Capítulo IV⚫La meta II

Capítulo IV – La meta II
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Tan extenso y rudo que su recompensa lo vale

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No podía creerlo. Y recordarlo tampoco le sería de mucha utilidad. ¡Eso no estaba pasando! Se decía y gritaba. El universo tenía un maldito complot en su contra desde que escuchó que su nombre no era alabado como el ganador.

No, no y no. PUNTO.

—¿¡Cómo perdí!?

El dichoso Príncipe de los truenos, el ser más egocéntrico del mundo, había perdido ante Zero. No una; máximo como cinco veces y quería la última revancha, pero por culpa de su padre —y los murmullos desesperantes de los fans— tuvieron que retirarse antes de que el chico colapsara en un alarido interno más.

Perder no estaba en su diccionario, o en su mundo en general. Perder era una blasfemia a su orgullo, simplemente era... ¡Algo que hacer jamás! Pero esa promesa se desvaneció como la cordura ansiosa por quedarse en su lugar.

Desde luego que actuó en presencia de las chismosas cámaras, de la manera más hipócrita que logró opacar a su furia. Sonrió, habló que aunque fue una inesperada batalla, la disfrutó muchísimo. Y aquellas fueron las palabras con las que quería atragantarse.

La derrota no existe.

Era su lema. Con esas múltiples derrotas decayó su sonrisa en segundos, a penas recordando las fulminantes contiendas ganadas, las cuales mostraron su lado más glamoroso de no perder.

Zero y Gingka lo sabían. Conocían de pies a cabeza todo el berrinche que él se traía atorado en la garganta desde que salió a "tomar aire". Esa frase no era más que una fachada para gritarle las maldiciones al aire y desquitarse al arrancarse los cabellos. No solo perdió ante Zero, oh, no... Con Gingka también y aquello le indignaba a niveles irreales. ¡Patrañas! Insultaba.

—¡Es que me quiero morir! —Por su suerte de malhumorado, encontró un perfecto lugar arriba de algún edificio. Estaba a punto de golpearse contra el barandal— ¡Me quiero morir! ¡Me lleva!

Tuvo el descaro de pedirle como cuarenta revanchas al bicolor y este se las cedió, solo por no tener que aguantar un castigo aun peor que esas insistencias. Y el show quedó grabado; eso sería un problema en sus redes sociales. Incluso ya había imaginado el titulo que le destrozaría las entrañas: "Joven rayo pierde mil veces".

La rabieta le ayudó a cansarse, con eso pudo sentarse en el suelo y retomar un poco de paz. Consiguió unos minutos de serenidad en cuanto observó al cielo, las nubes y cualquier cosa que desfilaba en ese azul. En un momento más de ese calibre se moriría de un infarto.

De pronto su teléfono sonó. Un mensaje de su padre; más bien, trescientos mensajes de su viejo preguntando en dónde estaba. Llamadas igual. No contestó ninguno porque tenía deseos de lanzar su celular desde esa altura.

»De Gingka:

"¿Dónde te metiste? (16:20)"

»De Gingka:

"¿Estás enojado? (16:21)"

»De Gingka:

"Cualquier cosa que suceda, estaré en el parque del este con Zero (16:21)"

—Y me lleva el carrizo —Se murmuró Akari, esperando a que la oleada de brisa pudiera llevarse sus problemas. Pero no pasó nada, incluso cuando su teléfono se llenó de mensajes nuevamente.

»De Zeze!:

"Mi maestro lleva buscándote una hora ¿Dónde estás? (16:22)"

»De Zeze!:

"Qué conste que me pediste esas batallas. No seas malcriado, Spark (16:22)"

—Y me sigue llevando.

Su terquedad, su orgullo, sus logros se esfumaron en un segundo. Claramente hablar no le ayudaría, él siempre fue el chico que oprime sus verdaderos sentimientos. Los enojos los sacaba, lo demás se va guardado en un baúl de candados insondables.

Sonrisas, sonrisas, sonrisas. Pedía dibujar esos gestos todo el día, aunque hacer esa tarea sería más difícil que creerse sus derrotas.

—No importa ya... Qué más da lo que digan.

Luego de hundirse en mares de pensamientos, logró respirar con más calma para levantarse y rememorar el porqué es el Príncipe de los truenos. No sería derrotado, no sería ennegrecido por ningún alma. Obtendría su victoria así sea matando a alguien.

Entrenaría, siendo aun peor. Arrebataría de quien sea su futura victoria porque su meta todavía brilla para guiarle sus objetivos.

