━030 ❝Dᴏ ʏᴏᴜ ɢᴇᴛ ᴅᴇᴊᴀ ᴠᴜ﹖❞




























════ ❁ ❁ ♡💙👑💚♡❁ ❁════

════ ❁ ❁ ♡💙👑💚♡❁ ❁════























Evie's Pov.

Ser tía de tres niños, que literalmente van a tener la misma carita, y que de pronto a Mal le toca ponerles una manilla o gorritos con sus nombres para no confundirlos... ¡Es lo mejor que me han ocurrido en esta maldita vida!

Ser tía de trillizos no pasa todos los días.

Admito que, me asombra que Ben tenga una buena puntería. Porque tres bebés de un solo tiro, no le pasa a mucha gente en esta vida.

Sí, estoy de chistosa hoy. Por una buena razón: hoy iré por mi hijo.

Ya pasó un mes de que Mal nos dijo que estaba embarazada, y que tuvimos que pagar una alta suma de dinero a dos personas con las que hicimos una apuesta sobre el embarazo. 

En el momento del anuncio ante todo el reino, el hashtag de Babys Beal fue tendencia en todas las redes sociales durante una semana; todo el mundo está emocionado por los herederos de la familia real, añadiendo que ya llegaron varios regalos. Incluyendo los míos. Aunque aún no los he llevado porque es una torre completa de solo ropa para los bebés, y para Mal.

Los vestidos de maternidad de Mal, son muy hermosos. La mayoría tiene dragones, y diseños que le gustan a ella.

Ah, y la pelea por quién iba a ser la madrina, todavía no ha sido solucionada. Y aunque entienda a mi mejor amiga por haber ocultado el embarazo, no entiendo como mi mami se enteró primero que yo.

Una de dos: o soy ciega, o mi sentido de bruja no me funcionó esta vez.

Sin embargo, seré la tía favorita y alcahueta. Hasta cierto punto, ¿de acuerdo?

—Manzanita, ¿no crees que la cuna toca dejarla en otro lado?— preguntó mi madre al entrar con un par de cajas, volteé a verla—. No conviene que la cama del bebé quedé al lado de la ventana, puede pasar algo.

Después de analizar un poco la situación, asentí. Y antes de partirme una uña, cambié la cuna de sitio con magia.

Eso asustó a mi mamá.

Seguí doblando las camisetas bebé para acomodarlas en el armario. Doug estaría comprando lo que le faltaba a la habitación de nuestro hijo, y unas cosas que me hacían falta para el diseño del vestido de las damas de honor.

La verdad, se me han cruzado muchas cosas, y no he tenido tiempo de pensar en el diseño de mi vestido de novia. Tengo ganas de aplazar la boda un mes más.

—¿Ya pensaron bien en el nombre del bebé?— preguntó mi madre, negué con la cabeza pues no hemos decidido al fin cuál, escuché a mamá suspirar—, Evelyn, no demoran en ir por el bebé, ¿y no han pensado el nombre? No puede ser.

—Tenemos unos que nos han gustado, pero la verdad no nos decidimos aún.— respondí, al cerrar uno de las gavetas del armario—. Los de Doug no me gustan, y los que a mí me gustan, no le gustan a él.

—¿Cuáles te gustan?

Me dirigí a la cómoda que había cerca a la ventana, y tomé la hoja.

—Los de color azul son los que me gustan a mí.— dije, mamá inspeccionó los nombres—. Henry es por el nombre de mi abuelo, y Axel porque suena moderno.

Hubo un gran silencio por parte de mi progenitora.

—No puedo creer que hayas elegido el nombre de mi padre, seguro que se sentiría honrado.— dijo algo nostálgica, yo solo le sonreí, sabía que él había sido una persona muy importante para mamá por ende, me gustaría que mi hijo llevará ese nombre—. Axel no me gusta. Pero, hay un nombre que tu noviecito escogió que me llama la atención y combinaría bien con Henry.

Arqueé una ceja.

—¿Cuál?

—Nícholas.— respondió—, El bebé se llamaría Henry Nícholas. Suena lindo... para mí.

Medité por un momento la respuesta que había obtenido por parte de mi mamá, porque al fin y al cabo tenía sentido y el nombre sonaba bien. Sonaba muy de la realeza. Y hablando de realeza.

