Dactylorhiza incarnata |España|

Cuando mirar al pasado significa atesorar y cultivar aquellos momentos, los recuerdos son los únicos capaces de causarnos viajes en el tiempo. 

Para Antonio, le es muy difícil no evitar sentir en su corazón millones de sensaciones.

Para él, ya ella, no era la misma colonia que  una vez conquistó y colonizó. Una flor silvestre que se encontraba expuesta a lo largo de paisajes, que él quiso arrancar y nombrar suya, siendo de nadie y de alguien a la vez.

Aquella joven nación que surgió bajo el exterminio de nativos, a masacres y vandalismos, que a pesar de sufrir se mostró imponente ante él, sin querer sucumbir. A la que le brindo un nombre, un idioma y civilización.

A pesar de ello, Ella deseaba ser libre, echar raíces y crecer independiente sin depender de nadie.

Y así, fue.

 Ella logró ser libre, sus hojas y pétalos surgieron frescos, más resistente que nunca.

España la vio crecer orgulloso, ella, su pequeña flor más hermosa que nunca.

Pero, tiene temor, de que la arranquen de raíz quitando su vitalidad y ser solo una flor de vitrina, expuesta al publico más marchita por dentro.

Es que Antonio sabe que cuando se ama se cuida y  se riega a esa flor que cautiva nuestro corazón.

Por lo que al abrir sus ojos y mirar el basto paisaje que se tiñe de verde, encontrando a la lejanía una  Dactylorhiza incarnata en los prados españoles, no puede evitar recordarla. Por que es como su pequeña María, que le pertenece a nadie y a muchos a la vez.

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