Quince no solo fue mi número de la suerte, los vestidos playeros que relucieron ante tus ojos en aquel verano, las veces que pasé frente a tu casa esperando encontrarme contigo, o la edad que teníamos al conocernos. El quince fue más allá de las casualidades, se posicionó en el número de encuentros que tuvimos antes de nuestra primera cita formal, en la cantidad de fiestas a las que nos escabullimos sin el permiso de mis padres, en los deseos que pedíamos junto al atardecer y en los besos que compartíamos antes de cada despedida.

Estoy segura que hubo un antes y un después de mi persona a partir de ese memorable día en la playa.

Aún era ingenua, pero osada. Tenía miedos, mas los dejaba en el olvido.

Todo indicaba a que estaba enamorada.

Estaba lista para vivir un amor eléctrico. No ansiaba esperar ni un solo momento más por ello.

Mi juventud sería tuya, por lo menos, hasta que Septiembre se acabara.

Además parecías ser el chico indicado, ambos éramos aprendices, no había nada por perder.

Éramos como como el fuego y el hielo.

Por primera vez sentía vida en mi interior.

Si me vieras ahora, te darías cuenta de las muchas cicatrices que los años han plasmado en mi piel; me he vuelto mayor, ha sido inevitable.

Pero si de algo estoy segura, es que volvería a hacerlo todo de nuevo, con castigos incluidos, solo si la aventura es contigo.

-Lis.

Feliz martes ❤️