[ T r e i n t a • y • s e i s ]

Al separme de mis padres, me di cuenta que se me había escapado un detalle importante.

No solo estaban los policías esperando, sino también un gran número de vecinos y amigos cercanos reunidos en la sala de estar.

Todos admiraban la escena familiar que imitábamos frente a ellos y, de inmediato, sentí una gran vergüenza por todo lo que había hecho.

¿Qué llegarían a pensar de mí?

Las palabras loca, descontrolada e inmadura atormentaban mi cabeza. Me costaría mucho esfuerzo recuperar mi reputación de buena hija, aunque no lo miraba imposible.

Mis amigas estaban entre el grupo de invitados, incluso tú también hacías acto de presencia.

Claro, no apareciste en la playa durante todo el día, pero ahí estabas sentado en mi sofá favorito, bebiendo de mi jugo de arándano importado.

¡Ja, quién lo hubiese imaginado!

Quise dar unas palabras de disculpa a todos los presentes, por el caos que creía haber causando.

Era curiosa la manera en que las palabras se alborotaban en mi garganta, pero ninguna salía de mi boca para decir algo coherente.

Me sentí intimidada por sus intrigantes miradas, así que comencé ofreciendo una sonrisa, esperanzada que todos devolvieran el gesto con vehemencia.

La comodidad llenó mi cuerpo al observar que todos pintaron sus caras largas con alegría. Tal vez todía podía salir mejor de lo esperado. Sin embargo, pocos segundos segundos más tarde, me di cuenta que las sonrisas no tocaban ni el borde sus ojos y, más allá de lo que podía conocer, supe había un profundo dolor que los seguía atormentando a todos.

Había pasado algo que nadie me había dicho aún, pero no era coincidencia que todos se encontraran reunidos por una razón en vano.

El desacierto y la duda embriagaba mi razón, debí dejar que las olas me llevaran antes que fuera demasiado tarde.

-Lis.

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