Capítulo uno

Narra la parca

Ingresé a la gran habitación de Morfeo, pero no estaba. Solo las ovejas se encontraban en la esquina y parecía que jugaban cartas, un extraño juego de los humanos, uno placentero.

—¿Cómo están chicos? —pregunté, caminando hacia ellos, con las manos en los bolsillos del pantalón oscuro.

—Bien —replicó la oveja café.

—Ahorita que no está Morfeo, porque el sujeto ya no es ningún dios del sueño —agregó la oveja negra.

De las tres, era la que más me agradaba. Las otras dos eran más rígidas y rectas, que detestaban romper las reglas. Todo lo contrario, a la negra, que decía que estaban hechas para romperse.

—No estés diciendo estupideces —regañó la oveja blanca e intercambió una mirada de reproche.

Eran tan esponjosas que lo único que quería era estrujarla con fuerza, culpa de su lana.

—No es mi culpa que se haya convertido en el dios tristeza, uno ya no sabe cuál es peor; si el que estaba malhumorado todo el tiempo o el triste.

—Me gusta más el gruñón, el triste se la pasa llorando todo el día —añadió la café, resopló y volvió a prestar atención al juego.

—Pero el gruñón solo nos hacía brincar de un lado a otro —refutó la café.

Las cartas flotaban en el aire y las ovejas hacían sutiles movimientos con la cabeza, indicando su movimiento.

—Es lógico —regañó la blanca, la más leal al dios—. Volvió a perder el amor de su vida por segunda vez.

Era cierto, Morfeo lo único que había hecho durante los últimos quince años era apreciar entre las sombras a Nicoletta, su humana. Le envió un gran enorme ramo de flores de manera anónima cuando se graduó de medicina, aunque todo el crédito se lo llevó un hombre que estaba interesado en ella.

Ese día tuve que calmar a Morfeo, porque, aunque no lo acepté, éramos buenos amigos. Y él quería asesinar al hombre. Se tranquilizó cuando le dije que si lo hacía las consecuencias iban a ser mortales para su preciosa humana.

Fue lo único que se necesitó para que la deidad se derrumbara en su cama, intentando dormir para soportar el dolor. Me dio mucha pena verlo en esa situación, pero no logró comprender del todo sus sentimientos.

Según yo, las parcas no nos enamorábamos.

Y no había conocido a nadie de mis compañeros que se enamoraron.

Aunque siempre tenían sus caras largas, por eso tampoco me gustaba pasar el tiempo con ellos. Prefería tener a otros seres como amigos.

Estaba orgulloso de mi acercamiento con los humanos, porque a lo largo de los años, aprendí que es mejor entenderlos que asustarlos para recoger sus almas. Ese era el principal motivo por el cual empecé a comprender sus sentimientos y ser más empático.

La muerte era algo que todo el mundo sabe que va a suceder, pero no cuándo ni cómo. Así que cuando sus almas salían del cuerpo, lo primero en los humanos era confusión, luego terror, seguida de la negación.

Por lo que prefería crear mi propia metodología: ayudarles a hacer un breve recorrido en su vida. Ellos lo hacían con sus recuerdos y cuando estaban satisfechos, caminaban conmigo hacia a una nueva.

En la oficina, a veces observé que mis colegas llevaban a rastras a sus humanos, porque estaban temerosos.

Por eso me encontraba en el castillo, prefería pelear con las ovejas que estar en la oficina con mis compañeros sin ninguna emoción, esperando por mi siguiente misión.

—¿Y ahora qué está haciendo Nicoletta o por qué Morfeo no está aquí? —pregunté con curiosidad.

El dios lo único que hacía era como... ¿Cómo decían los humanos? ¿Ponerle sal a la llaga?

—Se está casando —resopló la café—. Debe de estar oyendo cómo se juran amor eterno.

—Hasta que la muerte los separe, de hecho —corrigió la negra— ¿Por qué no conocíamos este juego antes?