—¡Ya traje los juguetes!— exclamó mi sobrina al entrar a la habitación con una caja grande. Emma dejó la caja a un lado de la cuna, lo primero que hizo fue mirar sus uñas—. Menos mal no se dañó mi manicura.

Reí ante su expresión. Emma tenía dieciocho años, pero parecía una niña todavía.

—Estoy emocionada por la llegada de mi primito, cuyo nombre no sé porque me tía es indecisa.— comentó Emma, al saludarme—. Siento que le llamaré chiquito durante un buen tiempo.

—¿Y quién dijo que no lo tengo ya?

—Me lo escribiste por chat, tía, ish.

Reímos las dos.

—De hecho, ya hay una sugerencia.— habló mi mamá, Emma me miró con el ceño fruncido—, Henry Nícholas.

Emma me hizo una mueca graciosa mientras asentía con la cabeza.

—Puro nombre de realeza, Roni, me gusta.— dijo—. Es mejor que decirle chiquito. Aunque tú y Doug toman la decisión.


—¿Allá toca ponerle el nombre al bebé?— pregunté, porque de eso no estaba enterada. Realmente hacer papeleo de adopción era lo más raro que había hecho en mi vida.

—No sé, hija, no eres adoptada.— respondió Roni, mientras acomodaba los juguetes en las repisas correspondientes. 

Mi sobrina comenzó a reírse, yo rodé los ojos.

—Soy mamá primeriza, por algo pregunto.

Mi paciencia en cualquier momento se agotaría, y Doug nada que llegaba. Se supone que debemos estar al rededor de las cuatro, y no demora en ser las tres de la tarde. Solo ruego porque el tráfico esté bien, porque estando en verano hay más tráfico que nunca.

—¿Ya empezaste a hacer el diseño que tu vestido de novia, tía?— me preguntó la niña, estaba ayudando a mamá acomodando los juguetes, mientras yo me aseguraba de que todo estuviera ordenado. Negué con la cabeza—, La boda es exactamente en mes y medio. No me digas que solo te has enfocado en los vestidos de las damas.

—Emma.— la regañó mi mamá.

—Lo siento...— murmuró la rubia.

La verdad no entiendo porqué decidimos que la boda fuera rápido, hubiera sido bueno habernos esperado un tiempo determinado, para evitar esto. Sin embargo, una parte de la decisión fue por la llegada del bebé.

—No te preocupes que pronto me preocuparé por ello.

Quiero volver a ser una adolescente y no preocuparme por nada de esto, gracias. 

Es mucha presión, y ahora sin mi mejor amiga al lado las veinticuatro siete, es más difícil. Ella me ayudaba a organizarme y no perder la cabeza en momentos como este.

Sin embargo, ahora ella no tendrá casi tiempo ni para ella misma. Es entendible. Ahora es la reina de Auradon y madre de los príncipes.

—Tía, llegó Mal.— anunció Emma, al señalar la puerta, tenía su mirada fija en su teléfono.

—¡Buenas!— exclamó Mal al entrar.

Me levanté de donde estaba para ir a abrazar a mi mejor amiga. Nos dimos un cálido abrazo, y acaricié su pancita. Hoy traía un vestido de maternidad de color verde pastel, tenía algunas margaritas bordadas en él. Calzaba una zapatillas converse negras, y su chaqueta de cuero.

Se veía muy tierna.

—M, no sabes lo mucho que extrañaba verte.— dije, aún estábamos abrazadas—. ¿Cómo están los pequeños príncipes?— pregunté.

—También te extrañé, E.

Nos separamos del abrazo, Mal llevó una de sus manos a su pancita.

—Se pusieron inquietos desde que te oyeron.— rio, Mal tomó mi mano y la puso sobre su vientre, sentí un pequeño golpe—. Te lo dije.

—Creo que les emociona oír a su tía, ¿cierto pequeños?

Otro golpecito, ambas reímos.

Me alegra ver que ambas estamos compartiendo una gran etapa de nuestras vidas. Mal embarazada y yo a nada de ir a firmar los papeles de adopción.

Todavía guardo la esperanza de poder quedar embarazada. Lo digo en serio.