Con una mirada engullida de pura vanidad, le dedicó una sonrisa a la nada al tronarse los dedos.

—Bueno, me siento mejor... —Y el mundo supo con esas fuertes palabras, que los obstáculos no serían ni la mitad de lo que él se convertiría.

A un lado lo malo y que venga lo bueno.

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Solo por tomarse unos segundos más de relajación, Spark caminó entre las aceras, llevándose una que otra sorpresa al hallar fans que le suplicaban por una foto. Sin dudas ser famoso era hermoso, ya que esa atención le hacía olvidar cualquier molestia.

Las cuatro y media. La hora que llamó suavemente a la noche mientras que el muchacho tomó la ruta del parque en el cual su padre lo esperaba. Gruñó, vería de nuevo a ese par de tontos con los que perdió anteriormente.

—Bah. No es como si importara lo que pasó... Importa más lo que yo diga —Pensó antes de que una ráfaga de aire le obstruyera los hilos de pensamientos. Volteó para encontrar el origen de ese estruendo y se llevó la felicidad de su vida.

Un fugaz bey giraba a la velocidad que podría igualar Raijū. Su portador vigilaba cualquier movimiento que afectara ese ritmo en milisegundos. Estaba en un estadio común y corriente aunque para los envidiosos ojos de Akari, esa velocidad la debía superar haciendo su debut.

—¡Oye! —No contuvo las necias ganas de entrometerse, solo por distraerse de sus berrinches— ¡Tengamos una lucha!

No esperó respuestas del desconocido tras colocarse en el sitio de combate. Su orgullo lograría enfermar al alma que se atreviera a verlo, y lo más impactante fue que el otro solo conectó sus ojos a los de él para luego llevarse a su bey sin siquiera dejar la razón al flote.

—¡Hey! No seas grosero... ¿Por qué huyes? ¿Acaso no quieres tener una batalla amistosa conmigo? —Corrió e interrumpió el paso del desconocido, alzando brazos.

Spark se sorprendió por dos cosas. Una, porque alguien fue así de grosero con él y segunda, no lo reconoció como un blader famoso. ¿Qué sucedía con ese chico? Todo mundo debía conocerlo, al menos tratarlo bien.

—Oh, lo siento. ¿No me presenté cómo se debe? Me llamo Spark —Fingió sonreír el pelirrojo con una mirada y reverencia de cortesía—. Me llaman "El príncipe de los truenos", seguramente ya me viste en televisión.

Luego de ser inspeccionado de arriba abajo, el otro le indicó con su expresión apática que no le interesaba en lo más mínimo.

—Ese no es tu nombre real.

Es fue súper cortante. Tanto que una ventisca de puro frío llegó a congelar la última gota de paciencia que El príncipe guardaba.

—¡Claro que sí! —Akari insistió— Ah, muy bien... ¿Cómo es el tuyo? —Intentó soportar cada palabra que se dignaba a escuchar.

Tomó más de lo que pensaba recibir una respuesta.

—Asahi —Con la misma cara y mismo tono tajante, respondió su contrario.

—Ese no es tu nombre real.

—¡Sí, lo es!

—¿Ves cómo me sentí?

El chico rayo sonrió de lado en especie de broma; Asahi no mostró más que un rostro neutral. Aunque quisiera rodar los ojos, nada salió, ni un quejido. Akari pensó que era un cuerpo sin alma.

Mientras que la brisa pasajera de lo que llegaría a ser la tarde, cruzó en el sitio, el silencio tuvo valor de quedarse entre ambos sujetos que intercambiaron miradas un par de minutos.

—Y... —Spark no era un profesional en quedarse con la boca cerrada, así que dejó escapar una petición— Ya todo aclarado... ¿Podemos combatir? Por favor —Volvió a dibujar un bonito gesto de suplica.

Antes de recibir un enorme "no" bastante obvio, la voz de Gingka prácticamente delató a su hijo a lo lejos.

—¡Hey, Akari! —Saludó devoto el mayor meneando la mano en el aire.

Con eso, el nombrado sabía que lo planeado se destruiría en pocos segundos. Por supuesto, su padre era quien hacía las cosas sin demostrar vergüenza o descubrir en dónde metería la nariz primero.

Mátenme. Se escuchó en un susurro de Spark posteriormente de llevarse la mano al rostro para encerrar pronto la pena ajena.

—¡Te estuve buscando! ¿A dónde fuiste? —Indagó el frívolo Gingka una vez estuvo más cercano a ambos adolescentes— ¿Por qué no contestaste mis llamadas?

—U-Usted...

—¿Ah? —Los dos pelirrojos prestaron atención a Asahi, que estaba a nada de temblar.

