[ O n c e ]

Aún en el peor momento, la marea nos envió algo que jamás olvidaré. 

Quizá, después de todo, el océano siempre estuvo de mi lado.

Sin otra escapatoria, había acercado mi rostro hasta tu cuello, reprimiendo, el testarudo impulso por tatuar un beso en esa delicada zona. Tu agarre hizo más presión sobre mi silueta, pero yo sólo podía concentrarme en el diáfano camino que mis labios trazaron hasta tu oreja, revelando en susurro, mi penosa situación del bikini. 

Mi voz era un hilo de nerviosismo, calado por palabras bañadas en temor. 

Cuando lo entendiste todo, tus ojos se agrandaron considerablemente y maldijiste por lo bajo.

«Te prestaré mi camiseta, aguarda, ¿sí?»

Tu voz temblaba un poco, por lo que, supuse que ninguno de los dos se sentiría cómodo en esos momentos. 

Así, creía despedir mis esperanzas para un futuro encuentro sin volver a pasar vergüenza.

Mi inocencia no lograba procesar la magnitud de tus palabras, hasta que, en un abrir y cerrar de ojos, volcamos sobre la arena y tu cuerpo se posicionó levemente sobre el mío. Con mucha destreza, te deshiciste de la prenda que cubría tu torso y después, la tendiste con cuidado en mis manos. 

Me quedé atónita. Todo había ido demasiado rápido, ¿qué significaba eso?

Debiste adivinar la confusión de mis pensamientos. Tomaste de mis manos y sonreíste como nunca lo habían hecho para mí.

«Póntela, te cubrirá.»

Seguí tus palabras, sin saber la aventura que ellas desataban. 

Para el momento en que la suave tela de tu camiseta rozó cada centímetro de mi piel, con el seductor y adictivo aroma varonil que desprendía de ella, embriagándome así, creí volver a ser flechada por cupido.

-Lis.


Perdí la cuenta de los días, pero creo que es viernes jaja.

Si pueden, comenten cómo le parece la historia ♥.

Saludos, feliz viernes :)

-Hannie. 


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