En fin. Después de hablar un poco más con mi mejor amiga, escuché los gritos de mi sobrina cuando dejó su teléfono de lado; no dejó de preguntar en ningún momento qué se sentía tener tres bebés en el vientre.

Posteriormente, mi mamá me ayudó a acomodar la carriola, cosa que la pudiera subir al carro sin ningún problema. Luego traje uno de los cobertores que recibí de parte de los trillizos, eso había dicho Mal hace un rato: era de color azul, con un dragoncito bordado.

—Tengo la carriola, la mantita, el gorrito.— comencé a enumerar las cosas que ya tenía listas en la sala del pent. Puse mi dedo índice sobre mis labios, mientras pensaba si me faltaba algo más. Repasé de nuevo, finalmente suspiré cansada—, Siento que algo me falta.

—¿Tu billetera?— preguntó Mal, yo negué. Todo eso ya estaba dentro de mi bolsa.

—Creo que mi primo es el que falta.— comentó mi sobrina. Negué con la cabeza.

—No, él ahorita viene por mí.

—¿Será esto?

Volteé a ver a mi mamá, mis ojos se iluminaron al ver el peluche que tenían en sus manos. Era un osito, y ese osito era mi peluche favorito cuando era niña.

—Ay sí.— exclamé, enternecida. Tomé en mis manos el osito, y lo acaricié—. Esto era lo que faltaba.

—¿Todavía lo tienes?— preguntó Mal, con un puchero.

Ella sabía lo mucho que me importaba este peluche, cuando me vine a Auradon se lo dejé a mi mamá para que me recordara.

Asentí.

—Tuve la costumbre de dormir con este osito hasta que tenía unos quince, quizás.

—No, dieciséis.— corrigió mi mamá—. Solo que esta vez, el osito tiene algo más especial.

Arqueé una ceja, luego intercambié miradas con Mal. Volví a mirar a mi progenitora.

—Mira.— tomó el osito, y le oprimió la pancita. Comencé a escuchar una especie de...— Son los latidos de tu corazón, eso hará que el bebé pueda dormir bien, y no llore tanto.

—Aww, qué lindo.— exclamó Mal—. Ya sé que haré para mis chiquitos.

No sé cómo mí mamá pudo hacer esto, pero, se lo agradeceré toda mi vida. Sé que habrán ocasiones en las que no podré estar con mí bebé, así que este osito será de gran ayuda.

Sin decir palabra alguna, abracé a mamá. Sé que esto la tomó por sorpresa, pero le hizo un gran regalo a su nieto, y eso me llena mucho el corazón.

Emma me mandó un mensaje, diciéndome que ya había llegado Doug. Me despedí de mi mejor amiga, sin embargo, sabía que ella esperaría paciente aquí en el pent mientras volvía. Tomé la carriola, mi bolsa, y bajé con Roni por el ascensor.

—¿Preparada?— preguntó mi prometido, después de darme un beso en los labios.

Asentí.

Y con los nervios de punta, me subí al carro. Por primera vez, vería cara a cara a la personita que quizá volvería nada las paredes de mi pent. Iba a conocer a ese ser chiquito que me diría la palabra más hermosa de todas, estaba a nada de conocer a mi nuevo amor: A mi hijo.





════ ❁ ❁ ♡💙👑💚♡❁ ❁════





Regina's POV.

Ser madre no es la cosa más fácil del mundo, no es como te lo pinta cada película o cada libro. Ser madre es algo hermoso pero complicado a la vez. Podría decirse que es como las rosas.

Sí, una pequeña metáfora de la vida.

Digo esto, porque fui madre soltera. Gracias a la bella proclama de Adam Beast, Evie no creció junto a su padre; y no solamente fue por eso. Sin embargo, no me gusta recordar mucho el pasado, y el padre de Evie es parte de ello.

Ahora, enfocándome en el presente, viendo que mi hija está por cumplir ese sueño que ella a querido cumplir desde hace mucho, me alegra muchísimo. Aunque no me caiga muy bien su prometido, tengo fe de que ambos van a madurar, y ser responsables con la crianza de la criatura. O eso es lo que genuinamente espero.

Mi hija va tarareando una de sus canciones, mientras que yo estoy en el asiento trasero pensando ciertas cosas. Escucho que Doug le pregunta algo a Evie, pero no presté atención a lo que era exactamente. Ella le responde con un hilo de voz, está realmente nerviosa.

