[ T r e i n t a • y • o c h o ]
El dolor de su fallecimiento será algo que jamás podrá ser borrado de mi memoria.
Y durante mucho tiempo, me abstuve a creer que realmente ella se hubiera ido, eso no era nada justo.
Cali, Malia, Sienna y yo habíamos crecido juntas. Nuestras madres eran amigas desde siempre. Se conocieron en la preparatoria y nunca se separaron. Cuando nos criaron, lo hicieron como si todas fuéramos hermanas. La diferencia entre las demás, era que Cali y yo éramos hijas únicas, así que, siempre tuvimos una conexión más cercana.
Perderla era como arrancar una parte de mi alma que jamás estaría dispuesta a regresar a su lugar.
Estaba debastada.
El mundo, mi mundo, estaba a punto de colapsar. Ya había escuchado lo que significaba perder a un ser querido, pero eso no tenía comparación.
Mi cabeza no dejaba de dar vueltas, era la peor de mis pesadillas y ansiaba poder despertar de la crueldad que me rodeaba.
Añoré regresar a los calurosos días del verano en que nuestras bromas desafiaron la paciencia los vecinos; en que las caídas, ocasionadas al correr con los pies descalzos y mojados rumbo a la piscina de la casa de sus padres, fueron la razón de los raspones en nuestra piel; y en que nuestra manía para convertirnos en mujeres no deseó esperar al tiempo para hacernos crecer.
Pero nada de eso volvería a suceder pues el viento se la había llevado todo.
-Lis.
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