¿Por qué el tiempo no puede detenerse en la gracia de los efímeros momentos de la vida?

Justo ahí, cuando tus labios se presionan contra los míos y nuestras manos, apenadas y aún inocentes, acceden a explorar las islas en nuestros cuerpos; cuando el temor se esfuma y siento mis pies aterrizar a salvo sobre los Campos Eliseos; cuando una corriente eléctrica recorre mi espina dorsal y me pide que llene un vacío que antes era inexistente; cuando nos unimos en una sombra ante la luz de la luna y el reflejo de la fogata; cuando el mundo a mi alrededor se esfuma por completo y tu apasionante beso es el tesoro que más debo proteger para la eternidad.

La alianza que habíamos formado, no sería capaz de romperse, ni siquiera con el pasar de los años.

El primer beso, ahora y siempre sería nuestro.

Muy en el fondo, sabía que me había convertido en una mujer y aquella cursi chica que yo era hacía veinticuatro horas atrás, ya había desaparecido por completo.

Una caminata por la playa jamás volvería a sentirse igual.

No sin antes, volverme a sentir joven a tu lado.

-Lis.

Merezco felicitaciones, jamás había escrito tanto en esta historia, creo que me inspiré :').