Miro la carriola del pequeño, y sonrío al ver el osito.

Pero no porque me parezca lindo el peluche, sino por saber quién le regaló aquel osito a Evie. Sí, fue él. Y aunque no le revelé eso a mi hija, me gustaba ver el amor que le tenía a su oso, y aún le tiene cariño.

Y no, ella nunca preguntó por su papá. Pero, realmente no sé si algún día tuvo necesidad de saber sobre él.

—Mami, nuestra canción.

Story of my life.

Canción que me dedicó un día de las madres, y desde ahí quedó como una canción de nosotras dos.

Sonreí, al ver como mi hija la cantaba tan anímicamente. Le seguí la corriente, de milagro estuvo que no rompimos los vidrios de la camioneta por lo duro que teníamos la canción, y por lo duro que cantábamos.

Finalizó la canción, e inició otra que le gustaba a Evelyn. Pero, veo que se la dedicó a su novio.

Y se pusieron de empalagosos.

Fijé mi mirada en el cielo: totalmente despejado. Ni una nube, y el azul muy claro. El verano aún nos trae sus sorpresas, con lo que veo.

—Tierra llamando a Roni.— escuché canturrear a mi hija.

—¿Qué pasó?

Por lo visto, estuve en las nubes más tiempo de lo que había creído.

—¿Ya pensaste en qué haremos mañana?

Arqueé una ceja, no sabía que mañana era un día tan especial.

—No, ¿por?

—¿Lo olvidaste?

Fruncí el ceño, la verdad no recordaba nada importante que ocurriera un quince de julio.

Oh, esperen.

—Hija, si te soy sincera, no sé qué pasa mañana.

—Mami, por Dios, mañana cumples años.

Con razón no recordaba dicho detalle. No me gusta celebrar mi cumpleaños, no desde que mi madre arruinó mi adolescencia y parte de mi adultez. Papá trató de hacer que mis cumpleaños fueran llevaderos y me sintiera bien, pero llegaba madre y los arruinaba con alguna idiotez.

Por eso, cuando nació Evie, me prometí hacer que sus cumpleaños fueran para recordar. Y aún, en el tiempo de exilio, hice que disfrutara cumplir años.

Ella siempre me daba muchas cartas, una vez me hizo un hermoso vestido, la vez que intentó hacer el pastel casi explota la cocina. A pesar de que le dijera que no hacía falta un regalo o un pastel, Evie hacía todo lo contrario.

—Creo que una reina debe festejar el día de su nacimiento, ¿no crees?

Evie tenía nueve años cuando sucedió esa conversación. Recuerdo que estaba sentada conmigo en el sillón grande de la sala.

—¿Por qué dices eso?— le pregunté, mientras cepillaba su cabellera azul.

—Porque ese día llegó al mundo una reina que a pesar de todo, ha sido una mujer muy fuerte.— respondió, su mirada estaba sobre su cuaderno de bocetos. Yo solo sonreí, y más, cuando me mostró lo que había dibujado—. ¿Te gusta? Te prometo que cuando sea grande, este será uno de mis diseños para ti.

Mi hija, a su corta edad era muy talentosa. Y eso me enorgullecía, aunque no se lo expresaba tanto, como ella expresaba el orgullo que sentía porque yo fuera su madre.

—Es bellísimo, mi amor.— exclamé, después de darle un beso en la frente—. Sé que vas a lograr ese gran sueño que tienes, confía en ti.

—Te amo mami.

—Huhm, cierto...— respondí—: La verdad no quiero hacer nada, sabes que no me gusta festejar mi cumpleaños.

—Siempre dices eso, pero sabes que te llevo la contraria desde niña.— con un tono orgulloso, dijo esto—. Además, ya va a estar tu nieto, no seas aguafiestas.

—Evie.

—¿Les parece si salimos a almorzar?— propuso mi yerno, me miró a través del espejo retrovisor, Evie asintió.

—Piensalo, má. Llegaríamos a Henry con nosotros.

Abrí mis ojos en su totalidad. No sé si había escuchado bien, o solo fue mi imaginación.

—También podría decirle a mi hermana, o a Emma para que nos acompañara.

—Aguarda, Evie.— interrumpí a mi hija—. ¿Qué nombre dijiste?