—Es adictivo —concordó la café— ¿Quieres jugar una ronda?

Asentí con la cabeza, emocionado. Acomodé algunos mechones negros que se me colaron en la frente. Era un excelente jugador, lo aprendí de un hombre cuyos recuerdos eran dentro de un casino y ganó un par de veces. Parecía que era más importante que su familia, por lo que en su siguiente vida debía de aprender acerca de eso.

Lo que aprendí de él fueron las cartas y les enseñé a las ovejas, aunque no todos los trucos. Algunos me los guardé, por eso tampoco les agradaba tanto la idea de jugar conmigo, porque era el campeón. Y me rehusaba a dejar el trono.

Las cartas empezaron a barajar solas, era una manera de evitar la trampa. Fueron repartidos a los cuatro jugadores. Agarré las cinco que me tocaban, la suerte se encontraba de mi lado, por la escalera. Pude apreciar las expresiones de confusión de los contrincantes, así que estaba seguro que iba a ganar.

Iba a bajar las cartas, asegurando la victoria. Sin embargo, las puertas se abren abruptamente y observé a la deidad caminar con grandes zancadas hacia su cama. Estaba maldiciendo y su piel pálida se tornaba rojiza, ni siquiera se percató de mí.

Morfeo llegó al borde de la cama y se dejó caer hacia al frente, hundiendo su rostro en la almohada, terminando por ahogar un grito.

—Otra vez —resopló la negra— ¿No conoces a alguien que esté dispuesta a conocer a un llorón? —murmuró en mi dirección.

Creí que la deidad nos escuchó, porque se levantó sin doblar una articulación de su cuerpo. Giró su rostro hacia nosotros, pude ver que dentro de sus ojos había llamas, ahora estaba fúrico.

—¡Yo no necesito conocer a nadie! —rugió la deidad— ¡Y llorona tu abuela!

—Ya ves, siempre es lo mismo contigo —musitó la oveja blanca hacia la negra—. Ya no pelees.

—Si no te mueves, no nos ve —agregó la café.

Morfeo se volvió a dejar caer en la cama, en serio me daba pena por él. Consideraba que era absurdo la estúpida ley que los dioses tenían prohibido enamorarse de los humanos.

Cupido decía que en el corazón no se mandaba.

O si al menos hiciera bien su trabajo, estas situaciones no estarían sucediendo.

Dejé caer las cartas que todavía sostenía, las sentí husmear y bufaron con incredibilidad. Ellas sabían que perdieron, pero no me apetecía festejar el triunfo.

—Parece que mi gran señor está muerto —murmuró la café.

Asentí con la cabeza, dándole la razón.

—Sin ofender —farfulló la oveja negra, guiñándome un ojo.

Arrugué el entrecejo con confusión, ¿a qué se refería?

Ah... Yo era la parca.

Me mordí el interior de la mejilla, evitando reír. No quería alterar más a la deidad.

Me levanté del asiento, arrastré los pies con lentitud, acercándome a la cama de la deidad, que parecía no asfixiarse con su cara enterrada. Con cautela, me senté en el borde, esperando a no alterarlo. Respiré con profundidad, haciéndole saber que estaba a un lado.

—¿Qué es lo que quieres? —inquirió el peliblanco con irritación.

Posé la mano en su espalda, subiéndola hasta el hombro, apretándolo e intentando reconfortarlo.

—Todo va a estar bien, Morfeo.

—Creo que nunca va a dejar de doler —murmuró, ahogando las palabras.

—El tiempo lo va a curar, lo sé —prometí, intentando que se sintiera mejor.

Estaba seguro que mis palabras no lo reconfortaba, porque el viento se las podía llevar.

—Pero, al menos ella es feliz y eso es lo importante, ¿no? —insistí, esperando  a que pudiera estar un poco más tranquilo.

