Prólogo

Un hermoso Omega se encontraba en el Jardín mirando la bellas flores que se movían ligeramente por el viento hasta que vómito algo, al ver su mano vio que era sangre sus ropas también estaban manchadas, empezó a sentirse muy cansado sin embargo unas voces lo trajeron a la realidad.

--Giyuu ¿Te encuentras bien?-- habló un preocupado Alfa peli-rubio.

--Preciosura debes entrar a limpiarte-- dijo también preocupado el Alfa albino.

--Vamos yo te cargaré hasta tu habitación-- expresó con su voz temblorosa otro Alfa con cabellos de color melocotón.

-- Kyojuro, Tengen, Sabito estoy bien ya estoy acostumbrado a esto así que no se preocupen-- les brindo una calida sonrisa.

--¿Como puedes estar acostumbrado a esto?-- preguntó Sabito con una mirada triste.

--Nadie es capaz de soportar tanto dolor Giyuu pero tú....-- menciono Uzui su cara mostraba preocupación.

--Por favor Giyuu no trates de aparentar ser fuerte cuando en realidad estás experimentado tanto dolor, lo sentimos tanto Giyuu no somos capaces de ayudarte-- Rengoku se acercó a abrazarlo.

--Muchas gracias chicos pero ustedes me han ayudado de muchas formas. Se quedaron a mi lado aún cuando se enteraron de mi enfermedad, me brindaron su cariño, amor y apoyo. Siempre estuvieron ahí para mí, yo no quiero que ustedes sufran por mi culpa, deseo irme un una sonrisa en el rostro-- expresó el Omega mientras tibias lágrimas caían por sus bellos ojos mojando la ropa del Alfa peli-rubio.

Tanto Sabito como Tengen miraban la escena conteniendo las lágrimas ver así a Giyuu les dolía el alma. Los tres Alfas no podían imaginar una vida sin Tomioka Giyuu ellos darían lo que fuera para encontrar una cura para su horrible enfermedad. El Omega era una luz en sus vidas, tan cálido y amable perderlo sería vivir un infierno en vida.

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