Tic tac.

Los polvos iluminadores de mi madre contrastan la palidez de mis mejillas.

El labial que mis amigas me han regalado, se encuentra rozando los bordes de mis labios.

El fresco perfume con aroma a primavera rocía mi piel.

El día ya había llegado.

Tic tac.

Las agujas del reloj trascurren más lento de lo normal, una poderosa ansiedad crece por mis venas y lamento tanto que no llegue la hora acordada para poder ver a mi acompañante.

El corto y adorable vestido rojo que enfunda mi figura y hace juego con mis bailarinas del mismo tono.

Mi cabello arreglado, la cadena que cae sobre mi clavícula y mi pequeño bolso en la mano.

Bum, bum. Bum, bum.

Mi corazón latía a una impresionante intensidad, la humedad de mis manos se escapaba de mi control y unas sonrisas nerviosas se colaban en mi rostro.

¿Era así como debía sentirme para mi primera cita?

Digo, si lo mirábamos de esta manera, estaba a punto de tener mi primera cita.

Oh.

A penas si podía creerlo.

¡Eso era real!

Después de tanto tiempo, de lo mucho que había soñado con ello, por fin estaba a punto de vivir uno de los momentos más valiosos en la vida de una adolescente.

Estaba lista para crecer y vivir, nada podría cambiarlo.

Lis.

Volví 🥰