—Usted es... Gingka Hagane.

Eso sí, no presentaba muecas que delataran su estado de... Nervios. Solo su cuerpo titiritaba de manera irreal y graciosa. El hombre lo inspeccionó. Cabello rubio largo, de tez morena y pecas. Se le hizo curioso que alguien tan joven pudiera recordar su nombre.

—Sí, así es. Es un gusto —sonrió el más alto—. ¿Me conoces?

—E-Es un Blader legendario... Salvó el mundo dos v-veces...

—¿¡Qué!? ¿Conoces a este anciano y no a mí? ¡Eso es estúpido! —Se quejó Spark— ¡Y por cierto, me debes una batalla así que mueve ese maldito trasero! —Gingka lo iba a reprender allí mismo aunque Asahi lo detuvo al afirmar.

—Bien —tuvo que terminar aceptando el pobre moreno, sin antes dejar a un lado la ventaja que tenía—. Pero si gano tendré un autógrafo del maestro Hagane.

—¡Diantres! ¡Qué más da! ¡Hecho!

Me dijo maestro Hagane... —Parpadeó en una confusión inhumana Gingka. Pero en el fondo quizás se sentía bien por recibir muestras de cariño.

No pasó mucho para cuando los dos bladers se posicionaron y ajustaron a sus beys, preparándose cada quien para el combate. Akari desde luego cambió la punta de rendimiento de su Raijū, mientras que con una repulsiva sonrisa le recalcó a su nuevo oponente que se avecinaba una tormenta.

—Si veo que eres fuerte... Quizás te considere como mi rival nuevo —lo que llegó a ser la brisa del atardecer, llegó cruzando y llevándose al silencio, también la amabilidad del Príncipe—. Es un trato. ¿Alguna pregunta? No. Excelente, comencemos —se apresuró a decir antes de fijar los últimos arreglos a su Raijū.

Asahi indicó en un asentimiento que aceptaría los términos, además de empuñar el lanzador con su veloz bey en su lugar. Gingka y Zero fueron los espectadores en una banca, disfrutando el show y de una bolsa de palomitas.

—Vamos entonces... ¡Tres!

—Dos.

—¡Uno!

La serenidad se opacó en un instante, cuando el conteo regresivo inició y los bladers lanzaron a sus compañeros al aire, terminando por chocar entre sí.

Esto será divertido —Zero no dejó pasar la oportunidad de grabar, porque sabía que algún punto de su vida necesitaría esas imágenes de nuevo.

—Sí, será muy divertido —apuntó el pelirrojo a su lado. Su expresión se podría considerar una obra maestra, dibujada por la felicidad de ver a su hijo conocer a otros. Sin percatarse, la lucha dio su inicio en unas exclamaciones de pasión—. A veces siento que el tiempo pasa muy rápido.

—¿Por qué lo dice, maestro?

—Akari está creciendo y no puedo creer que en un par de años más estará viajando por el mundo. No digo que sea triste pero... —una exigua explosión llevó su atención otra vez a la batalla. A penas consiguió ver a Raijū ir de izquierda a derecha—. Oh, wow. Parece que ya empezó a usar mucho poder.

—¡Vamos, atrévete a moverte! —amenazó el chico rayo luego de mandar a su bey chocar contra las paredes.

Usaría su técnica favorita al tan solo unos segundos de empezar, aunque estando en un estadio común no tendría el mismo efecto. Experimentar sería su clave, se arriesgaría a buscar nuevas opciones, en pleno combate. ¿Quién le podría decir que no, después de todo?

Había acorralado al bey de Asahi y lo más notable fue la tranquilidad que a él le producía. Por instinto, cualquiera determinaría alguna salida o un golpe directo pero la mueca sin vida del rubio no daba poder a la sonrisa de Spark. Aquello encendió las alarmas en el mismo, notando como el contrincante se conservaba en un solo punto en el centro.

¿Qué piensa este tipo? ¡Está tan confundido que no sabe qué hacer! —Se dijo en la mente Akari, haciendo una leve demostración que su orgullo no poseía limites— Es de esperarse... Raijū es genial al igual que yo.

Mientras que una posible embestida podría darle la victoria a Raijū, el tranquilo bey de Asahi no se movía, ni aunque los centímetros se acortaran en cada movimiento sublime de su rival. Más bien, Spark deseaba ver de qué era capaz su nuevo compañero. Él determinaría si merecía el titulo que tanto quería en alguien; obvio no cualquiera debería tenerlo así de simple. ¡Debía llevarlo al límite y que dejara salir sus virtudes! Donde mostrar el poder lo era absolutamente todo en una lucha.