Morfeo gimoteó, girando su cuerpo hasta sacar el rostro de la almohada. Sus ojos estaban rojos e hinchados, inundados de lágrimas, pero sin dejar caer una. Me dolía verlo de aquella manera.

Solo esperaba que, dentro de un tiempo, estuviera más tranquilo.

—Un día, la primera vez que la conocí, la dejé sola para ir en busca del diamante más precioso que existiese, porque era lo mínimo que ella se merecía. —Tomó un gran bocado de aire.

Era como si estuviera sumido en sus propios recuerdos, por lo que lo dejé que continuará.

—Y cuando regresé, la vi colgada. —Su voz sonaba entrecortada, dolorosa—. Ni siquiera alcancé a darle el anillo.

—Lo sé —murmuré cuando permaneció en silencio.

—Y la segunda vez fue para borrarle la memoria —rió sin humor—. En fin.

No sabía qué responder, ¿qué se le dice a alguien cuándo siente que el amor lo rompió?

—Todo va a mejorar...

—...Con el tiempo, parca. Lo sé, siempre dices lo mismo —resopló.

Es que el problema era que no sé qué decirle. No sabía cómo es que le pude agregar a los humanos que inclusive el cruce hacia la luz era un poco nostálgico.

—Sé que intentas comprenderme, aunque lo aprecio, en serio a veces no me gusta oírte.

—Morfeo... —Carraspeé la garganta con incomodidad.

No logré entender del todo las emociones, por más que lo intenté.

—A veces solo la compañía es más que suficiente.

Estaba de acuerdo con ello, por lo que volví a apretar su hombro, haciéndole saber que estaba de su lado. Al menos hasta que el reloj que siempre tenía en la muñeca brilló.

Me incorporé en la cama, presioné el botón y una pantalla holográfica apareció. Este reloj era del trabajo, aquí me llegaban los expedientes de las personas cuyas almas iba a recoger.

Hace un par de años, utilizábamos una carpeta amarilla con toda la información, pero al departamento le agradaba actualizarse.

—¿Qué es eso? —preguntó la oveja negra en un balido.

—Tengo trabajo que hacer, ya me había sorprendido que tuve al menos media hora —resoplé, un poco irritado.

Después de haber estado trabajando por una eternidad haciendo lo mismo, se convertía en algo frustrante.

No todas las experiencias que tuve fueron gratas, desafortunadamente. Un día me tocó ser parte de una lucha libre sin mi consentimiento, porque la persona falleció drogada y para él, yo era su rival.

Uno al cual él debía de ganar.

Debí de confesar que, si me lo tuve que llevar a arrastras, porque tampoco quería golpearlo mucho. Y solo bastaron tres puñetazos en la cara para noquearlo.

—¿Y a quién vas a ir a recoger? —inquirió la oveja café, acercándose a nosotros.

Entrecerré los ojos, prestando atención en la imagen que continuaba proyectándose.

—Es una chica, ¿la ven? —Apunté con la otra mano la foto.

A lado de la información básica de la persona se encontraba la imagen de Nikia.

—¿Y qué dice a lado? —la oveja negra es muy entrometido.

—Se llama Nikia, es del tres de febrero, por lo que es acuario, y...

—¿Qué es acuario? —interrumpió la tercera oveja, llegando a nuestro círculo.

Ahogué una carcajada, era curioso cómo ellos que pertenecían a un mundo de sueños, podrían desconocer la información. Aunque ellas se encontraban en el castillo, a un lado de la deidad. Siempre fueron sus confidentes.

—Es un signo zodiacal que es como una constelación que se formó en determinado mes. Acuario está entre enero y febrero —expliqué con tranquilidad.

—¿Y para qué sirven?

¿Ya mencioné que adoro la oveja negra?

—Algunos humanos creen que, gracias a ellos, tienen ciertas cualidades o características que son innegables —respondí, encogiéndome de hombros para restarle importancia.