—Henry, el nombre del bebé.— respondió, al mirarme—. Es más, el bebé se llamará Henry Nícholas.

—De hecho me gusta esa combinación, cielo.— le dijo Doug.

—Sí, de hecho el Henry tiene un significado especial.— le comentó ella.

Mi padre.

Sentí como mis ojos se aguaron por un momento. Él fue una persona muy especial para mí, a pesar de que llegué a convertirme en la peor versión de mí, él nunca me abandonó. Estuvo conmigo hasta el día de su muerte.

Siempre le estaré agradecida por el amor y el apoyo que me brindó. Recuerdo las veces que me decía lo mucho que se arrepentía por lo que mi madre me había hecho, por el gran castigo que me impuso, porque él no pudo ayudarme en el momento en que mi madre aceptó el compromiso entre Leopald y yo... Recuerdo como lloró ese día.

—Solo tiene diecisiete, Cora, diecisiete.— reprochó papá. Mi madre se estaba mirando en el espejo del tocador, mientras que yo estaba escondida detrás de la puerta—, Cuando te casaste conmigo íbamos a cumplir treinta, no eras una niña, Regina sí.

Se suponía que iría a verme con Daniel, pero, no pude evitar escuchar la conversación. Quizá papá haría que ella cambiara de opinión.

—¿Y?— lo enfrentó mi madre, al mirarlo por el espejo—, Ella va a ser una reina, debe ser una reina.

—Deja de ser ambisiosa, ¡es una niña!

—Henry, mi querido Henry.— mi madre chasqueó la lengua, tomó su cepillo y comenzó a peinar su cabello—, Déjame que el trabajo sucio, lo hago yo. Además, me lo agradecerá después.

—No puedo creer que seas desalmada, con tu propia hija... Ni siquiera piensas que Leopald tiene mi edad, y puede hacer quién sabe qué cosas a mi niña.

—Ugh, deja de molestar, hombre.

Sentí una lágrima gruesa caer por mi mejilla derecha. Con rapidez la limpié. Henry Mills, fue un hombre bueno, un padre amoroso, y sé que descansa en paz. Y más, viendo en quién me he convertido ahora, y la clase de mamá que soy. Sé que cometí errores, pero, procuré no llegar a ser como Cora.

Por eso, me llena de orgullo el que mi nieto lleve el nombre de su bisabuelo. Él estaría feliz, si estuviera aquí.

Sentí la mano de mi hija apretando la mía, apreté la de ella fuerte.

—Llegamos.— anunció Doug, ya estábamos frente al orfanato.

Evie silbó, estaba nerviosa. Mordió levemente su labio inferior.

—Siento que en cualquier momento me voy a desmayar.

Doug se acomodó para mirar a Evie. Tomó las manos de mi hija, y le besó los nudillos.

—Todo va a salir bien, ¿okay?— dijo, mi hija asintió—. Te amo, ¿sí? Y me alegra que pueda cumplir este sueño contigo.

—Podré cumplir este sueño contigo, y es maravilloso.

Mi rostro de felicidad lo decía todo, y él hacía parte de esa felicidad, al igual que ese ser que estaba creciendo en mí.

—Lo sé...— dije su nombre con mucha emoción.

Sacudí mi cabeza, hoy solo he tenido molestos dèjá vú's. Miré a Evie y le murmuré que todo iba a  salir bien. Bajamos del auto, y comencé a sacar las cosas que había que entrar al orfanato.

Mi hija me pidió que entrara con ellos, mencionó que quería que yo hiciera parte de esta nueva etapa para ella. Ni modo que me iba a negar, quiero estar presente en su vida, en lo que pueda.

Pasamos a una sala de espera. Evelyn tenía lágrimas acumuladas en sus hermosos orbes marrones, a cada instante sacudía sus manos, y trataba de controlar su respiración. Comprendí ese sentimiento, fue el mismo que sentí el día que la iba a tener... pero sumemos las contracciones, la labor de parto, ya saben.

—Evelyn Mills.— llamó una joven de cabello rubio. Mi hija se levantó de inmediato—. Te esperan en la oficina. ¿Me podría acompañar, por favor?

De inmediato asintió. Respiró profundo, y nos hizo un ademán para que la acompañaramos. Su prometido la tomó de la mano, mientras que yo llevaba la carriola del pequeño.

