es, ya se que él está vivo y que ahora está trabajando en la Agencia Armada de Detectives... Como te decía, se lo mucho que deseas su reconocimiento pero arriesgando tu vida de esa manera no conseguirás nad— no pude terminar cuando Akutagawa ya me había tomado del cuello para acorralarme en la pared.
— Cuide sus palabras...señora, no me gustaría arrebatarle la vida a la hermana de mi antiguo superior..— respondió molesto apretando su agarre en mi cuello.
— ¡¿Qué demonios crees que estás haciendo, Akutagawa?!— la voz de Chuuya se hizo presente seguido de sus pasos acercándose rápidamente a nosotros, alejandolo de forma brusca de mí. — Ella es tu superior! Da igual que tengan la misma edad, debes respetarla de cualquier forma!— gritó molesto dejándome detrás suyo, Akutagawa sin decir una palabra hizo una reverencia y se marchó. Chuuya se molestó más por ese acto e iba a ir por él pero lo detuve tomando su mano.
— Déjalo, después de todo fue mi culpa, toqué una herida que aún no sana..— dije sobando mi cuello, de seguro dejaría marca.
—Da igual si empezaste tú o no, eres su superior, debe respetarte como tal, tendré que reportarselo a Mori— me respondió todavía enojado a lo que negué rápidamente.
—No, no le digas nada a él.. por favor— lo tomé de las manos mientras le suplicaba, no quería que lo metiera en problemas.
—Sabes que debo hacerlo, son las reglas— dijo sin verme.
—Por favor! Te compraré un vino para tu colección, te compro un sombrero.. ya sé! Te doy una cita conmigo!— le respondí dándole distintas opciones, incluso algo que tal vez lo haría reír. Chuuya se sonrojó por lo último que dije y quitó sus manos de las mías, volteó a otro lado y cubriendo sus ojos con el sombrero me respondió.
—De acuerdo, no le diré nada al jefe..— dicho esto se retiró dejándome sola en el pasillo haciéndome suspirar aliviada por su respuesta. Cuando ya me iba a mi habitación él me habló desde el final del pasillo y su comentario hizo que me sonrojara demasiado, al voltear a verlo él ya no se encontraba, dirigí mi mano al pecho y sentí mi corazón latiendo tan rápido que sentía que en cualquier momento podría salirse del pecho...
—Nuestra cita será el viernes en la noche, así que prepárate..—
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