El único problema llegó a ser cuando Asahi no ordenó nada, tampoco que una expresión suya fuera a presentarse. Una cascara vacía; la misma que enfureció al chico relámpago.

—Cuando quieras, puedes parpadear siquiera —quiso levantar algo de provocación el joven pelirrojo, tomando un poco más de paciencia para no echar a perder la estrategia que había creado—. No quieres que esto se ponga aburrido ¿verdad?

—Pobre Rayo, espera a que el otro haga algo... Y él ni señales de vida —Opinó Zero terminando la bolsa con los dulces. A derecha Gingka asintió un poco impaciente por saber cuál sería el veredicto final, ya que incluso desde lejos se veía que Asahi tramaba ¿algo?

—¡Si no te mueves, yo te voy a mover!

Indispuesto a continuar tal momento desesperante, Akari detuvo su bey para luego lanzarlo contra su oponente, a una inmensa velocidad que solo él podía divisar. Fue con toda la potencia que reservaba para el "inesperado final" que ya no se daría. Esperar no era su fuerte, de eso ni dudas. Gingka y Zero postraron sus ojos en la escena, hundidos en la curiosidad.

—¡Raijū, ataca con todo! ¡Ve por é-

—Alicant, luz del más allá.

En ese común mandato, una luz envolvió al firme bey de manera que abarcó hasta en donde los dos observadores se protegían de la irradiación. Una sólida luminosidad abrigó tantos metros como pudo, cegando por completo a Spark cuando Raijū se dirigió con brusquedad.

El brillo se extendió por varios segundos antes de dignarse a terminarse y apagarse muy despacio, dejando que regresara la visión de los tres afectados. Por naturaleza, el chico pelirrojo restregó sus manos contra sus ojos, investigando cómo fue que pasó eso del esplendor imprevisto pero... Su mente no alcanzó a dejar espacio a lo que estaba mirando en el estadio. Un torrente de ira comenzó a subir, la sangre le hervía sin ninguna benevolencia.

¿Qué mierda?

Más tarde de obtener su vista de nuevo, no consiguió de otras que mirar a su magnífico bey inmóvil delante del adversario. Perdió. Perdió y no supo la razón de esa porquería. ¡Ni siquiera le dio tiempo de ver cuándo ocurrió!

Perdió por tercera vez.

—¿Akari perdió? —Gingka se levantó, teniendo una perfecta imagen de Raijū postrado en la losa del estadio, y el que aparentemente era Alicant, girando de lo más normal en frente— ¿Y cómo?...

Asahi suspiró haciendo que su bey retornara a su mano, en una perseverancia inaudita, considerando el estado de shock en el que el pobre Spark se hallaba.

—Listo, gané —contó el moreno, ignorando el hecho de que su contrario estuviera a nada de explotar—. ¿Feliz?

—Vaya, parece que te ganaron... Aunque no vi casi nada —el bi-color se acercó dándole palmaditas al joven relámpago—. No pensé que perderías tan fácil...

—Zero... Hazme el maldito favor de quitar tu estúpida mano —Akari no soportó nada más. Ni el hecho de que esos tres estuvieran respirando el mismo aire que él.

Los minutos sobraron al instante en que el Príncipe se fugó tal cual berrinchudo, insultando hasta la descendencia de Kurogane.

Esas. Derrotas. No. Cuentan.

Nada de haber sido "arrebatado de una victoria" cuenta. Pero su padre le informó como él solo lo podía hacer que perder era algo natural, aprender es lo que importar en las batallas. Ver los errores y ajustarse a ellos para encontrar un avance, es un progreso que todo blader debe realizar. Aquello no fue más que un montón de idioteces, según Spark.

Valió por doble la nueva meta que se inculcó después de arrancar esos absurdos recuerdos de los combates fallidos o mejor dicho, reprimirlos. Tuvo una mejor idea: Ser peor. No sería un blader que solo obtuviera fuerza, tendría cosas que ni existían porque su necedad —o valor— le obligó a superar incluso la cima de los grandes. ¡Él sería la envidia de todos pronto!

Mirando la llegada del anochecer, Akari detalló sus siguientes aventuras en una gigante sonrisa cínica de pura maldad. Ese es El príncipe de los truenos y esa es su meta oficial.

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[N/A]

¿Qué tal? ¿Qué piensan del hijo de Gingka? Yo lo amo y necesita amor~ Espero poder subir más capítulos seguido... Sé que esta historia tiene ¿potencial? nwn

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