Entramos en la oficina.

Paredes blancas, tapete café, muebles de madera de pino, un gran librero donde quizá habían archivos.

—Señorita Evie, qué gusto.— saludó un hombre, de tez morena, su poca cabellera expresaba su edad.

—Un gusto para mí, señor Edmund.— saludó mi manzanita, al estrechar la mano del hombre.

—Veo que viene con dos acompañantes especiales.

Evie asintió.

—Creo que ya conoce a mi prometido, Doug.

El susodicho estrechó la mano del directivo, en forma de saludo.

—Y ella es mi mami, Regina Mills.

—Es un gusto.— asentí con la cabeza, en forma de saludo.

—El gusto es mío.— dijo—. Por favor, tomen asiento.

Hicimos lo que mencionó, da igual como traté de entrar la maldita carriola. Casi la rompo.

No me juzguen, en lo personal no manejé eso.

El hombre comenzó a hablar cierto aspectos sobre el bebé: era una adopción cerrada, quiere decir que los padres no quieren volver a saber nada del bebé, lo cual me parece algo triste, pero es entendible; tiene seis meses de edad, está muy pequeñito todavía; tiene buena salud. Después comenzó a hablar sobre cómo sería el proceso en caso de querer que el pequeño vuelva al orfanato, Evie le interrumpió:

—Tenga por seguro, que no ocurrirá eso. Seré una gran madre.

Posteriormente, los dos muchachos firmaron la papelería correspondiente al registro del pequeño. Me sorprendió escuchar que le pondrían primero el apellido materno.

Me llena de orgullo.

—Oh, miren quién llegó.

La chica que anteriormente nos había guiado a la oficina, había llegado con un pequeño en brazos.

Mi cuerpo no daba para más, me sentía agotada. Pero todo había valido la pena por ella.

Evie cubrió sus labios con ambas manos, dos lágrimas se deslizaron por sus mejillas, Doug la abrazó por la cintura.

—Creo que ya es hora de que este pequeño vaya a casa.— dijo la chica, antes de darle a mi hija el pequeño.

—Tienes que verla, tiene tu misma mirada.— me dijeron.

Traté de incorporarme un poco, quería tenerla conmigo.

—Hola mi pequeño, soy tu mamá.— con voz entrecortada habló mi hija, dejó escapar una risa al ver la mirada expectante del bebé.

—Eres igual de hermosa que tu mamá, mi manzanita.

Las lágrimas no dejaban de salir de mis ojos, sentía mucha felicidad por tener a mi hija finalmente conmigo.

El pequeño balbuceó.

—Sí, Henry, soy mamá.

—Sí, Evie, soy tu mamá.— dicho esto, le di un beso en la frente a mi bebé.

Sentí caer por mi mejilla una lágrima. A pesar de que odio los dèjá vú, este fue el más bonito que tuve en años.

Los ojos marrones de Evie brillaban con solo mirar a su pequeño, y su sonrisa, expresaba esa alegría inefable y sincera que en pocas ocasiones logra expresar el ser humano.

Yo afronté mi maternidad sola, pero, velaré porque mi hija no pase por lo mismo.








.

.

.

.





Ola.

Pana, lloré feo. Y lo digo en serio. Más por las referencias que di de ouat, y por mi nuevo libro 'Sweet Apple Princesses'.

Bueno, opinión al respecto: escribir desde la cabeza de Evie, nuevamente fue genial, y conmovedor. Ver que cumplió otro de sus sueños, me hace muy feliz. Por otro lado, escribir por primera vez desde la cabeza de mi mami de otra realidad, fue... ✨Hermoso✨, añadiendo la parte de los recuerdos 🤧.

En fin, ya llegó a la trama cierto chiquito que es muy importante para lo que se viene. Los que leyeron el segundo libro ya saben a qué me refiero.

¿Qué les pareció? ¿Les gustó?

Por cierto, primer capítulo del año 😎.

‼️: Subí dos libros: Sweet Apple Princesses, y Esta es la familia Madrigal. El primero es de descendientes, historia basada en Evie, y el segundo, es sobre la nueva película de Disney: Encanto. Ambas están disponibles en mi perfil, por si quieren checarlas.

En fin, les amo mucho❤️.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top