—Que sencillo es ser humano, entonces cometes cualquier estupidez y terminas echándole la culpa a tu signo zodiacal —refutó la oveja blanca—. Creo que a veces no son tan inteligentes si se dejan guiar por eso.

—Pero, ya no hay tiempo ¿Quieren continuar hablando de los signos zodiacales o quieren conocer a Nikia? —siseé—. Es que me tengo que ir pronto—completé.

—Sí, yo quiero saber un poco más de tu trabajo —insistió la café.

—Tiene veinticuatro años, dejó su carrera para seguir su sueño de cantante —seguí leyendo el informe—. Adora ver películas, las de acción. Sus padres son unos señores adultos, ella fue adoptada.

—¿Qué tiene que ver todo esto con recoger su alma? Si solo la vas a estar con ella por unos cuantos minutos —indagó la negra.

—Para que mi acercamiento con ella sea más sencillo.

—¿Y cómo es que dices que va a morir? —continuó la negra.

Adoraba que la oveja me desafiara, ¿qué tenía que hacer yo para tener a alguien que me siguiera? De preferencia, que me estuviera peleando todo el tiempo, eso era ponerle sazón a la vida.

—Va a entrar en coma —rechiné los dientes con cólera.

—¿Y qué es entrar en coma? —preguntó la café esta vez.

—Es estar dormido y no saber cuándo van a despertar o si lo va a hacer—informé, esbozando una sonrisa.

—Entonces ese es un trabajo que está hecho para Morfeo, no para ti —desafió la blanca.

—¿Tú crees que Morfeo va a poder hacer algo en esa situación? Por favor —bufó la negra.

Alguien me estaba defendiendo ¡qué emoción! Me sentía importante.

—Es un trabajo mío, porque ella va a estar en el limbo; entre la vida y la muerte. Mi deber es hacer que nunca despierte —añadí, masajeándome las sienes.

Era un trabajo complicado, porque tenía que convencerla de ir conmigo voluntariamente. No solo era mostrarle lo que fue su vida, sino de que debía de renunciar a ella.

Y se escuchaba que tenía una vida satisfactoria ¿Cómo le iba a decir que renunciaría a todos sus sueños?

—¿Y cómo es que Nikia entró en coma? —inquirió la negra.

Mis ojos regresaron a la pantalla, intentando encontrar la información que me pedía.

—Va a estar en un accidente que salió mal en una demolición de edificios en Nueva Orleans. —Tomé un gran bocado de aire, porque el tiempo estaba corriendo y yo debía de ir al mundo de los mortales.

—Pobrecita, espero que no le vaya a doler tanto —rogó la oveja negra—. A veces las muertes de los humanos son muy tontas.

—Yo también espero que no vaya a sufrir, pero me tengo que ir, porque la función está a punto de empezar —concluí, caminando hacia la ventana.

Era mucho más sencillo aventarse por la ventana que bajar por las escaleras, porque el castillo siempre se encontraba repleto de criaturas que los humanos soñaban. Este mundo brillaba magia, a veces el cielo era rojo y podrías estar viendo dragones platicar con dinosaurios.

Las criaturas a veces podían estar de mal humor, porque suelen sincronizarse con Morfeo, ya que era la fuente de poder de todos, y era muy difícil pelear contra eso.

—¿Por qué siempre me tocan las tareas más pesadas? —murmuré para mí mismo antes de dejarme caer.

n/a*

holaaaaaaa luuvs, como andan? esta es mi primera vez escribiendo algo como protagonistas de la comunidad lgbt

¿les gustaria la idea? ¿opinion? ¿sugerencia? yo los leo todo

le dedico los siguien capítulos a quien compartan en sus stories de ig alguna captura de sus momentos favoritos, recuerden decirme cual es su usuario de aquí y xfi etiquetenme para que pueda verla

recuerden que me pueden seguir en redes, por si watt no les avisa que actualice,, yo lo hago

aqui los dejo

con amor, hope n.n

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